EL
CHAPO, OBAMA Y EL COCHINERO DE LA PGR/Ricardo Alemán.
El Universal, 1 de mayo de 2013
En
la política y en el poder, nada es casual. Y no es casual, por ejemplo, que en
el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto –y en una nueva relación con el
gobierno de Estados Unidos–, el Estado mexicano haya corregido parte de las perversidades
de la gestión de Felipe Calderón, en materia de impartición de justicia y
persecución del crimen.
Y
no es casual –por eso mismo–, que cuando apenas van cinco meses del gobierno de
Peña Nieto, ya están libres algunos de los muchos servidores públicos que, a
pesar de ocupar altos cargos en la PGR y en el Ejército, fueron encarcelados
injustamente durante el gobierno de Calderón gracias a la declaración de
testigos protegidos –delincuentes–, pagada por Washington.
No
es casual que Noé Ramírez Mandujano –ex director de la SIEDO–, y el general
Tomás Ángeles Dahuahjare –subsecretario de la defensa–, hoy estén libres y que
hayan probado su inocencia luego de ser acusados del delito de delincuencia
organizada, precisamente cuando empieza a destejerse la madeja de las
perversidades y venganzas de la PGR, la Sedena y Los Pinos que –por
congraciarse con el gobierno de Washington–, inventaron cargos falsos y
enviaron a prisión a no pocos altos funcionarios y militares inocentes.
No
es casual que cuando se probó que la PGR era manejada por la embajada de
Estados Unidos –durante el gobierno de Calderón–, de manera repentina aparezca
el ex director de la SIEDO –dependencia rebautizada como SEIDO–, Cuitláhuac
Salinas, para tratar de lavar la cara a la corrupta PGR de Eduardo Medina Mora
y de Marisela Morales; procuradores que sin pruebas bàsicas –no se diga
contundentes–, enviaron a prisión a enemigos políticos del régimen, a partir de
la mentirosa e interesada declaración del criminal –testigo protegido–, motejado
como Jennifer.
No
es casual que a horas de que llegue a México el presidente Obama –en la primera
visita de Estado durante el mandato de Peña Nieto–, un cínico ex director de la
SIEDO, como Cuitláhuac Salinas –que personalmente llevó el proceso para incriminar
al general Tomás Ángeles, que goza de información privilegiada, ya que trabaja
en el Poder Judicial–, hoy decida hablar de un supuesto complot militar, de
supuestas amenazas en su contra y de que –durante su paso por la PGR–, habría
conocido a funcionarios y milites de alto rango implicados en el narcotráfico.
¿Por qué no habló en su momento, por qué hasta ahora?. ¡Pura casualidad!.
No
es casual que el gobierno de Peña Nieto –gracias a la solicitud de televisoras
interesadas–, procure inmunidad diplomática a los corruptos ex procuradores,
Eduardo Medina Mora –premiado con la embajada de México en EU–, y Marisela
Morales, a la que se enviará a un consulado, mientras que aún permanecen en
prisión muchos funcionarios y militares enviados a la cárcel –por esos dos
procuradores–, a causa de venganzas políticas, vendettas y por línea de Los
Pinos, la Sedena o Washington.
No
es casual que con la misma fórmula de la acusación sin fundamento –y sólo de
oídas–, ex policías como Cuitláhuac Salinas, pretendan lavarse la cara y salvar
el pellejo cuando ven que la relación del nuevo gobierno –el de Peña–, con EU
cambiará radicalmente y que se podría fincar responsabilidad penal sobre los
culpables de los encarcelamientos injustos.
No
es casual que a la PGR haya llegado el talento y la firmeza de Jesús Murillo
Karam, el nuevo procurador que –antes de sentarse en la silla del señor Medina
Mora y de la señora Marisela Morales–, debió limpiar la casa, acabar con las
ratas y las cucarachas y que, lo primero que hizo fue, precisamente, revertir
la perversidad que tenía en prisión a muchos ex altos funcionarios de esa
dependencia, entre ellos Noé Ramírez Mandujano y militares como el general
Tomás Ángeles.
No
es casual que ante la posibilidad de que los hoy exculpados pudieran fincar
responsabilidad desde lo más alto del poder, tiemblen Medina Mora y Marisela
Morales; igual que jueces, ministerios públicos, policías, militares y
políticos que habrían participado en el cochinero en que se convirtió la PGR y
la Sedena, en donde la venganza política fue la norma.
Y
no es casual que nadie pueda contestar –entre otras–, las siguientes preguntas:
¿Quién es responsable de ese cochinero?. ¿Qué culpa tiene el ex presidente
Calderón, sus procuradores y secretarios del gabinete de seguridad?. ¿Y el
cacareado debido proceso; y la culpa de los jueces?: ¿Y quien va a pagar el
desprestigio, el tiempo perdido, el daño moral de los acusados y sus familias?.
Y
claro, no es casual que a horas de que Obama llegue a México, el gobierno de Peñas
Nieto le regale el más importante golpe al narcotráfico, en lo que va de su
gestión. Al tiempo.
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