30 oct 2012

Felipe Bachomo/ Teófilo Leyson

Felipe Bachomo/ Teófilo Leyson

Tomado de; Presagio, Revista de Sinaloa; numero 13, páginas 42-43.
Felipe Bachomo nació en la Comisaría de La Palma, Sindicatura de Charay, Municipio de El Fuerte, Sinaloa, en el año de 1880.
Fue hijo de Antonio Bachomo y Lina de Bachomo. A Antonio Bachomo, padre de Felipe, le decian”Misi”que en el dialecto cahita quiere decir gato, por ese motivo al morir Antonio, su hijo Felipe heredó el apodo, siendo conocido en La Palma y en las rancherías vecinas como Felipe “Misi” Bachomo.

La infancia y la adolescencia de Felipe Bachomo transcurrió como la de la mayor parte de los niños y jóvenes indígenas. En la época en que Felipe nació no había escuela en La Palma y como sus padres eran pobres y carecían de recursos económicos, no pudieron mandarlo a estudiar a Charay a la escuela primaria que había en este pueblo, por cuya razón no aprendió Felipe a leer ni a escribir, y cuando este alcanzó su mayoría de edad, en lugar de firma dibujada una cachora o lagartija.
Antonio Bachomo, padre de Felipe, poseía un pequeño lote de terreno en La Palma y cuando sembraba maíz o frijol, el muchacho le ayudaba en las faenas agrícolas desde la siembra hasta recolección de la cosecha, lo mismo que a la madre en los quehaceres domésticos.
En su juventud Felipe trabajó como jornalero prestando sus servicios personales a diversos patrones, entre ellos a don José María Cázares de Mochicahui, en cuya casa trabajó algún tiempo. Ahí conoció a Elvira, una de las hijas de don José María, de la que se enamoró, loca, perdidamente y Elvira fué su amor ideal, platónico.
No obstante que Bachomo era analfabeto por no haber tenido escuela, poseía una inteligencia clara, natural, era sagaz y tenía una viva penetración de ingenio y perspicacia.
Poco después de estallar el movimiento revolucionario de 1910, Felipe, como varios centenares de indios mayos, se lanzó a la revolución incorporándose a las fuerzas del coronel Rodolfo Ibarra Vega, en San Blas, Sinaloa, del que fué asistente, tomando participación en diversas acciones militares.
Al triunfo del maderismo sobre la dictadura del general Díaz y después de la toma del puerto de Mazatlán, se dio por terminado el movimiento revolucionario en el Estado de Sinaloa, se licenció al ejercito y se exhortó a los soldados a regresar a sus lugares de orígen a trabajar sus tierras, pero como la mayor parte de los indígenas carecían de tierras por haberlos despojado de ellas los caciques regiónales, los indios del Valle del Fuerte, y muy especialmente los de Jahuara y Camayeca, acordaron desertar, con las armas y el parque que poseían y continuar en pie de guerra por su cuenta y riesgo, nombrando Jefe a Felipe “Misi” Bachomo.
Los proditorios asesinatos de Madero y Pino Suárez ordenados por el general Victoriano Huerta en el mes de febrero de 1913, dio origen al movimiento militar de don Venustiano Carranza que era en aquella época gobernador del Estado de Coahuila, y quién fue nombrado Jefe del Ejército Constitucionalista, contra el citado general Huerta que usurpó la Presidencia de la República.
Por otra parte, como los caciques regionales continuaban cometiendo todo género de abusos y arbitrariedades y ejerciendo represalias contra los indios que habían tomado participación en la revolución maderista, descontentos por el triunfo de Madero, el referido movimiento de Carranza contra Huerta, le dio oportunidad a Bachomo para levantar a los indígenas de una y otra margen del río Fuerte y formar una fuerza de más de 5,000 hombres, mal armados y municionados, pero independientes, porque en ese movimiento revolucionario de Carranza contra Huerta, no estuvo ni con aquél ni con éste, sencillamente porque los objetivos de Huerta y Carranza, no eran los mismos de Bachomo y su gente.
Felipe Bachomo y sus hombres no perseguían más finalidades que recuperar las tierras que los caciques regionales les habían quitado, convirtiéndolos de pequeños propietarios que eran, en peones de dichas tierras, haciéndolos trabajar de sol a sol por un salario miserable, además de burlarse de sus mujeres y de sus hijas; y por esas y otras razones obvias, Bachomo no vaciló en continuar sobre las armas, con la esperanza de reivindicar los derechos y las propiedades de los indígenas, conculcados y pisoteados por los caciques del Valle del Fuerte.
Los hacendados de los ríos Mayo y Fuerte, significaban una seria y grave amenaza y un peligro inminente para dichas regiones, quienes envalentonados con los alevosos asesinatos de Madero y Pino Suarez, desataron una ola de terror, principalmente en la apacible Villa de Ahome, donde con cualquier pretexto eran detenidos y aún sacrificados los indígenas en forma cruel e inhumana.
El día 27 de abril de 1915 Felipe “Misi” Bachomo atacó la plaza de Ahome que no le opuso mayor resistencia, y después de poner en libertad a los indígenas detenidos, que desde luego se unieron a sus fuerzas por temor a las represalias de dichos caciques, saqueó al comercio e incendio algunas casas de aquella Villa.
Las familias de Ahome se refugiaron, unas en la iglesia de la cual era párroco don Germán Guerrero, y otras en la casa del general José María Ochoa, a quien los indios respetaban por ser un jefe revolucionario con quien conservaban excelentes relaciones.
El Gral. Felipe Riveros, gobernador jefe del carrancismo en el Estado de Sinaloa, reconoció la fuerza que tenia Felipe “Misi” Bachomo en el Valle del Fuerte y le expidió el nombramiento de general, quien lo aceptó desde luego sin ningún compromiso de su parte.
Después de la primera entrada de Bachomo a la Villa de Ahome, sus incursiones a esta población, lo mismo que a la de Higuera de Zaragoza, San Miguel Zapotitlán y otros pueblos ribereños, fueron frecuentes.
En los tres últimos asaltos que dio Bachomo a Los Mochis, saqueó la población y su gente hirió y asesinó a numerosas personas, entre ellas a un maquinista de orígen norteamericano, del Ferrocarril Kansas City México Oriente, a don Mariano Bermúdez, a Carlos Borboa, hijo de don Manuel del mismo apellido, a Everardo González, a Vitorio Filipini y a don José María Cázares, pegándole fuego al Departamento de Comisarías de la United Sugar Companies, S.A., y a la Casa Grande de Benjamín F. Johnston, cuya señorial mansión había respetado Bachomo en las primeras incursiones, lo mismo que al resto de sus propiedades, por lo que se creía, no sin fundamento, que Bachomo y Johnston estaban de común acuerdo y que éste le proporcionaba armas y par que al jefe indígena, o que por tratarse de propiedades norteamericanas, respetaba dichos bienes.
Los trabajadores del ingenio local apagaron el fuego en el Departamento de Comisarías, lo mismo que en la Casa Grande ayudados por un mayordomo de nombre Macario Nakay, de orígen japonés.
Bachomo estimaba muchísimo a don José María Cázares, por eso cuando uno de sus soldados asesinó a don José María cuando éste iba corriendo con el fin de refugiarse en el ingenio local, Bachomo investigó quien había sido su victimario y al regreso al cuartel de Jahuara lo fusiló, no sin antes decirle porqué lo fusilaba.
En otro de los últimos asaltos de la gente al mando de Gerardón estuvo a punto de acabar con toda la familia de Francisco López, de oficio hojalatero y padre de Carlos S. López, porque en ejercicio de su profesión les había hecho una partida considerable de cantimploras (ánforas para el agua) a los soldados carrancistas que entraban y salían de la población, como también se las había vendido a los villistas y los Zapatistas.
La familia de Francisco López vivía en esa época por el callejón Juan Escutia, a espaldas del desaparecido Hotel Nacional propiedad de Ignacio León, cuando llegó Gerardón con cinco o seis indios, y después de amedrentar a dicha familia, entre la que se encontraban dos hermanos de don Francisco, también hojalateros, (Alfonso y Manuel López) la suegra y la esposa de aquél con sus pequeños hijos, les formó el cuadro para fusilarlos a todos, cuando a un grito o señal de don Francisco y aprovechándola oportunidad de que los indios tenían las armas en las manos, las mujeres corrieron para el interior de la casa y los hombres hacia la calle, salvándose todos, excepto Manuel y Alfonso, que fueron asesinados por la gente de Gerardon entre el Empaque Colorado de los Scally y la vía del Ferrocarril Kansas City México Oriente.
En el mismo asalto fue ultrajada en forma inmisericorde, una agraciada joven perteneciente a la clase media de este lugar. Felipe “Misi” Bachomo, se dio cuenta del ultraje y mató personalmente al indígena culpable de la fechoría.
Presagio, revista de Sinaloa, publicada mensualmente en Culiacán, a partir de julio de 1977. Contiene artículos breves sobre historia y geografía de Sinaloa, literatura, arte, folklore y vida cotidiana en diversas partes de nuestro estado. Constituye una excelente fuente de información sobre la Sinaloa del presente y del pasado.

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