11 feb 2025

Gabriel Zaid, ejemplo moral y discreto

 Gabriel Zaid, ejemplo moral y discreto

Jorge Ricardo/ entrevista con el crítico literario Christopher Domínguez Michael,

REFORMA,  (21 enero 2024)

Sin fotos públicas en sus casi 90 años, sin entrevistas ni presentaciones en televisión, Gabriel Zaid (Monterrey, 24 enero de 1934) sería un mito si su influencia no fuera tan profunda. Con unos 40 libros de ensayo, economía y poesía, el ingeniero mecánico es el más importante intelectual mexicano vivo.

"Una de las inteligencias a la vez más discretas y más influyentes del México moderno", define el crítico literario Christopher Domínguez Michael, su compañero en la revista Letras Libres.

Zaid publicó en 1971 Ómnibus de poesía mexicana, una antología con poesía indígena, refranes, conjuros, canciones de la independencia, letras de letrina, Sor Juana Inés de la Cruz, Xavier Villaurrutia y consignas estudiantiles de 1968. Le siguió ¿Cómo leer en bicicleta?, una compilación de crítica literaria. Con textos sobre la publicación de libros promotores de "la industria de los elogios", los demasiados premios, la revelación de que el autor más vendido entonces (Martín Luis Guzmán) no sólo escribía sus libros sino los editaba en su editorial, los vendía en sus librerías y los promovía en sus revistas o la respuesta a Carlos Fuentes, quien había dictado: "Echeverría o el fascismo".

"Si leer no sirve para ser más reales, ¿para qué demonios sirve?", aseguró entonces Zaid.

Al mismo tiempo publicaba ensayos de economía y política que subvertían con datos concretos los dogmas de entonces: No todo el progreso es productivo, el Estado promueve la desigualdad para asegurar su propia existencia, la presidencia no es del PRI, el PRI es de la presidencia.

"Que la economía deje de ser presidencial, que la ley deje de ser presidencial, que el sufragio presidencial deje de ser el sufragio efectivo", anotaba Zaid en La Nueva Economía Presidencial, de 1994. Una solicitud de Zaid tan actual, como la recopilación que hizo de los insultos que el Presidente Andrés López Obrador acostumbra lanzar contra quienes lo critican: 113, sin contar las frases completas.

"AMLO es un artista del insulto, del desprecio, de la descalificación", sostuvo.

A cambio, López Obrador lo ha llamado sabiondo, porque hasta el más narcisista de los Presidentes ha tenido que reconocer su importancia. "El señor Gabriel Zaid es un hombre inteligente, aunque muy conservador, además a él le gusta hacer estas investigaciones, sencillas y profundas", dijo

Hay una foto del Consejo de Redacción de la revista Plural, de marzo de 1975. Ahí están Tomás Segovia, Gabriel Zaid, Kazuya Sakai, Alejandro Rossi, José de la Colina, Octavio Paz, Juan García Ponce y Salvador Elizondo. Fue una noche en la casa del Nobel mexicano y Zaid se tapa la cara con una revista. Es una imagen en blanco y negro que está en la mesa de la sala de Christopher Domínguez Michael (CDMX, 1962), entre torres de libros. El crítico literario recuerda en entrevista el primer ensayo importante que leyó de Zaid, "Colegas enemigos: una lectura de la tragedia salvadoreña", publicado en la revista Vuelta, de Paz, en 1981.

Domínguez Michael tenía 19 años y militaba en el Partido Comunista:

"Ese artículo fue muy importante porque en lo que nosotros creíamos que era una gran batalla histórica entre el movimiento revolucionario salvadoreño y el imperialismo de los Estados Unidos, Zaid, sin internet, con puro trabajo de investigación hemerográfica, dijo que era una pugna entre grupos universitarios de izquierda y de derecha, una pelea familiar que se había convertido en una guerra civil. No era lo que nosotros pensábamos que era".

¿Cuál es la importancia de Gabriel Zaid en su formación?

Lo dividiría en varios términos, porque la obra de Zaid es muy variada. Por un lado está la influencia del crítico literario. La crítica literaria que empezó a hacer en los 60 era de un tipo que los anglosajones llaman "crítica práctica", que quitaba toda la hojarasca de la teoría y de las interpretaciones filosóficas o seudo filosóficas de la literatura para irse a cosas concretas de la política y la cultura y de la producción de la cultura, del mercado librero, de cómo llegaban los libros a las librerías, cómo hay que hacer para distribuirlos, quién y por qué escribe las solapas de los libros, etcétera. Era un tipo de aproximación práctica al fenómeno literario, que cuando uno viene saliendo de las brumas metafísicas de la adolescencia es muy eficaz.

Por otro lado, Zaid era un vehemente crítico del sistema priista, del presidencialismo mexicano. Y lo que él introducía era la idea de que la solución de los problemas políticos de México era muy fácil: que hubiera elecciones libres y que se contaran los votos. Incluso todavía en 1985, en la revista Vuelta se preguntaba si el PRI tendría fin algún día y era una pregunta casi blasfema, casi como si Dios no existe.

Y tercero, la idea de la economía de Gabriel Zaid. Para empezar, era muy extraño que un poeta se pusiera a hablar de economía y de economía con un sentido práctico. La idea central de Zaid era la crítica al progreso. Que no todo lo que progresa, no todo lo que es grandote, no todo lo que es burocrático, no todo lo que es piramidal, es necesariamente bueno para un país. Zaid decía que la solución a los problemas económicos de México, para empezar, era que dejaran de depender de la voluntad presidencial.

En aquella época eran los gobiernos de José López Portillo y, antes, de Luis Echeverría, en que todo se decidía, como ellos lo decían orgullosamente, en Los Pinos, como ahora volvió a ocurrir con la Presidencia de López Obrador. Gabriel Zaid modificaba de manera radical la visión de la economía que nos separaba por completo de la visión hegemónica en aquellas épocas.

Pero Gabriel Zaid no tenía nada que ver con la vieja derecha. Para empezar, es un poeta católico y es un firme creyente de la persona en relación a la comunidad. Y las soluciones que él proponía tenían que ver con poner por enfrente la comunidad contra el poder del Estado que era aplastante.

En su "Diccionario crítico", usted dice que a diferencia de Paz o de Alejandro Rossi, Zaid es un demócrata antes que un liberal.

Creo que lo que digo es que más bien es un liberal comunitarista. En alguno de sus libros dice que no es posible que los problemas de los campesinos se discutan en la ciudad y los discutan universitarios urbanos y no los propios campesinos en los lugares donde están sucediendo los problemas. La democracia en Zaid es una democratización de la vida económica, pero en lo pequeño.

Una "ingeniería gradual" o "fragmentaria" frente a la ingeniería utópica

Exactamente, eso es.

¿En qué medida la amplitud de Ómnibus de poesía mexicana es el perfil del interés crítico de Zaid?

Totalmente. Ese libro para mí fue absolutamente capital, porque para mí la poesía pues eran nombres, que si Xavier Villaurrutia, que si José Gorostiza, que si Octavio Paz, Pablo Neruda. En cambio el "Ómnibus" decía que la poesía era la tradición popular, la poesía indígena en la que sigue trabajando a sus 90 años Gabriel Zaid, las canciones de cuna, desde luego la tradición en otras lenguas que no son el español y por supuesto los poetas canónicos.

Hay dos libros antológicos muy importantes de Gabriel, el otro es Asamblea de poetas jóvenes en México (1980) en el que, dada la proliferación que había de poesía joven, decidió hacer una asamblea. Es decir, que estuvieran prácticamente todos los que tuvieran un libro. Esta gente que ya nunca más volvimos a saber qué pasó con ella, pero me atrevería a decir que están los 25 poetas importantes de México de ahora. Estas dos antologías me dieron una visión de alguna manera de mi propia generación y la visión de la poesía como un arte verbal, que ocupaba no sólo la lengua española, sino otras lenguas, modos de expresión que no eran los que uno esperaría tradicionalmente de un poeta moderno.

¿Cuáles diría que han sido los aportes, las ganancias de Zaid en estos 50 años?

Está el ejemplo moral. O sea, que Gabriel Zaid hasta la fecha ha sido un hombre que se niegue a ser fotografiado, a dar entrevistas y a presentar otra cara que no sea la de su obra, para mí es un ejemplo. A mí me gustaría ser así, que bastara con mi obra y no tener que recurrir a otras formas de difusión, aunque no todos somos Zaid y sí necesitamos promovernos.

Luego está el lado empresarial, digamos. No olvidemos que cuando Octavio Paz regresa a México, después de la matanza del 2 de octubre de 1968, dos, tres años después, ya ha empezado el sexenio de Luis Echeverría, y él quería hacer política y Zaid le dijo: "No cometas el error que cometió Gómez Morín haciendo el PAN o Vicente Lombardo haciendo el PP (Partido Popular Socialista), haz una revista". Ahora ya se habla poco de eso, porque no hay mucha memoria en México, pero la contribución a la transición democrática que hicieron las revistas Plural y Vuelta. Luego, la crítica de la política vista como un asunto de élites que están luchando por reproducir el poder y la crítica de la economía como una ingeniería práctica y no el delirio de las ideologías.

En 1988, cuando fue mencionado por Manuel Clouthier para Secretario de Hacienda, Zaid escribió: "No comparto la creencia universitaria de que las ideas den derecho al poder, o puedan realizarse mejor por quien las tuvo".

¿Le parece una declaración de principios?

Bueno, desde luego nada más alejado del talante personal e intelectual de Zaid que hacer política. Zaid le contestó muy bien: no son quienes tienen las ideas quienes necesariamente son capaces de practicarlas. Y eso va más lejos: un poco la esencia de lo que es Gabriel Zaid es la idea que los intelectuales por ser intelectuales no somos ni más honestos ni más lúcidos ni más eficaces haciendo política, y esto lo hemos visto en muchos lados. La labor de Zaid ha sido desmitificar al intelectual como aquel que lo sabe todo y lo puede resolver todo, apostando porque las ideas las lleven a la práctica los ciudadanos en comunidad.

En Cómo leer en bicicleta, Zaid recuerda que al comenzar a escribir ensayos no se proponía hacer política literaria, pero que tuvo que asumir esa responsabilidad y que no podía evadir las consecuencias".

¿Reconoce que en Zaid hay una política literaria?

Claro que sí. En el momento en que Zaid lleva a la crítica cosas tan elementales como que no sólo se puede hablar del contenido de los libros sino de las condiciones materiales en que los libros se hacen, se distribuyen, hace política literaria. También, obviamente, después de la matanza del 2 de octubre, cuando escribe sobre la represión de Díaz Ordaz, pues están haciendo política y están haciendo política en 1971 cuando le piden cuentas a Echeverría por el Jueves de Corpus.

Zaid siempre ha estado en la plaza pública. Ahora, a diferencia de otros intelectuales, ha estado solamente a través de la influencia de sus escritos al grado que me acuerdo cuando yo era niño nadie sabía quién era. Algunos decían 'es un seudónimo, es perenganito que firma con otro nombre'.

En la historia de la relación entre política e intelectuales ¿qué importancia tiene la "Carta a Carlos Fuentes", del 72?

Eso tocó un punto muy delicado en que Carlos Fuentes y otros intelectuales, como Fernando Benítez, se creyeron el cuento de Echeverría de que la matanza del 10 de junio de 1971 la habían hecho grupos fascistas que querían desestabilizar a su gobierno. A ellos, Gabriel les dijo: "¿Le creen al Presidente? Vamos a ponerle fecha, que investigue y nos diga quiénes son los responsables. ¿Cuánto dura la credibilidad de un Presidente?". Obviamente, Echeverría nunca entregó la investigación, porque no había investigación. Ahí se creó un cisma que nunca se cerró, que es la idea de la independencia del intelectual ante el poder político, que yo creo que está basada en la idea de que uno no le puede firmar cheques en blanco a ningún Presidente. Uno puede aceptar una idea de un Presidente, creer en un compromiso, siempre y cuando tenga la consistencia de una fecha y la entrega de unos resultados, como cualquier negocio que hiciéramos nosotros dos. Introducir ese trato ciudadano a la vida pública era algo que no se acostumbraba en aquel México de los emperadores aztecas que, por desgracia, ha regresado.

Zaid le dice a Fuentes: "Te equivocas en lo más importante, al usar tu prestigio internacional para reforzar al Ejecutivo, en vez de reforzar la independencia frente al Ejecutivo. (...) La tenebra puede esperar a que pase el cadáver de una independencia intelectual, que no necesitó represión, porque se anuló por sí misma".

Dicho mejor no puede hacerse.

¿No le parece que la influencia de Zaid aun sin apariciones públicas contradice su denuncia de la cultura como espectáculo?

Pues yo creo que es una bendición que alguien que no participa de la cultura del espectáculo, como es Gabriel Zaid, tenga tanta influencia y que cumpla 90 años sosteniendo su influencia viva.

En Nueva Economía Presidencial, de 1994, escribió Zaid: "Queremos ser del primer mundo, que la economía deje de ser presidencial, que la ley deje de ser presidencial, que el sufragio presidencial deje de ser el sufragio efectivo". ¿Qué vigencia encuentran en esto?

Esa es la segunda parte que, por desgracia, en México no acaba de formar parte de nuestra cultura democrática. En México sigue siendo rarísimo que un político renuncie porque hizo mal su trabajo, ya sea porque hubo un choque en el Metro, porque se incendió una guardería o porque no salen bien las cuentas.

¿Cómo ha visto usted el choque del Presidente López Obrador con Gabriel Zaid?

Zaid fue congruente y este actual Presidente no se iba a privar de las críticas que recibieron los presidentes anteriores. Zaid ha criticado a presidentes del PRI, del PAN y ahora de Morena, porque él considera que no hay una figura, sobre todo en un país presidencialista, que debe estar más sujeta al escrutinio público que la del Presidente. Y nosotros tenemos un Presidente que paradójicamente es el que más se ha sometido al escrutinio público, porque se presenta todas las mañanas a hablar, pero por otro lado es el más hipersensible a que ese discurso cotidiano sea criticado. Yo creo que Zaid ha sido totalmente consecuente.

¿No le parece que en los años recientes Zaid ha sido más directo en su participación política?

No, yo creo que lo que ocurre es que el país ha cambiado pese a las resistencias del propio poder. Ahora hay tantos críticos del poder público que ya la crítica de Zaid es una más de muchas, pero no olvidemos que hubo un país donde los únicos que tenían la autoridad intelectual para criticar eran cuatro o cinco personas y uno de ellos era Zaid. No había el entramado que ahora tenemos, que está muy amenazado, pero lo seguimos teniendo y lo vamos a defender.

¿Usted ve un heredero de Zaid o ve todavía esa figura del intelectual participando en la vida pública?

El intelectual por definición es público. Mientras haya vida pública, habrá hombres y mujeres de ideas, que opinen. Ahora, una figura con las particularidades que tiene Gabriel Zaid, de poeta, de teórico de la empresa cultural, de crítico práctico de la economía, de impulsor de la comunidad y, en el centro de la comunidad, de la persona, pues no se va a repetir, porque es irrepetible, no va a haber un segundo Gabriel Zaid.

Lo que yo espero que haya son intelectuales que traten de entender la realidad de una manera heterodoxa, original, incomprensible e inaudita, como lo era para mí cuando yo tenía 12 años y escuchaba a los adultos hablar de un señor que escribía cosas que eran totalmente contrarias a lo que se pensaba en esa familia. Tratar de opinar algo distinto a lo que la gente da por un valor seguro.

¡LIBROS CLAVE!

- Ómnibus de poesía mexicana (antología), Siglo XXI, 1971

- Los demasiados libros (ensayo), Carlos Lohlé, 1972; edición ampliada, Random Debolsillo, 2010

- Cómo leer en bicicleta (crítica), Joaquín Mortiz, 1975

- El progreso improductivo (ensayo), Siglo XXI Editores, 1979

- La economía presidencial (ensayo), Vuelta, 1987; Random Debolsillo, 2011

- De los libros al poder (ensayo), Grijalbo, 1988; Random Debolsillo, 2011

- La nueva economía presidencial (ensayo), Grijalbo, 1994

- Adiós al PRI (ensayo), Océano, 1995.

- Reloj de sol (poesía 1955-1995), Random Debolsillo, 2009

- Tres poetas católicos (ensayo), Océano, 1997

- El secreto de la fama (ensayos), Barcelona, Random Debolsillo, 2010

- Empresarios oprimidos (ensayo), Random Debolsillo, 2009

- Dinero para la cultura (ensayo), Debate, 2013

- Cronología del progreso (ensayo), Debate, 2016

- Mil palabras (compilación de artículos), Debate, 2018

- El poder corrompe (ensayo), Debate, 2019

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