26 jul 2010

Noticias del secuestro

Noticia del secuestro de Diego Fernández de Cevallos
Historias de Nadie/Diego Enrique Osorno,
Crónica publicada en REVISTA GENTE DE LA ACTUALIDAD Edición Julio 2010
Antes de que dieran las once de la noche del viernes 14 de mayo, Diego Fernández de Cevallos conducía solitario una Cadillac Escalade que iba aplastando la hierba crecida de la fachada principal de su finca La Cabaña. La camioneta color arena, comprada en 2007 en una agencia de autos de Silao, Guanajuato, entró de reversa al piso de piedra del cobertizo alumbrado con lámparas de halógeno y se acomodó bajo el tejado de madera, frente a un ventanal labrado con cristal y hierro.
El ex candidato presidencial descendió de la pick-up, cerró la puerta, activó la alarma y mientras acomodaba las llaves del vehículo en la bolsa de su pantalón color caqui, una silueta salió de entre la penumbra y lo sujetó por la espalda para quitarle una pistola Pietro Beretta calibre .380 que traía ajustada en el cinturón. Entonces aparecieron por lo menos otras dos personas. Unas tijeras y un peine usados para cuidar la famosa barba ya cana del abogado salieron volando durante el forcejeo.
Tras someterlo contra la pared del cobertizo, el grupo de desconocidos le quitó los dos teléfonos que llevaba: un celular convencional y un radio Nextel. Después empezaron a buscarle en los brazos el chip de seguridad hecho con silicona del tamaño de un grano de arroz, el cual le había sido colocado años atrás, durante su paso por el senado de la República. Los atacantes se lo encontraron en el brazo derecho y ahí mismo se lo desprendieron de la piel, provocando que al ex candidato presidencial le escurriera un ligero chorro de sangre que quedó regado en el suelo, cerca de un botón de la manga de la camisa color café que llevaba puesta el último día en que fue visto antes de desaparecer.
CAMPOS DE ALFALFA Y VINO TINTO
La Cabaña, colindante con El Estanco, es un rancho que está en San Clemente, pueblo del municipio Pedro Escobedo, de Querétaro. En La Cabaña, donde existen campos de cultivo de alfalfa que son cuidados por una decena de peones, esa noche no había ningún familiar del político del PAN, salvo un vigilante que duerme en una casa cercana pero que no percibió ningún movimiento extraño la noche de ese viernes. Dos semanas antes, los trabajadores de la hacienda habían concluido una ardua jornada empaquetando la planta comercializada en el extranjero por Fernández de Cevallos. La Cabaña estaba viviendo el verano en la mansedumbre hasta ese viernes 14 de mayo.
El día en que fue secuestrado, Fernández de de Cevallos lo pasó en otra de sus propiedades: La Barranca, una ex hacienda de la época de la Santa Inquisición con casi 500 hectáreas que el político panista había comprado en 2005 en el municipio de Jerécuaro, Guanajuato, a 87 kilómetros de distancia de La Cabaña. Ahí en la finca comió con vino acompañado por amigos como Carlos Loyola Vera, hermano del ex gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola. Durante cinco horas, los tertulianos descorcharon cuatro botellas de tinto español.
Antes de abandonar su hacienda guanajuatense, el abogado hizo un breve recorrido por un área del lugar que se encuentra siendo remozada. Ya estaba cayendo la noche cuando finalmente agarró la carretera estatal, en compañía de un amigo, al parecer llamado David Carrera, al cual dejó en el Italian Coffe del centro cívico de la ciudad de Querétaro, para luego irse en dirección a La Cabaña.
LA BÚSQUEDA Y EL FÚTBOL
La mañana del sábado siguiente, un peón llegó a lavar la camioneta y se topó con el rastro de sangre en el suelo, así como también con las tijeras y el peine de su patrón tirados. Cerca de media hora después le comentó al vigilante lo que había visto al llegar a hacer su labor, pero este minimizó el hecho pensando que las cosas quizá se le habrían caído por accidente a Fernández de Cevallos y que la mancha de sangre podría ser en realidad de otra cosa. Sin embargo, al poco rato, otro empleado del rancho fue a asomarse a la recámara de Fernández de Cevallos. Tras encontrarla vacía y sin evidencia alguna de que el ex candidato presidencial hubiera pasado la noche ahí, los trabajadores avisaron al administrador. En no más de una hora, éste arribó a La Cabaña acompañado por hijos de Fernández de Cevallos.
De ahí en adelante no dejaron de entrar y salir llamadas de los teléfonos celulares, primero buscando una explicación lógica y luego denunciando la desaparición a las autoridades. Para la tarde de ese sábado llegaría un pelotón del Cuarto Regimiento Blindado del Ejército a inspeccionar el sitio, así como también agentes de las demás corporaciones federales y estatales, solicitados por el ex procurador General de la República, Antonio Lozano Gracia, quien como socio de Fernández de Cevallos avisó a la presidencia de la República de lo que estaba pasando en La Cabaña.
Mientras crecía la tensión en los círculos oficiales por lo que le hubiera sucedido a Fernández de Cevallos, el presidente Felipe Calderón abanderaba a la selección mexicana antes de su partida al Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Además, el mandatario estaba por iniciar una gira oficial de trabajo por Europa y Estados Unidos, la cual pudo ser cancelada, cuando circuló la versión de que había sido encontrado el cadáver de su compañero de partido.
LA ALARMA GUBERNAMENTAL
Las alarmas de todos los servicios de inteligencia oficiales se activaron y representantes de cada instancia fueron convocados a sostener reuniones diarias en las instalaciones de la 17 zona militar del Ejército, para analizar la crisis. En estos encuentros se puso bajo análisis todo lo referente a los acontecimientos recientes en la vida del ex presidente del senado, quien a sus 69 años de edad se encontraba organizando la herencia de su fortuna entre sus hijos y su novia, la treintañera Liliana León, titulada como abogada en 2008 con la asesoría del doctor en Derecho, Jorge Carpizo.
En la mesa interinstitucional se supo que en su faceta empresarial tenía ciertos problemas con un banco de mármol de su propiedad en Vizarrón, un pueblo queretano dedicado por completo a la explotación de este material y que como abogado, uno de los casos que asesoraba en ese momento era el del ex alcalde panista de Atizapán, Gonzalo Alarcón, acusado de malversar 50 millones de pesos de recursos federales.
ACOSTA CHAPARRO
A la par que las autoridades iniciaban una indagatoria, los hijos de Fernández de Cevallos se fueron a la ciudad de México para hacer algo por su cuenta. El lunes 17 de mayo, contactaron a Mario Arturo Acosta Chaparro, un general retirado del ejército mexicano, famoso por su conocimiento sobre la operación de grupos guerrilleros en el país. Los hijos consideraron desde un principio como posibilidad real el que algún grupo de este tipo estuviera detrás del plagio. Sin embargo, los desconcertó que ese mismo día, el Ejército Popular Revolucionario, la principal guerrilla de este país, se deslindara a través de un comunicado público del secuestro de su padre. Al respecto, Acosta Chaparro les dijo a los familiares: “El EPR no es el único grupo que existe y que puede hacer una cosa así”.
Dos noches después, cuando apenas iniciaba su trabajo en el caso, el General retirado era atacado a balazos al salir de un departamento ubicado en el vértice de las calles Sinaloa y Tampico, en la populosa colonia Roma de la Ciudad de México. Rodolfo Chumacero Galindo, chofer de Acosta Chaparro, esperaba a que éste saliera de visitar a una mujer llamada Minerva Karín, cuando un atacante solitario se acercó al militar y descargó su pistola contra él en cuatro ocasiones sin decir palabra alguna. El militar cayó y su agresor salió corriendo. Poco después, el general retirado se levantó herido en el abdomen, se subió a su coche, quitó a su chofer del asiento de conductor y comenzó a manejar él mismo con rumbo al hospital del campo militar número 1, pese a que a diez calles a la redonda había por lo menos dos hospitales públicos y dos privados de buen nivel.
Esa noche. Acosta Chaparro quedó fuera de la investigación.
LA FOTO Y LOS 50 MILLONES DE DÓLARES
La mañana siguiente al atentado contra el general retirado, en el buzón del correo electrónico de un centenar de periodistas del Distrito Federal y de allegados a Fernández de Cevallos apareció un mensaje enviado desde la cuenta misteriosos.desaparecedores@yahoo.com, en la cual se anexaba una fotografía y se leía el siguiente mensaje: “Diego goza de cabal salud, y manda enternecido saludo a quienes lo quieren y hasta rezan por él. Asimismo, pide y ordena a su Junior exigir a las autoridades desbloquear la comunicación y mantenerse al margen de la negociación que públicamente su familia ofrece por su liberación”.
La PGR anunció al día siguiente que a petición de la familia, suspendía la búsqueda del paradero de Fernández de Cevallos, considerado como el tutor político del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Luego del anuncio oficial, sucedió el primer contacto telefónico entre la familia de Fernández de Cevallos y los secuestradores, quienes plantearon que respetarían la vida del abogado a cambio del pago en una sola entrega, de 50 millones de dólares en efectivo.
EMAILS Y TEMPLOS
Luego de ese contacto inicial, el grupo de secuestradores volvió a demostrar su alto nivel de organización. Un secretario del gobierno federal le confió a Antonio Navalón, antiguo ejecutivo del consorcio español PRISA que escribe una columna en el diario El Universal, que un grupo de agentes federales que estaban tras la pista de los secuestradores, fueron descubiertos por estos cuando recogían huellas dactilares del teléfono público desde donde se hizo la primera llamada para contactar a la familia del ex candidato presidencial. Los secuestradores enviaron vía correo electrónico imágenes de los elementos trabajando en la cabina telefónica. “Una sola vulneración más del acuerdo y verán la ejecución de Diego en vivo y en directo”, advertía el email.
Desde entonces, la comunicación entre los secuestradores y la familia se hace a través de recados depositados en nichos y otros monumentos religiosos de iglesias de Guanajuato. El uso de templos como buzón del correo entre secuestradores y familiares de plagiados no es nuevo. El martes 9 de diciembre de 1997, en el cruce de Miguel Angel de Quevedo y prolongación de Fernández Leal, en la colonia Del Valle de la ciudad de México, el ex secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, cuyo poder es equiparable, en el contexto político de su momento, al de Fernández de Cevallos, fue interceptado por un grupo de hombres armados al salir de un restaurante. Tras dos semanas de negociaciones encabezadas directamente por los policías retirados Miguel Názar Haro y Luis de la Barreda, el poderoso ex funcionario fue liberado a cambio de 6.5 millones de pesos, los cuales se entregaron el domingo 14 de diciembre de ese mismo año, a espaldas de la iglesia de Ixtacuixtla, Tlaxcala, delante de una bandera mexicana clavada en el suelo, tal y como lo habían indicado los raptores, de acuerdo con Carlos Marín, director del periódico Milenio que investigó a fondo este suceso.
LA GUERRILLA
La posibilidad de que el grupo de secuestradores del ex candidato presidencial sea o haya sido parte de uno de los ocho grupos guerrilleros que el CISEN reconoce que operan en México, es considerada como la más viable por parte de funcionarios cercanos al caso. La noche del 29 de mayo, sobre eso comentaban el polémico alcalde de San Pedro Garza García, Nuevo León, Mauricio Fernández Garza; el gran artista Francisco Toledo y el magnate Alfredo Harp Helú, mientras cenaban en la mansión de éste último en la ciudad de Oaxaca.
El alcalde nuevoleonés, creador de los famosos comandos rudos contra el narco, pensaba que el plagio de su compañero de partido había sido cometido por un grupo del narco para chantajear al presidente Felipe Calderón, pero su anfitrión, quien estuvo 106 días secuestrado por un grupo guerrillero en 1994, desechó esa versión y dijo estar casi seguro de que los autores eran guerrilleros o bien, ex guerrilleros.
La misma versión es la que sostiene José Antonio Ortega, un abogado que preside el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, organismo cercano al Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, el cual desde hace una década ha acusado al EPR de estar realizando plagios en el país. Ante dichos señalamientos, el grupo guerrillero le ha respondido directamente a Ortega en dos ocasiones, a través de comunicados, en los cuales niega el uso del secuestro como parte de su lucha armada. El activista, que asegura tener fuentes al nivel más alto de la PGR, insiste en que esta organización clandestina, “o uno de sus membretes”, es quien realizó los secuestros de Eduardo García Valseca en Guanajuato, y de Nelly Esper Sulaimán en San Luis Potosí, precisamente en la región en la que se supone estaría cautivo Fernández de Cevallos.
TDR
Tendencia Democrática Revolucionaria es uno de “los membretes” del EPR a los que se refiere Ortega. Sin embargo, de acuerdo con fuentes cercanas al mundo de la izquierda subterránea, este grupo armado sí se separó de manera real del grupo eperrista, debido a una serie de diferencias, que incluso, quedaron a flote en el comunicado emitido por el EPR para desligarse del secuestro del ex candidato presidencial. En uno de los tres últimos párrafos de su deslinde, el EPR acusa: “En nuestro país, también existen los Joaquines Villalobos entre los ladrones y desertores de la revolución que huyeron para no ser juzgados bajo los principios revolucionarios. Hoy, algunos con sus actos simulan tener estructuras y quieren venderse muy caro con o para quien quiera cooptarlos, sin embargo, aunque hagan simulaciones de estar en la sierra, no deja de ser un montaje y medida mediática para tratar de justificar la incapacidad política para organizar revolucionariamente a las masas y la ausencia de un lineamiento y fundamentos filosóficos para hacer creíble su existencia”.
Para especialistas consultados, en esta mención, el EPR estaría señalando indirectamente a TDR como el posible grupo guerrillero que detrás del plagio. TDR, aunque no tiene una base social amplia, cuenta con una notable capacidad de operación que fue evidente en noviembre de 2006 cuando colocó una serie de artefactos explosivos en bancos en el Distrito Federal, en protesta por la ocupación de la policía federal en la ciudad de Oaxaca, durante la insurrección que se vivió ese año en contra del gobernador priista Ulises Ruiz Ortiz. Otro hecho atribuido a este grupo, con más características de comando que de guerrilla, es la ejecución en pleno restaurante de Acapulco, de Francisco Robles Catalán, quien fuera secretario de Gobierno de Guerrero durante una matanza de campesinos sucedida en el vado de Aguas Blancas.
EL ESTADO Y EL MUNDIAL DE FÚTBOL
Más allá de los enigmas que aún existen sobre el secuestro de Fernández de Cevallos, el profesor del Colegio de México, Lorenzo Meyer, estima que, sean los autores de la desaparición de Fernández de Cevallos el narcotráfico, secuestradores profesionales o cualquier otro grupo, el caso tiene un gran significado político, pues ha ocurrido en un contexto de manifiesta incapacidad del Estado para garantizar la vida y bienes de sus ciudadanos, de lo que Thomas Hobbes propuso desde el siglo XVII como la razón fundamental de ser del poder político. “Lo particularmente significativo del caso es que si la élite del poder es incapaz de protegerse a sí misma ¿entonces qué puede esperar el resto de la sociedad? ¿Para qué sirve hoy el Estado mexicano?”, pregunta el analista.
La mañana del pasado 11 de junio, cuando el país se alistaba para ver el inicio del Mundial de Fútbol, Colette Louis Wall, artista plástica de Sudáfrica residente en la ciudad de México, sorprendió a los aficionados reunidos en un restaurante de la calle Mazaryk, en Polanco, al entrar por la puerta principal con un vestido que tenía estampadas por todos lados imágenes de Diego Fernández de Cevallos. Un reportero que se encontraba ahí para hacer la crónica del partido desde los bares de la ciudad le preguntó a la excéntrica pintora sobre su atuendo. “Soy amiga de Diego y lo estimo muchísimo. Tengo la esperanza de que va a regresar”.
Crónica publicada en REVISTA GENTE DE LA ACTUALIDAD Edición Julio 2010

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