Misiones
y masacres/JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN |
La Silla Rota, 2014-07
Civiles
mueren, siempre en medio de oscuros e inexplicables enfrentamientos con fuerzas
militares.
1.-
La agencia de noticias Asociated Press (AP) destapó hace unos días una de las
agendas más incómodas, complicadas y delicadas en torno a la labor de las
fuerzas federales (Ejército, Marina y Policía Federal) en la lucha contra el
crimen organizado: los operativos antinarco que culminan con supuestos
enfrentamientos, que en realidad serían ejecuciones sumarias, fusilamientos en
caliente.
AP
se dedicó a investigar con sus reporteros y con los medios a su alcance, lo
ocurrido el pasado 30 de junio en el poblado de Tlatlaya, en el estado de
México, en donde en un supuesto enfrentamiento murieron 22 personas al desafiar
a tropas del Ejército Mexicano, que no tuvo ninguna baja.
2.-
La agencia internacional sostuvo que con los datos obtenidos por sus reporteros
era posible suponer que las 22 personas fallecidas en el enfrentamiento,
podrían haber sido ejecutadas sumariamente dado que las manchas de sangre en
los muros de la bodega en la que se dio el tiroteo revelaban disparos a muy
corta distancia.
Además,
todos los civiles murieron adentro de la bodega, en un tiroteo que ellos
habrían iniciado al ver a los militares patrullando la zona. Por si fuera poco,
AP señaló que las versiones sobre intenso intercambio de fuego contradecían la
evidencia, ya que en la bodega no había casquillos de bala y el frente de la
construcción sólo presentaba algunos orificios.
De
acuerdo con AP, dos observadores del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, que inspeccionó el depósito poco antes de que las
autoridades estatales lo cerraran, notaron que no hallaron indicios de balas
perdidas que deberían haber dejado soldados que disparasen armas automáticas a
distancia. Ni había señales de disparos efectuados desde el interior.
“Eso
me parece realmente notable”, comentó el observador Tom Haeck, de la ONU, y
agregó que todavía no se han sacado conclusiones y que todo informe sería para
uso interno de la organización internacional, señaló la agencia.
3.-
En este tipo de hechos, los civiles mueren siempre en medio de oscuros e
inexplicables enfrentamientos con fuerzas militares. De lo sucedido suele no
haber testigos o evidencias que apoyen denuncias sobre los excesos de
militares, marinos y federales.
La
lista de enfrentamientos entre militares y civiles supuestamente armados,
presuntamente convertidos en grupos de la delincuencia organizada,
aparentemente concertados para emboscar o atacar a traición a federales en
zonas de conflicto, es larga y su explicación es confusa o inexistente, es
decir, se reduce simple y llanamente a la verdad oficial.
4.-
El choque, en junio de 1998, tropas de la 27 Zona Militar comandadas entonces
por el general Juan Alfredo Oropeza Garnica, atacaron la escuela primaria
“Caritino Maldonado”, en donde se reunían indígenas de diversas comunidades
para discutir temas pendientes.
Las
tropas atacaron la escuela con granadas y fuego de fusilería, causando la
muerte de once personas y heridas graves a cinco más. Oficialmente se dijo que
los comuneros reunidos en realidad formaban parte del Ejército Revolucionario
del Pueblo Indígena (ERPI) y que el encuentro era para planear nuevos ataques
en la región.
5.-
Con el tiempo, el general Oropeza relataba a propios y extraños la anécdota de
guerra ocurrida en Guerrero, en donde un año antes, en mayo de 1997, fue
emboscado por eperristas y herido en un costado del cuerpo.
Mostraba
fotos del desplazamiento de sus tropas en vehículos Hummer y algo más: la
herida de bala que un tiro rebelde de cuerno de chivo le causó en la refriega.
El caso tuvo repercusiones internacionales
pero nunca hubo señalamientos contra la Sedena o contra instancias como la PGR,
que de principio a fin defendió la versión de que se trató de un
“enfrentamiento casual” –como lo indicó el Ejército–, de que los indígenas eran
guerrilleros y de que sí dispararon armas.
Se
dijo desde entonces que al general Oropeza y a sus comandantes les movió más la
oportunidad de ajustar cuentas por la emboscada en El Guanabano, en 1997, y eso
explicaría el ataque a indígenas en El Charco.
6.-
Los marinos también han protagonizado enfrentamientos en los que varios civiles
resultan muertos al chocar con elementos de Marina en escenarios en los que no
hay testigos ni forma de apoyar o negar las versiones oficiales sobre esta
clase de hechos.
En
Sinaloa les acaba de suceder algo muy similar que sus pares de la Sedena, con
la muerte de 12 presuntos delincuentes supuestamente pertenecientes al grupo
criminal de Los Mazatlecos. De lo ocurrido sólo tenemos las versiones de la
Sedena y Marina.
7.-
No hay sobrevivientes ni manera de saber si los supuestos delincuentes lo eran
y muchos menos si en algún momento se rindieron y aun así fueron ejecutados
sumariamente.
Es
la palabra de ellos, de marinos y soldados, de sus jefes y mandos, en contra
del silencio y la mala hora de los acribillados.
@JorgeMedellin95
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