- “Criminal” falta de atención médica del Grupo México
Revista Procesó No. 1919', 10 de agosto de 2013,
PALABRA DE LECTOR
Señor director:
Del 8 al 25 de julio pasado efectué con mi familia un viaje desde Uruapan, Michoacán, por los estados de Zacatecas, Chihuahua, Sinaloa y Baja California Sur. En la población de Creel, Chihuahua, abordamos el miércoles 17 de julio el ferrocarril conocido como “El Ch-P”, que pertenece a la empresa Ferromex, propiedad del Grupo México.
En ese momento nos dirigíamos a El Fuerte, Sinaloa (en la ruta Chihuahua-Los Mochis), con la intención de conocer una de las maravillas naturales de México, que son las Barrancas del Cobre. Hay un servicio de primera exprés y cada uno de los trenes cuenta con tres o cuatro coches para 64 pasajeros, con aire acondicionado y calefacción, asientos reclinables y amplios sanitarios con sistema ecológico.
Como compañero de viaje, iba con nosotros un médico que trabaja en una clínica del ISSSTE de Morelia. De pronto, arribó desde el vagón contiguo una jovencita que, angustiada, solicitaba los servicios de un médico para que auxiliara a una señora muy delicada de salud.
El doctor acudió de inmediato ante la enferma. Después de varios minutos, regresó y nos informó que se trataba de una mujer de unos 70 años de edad con diabetes no cuidada y con crisis, consecuencia de la misma enfermedad, por lo que requería una atención hospitalaria urgente.
Preguntamos al galeno si el servicio médico y de urgencias del ferrocarril iba a intervenir para solicitar la presencia de algún helicóptero que trasladara a la enferma al centro de atención más cercano. Para nuestra sorpresa, el médico nos informó que el ferrocarril no cuenta con este servicio, ni tampoco con la posibilidad de comunicación, porque en la Sierra Tarahumara se pierde la señal telefónica.
Pasado otro lapso, fue llamado de nuevo el médico porque la señora seguía agravándose. Esta vez tardó más tiempo en regresar. Al volver, nos informó que la señora había fallecido. Desconcierto y tristeza invadieron los rostros de los pasajeros, mientras el viaje continuaba.
Más adelante, el ferrocarril hizo una parada en un cruce de una pequeña población donde se encontraba una ambulancia de la Cruz Roja que, se supone, había acudido por el aviso sobre la gravedad de la pasajera. Al ser enterados de que la señora había muerto, los ocupantes de la ambulancia optaron por retirarse dejando el cuerpo sin vida en el ferrocarril, que reanudó la marcha.
En tanto llegábamos a nuestro destino, me trasladé al bar del ferrocarril, porque hay que señalar que el tren cuenta con un vagón que hace las veces de bar y con otro que ocupa el restaurante, sin ningún espacio que sirva para la atención médica de primeros auxilios. Pregunté a los empleados del bar qué iban a hacer cuando les llegara a suceder algo semejante al no contar con el derecho de ser atendidos en su centro de trabajo. Por último, los invité a que se organizaran y exigieran este servicio para su beneficio propio.
Me pregunto qué hacen Profeco y las demás autoridades federales para evitar estas irregularidades que cobran la vida de los usuarios. ¿No estarán enteradas, o es una complicidad más del gobierno para seguir protegiendo de actos criminales al poderoso Grupo México? (Carta resumida.)
Atentamente
Reynaldo Herrera Chávez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario