“Emociona”
a texanos la reforma: Tony Garza/entrevista
Si
las cosas se hacen bien, puede emerger una región ultracompetitiva desde
Houston hasta Monterrey basada en la energía, señala el ex embajador de EU.
El
diplomático de EU, ahora consultor y analista, llama a aprovechar la
oportunidad de la apertura en materia energética. (Octavio Hoyos)
VÍCTOR
HUGO MICHEL
Milenio, 22/01/2014;
México
se encuentra ante una oportunidad de oro con su reforma energética y debe
aprovechar el momento porque de lo contrario corre el riesgo de perder el tren
de desarrollo acelerado al que se está subiendo una Norteamérica en plena
revolución energética, sentencia Tony Garza, ex embajador de Estados Unidos
durante la administración de George W. Bush y parte de la de Barack Obama y hoy
consultor en White & Case.
"Este
es un momento extraordinario para México en lo que se refiere al futuro del
país", dice Garza en entrevista con MILENIO, la primera para un medio
mexicano desde que dejó la diplomacia oficial, en 2009. "La reforma
energética mexicana tiene por meta hacer a su país más competitivo y permitirle
tomar ventaja de un recurso natural muy valioso que de otra forma hubiera
permanecido bajo tierra".
Con
Texas produciendo más barriles de petróleo que nunca gracias a las técnicas de
fractura hidráulica en el megayacimiento no convencional de Eagle Ford –algo
que pone al espectro de la plena independencia energética estadounidense a la
vuelta de la esquina–, Garza aclara: Estados Unidos se mueve a pasos
agigantados hacia la autosuficiencia y es hora de dejar de pensar en el
petróleo en términos de mitología. Añade: la Unión Americana está viviendo una
revolución sin precedentes que va a cambiar al mundo y México tiene que
adaptarse a esa nueva realidad. Y tercia: si las cosas se hacen bien, puede
emerger una región ultra competitiva desde Houston hasta Monterrey, una zona
que impulse una economía inteligente basada en la energía que beneficie tanto a
México como a Estados Unidos.
La
oficina de Garza en una torre corporativa de la Ciudad de México –en donde aún
reside como consultor para empresas estadunidenses– contiene elementos que
evidencian su apego a Texas, en donde hace algunos años fue Comisionado de
Ferrocarriles, la entidad que regula la producción de petróleo y uranio en el
estado. Junto a un ejemplar de La Rebelión de Atlas de Ayn Rand, el librero
detrás de su escritorio muestra en un sitio prominente un casco del equipo de
fútbol colegial de los Cuernos Largos. Y en el piso, apuntando hacia el
noreste, yace un marcador de metal que indica la dirección en la que se
encuentra Dallas.
Los
tiempos como el representante de Washington ya terminaron; ahora Garza vive los
de consultor y analista. "Me gusta mucho este bajo perfil", dice el
ex embajador, quien físicamente ha cambiado poco en estos años. Hoy calza botas
vaqueras y ahora carga una barba de tres días, además de que ha dejado la
corbata de lado y usa unos jeans texanos más informales. Pero en su conjunto,
con su tono intenso y movimiento constante de manos, es la misma imagen del
hombre que llevó las relaciones de Estados Unidos en México durante los
sexenios de Vicente Fox y la mitad del de Felipe Calderón, ocupando la silla
durante seis años y medio.
-Por
años, todos los reportes coincidían en que Estados Unidos enfrentaba un
escenario casi apocalíptico en materia energética. Y ahora, todo ha cambiado y
el declive en producción de crudo se ha revertido. ¿Qué pasó?
-Es
un cambio dramático. Recuerdo cuando el presidente George W. Bush lamentó en su
informe de gobierno de 2006 la dependencia que tenía Estados Unidos con
respecto al petróleo extranjero. No creo que entonces nadie hubiera podido
prever que en una década estaríamos a punto de alcanzar la independencia
energética. Pero aquí estamos, con la producción de crudo en su nivel más alto
en 20 años. Este boom realmente está cambiando el panorama energético a nivel
mundial y la decisión de México de participar en la revolución energética es
materia de optimismo. Pero con el ritmo dramático con el que las cosas se están
moviendo, su país va a tener que hacer las cosas rápidas para poder aprovechar
todas las ventajas.
-¿Qué
le dicen las empresas estadounidenses sobre la reforma energética? ¿Están
haciendo planes ya sobre invertir en México?
-He
estado hablando con muchas empresas que creo que estarán interesadas. Estas
empresas se sienten muy optimistas, les gusta lo que están leyendo sobre las
posibilidades de apertura que hay en México, y lo ven como algo muy positivo.
Pero al mismo tiempo hay que entender que estos son empresarios astutos y
pacientes. Y están viendo muy de cerca no sólo la legislación inicial, lo que
yo llamo la arquitectura, sino que estarán pendientes de las leyes secundarias
y los posibles retos judiciales a la ley. Repito, son optimistas de las
posibilidades, pero también estarán haciendo sus estudios e investigaciones y
viendo las cosas muy de cerca.
-Y
mientras se discuten las legislaciones secundarias, a esperar.
-Hasta
que haya una mayor claridad, lo que estaremos presenciando serán conversaciones
entre empresarios mexicanos que quieren involucrarse en el sector energético y
empresas con la tecnología y la experiencia en ciertas formaciones geológicas
en México. Por supuesto, en un marco respetuoso del gran papel que jugará
Pemex.
-En
Texas hay una amplia experiencia de trabajo conjunto con México y las economías
texana y mexicana están entrelazadas en muchos ámbitos. Vaya, la distancia de
Houston a Monterrey es de 4 horas. Parecería lógico que tras la reforma
energética Texas estuviera en un sitio privilegiado para convertirse en la
plataforma para inversiones en México en materia petrolera. ¿Es esta una
apreciación correcta?
-No
sé si lo sea del todo, pero años atrás hablaba con un empresario de Monterrey y
me decía que Dallas era un Monterrey de habla inglesa por el enfoque y la
actitud en el trabajo duro y la forma de hacer negocios. Me llamó mucho la
atención este comentario y yo le contesté que quizá Monterrey era el Dallas de
habla española. El punto de esa anécdota es que se tiene la posibilidad en
Texas y el noreste de mexicano, en estados como Tamaulipas, Nuevo León y
Coahuila y en las áreas en las que se encuentran las formaciones geológicas, de
que no solo una comunidad o un estado sean el "hub", como Houston,
que lo consideramos la capital energética de Estados Unidos, sino que la región
entera se convierta en una incubadora para inversiones, para innovación, para
energía, manufactura, logística, etc. No sé si se pueda decir que la gran
plataforma será un estado u otro. Creo que el gran ganador en sí será la región
entera.
-Empresarios
de Texas hablan de que la veta del Eagle Ford se extiende a México y que la
geología no sabe de límites. ¿Es momento de dejar de pensar en que los recursos
se detienen en la frontera y adoptar una visión más regional e integrada?
-Sin
duda. Por razones tanto geológicas como prácticas. En términos de integrar
nuestras redes energéticas y su capacidad de mover productos terminados y
refinados, tenemos que ver más allá de nuestra frontera. Si consideramos la
actividad en Eagle Ford, veremos una tremenda cantidad de exploración y
producción y hacia el sur nos encontraremos con que hay muy poca actividad. Eso
no solo sugiere un enorme potencial, también he escuchado comentarios de
geólogos que nos dicen que la parte mexicana de Eagle Ford, o sea Burgos, puede
ser significativamente más grande que la de Estados Unidos. Sería iluso pensar
que la geología un día dijo "oh, hay un río, mejor nos detenemos".
Esas formaciones han estado evolucionando y formándose por millones de años y
mucho antes de que hubiera líneas en la tierra que delimitan a un país, un
estado o una frontera, esas formaciones geológicas estaban en proceso de convertirse
en lo que son, una gran oportunidad para México.
-Ahora
que estamos enfrentando la posibilidad de que EU sea autosuficiente y a punto
de exportar petróleo de nuevo, ¿ha llegado el momento de que los mexicanos
dejemos de pensar en el petróleo en términos míticos, bajo una idea
nacionalista, y pensar más en una realidad de negocios?
-Creo
que ese era el subtexto principal de la discusión que se tuvo en torno a la
reforma energética: ¿cómo te mantienes competitivo? ¿Cómo usas este recurso de
forma que sea útil para los mexicanos y México? Porque dejarlo bajo tierra no
está en el mejor interés ni de México ni de su gente. Si vemos hacia dónde se
están moviendo los mercados, con Estados Unidos menos dependiente del petróleo
extranjero y hasta cierto punto buscando mercados a los cuales exportar, te da
una idea de la urgencia. Hay que hacerlo ahora o quizá esa oportunidad no se
presentará de nuevo.
-Perderemos
el tren.
El
tren dejará la estación.
-Un
argumento de quienes se oponen a la reforma energética es que, al vivir al lado
de Estados Unidos, abrir las puertas de nuestro mercado energético es invitar
al desastre. Que EU es tan grande que se tragará a México. Que no se puede ser
socios cuando existe una asimetría tan profunda entre los dos países. Hubo quienes
hablaron de que este es el más grande riesgo para la soberanía mexicana desde
la guerra entre México y Estados Unidos del siglo XIX. ¿Qué opina usted?
-La
ley es muy clara y finalmente las reglamentaciones secundarias serán claras y
estrictas sobre lo que se permitirá en relación a la inversión extranjera.
Pero, hablando francamente, hay que entender que México estará compitiendo por
inversiones con muchos otros países. Brasil quisiera ser más activo en el
"shale" y el ultraprofundo, dos áreas que México quisiera explotar.
China, Rusia y otros países de Sudamérica, como Argentina, Colombia y Perú
están buscando la manera de impulsar sus industrias petroleras. Creo que cuando
tomamos en cuenta las oportunidades que habrá en el mercado internacional de la
energía, México tendrá que competir y competir agresivamente. Sin embargo, no
dudo que cualquier pregunta sobre soberanía y preocupaciones sobre la
participación extranjera serán abordadas de manera justa y adecuada.
-¿Qué
significa la reforma energética tanto para México como Estados Unidos? Por años
el petróleo ha estado fuera de límites y ahora estamos en un nuevo campo de
juego en el que ya es posible discutirlo. Podría hasta crearse un mercado de
energía desde Canadá hasta México. ¿Cómo podría transformar Norteamérica esto?
Es
cierto que la reforma energética de México trae la promesa de nuevas
oportunidades no sólo para México, sino para toda Norteamérica. Me gustaría
pensar que 20 años del TLCAN han terminado de concretar el mensaje de que entre
más efectivamente interrelacionemos la región, más efectivos seremos
compitiendo globalmente. Tenemos que ser más estratégicos en cómo competimos
como una región en la economía global. La reforma energética de México tiene el
potencial de impulsar ese cambio, al volverse más urgente un flujo eficiente de
personas y bienes en Norteamérica.
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