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Heridas que no cierran a 50 años del Golpe en Chile
Emilia Martínez
Santiago, Chile (10 septiembre 2023) .-05:00 hrs
El 11 de septiembre de 1973, Álvaro tenía apenas cinco años, sin embargo tiene muy claro el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile."Una situación traumática", describe quien es ahora vicepresidente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile (AFDD).
Anamaría, por su parte, lo recuerda bien. Tenía 16 años. Apenas 10 días antes se había casado.
"Salí al patio de mi casa y veo pasar los aviones, que fueron a bombardear. Ahí es cuando nosotros supimos que estaban tratando de tomar el Estado, los militares, los milicos; en Chile estaba habiendo un Golpe de Estado cívico militar, pero no sabíamos todo lo que iba a pasar", narra la también integrante de la AFDD.
Aquel día, las tropas al mando del General Augusto Pinochet, y con respaldo de Estados Unidos, bombardearon el Palacio Presidencial de La Moneda, además de otras infraestructuras, como radioemisoras, y tomaron el poder en Chile.
"Ese día fue la primera vez que yo veo llorar a mi papá con pena, con una pena infinita", agrega Anamaría sobre el día en el que también se suicidó el Presidente Allende, el primer líder socialista en ser elegido a través del voto en América Latina.
Once meses después, y tras una serie de allanamientos a su casa, su padre y su hermano de 15 años fueron secuestrados, y se convirtieron en detenidos desaparecidos de la dictadura.
A sus 16 años, dice Anamaría, ella y su hermano, de 15, ya tenían muy claro lo que significaba un Golpe de Estado.
"Teníamos noticias de Argentina, que algo pasaba en otras partes de Latinoamérica. Mi papá era una persona muy culta, nos conversaba que algo estaba pasando, que algo estaban tramando a nivel latinoamericano, después nos dimos cuenta de que era el Golpe de Estado", comparte.
Álvaro, en tanto, ha construido su memoria de aquel tiempo a partir de lecturas y conversaciones con familiares. Para él, bombardear el Palacio Presidencial no tenía ningún sentido estratégico de guerra.
"En términos de tomarse el poder no era necesario bombardear La Moneda", dice.
"Fue simbólico para dar a entender a la gente lo feroz que se venía la dictadura. Fue un llamado de atención de que, por decirlo así, así venía la mano".
El costo en vida de enfrentarse a la dictadura
Además de los aviones y el bombardeo a La Moneda, lo que Álvaro González Ortiz tiene muy claro del Golpe de Estado es una población que no responde.
"No hay enfrentamientos", precisa, "los militares suponían que iba a haber algún tipo de enfrentamiento, porque la izquierda, algún tipo de izquierda decía que iba a haber una defensa del Gobierno popular, pero la maquinaria de los militares era muchísimo más grande como para haberlo enfrentado".
Resistirse a los militares, señala, tuvo un alto costo en vida para los grupos que así lo hicieron, entre ellos su tío, Jorge Ortiz Moraga, quien entonces tenía 20 años.
Hermano de su mamá, Jorge era estudiante de Medicina de la Universidad de Chile al momento de su detención el 12 diciembre de 1974. También era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).
El MIR, dice Álvaro, decidió oponerse a la dictadura inmediatamente bajo una consigna de que el movimiento no se asila.
"Mi tío cae en diciembre del 74 que es un momento en el que la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) que creó Pinochet está atacando al MIR directamente, ese es su objetivo. Mi tío pertenece a la estructura militar del MIR, que era una estructura militar, por decirle de alguna manera, porque armas había pocas", explica el activista.
La DINA, agrega, logró llegar a las estructuras políticas del MIR en la Universidad de Chile, y a partir de octubre de 1974 empezaron a caer de dos a tres personas por día. "Si no es que más", dice.
"En el fondo va cayendo una y va cayendo otra, y en ese ir y venir, mi tío cae el 12 de diciembre de 1974 y va a un centro de tortura que se llama Venda Sexy, y desaparece de ahí 10 días después. Los testigos y las testigos dicen que sale una camioneta con cuatro detenidos, y nunca más se sabe de él", relata Álvaro.
Ubicado en Santiago, en la calle de Irán 3037, Venda Sexy fue un centro de detención y torturas operado por la DINA entre 1974 y 1975. De acuerdo con las investigaciones de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, creada en 2003 para esclarecer la identidad de las personas secuestradas y torturadas durante la dictadura, en ese centro los detenidos y detenidas eran sometidos a interrogatorios y torturas, y fueron objeto de frecuentes vejaciones y violaciones sexuales.
A casi 49 años de la desaparición de su tío, Álvaro y su familia, sin embargo, aún esperan respuestas.
"¿Quién maneja la camioneta, quién lo sube al helicóptero y quién lo tira al mar? Que es la posibilidad que nosotros creemos que es, que es que están arrojados al mar. Es una época en la que se hace eso, por lo tanto, creer que pueda estar enterrado puede ser, pero hay varios indicios que nos permiten pensar que están en el mar".
Los desaparecieron por pensar diferente
A 49 años de la desaparición de su papá y de su hermano, el 13 de agosto de 1974, Anamaría Carreño Aguilera espera respuestas.
"Mi papá era comunista y por pensar diferente, y mi hermano igual, lo desaparecieron. ¿Por qué un niño de 15 años? Nosotros no encontramos respuesta ni explicación para eso", dice la mujer de 65 años.
El primer allanamiento que sufrió su familia, dice, fue el 13 de septiembre de 1973. Para el 18, agrega, ya los habían allanado dos veces.
"Mi papá era miembro de las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), y él pertenecía a la dirección de las JAP, y por lo mismo a mi papá lo allanaron más veces que a otras personas, porque querían mercadería", explica.
"Teníamos mucho miedo, se llevaban los cigarros, pero nunca pensamos que iban a secuestrar a mi papá y a mi hermano, y mucho menos a mi hermano de 15 años".
Manuel Antonio Carreño, de 53 años, e Iván Sergio Carreño Aguilera, de 15 años, fueron llevados al Cuartel Yucatán, en la Calle Londres 38 en Santiago.
"De ahí, ellos desaparecieron. Nunca más supimos nada", subraya Anamaría.
Fue a partir de sobrevivientes de ese mismo centro de detención, que ella y su familia supieron que su papá y hermano estuvieron ahí.
Con el tiempo, obtuvieron los nombres de los hombres que los secuestraron.
Anamaría agradece especialmente al periodista Mario Aguilera, sobreviviente de la dictadura y quien también estuvo detenido en Londres 38.
"Para mí es un héroe, él estuvo con mi papá y mi hermano, y fue una de las personas que más ayudó en la causa, en saber y esclarecer quiénes eran los que habían secuestrado y habían desaparecido a mi papá y a Iván", comparte.
Anamaría hoy exige verdad, justicia y memoria, pero sobre todo que nunca más se repita lo que sucedió ese 11 de septiembre.
La diferencia con las dictaduras en otros países de América Latina, dice la activista, es que en Chile no hubo fuerzas de resistencia armada.
"Mi familia nunca tuvo armas como dicen que tuvieron, solamente por pensar diferente los desaparecieron", subraya.
Hoy en día, algunas mujeres aún esperan a sus familiares.
"Algunas tienen el puesto de la mesa todavía, o la ropa está guardada. El término de desaparición es muy fuerte porque deja un espacio de nada. No hay donde ir a despedir al muerto en este caso", lamenta Álvaro.
La familia de Anamaría, por ejemplo, aún celebra los cumpleaños de su padre y hermano. A 49 años de su desaparición, no saben en dónde están sus restos.
Bajo la amenaza del negacionismo
Álvaro confía en que el Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia, anunciado por el Presidente Gabriel Boric el pasado 30 de agosto, ayude a dar respuestas.
"¿Qué es lo que pasa después de que los detenidos son trasladados de los centros de detención y tortura hasta el momento de su desaparición, lo que se llama el destino final? Eso es lo que plantea el plan de búsqueda", dice Álvaro.
La búsqueda de los desaparecidos, explica el activista, comienza inmediatamente después del golpe. Abuelas, madres, hermanas, esposas van a los cuarteles, a las comisarías, a preguntar por sus familiares. Así fue como nació la AFDD.
Y a lo largo de las décadas, agrega, estas agrupaciones se han fortalecido.
"Mujeres que sin preparación han aprendido sobre justicia, sobre ADN, sobre servicio médico legal. Las agrupaciones de familiares, y no sólo en Chile sino en América Latina, han sido súper importantes para la búsqueda, porque han salido a buscar primero, han peleado, han ido a la justicia", subraya Álvaro.
Además, dice, en Chile se ha legislado a partir de sus propuestas.
"La ley de amnistía, la ley de negacionismo, la ley del día del detenido desaparecido han nacido de luchas que han dado las agrupaciones que se han cultivado en la justicia a partir de la propia experiencia. Saber de ADN de búsqueda de cuerpo a través de cruces de datos son cosas que si no hubiéramos estado en esta situación nunca hubiéramos sabido", resalta.
El plan anunciado por el Presidente Boric, dice, genera expectativas, sin embargo "las decepciones han sido muchas".
El Estado por primera vez va a hacerse cargo de la búsqueda. Con financiamiento estatal, tiene como objetivo reconstruir el recorrido de las víctimas tras su detención y desaparición, y busca garantizar el acceso a la información de los familiares e implementar medidas de reparación.
"El Plan Nacional de Búsqueda de alguna manera es un nuevo comienzo con ciertas expectativas, no tantas, porque en 30 años las decepciones han sido altas", apunta Álvaro.
"En democracia se avanza y se retrocede, es permanente, y hay varias decepciones en el camino como para pensar que esta vez va a ser distinto... veremos".
Además, dice el activista, Chile atraviesa por un momento político mucho más complicado que cuando fue el 20, el 30 o el 40 aniversario del golpe.
La derecha no sólo ha ganado espacios, sino que está "desvergonzada", añade, y este envalentonamiento favorece a las Fuerzas Armadas.
"Se dan cuenta de que políticamente están apoyados, entonces tenemos la negativa de las Fuerzas Armadas a entregarnos más información. Ahí sigue habiendo un problema", apunta.
En las elecciones del 7 de mayo pasado para una nueva Convención Constituyente, el Partido Republicano de ultraderecha obtuvo el primer lugar con 35 por ciento de los votos, seguido de una coalición de partidos de la derecha tradicional y centro derecha que obtuvo 21 por ciento de los sufragios.
Estos partidos encabezan el órgano redactor de la nueva Constitución de Chile, después del rechazo el año pasado a la propuesta de Constitución que buscaba cambiar la heredada de la dictadura de Pinochet y que incluía leyes de desaparición forzada, leyes sobre el medio ambiente, a favor de la paridad de las mujeres y de los pueblos originarios.
"Una Constitución progresista", sostiene Álvaro.
El rechazo al plebiscito fue de 62 por ciento, y a decir del activista, ese rechazo permite hoy a la ultraderecha y parte de la derecha negar el golpe de Estado.
"De alguna manera ese rechazo les dio piso político para hoy día estar parado en donde están negando lo que fue el golpe de Estado. Para la celebración de los 40, esa misma derecha pedía perdón, o al menos tenía actos más republicanos en el sentido de al menos no denostar a las víctimas", señala.
"Yo creo que la palabra desvergonzado les queda perfecto, están defendiendo el Golpe de Estado, las violaciones de los derechos humanos les da lo mismo, porque también hay que reconocer que hay una población que lee esos discursos y los aprueba. Eso es lo más triste al final, que hay un porcentaje de la población que es capaz de negar el golpe o de encontrar que lo que había que hacer es lo que había que hacer".
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