25 jul 2014

León Krauze y Mamá Rosa

Confesión de parte/ Gil Gamés 
El Financiero, 24 de julio de 2014
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó la entrevista exclusiva de León Krauze con Mamá Rosa para la cadena Univision y reproducida en parte en su periódico El Universal. Dios quiera y no le digan a Gil que quiere prender de nuevo la mecha del linchamiento en contra de la señora Verduzco. Ella misma ha reconocido en la entrevista que tenía un reclusorio, una correccional para menores, que vivían detrás de los barrotes, que maltrataba a los niños, que les impedía la libertad cuando se lo pedían, que les daba alimentos caducos y que les cobraba a los padres las visitas a sus hijos. Dicho sea de paso, el desaseado trabajo de la Procuraduría declaró inimputable a la señora Rosa aduciendo demencia senil. Lo que Gamés leyó en la entrevista de León Krauze fue el testimonio de una mujer responsable de sus actos; más aún, defensora de sus actos.
El sopapo

“Uy, yo era buena para el soplamocos, para el sopapo”. León Krauze le pregunta entonces: “¿Por qué cree usted que eso es parte de la disciplina con los niños que usted tenía?”, y Mamá Rosa contesta quitada de la pena: “Pues porque también es parte importante de la línea afectiva (…) Tú has oído el dicho de que ‘si no pegas no quieres’. No porque los corrigiera los iba a dañar”. Muy bonito: la sangre con letra entra, o como se diga, diez varazos y se aprende las tablas de multiplicar en un dos por tres.
 La primera pregunta para quienes han defendido contra viento y marea el albergue de La Gran Familia, el historiador Jean Meyer, por ejemplo, es ésta: señor Meyer, ¿está usted de acuerdo en que se maltrate a los niños en la escuela? Meyer afirma que estuvo en mayo de este año en el albergue. Probablemente entró con los ojos vendados, pues Mamá Rosa reconoce que los niños dormían prisioneros, entre barrotes. En los muros y en los salones de clases había barrotes.
 O sea, el albergue era una cárcel. Oigan esto que preguntó Krauze y lo que respondió la señora Verduzco: “¿Por qué los dormitorios tenían barrotes?”. Respuesta: “Teníamos hombres y mujeres. Mis chavos no son santos. No me voy a correr el riesgo de que las embaracen a todas. Los salones de clases también tenían barrotes para que no se metan a robarse los materiales (…) No los dejábamos andar mucho en la calle, pero adentro eran libres”. “Adentro eran libres”. Pues sí, “adentro”, porque no había “afuera”, los internos no salían del castillo, no de la pureza sino de la impureza, prohibido ser libre.
 Son míos
 Gamés supone que Jean Marie Le Clezio podría explicar por qué defiende con tanta vehemencia un centro de reclusión clandestino. No se necesitan más pruebas, basta con la confesión de Mamá Rosa. Krauze: “¿Cómo eran esos procesos con los padres? Mire aquí le traigo a este niño…”. Y Mamá Rosa completa la respuesta: “… porque no lo aguanto, porque se droga, no me regresa a dormir, me vendió la televisión, le dio un balazo a tal persona (…) Déjemelo. Vaya a firmar el convenio”. Y listo, un delincuente entraba a compartir su vida con niños, niñas, hombres y mujeres.
 Le pregunta León Krauze a Mamá Rosa qué pasaba si una madre regresaba años después por su hijo: “No se lo doy. Hay que esperar a que se cumpla el convenio”. “¿Y si el niño se quiere ir?”, pregunta Krauze: “Tampoco lo hubiera dejado porque tenemos un convenio”.
 La madre, como dueña de sus hijos, con derecho a maltratarlos, encerrarlos, alimentarlos como le venga en gana, retenerlos, ponerlos a trabajar. Van a perdonar a Gil, pero ese albergue huele muy mal y la primera que tendría que responder por las atrocidades cometidas en su interior es la Mamá Rosa, desde luego bajo arresto domiciliario.
 Gamés caminó sobre la duela de cedro blanco, tomó del escritorio de finas maderas el frasco que contiene los olores de la santidad, lo abrió: un olor fétido salió del interior. La entrevista de León Krauze ha puesto fin a las dudas sobre lo que ocurría dentro de ese albergue. Mejor fuente de información, imposible: ella misma, la tirana de La Gran Familia.
 La máxima de San Agustín espetó dentro del ático de las frases célebres: “En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.
 Gil s’en va.
*
En una entrevista para la cadena Univisión con el periodista León Krauze, Rosa Verduzco habló de La Gran Familia.
MILENIO DIGITAL Y AP
22/07/2014 08:20 PM
Ciudad de México
Mamá Rosa, está sentada en una silla, viste un suéter rojo y la falda a cuadros que la caracteriza. Levanta el dedo índice para resaltar sus palabras: "De una cosa sí estoy segura, que (a los muchachos) les he dado lo único que yo tengo: mi vida", le dijo al periodista León Krauze en una entrevista para la cadena Univisión.
En un avance de la entrevista que será transmitida esta noche por la cadena estadunidense, Rosa Verduzco, la fundadora del albergue La Gran Familia dice que "no entregaba a los niños a sus madres porque debían cumplir con el convenio y si los querían debían ir a un juzgado".
Mamá Rosa dijo que "es más madre la que cría que la que engendra", ante los cuestionamientos de personas que decían que no era la madre biológica de los menores.
Krauze vio a Mamá Rosa en uno de los nosocomios donde estuvo hospitalizada después de haber sido detenida por la PGR.
-Se ha dicho que la casa estaba muy sucia, que había chinches, había ratas..., le preguntó el periodista
-¿Nunca viste una rata en tu casa? , contestó Mamá Rosa.
-Sí, respondió Krauze.
-¿Entonces? Entonces no era diferente a la vida de la ciudad, dijo Verduzco.
En una conferencia en esta semana, el procurador General de la República, Jesús Murillo, refirió que en diversos testimonios Mamá Rosa ha sido señalada de incurrir en abusos, pero sólo golpes.
La mujer de 79 años no lo negó e incluso lo consideró no sólo parte de la disciplina sino una muestra de cariño.
"¿Tú has oído el dicho 'si pegas no quieres'? No porque los corrigiera los iba a dañar", dijo la mujer a Univisión. "También es parte importante de una línea afectiva", añadió en una entrevista en la que mencionó que ella es "dura" porque así se hizo en la vida.
Sin embargo, negó que hubiera una celda de castigo en el albergue localizado en la ciudad de Zamora, como han afirmado las autoridades a partir de declaraciones de menores que identificaron el lugar como "Pinocho". Ella aseguró que "Pinocho" es una enfermería.
Interrogada sobre si se arrepentía de algo, Verduzco dijo que todos tienen algo de lo cual arrepentirse. "Por ejemplo si yo les fallé con omisión de cuidados a los niños no sólo me arrepiento sino que me duele. Y les digo: perdónenme", comentó
Parte de la entrevista con León Krauze

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