El
sendero de la esperanza/Fausto Alzati Araiza
Excelsior, 6 de marzo de 2014;
México
está listo para retornar al sendero de la esperanza con una estrategia eficaz
para recobrar el crecimiento sostenido. Es cierto que no hay soluciones mágicas a los problemas de
México, salvo una que casi lo sería: un alto crecimiento económico que en pocas
décadas elimine la subocupación. Es ya hora de poner a México en la senda del
crecimiento rápido, sostenido e incluyente.
Una
estrategia eficaz de alto crecimiento sostenido e incluyente parte de la
voluntad política del más alto liderazgo de la nación, secundado por todos los
sectores económicos y sociales. La alternancia nos ha permitido ya crear las
condiciones para consolidar la normalidad democrática. No demos marcha atrás.
La continuada viabilidad de México como nación soberana y democrática, la
reconstrucción de su prestigio internacional, la recuperación del crecimiento y
la apertura de nuevas oportunidades de prosperidad y justicia social son tareas
urgentes en las que todas las fuerzas políticas deben colaborar. La política en
una democracia es juego que tiene desquite. No es lucha de enemigos históricos
que busquen aniquilarse mutuamente, sino interacción enriquecedora de
adversarios que a sus intereses inmediatos saben anteponer el interés superior
de la nación.
La
definición de una estrategia eficaz para recobrar el crecimiento sostenido
habrá de ser necesariamente el resultado de un vasto proceso político de
construcción de amplios consensos nacionales. Bien se sabe que ni las peores
políticas públicas ni las más tóxicas burbujas financieras pueden descarrilar
por mucho tiempo a una economía real saludable. Al igual que tampoco las
mejores políticas públicas y todo el gasto presupuestal juntos pueden reanimar
el crecimiento de una economía obsoleta cuyas fuentes de productividad están
agotadas. Y una economía saludable es aquella en la que existen muchas fuentes
de innovación, productividad y crecimiento, interactuando dinámicamente. Pero
ahora es urgente crear regulaciones e incentivos para que surjan nuevas formas
de canalizar financiamiento a los emergentes y pujantes sectores de la nueva
economía. Y será mejor hacerlo en un contexto de concordia política.
Es
ya urgente crear condiciones adecuadas para que los emprendedores mexicanos
participen en el crecimiento, aplicando
una política eficaz de reducción de los requerimientos financieros del sector
público. Para que el alto crecimiento se generalice y se vuelva incluyente es
indispensable que el crédito y el financiamiento en todas sus modalidades
fluyan con agilidad hacia las actividades productivas, sobre todo hacia las
empresas medianas y pequeñas y hacia las más innovadoras, que en general son,
coincidentemente, las que más ocupación generan por unidad de inversión. Para
que esto suceda es necesario reducir, hasta su mínimo indispensable, los
requerimientos financieros del sector público, a fin de que la emisión de bonos
de deuda pública se limite y deje de absorber parte del ahorro confiado por el
público al sector financiero. Sólo de esta manera volverán el crédito y el
financiamiento a estar disponibles para las inversiones productivas de las
empresas mexicanas.
Si
se consigue incrementar la inversión extranjera directa que implique
importación de maquinaria y equipo nuevos e innovadores, para llegar a casi
seis mil millones de dólares al año, se puede incrementar el crecimiento en
alrededor de 3% para llegar a tasas de crecimiento del PIB cercanas a 6% anual.
Ya hoy en México existen industrias, sectores y regiones en expansión. En torno
a ellas se configuran complejos productivos que generan espacios de crecimiento
y empleo. Insertar en esas cadenas a empresas que incorporen inversión
extrajera directa innovadora será el motor de la estrategia de crecimiento. De
no hacerlo así, las reformas no bastarán para crecer y retornar al sendero de
la esperanza.
Twitter: @alzati_phd
No hay comentarios.:
Publicar un comentario