27 ago 2023

Ramona Burgos Kamergan (1890-1960), In memoriam


Me hubiese gustado ser únicamente un canto; mi vida así habría podido durar...” Edmond Jabés
Mi hermano Jesús  compartió en privado una foto para mí desconocida de mi bisabuela,  la señora Ramona Burgos Kamergan (1890-1960), madre de doña Balbaneda Barraza Burgos (1906-2004), y abuela de Ildeliza Palafox Barraza (1931-) mi madre,.
Me entero que la madre de ella se llamó  Guadalupe Kamergan, nació en 1861 y se casó en 1889 con Francisco Burgos, mi tatarabuelo...
Doña Ramona nacio en Piedras Verdes - por Nuevo Casadas Grandes-,  Chihuahua, y falleció en 1960 en la sierra de Sinaloa, en Choix.
Coloque la foto en lña red y ha generado una serie de comentarios, la mayoría no sabíamos cómo había sido esta hermosa mujer, alta, quien tuvo una gran descendencia, somos muchos.
Decía Whitman  en Canto a mi mismo::
"Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también...".
Y por eso, en recuerdo a ella, de mi abuela Babaneda Barraza Burgos quien murió en 2004 y a mi madre Ildeliza Palafox que hoy tiene 93 años y que por cierto votaron las tres por primera vez en 1955; , voy a leer con mucho respeto un fragmento del poema de José Agustín Goytisolo (1928-1999);
 Las mujeres de antes, dice: 


"En los Paseos junto al mar
en las sillas de mimbre de los bares
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo 
( nosotros conocemos como potrona) 
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos
vestidas de colores muy decentes
o en lugares cerrados y más íntimos
mirándose al espejo
retocando sus labios y empolvándose
las mujeres de antes parecían irreales
eran como otra cosa algo distinto...
(...) 
que ellas eran como nosotros
con sus deseos y melancolías
con sus trabajos y su desengaño...."
##
Las mujeres de antes/ José Agustín Goytisolo
En los Paseos junto al mar 
en las sillas de mimbre de los bares 
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo 
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos 
vestidas de colores muy decentes 
o en lugares cerrados y más íntimos 
mirándose al espejo 
retocando sus labios y empolvándose 
las mujeres de antes parecían irreales 
eran como otra cosa algo distinto 
pero cuando nos daban caramelos 
o las fotografiaban de perfil 
todos sabíamos que aquello se acababa 
que no podía ser 
que la hermosa película no iba a continuar siempre 
y que la extraña joya que al parecer tenían 
escondida en los pliegues del escote 
o quizás entre las piernas 
iba a volverse pronto mercancía barata 
que ellas eran como nosotros 
con sus deseos y melancolías 
con sus trabajos y su desengaño.
Y entonces ¿para qué fingirse diosas 
si ni ellas lo querían 
y para qué tanto suspiro absurdo 
tanta mano bellísima frotando en solitario 
tanto dedo en saliva 
si de la fiesta aquella sólo iban a quedar 
algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros 
llenas de fotos ocres junto a discos partidos?

 


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