MARCELA TURATI
Revista Proceso No.
1851, 22 de abril de 2012
En una comunidad otomí del
estado de Hidalgo las viviendas siguen teniendo pisos de tierra, sin importar
las cifras alegres que maneja la candidata panista a la Presidencia cuando
habla del programa Piso Firme. En esa comunidad las carencias están a la vista:
las paredes de las casas son de tablones y los techos de lámina, no hay
tuberías de agua o drenaje y la electricidad es una quimera. Los habitantes de
Tutotepec ya están acostumbrados a dos cosas: a vivir así, en la precariedad, y
a las promesas huecas de los políticos. “Cada campaña vienen esos señores y
nomás engañan”, dicen desencantados…
SAN BARTOLO TUTOTEPEC, HGO.- En la casa con piso de tierra, paredes de tablones chimuelos y techo de lámina que se vuela con los vientos y que usan como Casa de Salud, las hermanas de apellidos San Juan-San Juan recuerdan el cuento de aquel programa social con el que encementarían sus viviendas y con el que tantas veces se ilusionaron y desilusionaron.
La primera vez que lo
escucharon fue como rumor el año 2000 cuando a la cabecera municipal llegaron
el recién estrenado presidente Vicente Fox y la secretaria de Desarrollo
Social, Josefina Vázquez Mota, a prometer mejoras para todos los pobres.
“Los prometió, quizás, pero
por aquí vinieron muchos años, formamos mucho comité de piso y nomás nunca
regresa”, dice María Guadalupe o Victorina o Eustola, da lo mismo quién. En
esta entrevista las hermanas otomíes se turnan el habla para decir lo mismo
mientras las demás asienten con la cabeza.
Al menos en Cerro Macho, su
comunidad, cuatro veces formaron el comité de pobladores encargados de censar
las casas con piso de tierra y esperar a los constructores. Pero éstos y los
camiones con material nunca llegaron. De la tardanza, con los años, cada familia
fue encementando el cuartito con tablones que sirve de dormitorio o donde
prenden un fogón para cocinar.
Algunos invirtieron en esa
obra el dinerito que les fue dejando el cafetal o la milpa, o la remesa que
envían las hijas que se fueron a la ciudad a limpiar casas ajenas. Con eso
echaron un colado nomás pintadito de cemento por falta de dinero, que se
estrelló rápido pero les daba la ilusión de progreso.
“Ni me acuerdo tanto que lo
prometieron”, dice una de las hermanas. Como las demás, lleva el pelo largo
anudado con una liga, zapatos de plástico y mandil que le cubre falda y blusa,
la vestimenta con la que se uniforman las mujeres de esta sierra colindante con
Veracruz.
Este municipio de la
Huasteca Hidalguense no es uno más donde los políticos hicieron promesas falsas
a los pobres. San Bartolo es justamente la cuna de la estrategia social
foxista. Es el lugar elegido por Fox para lanzar su estrategia de combate a la
pobreza llamada Programa de Microrregiones y cuya responsable era la casi
desconocida Vázquez Mota.
En esa ocasión, según
consignó el diario Reforma del 15 de febrero de 2000, la funcionaria prometió
“terminar el sexenio con pisos de cemento en las viviendas de toda la
República” y detonar el desarrollo a partir de meter un catálogo de 14 obras
públicas a municipios clave o microrregiones.
Eligieron sacar de la
pobreza a 476 municipios de 17 estados del país, de entre las 2 mil 437
alcaldías que existían en ese momento.
Hoy, 12 años después, la
radiodifusora veracruzana que se capta en esta comunidad de la Sierra
Otomí-Tepehua, después de cada bloque de canciones transmite anuncios
electorales de los candidatos del Panal, del PRI y del PAN. Varios de ellos son
de Vázquez Mota, la funcionaria que les prometió el piso y se autopromocionaba
con una mentira: la construcción de 3 millones de pisos firmes.
Hoy la tercera parte de las
comunidades de San Bartolo sigue haciendo su vida sobre tierra. Aún espera con
ansias la llegada de los camiones o las mulas cargadas con grava, cemento y
arena. El resto, en cambio, está de estreno: fue Felipe Calderón quien hasta
este año les cumplió la acariciada promesa.
“(A Josefina) no la
conocemos… Es que no tenemos televisión, escuchamos en la radio lo que dice”,
comenta una de las hermanas. Están reunidas con otras vecinas para preparar la
exposición mensual que les encargan los médicos del programa Oportunidades para
seguir obteniendo los beneficios.
Oportunidades es otro de
los programas con los que se promociona la candidata, a pesar de que ella sólo
le cambió el nombre al priista ya existente llamado Progresa. Y eso sí, depuró
el padrón para evitar trampas y lo extendió a 6 millones de familias.
Una de las mujeres, la más
joven, recargada sobre una mesa, va escribiendo sobre un papirógrafo a plumón y
con letra infantil: “Dearrea: Es la presencia de más de tres evacuaciones
líquida o aguada en un día causada por microbios pequeños que se adquiere al
beber agua sin hervir, ingerir alimentos descompuesto, sucio, contaminado, o
comer con las manos sucias”.
Una manta que sirve para
detener el aire que se cuela por la pared de la Casa de Salud muestra los
dibujos ya descoloridos de un ejercicio en el que las mujeres de Cerro Macho
expusieron cómo era su vida antes del programa, cómo es ahora y qué quieren
para el futuro.
Al explicar el dibujo a
esta reportera van desgranando sus necesidades: “Que nos apoye otro poquito
porque no alcanza… queremos casa de salud y escuela secundaria para que no
estén juntos en la primaria… material y terreno para la casa de salud porque es
terreno prestado y apenas que pasó el aigre nos lo destechó… el alumbrado
público nos hace falta… en otras comunidades llegan los baños y estufas
ecológicas y a nosotros no nos toman en cuenta…”
Microrregiones fallidas
En la cabecera, el
expresidente municipal Dagoberto de Jesús Islas Trejo, quien fue anfitrión de
Fox y todo su gabinete en aquel viaje del año 2000 donde se anunció la que
sería la política social foxista, relata su decepción.
“El primer año en que se
echa a andar el Programa de Microrregiones no se dio ninguna obra al municipio,
hasta el segundo se acordaron y aprobaron algunas electrificaciones y
construcciones de aulas, pero nada más. Hasta el siguiente trienio construyeron
unos pisos en las comunidades junto a la cabecera.”
El productor recuerda la
jerga oficial de las famosas microrregiones, donde la meta era ir levantando
“banderas blancas”, una por cada una de las 14 promesas para las comunidades
seleccionadas por tener potencial para el desarrollo.
Documentos de Sedesol de
esa época en el archivo de esta reportera señalaban que la undécima acción en
orden de importancia era la colocación de pisos. Antes estaban acciones como
llevar agua potable o drenaje, o construir centros de salud o brechas de
acceso.
Durante el sexenio foxista,
el presupuesto anual para las obras de los municipios más pobres era escueto: 2
mil millones de pesos. La estrategia planteada por Vázquez Mota era completar
con recursos de empresas o fundaciones privadas como Cemex, Maseca, Bimbo,
Banamex o la Universidad Anáhuac, a cuyos directivos invitaba a sus giras. El
plan no prosperó.
Continúa el exalcalde:
“Pensábamos que sí iban a hacer de San Bartolo un municipio piloto de
desarrollo, que con ese programa iban a bombardearnos con proyectos y recursos.
Pero pasó como al amigo del caballo: Ni por la silla volvieron, nos olvidaron,
nunca se lograron las famosas banderas blancas, sólo en salud”.
Los presidentes municipales
que lo sucedieron cuentan historias parecidas.
Mientras atiende la caja de
una tienda de abarrotes frente a la plaza central, el profesor Doroteo García
Tolentino –quien gobernó de 2006 a 2009– recuerda que las comunidades
seleccionadas para ser microrregiones (polos de desarrollo regional) fueron
Tutotepec, El Copal, San Andrés y la cabecera municipal.
“Todavía hoy carecen de
varios servicios como para decir que en esas comunidades se abatió la pobreza
extrema. Sí tienen vías de comunicación y se establecieron clínicas pero no
cuentan con médicos titulados ni con teléfono, no tienen Centro Comunitario de
Aprendizaje ni agua ni drenaje ni todas tienen electrificación. Sólo se logró
izar bandera blanca en la cabecera municipal pero no en las comunidades de
pobreza extrema. Así que es pura demagogia. Si se hace una supervisión verán
que no hubo resultados”, dictamina.
Durante su administración,
cuando Vázquez Mota era titular de la SEP, dos comunidades fueron elegidas para
recibir el programa Enciclomedia, de enseñanza apoyada por material
audiovisual. En el recorrido Proceso encontró que la escuela Álvaro Obregón, de
la comunidad de San Miguel, no estaba en funcionamiento por fallas de luz.
Sobre los pisos, García
Tolentino dice que a finales de 2006 la Sedesol otorgó material para ocho
comunidades. En 2008, ya con Calderón en la Presidencia, les asignaron 70 mil
metros cuadrados de material para cubrir todas las comunidades, pero sólo se
cubrieron las más cercanas a la cabecera.
“Sedesol al hacer la
licitación se fue con la empresa del DF que les cobraba menos y aunque advertí
que la empresa les iba a tirar las obras porque no conoce la geografía del
municipio, se la dieron. Y cuando vieron que no les iba a alcanzar el dinero,
abandonaron las obras. Aunque nos quejamos porque pusimos como municipio 5%,
nos dijeron que no localizaban a la empresa para cobrarle. Y la situación está
desde 2008 y hasta hoy apenas estamos arrancando. ¡Pasaron cuatro años para que
continuaran las obras!”
A sus sucesores les tocó
pelear para que llegara Piso Firme, como bautizó Felipe Calderón el programa en
el que basó su estrategia de combate a la pobreza: el encementado de viviendas.
El profesor Sergio García
Monter, edil actual, relata todo el penar que se vivió para que este año el
municipio consiguiera los pisos con los que los había antojado Vázquez Mota
pero a los que Calderón asignó presupuesto.
“Los de Sedesol licitaron
allá en México para 64 comunidades pero se lo dieron a una empresa que abandonó
la obra. Y así nos trajeron estos años: que ya venían y ya venían y nada.
Cuatro años prácticamente fuimos a terreno a las 64 comunidades a hacer
levantamiento y la gente ya estaba desesperada de que llegara el piso y se
enojó con nosotros: ‘Que son unos chismosos, ya vinieron otras veces y no
hicieron nada, ¿por qué les vamos a creer?’, y tuvimos que convencerlos. Hace
como cuatro meses se reactivó. En unas comunidades van en 20% (de las casas),
en otras en 50%”, explica.
En la lista de las
comunidades que ansían el programa menciona El Infiernillo, Piedra Larga, Llano
Seco, Milpa Larga, Piedra Ancha, Llano Grande, El Paraíso de Tierra Fuerte,
Agua Hedionda, Cerro Macho, Cerro Verde, El Pinal, El Copal, Agua Grande,
Santiaguito, Loma de San Andrés…
El escándalo por los datos
falsos de Vázquez Mota sobre Pisos Firmes saltó por la incongruencia entre la
cifra difundida de su partido y la de ella misma: ella presumió en los spots
que construyó 3 millones, y su partido, 500 mil menos.
Las cifras se caen
contrastándolas con datos oficiales, como el último informe de gobierno de Fox
en el que dice que construyó 391 mil pisos. Por su parte los datos del Inegi
indican que de 2000 a 2005 (al término del sexenio) 450 mil casas habían dejado
de tener piso de tierra.
Salta a la luz que la
exsecretaria se adjudicó como logro propio los 2.5 millones de pisos colocados
por Felipe Calderón y los casi 500 mil de Fox.
Y San Bartolo, como dice el
presidente municipal actual, está lejos de ser el polo de desarrollo que les
anunciaron:
“Necesitamos las redes de
agua potable y por la tanto de drenaje; hemos abierto brechas pero todas están
en condiciones deplorables, los recursos del municipio apenas alcanzan para
abrir, no para darles mantenimiento, mucho menos revestimiento y ya no digamos
pavimentación; andamos medio bacheando después de las lluvias porque se tapan y
no nos damos abasto de mantenerlas, porque es pura sierra. Nos falta todavía
llegar a las comunidades alejadas…”
Al final de la explicación
dictamina: “Seguimos siendo uno de los más pobres a nivel estatal; entonces
definitivamente no se logró lo que se quería y se prometió”.
Pisos descafeinados
Tras el incumplimiento de
la empresa anterior, Sedesol otorgó a finales de 2011 contratos a dos empresas:
Diseño y Construcciones Jer y Construcción de Ideas Conide.
El día en que Proceso
recorrió el municipio, Osvaldo Godínez, el residente de la empresa Jer, estaba
varado en la cabecera municipal esperando a que se secara el camino para poder
llegar sin atascarse a la comunidad El Paraíso. Informó que llevan 35% de
avance porque la obra es difícil, ya que muchas comunidades carecen de brechas
de acceso y las lluvias estropean los caminos.
El hombre plantea un
problema matemático que parece surrealista: “Nuestro problema es el acarreo. Si
una mula hace tres viajes al día con cuatro botes de material, para llevar un
metro cuadrado necesitamos tres y medio viajes en bestia y si estamos llevando
unas seis bestias para completar comunidades que requieren mil 200 metros
cuadrados de material, el promedio son 4 mil 200 viajes de mula para terminar
una comunidad”.
Tampoco en las comunidades
donde ya se cumplió el programa la gente quedó totalmente satisfecha. En Cerro
Macho, Rosalina Mendoza Velasco, auxiliar en salud, lamenta que a ella no le
tocó piso nuevo.
“Cuando ellos pasaron me
había ido a dar de comer a mi esposo al campo. Y cada vez que pasaban yo no estaba.
Me los encontré un día más adelante y les dije que mi piso tiene cemento pero
está cuarteado, que no sirve, pero no regresaron”, dice. Una carne dura puesta
a secar cuelga de un mecate encima del fogón donde cocina.
Las quejas de las mujeres
que la acompañan no se hacen esperar.
“Los pusieron mal: a unos
que tenían dos casas y casas grandes les pusieron a las dos y a las chiquitas
no pusieron, no alcanzó mi cocina, nomás mi cuartito”, lamenta una vecina.
Como muestra encaminan a
esta reportera a la casa de Federico San Agustín Tolentino, un hombre casi
ciego de 100 años, que lleva remiendos en lugar de pantalones. “Ese piso lo
ganó su hija Juana que está trabajando en casa en México y le mandó el dinero”,
explica la ahijada que cuida al anciano.
“Este piso ya está
machacado mucho por la lumbre que pongo cuando hace frío, y se partió”, comenta
el abuelo.
Tampoco entró entre los
beneficiarios José Tolentino San Agustín, un hombre que cree tener 80 años y
que también encementó con los envíos de su hija, quien muestra su piso
carcomido por ratones. El señor Manuel Tavera enseña el piso cuarteado –que le
regaló el gobierno hace varios años cuando el río arrastró su casa– pero que
los técnicos no le quisieron cambiar. “No alquilé albañil bueno porque no había
billete y el mío no quedó bien, pero no nos dieron nada, está rompido, ya van
dos veces me caí aquí”. Sus cuatro pollos viven en la cocina para resguardarlos
de un gavilán.
El caso que a todos da
tristeza es el de José Mérida, un anciano que del puro enterarse que pondrían
pisos nuevos destruyó el viejo de su cocina. Ahora en vez de piso tiene un
cráter.
“Piso ya estaba roto, el
que lo construyó lo dejó muy pobre el cemento, cuando está bien cargado sí dura
pero no había billete. Cuando dice que va a venir, me mandó a romper, lo
despellejamos, pero ahora no sé cuándo viene, ya no vino. Si no iba a venir no
lo chingaba mi piso que estaba estrellado pero aguantaba”, se lamenta.
Sobre la pared, en el
cuarto donde tiene un altarcito a San Antonio, reposan unos costales de café
para vender, a falta de borregos.
En la comunidad sólo los
ancianos y las mujeres están en sus casas. Por la tarde en el camino comienzan
a aparecer los hombres sudados, machete en mano, que regresan a sus casas. Uno
de ellos dice: “Cada campaña vienen esos señores y nomás engañan. Aquí en los
pisos influyó mucho la política, supuestamente venía por parte de la Sedesol
pero vinieron personas de la Presidencia y dijeron: ‘Este no es de mi bando’ y
no me dieron”.
A la salida de la
comunidad, en sentido contrario a la cabecera, se ven montones de arena y de
grava que correspondían a la comunidad El Rincón. Fueron descargados ahí porque
se los llevaba el río. Desde entonces nadie ha vuelto por ellos.
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