"Caritas in veritate": Un documento moral, no político/Carl Anderson, caballero supremo de los Caballeros de Colón
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Mucho antes de la "izquierda" y la "derecha", estaba el Evangelio, y mucho después de que esas etiquetas políticas hayan caído en el olvido, el Evangelio permanecerá.
A la luz de esto, es sumamente importante que recibamos la encíclica del Papa Benedicto XVI "Caritas in veritate" como un documento que debería informar nuestra perspectiva.
Podemos resumir así el pensamiento del Papa sobre la economía: cada uno de nosotros debe responder a la pregunta de Cristo: "¿Quién decís que soy yo?".
Si nosotros, con Pedro, respondemos "El Mesías", entonces esto debe dirigir el eje de nuestra vida.
Nuestra realidad más importante debe ser la verdad de nuestras relaciones. En este sentido, podemos entender cómo la ley y los profetas podrían resumirse en dos mandamientos de Cristo: que amemos a Dios con todo nuestro corazón y a los demás como a nosotros mismos.
Así somos capaces de hablar de "Caritas in veritate".
Desde el momento en que aceptamos a Cristo y esos dos mandamientos, ya no podemos volver a formular la pregunta de Caín: "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?".
En su lugar, debemos comprender que nuestro ejercicio de la libertad no puede tomar la forma de una simple acumulación del máximo de riqueza que podamos.
Al contrario, todo lo que nosotros hacemos libremente debe reflejar esa realidad y debemos tener en cuenta, en todas nuestras acciones, sus efectos sobre los demás.
No necesitamos ir más allá de las dos primeras palabras del Padrenuestro, que Benedicto XVI cita al final de este documento, para ver la familia humana común a la que pertenecemos.
Con esta finalidad, debemos reco rdar algunos hechos importantes:
En primer lugar, nosotros no debemos preguntarnos cómo esta encíclica respalda nuestra visión del mundo, sino al contrario, cómo debe cambiar nuestra visión del mundo en respuesta a este documento.
Los comentaristas deberían evitar la tentación de intentar analizar la encíclica desde sus propias perspectivas o a través de una visión política.
Las tesis del Papa dejan claro que un fundamento ético debe trascender la política, y, como aparece explícito en el documento, las soluciones técnicas pertenecen a los actores políticos.
En segundo lugar, el mundo merece una economía de mercado con conciencia, tal y como los eventos de la economía global han dejado claro el año pasado.
En 1985, el Papa Benedicto XVI, criticó el marxismo en un documento, por e xcluir tanto a Dios como a una adecuada función humana y, por tanto, por ser demasiado "determinista".
También advirtió que las economías de mercado corrían el mismo riesgo de colapsarse si también excluían o ignoraban el componente ético de la toma de decisiones individuales.
Realmente, los acontecimientos recientes han confirmado su conclusión y, por tanto, esta encíclica, y su llamamiento por un sistema moral, son de lo más irresistibles.
En tercer lugar, mientras el debate mundial se centra en las soluciones técnicas a la crisis económica, el Papa Benedicto XVI nos está pidiendo que volvamos a evaluar el fundamento mismo de nuestro sistema.
También que construyamos sobre la roca de los valores éticos en lugar de sobre la arena del determinismo.
En cuarto lugar, el Papa nos ha llamado a una reali dad económica que debe respetar la vida de todas las personas, incluso las más pequeñas y más necesitadas.
Esto es notable y oportuno a la vez, como lo es su indicación sobre la necesaria función que la religión debe desempeñar en el espacio público.
En quinto lugar, esta encíclica es tanto un documento Católico como un documento católico.
Verla desde un punto de vista puramente nacional sería tan equivocado como verla desde un punto de vista político.
Por ejemplo, sobre la exhortación del Papa por una "redistribución" justa, no puede indicarse ningún país que no distribuya la riqueza de sus ciudadanos de alguna manera.
El Papa pregunta si, independientemente del país, esto se hace con justicia.
Los que vivimos en países de economías boyantes, con un nivel de vida mucho más allá de lo que muchos del mundo pueden imaginar, debemos detenerbis para reflexionar sobre esto.
Ciertamente tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros vecinos. Podemos y debemos hacer más.
Pero no somos los únicos. ¿Es justo que un "presidente" de un país en un pobre rincón del mundo deposita billones de dólares en una cuenta de un banco suizo, mientras su gente vive con un dólar al día?
¿Es justo que una población muera de hambre mientras una oligarquía aumenta su riqueza? Realmente, todos tenemos derecho a comer y a los servicios básicos.
Un cristiano debe ser una persona para los demás. Es más, no sólo los cristianos, sino todo el mundo está llamado a vivir de esta manera.
Durante demasiado tiempo, demasiadas personas se han comportado como si únicamente se debieran lealtad a sí mismos.
Todos hemos visto los resultados de esa conducta y sabemos que es un modelo pobre, ética y económicamente.
Ahora, la gente está buscando una brújula moral y sabe que el Papa Benedicto XVI tiene una. Pero si bien una brújula puede señalar el camino, seguirla depende de nosotros.
[Traducción del original en inglés por Patricia Navas]
Agencia Zenit.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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