Publicado en La Otra Opinión, 14 de julio de 2014:
Este lunes 14 de julio Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el papa Francisco envió un mensaje especial para el Coloquio México-Santa Sede sobre Migración Internacional y Desarrollo, que se desarrolla en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El mensaje papal a favor de los niños migrantes lo leyó el nuncio Christophe Pierre.
Como sabemos en los últimos días el drama de estos niños está en la agenda del debate público en México y EU, y sobretodo es bandera de los obispos americanos.
Sabemos que desde unos meses- octubre de 2013-, unos 57 mil menores de edad fueron capturados mientras intentaban ingresar ilegalmente a los EU, ninguno de ellos estaba acompañado por familiares o tutores.
La situación se convirtió en un problema grave para las autoridades estadounidenses e incluso llevó a la administración del presidente Barack Obama a solicitar al Congreso de aquel país un paquete especial de tres mil 700 millones de dólares para atender la grave situación.
Las fotografías de cientos de menores detenidos en enormes galerías han encendido la polémica y despertaron la preocupación del papa Francisco y sobretodo provocaron la respuesta de los obispos norteamericanos, mexicanos, guatemaltecos, hondureños que emitieron un duro comunicado fechado el 10 de julio:
http://www.cem.org.mx/contenido/419-cem-declaracion-obispos-eua-guatemala-honduras-mexico-salvador.html
En Roma el papa Francisco demostró seguir de cerca la crisis de los niños migrantes en una larga conversación que sostuvo con Carlos Luna, un ex luchador social de Argentina, que lleva más de 40 años exiliado en Suecia. Luna comentó a la revista Vatican Insider los detalles de su conversación con el papa, quien lo recibió durante 77 minutos en un salón de su residencia vaticana, la Casa Santa Marta, el pasado 7 de julio: “En el encuentro habló de los niños no acompañados que están siendo mandados a atravesar el desierto. El está muy preocupado por ese tema. Dijo que se debe detener esa migración y que esos niños no tienen futuro, son las nuevas víctimas de un problema viejo. No es casual que haya tocado el tema, muestra la preocupación que está teniendo por este asunto”.Como sabemos en los últimos días el drama de estos niños está en la agenda del debate público en México y EU, y sobretodo es bandera de los obispos americanos.
Sabemos que desde unos meses- octubre de 2013-, unos 57 mil menores de edad fueron capturados mientras intentaban ingresar ilegalmente a los EU, ninguno de ellos estaba acompañado por familiares o tutores.
La situación se convirtió en un problema grave para las autoridades estadounidenses e incluso llevó a la administración del presidente Barack Obama a solicitar al Congreso de aquel país un paquete especial de tres mil 700 millones de dólares para atender la grave situación.
Las fotografías de cientos de menores detenidos en enormes galerías han encendido la polémica y despertaron la preocupación del papa Francisco y sobretodo provocaron la respuesta de los obispos norteamericanos, mexicanos, guatemaltecos, hondureños que emitieron un duro comunicado fechado el 10 de julio:
http://www.cem.org.mx/contenido/419-cem-declaracion-obispos-eua-guatemala-honduras-mexico-salvador.html
¡Era evidente que el papa jesuita ya estaba preparando su mensaje para el coloquio en México!
Este fue el mensaje que leyó el nuncio apostólico Christophe Pierre, está fechada el 11 de julio.
Por considerarlo de interés se transmite completo:
http://saladeprensa.sre.gob.mx/images/stories/pdf/cartapapafrancisco
«Deseo dirigir mi saludo a los organizadores, a los relatores y a los participantes en el “Coloquio México Santa Sede sobre movilidad humana y desarrollo”.
La globalización es un fenómeno que nos interpela, especialmente en una de sus principales manifestaciones como lo es la emigración.
Se trata de uno de los “signos” de este tiempos que vivimos y que nos recuerda las palabras de Jesús “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?”.
No obstante el gran flujo de migrantes presentes en todos los continentes y en casi todos los países, la migración es vista aún como emergencia, o como un hecho circunstancial y esporádico, mientras se ha convertido ya en un elemento característico y en un desafío de nuestras sociedades.
Es un fenómeno que trae consigo grandes promesas junto a múltiples desafíos. Muchas personas obligadas a emigrar sufren y a menudo, mueren trágicamente; muchos de sus derechos son violados, son obligados a separarse de sus familias y lamentablemente continúan siendo objeto de actitudes racistas y xenófobas.
Frente a tal situación, repito aquello que he tenido oportunidad de afirmar en el Mensaje para la Jornada mundial del Migrante y del Refugiado de este año: 'Es necesario un cambio de actitud hacia los migrantes y refugiados por parte de todos. Pasar de una actitud de defensa y de miedo, de desinterés o de marginación que, al final, corresponde precisamente a la cultura del descarte, a una actitud que tenga a la base la cultura del encuentro, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor'.
Me urge, además, llamar la atención sobre decenas de miles de niños que emigran solos, no acompañados, para escapar a la pobreza y a las violencias: esta es una categoría de migrantes que, desde Centro America y desde México, atraviesa la frontera con los Estados Unidos de América en condiciones extremas, en busca de una esperanza que la mayoría de las veces resulta vana. Ellos aumentan día a día.
Tal emergencia humanitaria reclama en primer lugar intervención urgente, que estos menores sean acogidos y protegidos. Tales medidas, sin embargo no serán suficientes, sino son acompañadas por políticas de información sobre los peligros de un tal viaje y sobre todo, de promoción del desarrollo en sus países de origen.
Finalmente es necesario frente a este desafío, llamar la atención de toda la comunidad internacional para que puedan ser adoptadas nuevas formas de migración legal y segura.
Deseo un gran éxito a la admirable iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno mexicano de organizar un coloquio de estudio y reflexión sobre el gran desafío de la emigración e imparto de corazón a cada uno de los presentes mi Bendición Apostólica.
Al margen:
La Declaración Conjunta de los Obispos de EU; México, El Salvador, Guatemala, y Honduras sobre la crisis de los niños migrantes.
México, D.F. a 10 de julio de 2014
CEM B. 142 / 2014
Profundamente conmovidos por el sufrimiento de miles de niños, niñas y adolescentes que han migrado desde Centroamérica y México hacia los Estados Unidos y que ahora se encuentran detenidos en espera de ser deportados, los obispos de Estados Unidos, México, El Salvador, Guatemala y Honduras, movidos por el amor de Cristo, manifestamos a todos ellos y a sus familiares nuestra oración, solidaridad y compromiso.
Estos niños salieron de sus países empujados por la miseria, la violencia o el deseo de reunirse con sus padres o algunos de sus familiares que ya han migrado, y ahora, luego de enfrentar toda clase de privaciones y peligros, viven una terrible crisis humanitaria. Esta dramática situación nos afecta a todos y ha de comprometernos a “globalizar la solidaridad”, reconociendo, respetando, promoviendo y defendiendo la vida, dignidad y derechos de toda persona, independientemente de su condición migratoria.
En este sentido, vemos con esperanza la Declaración Extraordinaria de Managua, en la que los Países Miembros de la Conferencia Regional sobre Migración –Belice, Canadá, Costa Rica, El Salvador, Estado Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana– han reconocido la corresponsabilidad regional y se han comprometido a implementar medidas integrales y articuladas para garantizar el interés superior del niño y adolescente, así como la unidad familiar; a difundir información precisa respecto a los “peligros del viaje” y la inexistencia de “permisos” para los que llegan a los Estados Unidos; luchar contra los grupos delictivos organizados de tráfico ilícito y de trata de personas; y mejorar las prácticas migratorias.
Un aspecto importante de la Declaración es el compromiso conjunto para erradicar las causas estructurales que provocan la migración irregular de menores de edad, creando programas de desarrollo social y económico en las comunidades de origen, así como programas de reinserción y reintegración para los que retornan. También se reconoce que algunos de estos niños y adolescentes migrantes podrían obtener la condición de refugiado o protección complementaria.
En este tenor, resulta positivo que México haya implementado la Coordinación para la Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur y la creación de los Centros de Atención Integral al Tránsito Fronterizo para facilitar la internación segura de personas y bienes, y evitar los problemas originados por el desorden migratorio en la zona.
La Iglesia Católica, que desde hace muchos años viene haciendo gestiones ante las autoridades gubernamentales de Estados Unidos, México y Centroamérica en favor de los migrantes, continuará esta labor. También seguirá trabajando en la promoción humana, particularmente de los niños, de las familias y de los más pobres, en la restauración del tejido social y brindando acogida, atención y servicios a los migrantes en sus numerosos centros creados para ellos. La misma Iglesia expresa su disponibilidad para colaborar a fin de hacer realidad los acuerdos de la Declaración de Managua, convencida de que una estrategia de disuasión sin garantías de protección nacional e internacional es inefectiva e inhumana.
Por eso, apoyamos la solicitud que Monseñor Mark Seitz, Obispo de El Paso, Texas ha formulado al Comité de Migración de la Cámara de Representantes de Estados Unidos de emitir declaratoria de crisis humanitaria para dar una respuesta integral al problema, creando políticas públicas que den servicios básicos y protección al migrante, examinado las raíces del éxodo migratorio, asignando recursos federales para invertir en los países expulsores a fin de evitar la necesidad de migrar, y promoviendo programas de reunificación familiar para los migrantes.
Los obispos, sus servidores, reiteramos la urgencia de respetar la dignidad humana de los migrantes indocumentados; fortalecer las instituciones gubernamentales para que sean auténticamente democráticas, participativas y al servicio del pueblo; combatir con firmeza la reprobable actividad de los grupos delictivos y del crimen organizado, cuya inhumana acción condenamos enérgicamente; garantizar la seguridad de los ciudadanos; e invertir en Centroamérica. En este sentido, hacemos un llamado a los empresarios, especialmente católicos, a que inviertan y contribuyan a promover la justicia y la equidad. Exhortamos a los padres de familia a no exponer a sus hijos a emprender el peligroso viaje hacia México y Estados Unidos. Y pedimos a la sociedad en general asumir el papel que le corresponde en este doloroso problema.
Ante el drama humanitario que estamos padeciendo, debemos escuchar al Papa Francisco, que con profundo realismo ha advertido: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia… Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor… La inequidad es raíz de los males sociales”.
Implorando la intercesión de Santa María de Guadalupe, Patrona de América, pedimos a Nuestro Señor Jesucristo que proteja a nuestros niños y sus familias en este difícil momento, y nos dé a todos la sabiduría para encontrar soluciones factibles, y audacia y fuerza para actuar en consecuencia.
+Óscar A. Cardenal Rodríguez Maradiaga,S.D.B.
Arzobispo de Tegucigalpa
Presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras
+J. Francisco Cardenal Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara
Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano
+Romeo Tovar Astorga
Obispo de Santa Ana
Secretario General de la Conferencia Episcopal de El Salvador
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Este fue el mensaje que leyó el nuncio apostólico Christophe Pierre, está fechada el 11 de julio.
Por considerarlo de interés se transmite completo:
http://saladeprensa.sre.gob.mx/images/stories/pdf/cartapapafrancisco
«Deseo dirigir mi saludo a los organizadores, a los relatores y a los participantes en el “Coloquio México Santa Sede sobre movilidad humana y desarrollo”.
La globalización es un fenómeno que nos interpela, especialmente en una de sus principales manifestaciones como lo es la emigración.
Se trata de uno de los “signos” de este tiempos que vivimos y que nos recuerda las palabras de Jesús “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?”.
No obstante el gran flujo de migrantes presentes en todos los continentes y en casi todos los países, la migración es vista aún como emergencia, o como un hecho circunstancial y esporádico, mientras se ha convertido ya en un elemento característico y en un desafío de nuestras sociedades.
Es un fenómeno que trae consigo grandes promesas junto a múltiples desafíos. Muchas personas obligadas a emigrar sufren y a menudo, mueren trágicamente; muchos de sus derechos son violados, son obligados a separarse de sus familias y lamentablemente continúan siendo objeto de actitudes racistas y xenófobas.
Frente a tal situación, repito aquello que he tenido oportunidad de afirmar en el Mensaje para la Jornada mundial del Migrante y del Refugiado de este año: 'Es necesario un cambio de actitud hacia los migrantes y refugiados por parte de todos. Pasar de una actitud de defensa y de miedo, de desinterés o de marginación que, al final, corresponde precisamente a la cultura del descarte, a una actitud que tenga a la base la cultura del encuentro, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor'.
Me urge, además, llamar la atención sobre decenas de miles de niños que emigran solos, no acompañados, para escapar a la pobreza y a las violencias: esta es una categoría de migrantes que, desde Centro America y desde México, atraviesa la frontera con los Estados Unidos de América en condiciones extremas, en busca de una esperanza que la mayoría de las veces resulta vana. Ellos aumentan día a día.
Tal emergencia humanitaria reclama en primer lugar intervención urgente, que estos menores sean acogidos y protegidos. Tales medidas, sin embargo no serán suficientes, sino son acompañadas por políticas de información sobre los peligros de un tal viaje y sobre todo, de promoción del desarrollo en sus países de origen.
Finalmente es necesario frente a este desafío, llamar la atención de toda la comunidad internacional para que puedan ser adoptadas nuevas formas de migración legal y segura.
Deseo un gran éxito a la admirable iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno mexicano de organizar un coloquio de estudio y reflexión sobre el gran desafío de la emigración e imparto de corazón a cada uno de los presentes mi Bendición Apostólica.
Al margen:
La Declaración Conjunta de los Obispos de EU; México, El Salvador, Guatemala, y Honduras sobre la crisis de los niños migrantes.
México, D.F. a 10 de julio de 2014
CEM B. 142 / 2014
Profundamente conmovidos por el sufrimiento de miles de niños, niñas y adolescentes que han migrado desde Centroamérica y México hacia los Estados Unidos y que ahora se encuentran detenidos en espera de ser deportados, los obispos de Estados Unidos, México, El Salvador, Guatemala y Honduras, movidos por el amor de Cristo, manifestamos a todos ellos y a sus familiares nuestra oración, solidaridad y compromiso.
Estos niños salieron de sus países empujados por la miseria, la violencia o el deseo de reunirse con sus padres o algunos de sus familiares que ya han migrado, y ahora, luego de enfrentar toda clase de privaciones y peligros, viven una terrible crisis humanitaria. Esta dramática situación nos afecta a todos y ha de comprometernos a “globalizar la solidaridad”, reconociendo, respetando, promoviendo y defendiendo la vida, dignidad y derechos de toda persona, independientemente de su condición migratoria.
En este sentido, vemos con esperanza la Declaración Extraordinaria de Managua, en la que los Países Miembros de la Conferencia Regional sobre Migración –Belice, Canadá, Costa Rica, El Salvador, Estado Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana– han reconocido la corresponsabilidad regional y se han comprometido a implementar medidas integrales y articuladas para garantizar el interés superior del niño y adolescente, así como la unidad familiar; a difundir información precisa respecto a los “peligros del viaje” y la inexistencia de “permisos” para los que llegan a los Estados Unidos; luchar contra los grupos delictivos organizados de tráfico ilícito y de trata de personas; y mejorar las prácticas migratorias.
Un aspecto importante de la Declaración es el compromiso conjunto para erradicar las causas estructurales que provocan la migración irregular de menores de edad, creando programas de desarrollo social y económico en las comunidades de origen, así como programas de reinserción y reintegración para los que retornan. También se reconoce que algunos de estos niños y adolescentes migrantes podrían obtener la condición de refugiado o protección complementaria.
En este tenor, resulta positivo que México haya implementado la Coordinación para la Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur y la creación de los Centros de Atención Integral al Tránsito Fronterizo para facilitar la internación segura de personas y bienes, y evitar los problemas originados por el desorden migratorio en la zona.
La Iglesia Católica, que desde hace muchos años viene haciendo gestiones ante las autoridades gubernamentales de Estados Unidos, México y Centroamérica en favor de los migrantes, continuará esta labor. También seguirá trabajando en la promoción humana, particularmente de los niños, de las familias y de los más pobres, en la restauración del tejido social y brindando acogida, atención y servicios a los migrantes en sus numerosos centros creados para ellos. La misma Iglesia expresa su disponibilidad para colaborar a fin de hacer realidad los acuerdos de la Declaración de Managua, convencida de que una estrategia de disuasión sin garantías de protección nacional e internacional es inefectiva e inhumana.
Por eso, apoyamos la solicitud que Monseñor Mark Seitz, Obispo de El Paso, Texas ha formulado al Comité de Migración de la Cámara de Representantes de Estados Unidos de emitir declaratoria de crisis humanitaria para dar una respuesta integral al problema, creando políticas públicas que den servicios básicos y protección al migrante, examinado las raíces del éxodo migratorio, asignando recursos federales para invertir en los países expulsores a fin de evitar la necesidad de migrar, y promoviendo programas de reunificación familiar para los migrantes.
Los obispos, sus servidores, reiteramos la urgencia de respetar la dignidad humana de los migrantes indocumentados; fortalecer las instituciones gubernamentales para que sean auténticamente democráticas, participativas y al servicio del pueblo; combatir con firmeza la reprobable actividad de los grupos delictivos y del crimen organizado, cuya inhumana acción condenamos enérgicamente; garantizar la seguridad de los ciudadanos; e invertir en Centroamérica. En este sentido, hacemos un llamado a los empresarios, especialmente católicos, a que inviertan y contribuyan a promover la justicia y la equidad. Exhortamos a los padres de familia a no exponer a sus hijos a emprender el peligroso viaje hacia México y Estados Unidos. Y pedimos a la sociedad en general asumir el papel que le corresponde en este doloroso problema.
Ante el drama humanitario que estamos padeciendo, debemos escuchar al Papa Francisco, que con profundo realismo ha advertido: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia… Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor… La inequidad es raíz de los males sociales”.
Implorando la intercesión de Santa María de Guadalupe, Patrona de América, pedimos a Nuestro Señor Jesucristo que proteja a nuestros niños y sus familias en este difícil momento, y nos dé a todos la sabiduría para encontrar soluciones factibles, y audacia y fuerza para actuar en consecuencia.
+Óscar A. Cardenal Rodríguez Maradiaga,S.D.B.
Arzobispo de Tegucigalpa
Presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras
+J. Francisco Cardenal Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara
Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano
+Romeo Tovar Astorga
Obispo de Santa Ana
Secretario General de la Conferencia Episcopal de El Salvador
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano
+ Domingo Buezo Leiva
Obispo Vicario de Izabal
Srio. Gral. de la Conferencia Episcopal de Guatemala
Obispo Vicario de Izabal
Srio. Gral. de la Conferencia Episcopal de Guatemala
+ Eusebio Elizondo
Obispo de Seattle
Pdte. del Comité de Migración y Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos
Obispo de Seattle
Pdte. del Comité de Migración y Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos
+ Guillermo Ortíz Mondragón
Obispo de Cuautitlán
Presidente de la Dimensión de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Obispo de Cuautitlán
Presidente de la Dimensión de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano
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