Martes, 08 de Enero de 2013
Les agradezco mucho la oportunidad que le dan al Procurador de expresarse, frente a quienes tienen fundamentalmente una misión tan importante y tan delicada, como manejar los asuntos y la imagen de México en el exterior.
Déjenme platicarles que en una visita que hicimos un grupo de legisladores a Alemania, con el propósito de conocer los sistemas de seguridad y justicia en el mundo, una inquietud que ya traía yo desde el Senado, y después de visitar las principales instituciones y haber platicado con los funcionarios de muy buen nivel, que nos atendieron, obtuvimos, los que hacíamos la visita, una visión muy amplia de aquellas cuestiones que funcionaban adecuada o exitosamente y que debían ser analizadas para aplicarse en nuestro país, que podíamos encontrar una fórmula que se acomodara a alguno de los problemas que la seguridad y la justicia representan en nuestro país.
En ese momento nos sentíamos muy satisfechos, sentíamos que habíamos enriquecido mucho nuestro acervo y una serie de ideas que nos podían ser útiles.
Pero el último día de la visita, nos tocó casualmente una alerta de emergencia que hacía el Estado alemán: había una posible amenaza a la seguridad.
Fue muy notorio, a mi expectativa, que si bien se había aumentado sobre todo en los edificios públicos el número de vigilantes, la vida cotidiana de los alemanes me parecía la misma de los días anteriores.
Y no resistí hacer preguntas a los ciudadanos, para poder decir qué sentían, qué les preocupaba, si sabían del estado de emergencia y si los que lo sabían, por qué no les modificaba su modo de vida diario.
Las respuestas me sorprendieron en su simpleza, y su simpleza, esa simpleza me sorprendió por su profundidad; la respuesta fue: "porque el gobierno ya se está encargando".
Pareciera lógica, normal, obvia esta respuesta, pero les puedo asegurar que no es la respuesta que diríamos en una gran parte del mundo y, por desgracia, no es la respuesta que diríamos en México.
Pero indudablemente ésa es la respuesta a la que debemos aspirar quienes queremos trabajar por un México en paz, por un México en el que el Estado de Derecho lo sea, en función de lo que revela la respuesta de los ciudadanos alemanes.
Valores compartidos por la sociedad, aceptación de las reglas para la preservación de esos valores, y respeto a las decisiones, normas que garanticen los valores compartidos. Legalidad, en concreto, legalidad.
En ese sentido, quienes trabajamos en el país tenemos muchas tareas qué desarrollar y la mayoría de ellas han sido claramente expuestas desde el discurso presidencial, que yo sintetizaría con una frase: "transformar a México implica mover todo lo que se tenga que mover: la gente, la mentalidad, las instituciones", me lo parafrasearon.
En el ámbito de la institución que represento, es claro que tenemos que actuar, que tenemos que mover a la gente, a la institución, pero destacar, principalmente, la mentalidad.
Yo estoy convencido que el factor más importante de cambio en la Procuraduría General de la República está ubicado en la capacidad que tengamos para profesionalizar la Institución; y que este camino pasa, necesariamente, por infundir en el ánimo de quienes trabajamos en ella, primero, una profunda vocación, una profunda vocación por el servicio, una entrega plena a quienes nuestro trabajo puede proteger en su vida, en sus bienes, en su tranquilidad, emoción.
Emoción por el cumplimiento del deber, emoción por la grandeza de la tarea, emoción por ser parte de la recomposición del tejido social que tenemos dañado y emoción por ser útil.
De esa emoción deberá surgir el elemento crucial de la credibilidad de cualquier institución; la confianza del ciudadano.
Y de esa credibilidad y confianza, rescatar la función primigenia y eminente del Ministerio Público: la representación legítima de la sociedad, para que esa sociedad, cuando haya una llamada de alerta, el ciudadano no modifique su vida diaria y lo haga porque tiene la certeza profunda de que hay quien se encargue de ese asunto, en un deber que en condiciones a partir del siglo pasado que no registra la historia.
Para quienes trabajan para el país desde fuera, ustedes, la tarea también es sustancial. Durante muchos años, se debatía que si aquellas cosas que unificaban criterios éticos, morales, costumbristas, formaban parte de una inamovible concepción del Derecho, y el debate doctrinario atribuía esto a principios de orden divino, natural o principios característicos de la propia concepción ética del ser humano y en las teses más pragmáticas de la decisión del Estado.
Situación única en nuestra actualidad, una situación única de nuestra actualidad, nos propicia una nueva veta de exploración doctrinaria del origen de estos principios fundamentales.
Simple y llanamente, como producto de impacto universal, que ese sí es propio de las últimas décadas de la historia del mundo.
Pacto entre ciudadanos del mundo que coinciden en que la vida, la seguridad, el desarrollo, la paz, entre otros, no sólo son aspiraciones individuales, no sólo propósitos comunes, son ya, por primera vez, derechos universales.
México se ha sumado al reconocimiento de esta realidad y, con la base específica de la soberanía, que implica la sujeción social a las disposiciones de una Constitución que nos rige, en ésta, incluimos el reconocimiento de estos derechos universales, y los incorporamos, por ello, como norma propia.
Así, los mexicanos al asumirnos partícipes de la normatividad universal, nos comprometimos y obligamos a la jurisdiccional regional, a la jurisdicción regional universal, estableciendo sus términos expresamente en nuestra propia Constitución, para que al mismo tiempo que aceptamos el Derecho Internacional, lo hacemos en función de un acto plenamente soberano.
Quienes representan desde el Gobierno al Estado mexicano en el exterior, ustedes, son los más importantes transmisores de lo que es hoy, como prioridad de interés nacional, la tesis central del Gobierno mexicano en relación al tema de la paz.
Dijo el Presidente Peña Nieto que el bien mayor y el bien último es la vida humana, por eso, el primer eje de este Gobierno es lograr un México en paz.
Para que haya seguridad, dijo, debe haber justicia; la apuesta es por un Gobierno eficaz, cuyo propósito fundamental es hacer realidad los derechos humanos que reconocen nuestra Constitución.
Quisiera, en razón de esto, recordar lo que ustedes conocen mejor que yo, pero que, siento, es la sustancia del tema de esta reunión: una parte de la declaración y programa de acción, sobre una cultura de paz de Naciones Unidas.
Voy a suplicar me permitan reiterar con la certeza completa de que la conocen, pero que es hoy una parte sustancial de lo que pensamos en el Gobierno mexicano: Una cultura de paz, es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación.
El respeto pleno de los principios de soberanía, identidad territorial e independencia política de los estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los estados, de conformidad con la carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
El respeto pleno a la promoción de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
El respeto y la promoción del derecho al desarrollo, el respeto y el fomento del derecho de todas las personas a libertad de expresión, opinión e información.
La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento de todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.
Trabajamos por un entorno internacional y nacional que favorezca a la paz.
Ésa debe es hoy la teoría del Gobierno mexicano y por todo ello, quiero transmitirles el ánimo renovado de dar a la procuración de justicia un rostro de garantía; digámosle al mundo que nuestro país está trabajando para construir un lugar en el que la paz, proyecto de todos, sea el fundamento central de un desarrollo que busque, como objetivo final, la libertad con justicia, con justicia plena.
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