El quid del poema es si Amado Nervo escribió “Fuentes Cristalinas o Fuentes Cantarinas…
Dice el poema:
"El día que me quieras tendrá más luz que junio;
"El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas (o ¿cantarinas?)
Irán por las laderas
Seguramente escribió fuentes cantarinas, y es que probablemente el poeta nayarita haya estado sido influenciado- en un momento -todos somos influenciados- por “La canción de la noche” de Friedrich Wilhelm Nietzsch /1844- 1900).
Hay Una versión de La canción de la Noche que dice:
“Es de noche: ahora cantan más alto todas las fuentes cantarinas (en otra habla de manantiales o de un surtidor). Mi alma es también una fuente cantarina. Es de noche: todas las canciones de los enamorados se despiertan. También es mi alma una canción de enamorado. Algo oculto en mi quiere elevar la voz. Hay en mi un ansia de amor que habla el lenguaje del amor.
Soy luz: ¡Ah si fuera noche! Pero la luz que me envuelve constituye mi soledad. ¿Por qué no seré sombra y tinieblas? ¡Cómo calmaría mi sed en los senos de la luz! ¡También a vosotras, estrellitas titilantes, luciérnagas del cielo, os bendeciría! Y me regocijaría con el regalo de vuestra luz. Pero vivo de mi luz propia; en mí termina la llama que de mi brota.
No conozco la dicha de los que toman, y con frecuencia he soñado que el robar ha de ser una voluptuosidad todavía mayor. Mi pobreza es que mi mano no descansa nunca de dar. Mi envidia es contemplar los ojos llenos de ansia y las noches iluminadas de deseo.
¡Oh miseria de todos los que dan! ¡Oh, eclipse de mi sol! ¡Oh deseo de amar! ¡Oh hambre devoradora de la saciedad! Ellos toman lo que yo les doy; pero ¿he conseguido llegar a sus almas? Entre dar y tomar media un abismo. Y hasta el abismo más pequeño es difícil de colmar.
De mi belleza nace un deseo: quisiera hacer daño a quienes ilumino; quisiera despojar a los que colmo con mis regalos; ésta es la sed de mi maldad. Retirando la mano cuando ya la mano ajena se acerca, vacilante como la cascada que en su caida duda todavía; así es mi sed de maldad. Tales venganzas medita mi opulencia. Tales maldades nacen de mi soledad.
Mi dicha de dar a muerto a fuerza de dar. Mi virtud se ha cansado de sí misma y de su abundancia. El que siempre da corre el peligro de perder el pudor. El que siempre reparte acaba por tener callos en las manos y en el corazón, a fuerza de repartir. Ya no se arrasan mis ojos en lágrimas por la vergüenza de los que imploran. Mi mano se ha hecho demasiado dura para sentir el temblor de las manos llenas.
¿En qué han venido a parar las lágrimas de mis ojos y el pulmón de mi corazón? ¡Oh soledad de todos los que dan! ¡Oh silencio de todos los que brillan! Muchos soles gravitan en el espacio desierto; su luz habla a cuanto es tinieblas, sólo para mí se callan. ¡Tal es la enemiga de la luz para cuanto es luminoso! Prosigue su curso despiadadamente. Profundamente injustos contra cuanto es luminoso, fríos para con los soles, así prosiguen su curso todos los soles.
Semejantes al huracán, vuelan los soles a lo largo de su órbita: esta es su ruta. Obedecen a su voluntad inexorable: en esto está su frialdad. ¡Sólo vosotros, seres oscuros y nocturnos, creais el calor con la luz! ¡Sólo vosotros bebeis una leche confortativa en los senos de la luz! ¡El hielo me rodea, queman mis manos vuestros helados contactos! ¡Tengo sed, una sed que no es la vuestra!çEs de noche, ¿Por qué me es preciso ser luz y soledad y sed de tinieblas? Es de noche. He aquí que mi deseo brota como un manantial: mi deseo quiere elevar la voz. Es de noche. La voz de los surtidores se hace más elevada. También mi alma es un surtidor. Es de noche. Todas las canciones de los amantes se despiertan. También mi alma es una canción de amante." La canción de la Noche en Así hablaba Zaratustra, colección Biblioteca Edaf 1971 , pp. 98-99
Soy luz: ¡Ah si fuera noche! Pero la luz que me envuelve constituye mi soledad. ¿Por qué no seré sombra y tinieblas? ¡Cómo calmaría mi sed en los senos de la luz! ¡También a vosotras, estrellitas titilantes, luciérnagas del cielo, os bendeciría! Y me regocijaría con el regalo de vuestra luz. Pero vivo de mi luz propia; en mí termina la llama que de mi brota.
No conozco la dicha de los que toman, y con frecuencia he soñado que el robar ha de ser una voluptuosidad todavía mayor. Mi pobreza es que mi mano no descansa nunca de dar. Mi envidia es contemplar los ojos llenos de ansia y las noches iluminadas de deseo.
¡Oh miseria de todos los que dan! ¡Oh, eclipse de mi sol! ¡Oh deseo de amar! ¡Oh hambre devoradora de la saciedad! Ellos toman lo que yo les doy; pero ¿he conseguido llegar a sus almas? Entre dar y tomar media un abismo. Y hasta el abismo más pequeño es difícil de colmar.
De mi belleza nace un deseo: quisiera hacer daño a quienes ilumino; quisiera despojar a los que colmo con mis regalos; ésta es la sed de mi maldad. Retirando la mano cuando ya la mano ajena se acerca, vacilante como la cascada que en su caida duda todavía; así es mi sed de maldad. Tales venganzas medita mi opulencia. Tales maldades nacen de mi soledad.
Mi dicha de dar a muerto a fuerza de dar. Mi virtud se ha cansado de sí misma y de su abundancia. El que siempre da corre el peligro de perder el pudor. El que siempre reparte acaba por tener callos en las manos y en el corazón, a fuerza de repartir. Ya no se arrasan mis ojos en lágrimas por la vergüenza de los que imploran. Mi mano se ha hecho demasiado dura para sentir el temblor de las manos llenas.
¿En qué han venido a parar las lágrimas de mis ojos y el pulmón de mi corazón? ¡Oh soledad de todos los que dan! ¡Oh silencio de todos los que brillan! Muchos soles gravitan en el espacio desierto; su luz habla a cuanto es tinieblas, sólo para mí se callan. ¡Tal es la enemiga de la luz para cuanto es luminoso! Prosigue su curso despiadadamente. Profundamente injustos contra cuanto es luminoso, fríos para con los soles, así prosiguen su curso todos los soles.
Semejantes al huracán, vuelan los soles a lo largo de su órbita: esta es su ruta. Obedecen a su voluntad inexorable: en esto está su frialdad. ¡Sólo vosotros, seres oscuros y nocturnos, creais el calor con la luz! ¡Sólo vosotros bebeis una leche confortativa en los senos de la luz! ¡El hielo me rodea, queman mis manos vuestros helados contactos! ¡Tengo sed, una sed que no es la vuestra!çEs de noche, ¿Por qué me es preciso ser luz y soledad y sed de tinieblas? Es de noche. He aquí que mi deseo brota como un manantial: mi deseo quiere elevar la voz. Es de noche. La voz de los surtidores se hace más elevada. También mi alma es un surtidor. Es de noche. Todas las canciones de los amantes se despiertan. También mi alma es una canción de amante." La canción de la Noche en Así hablaba Zaratustra, colección Biblioteca Edaf 1971 , pp. 98-99
En la foto con su hija Margarita Daillez.
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