Temas del viaje de papa Francisco a Corea del Sur: la evangelización en Asia, el encuentro con los
jóvenes del continente, la beatificación de los 124 mártires coreanos (modelo
laico de santidad) y la invitación al diálogo y a la reconciliación entre ambas
Coreas.
Esta primera parte de la entrevista fue
publicada en el sitio del Ctv; la versión completa será publicada el 13 de
agosto.
«Hay
que ir a Asia, es importante», dijo el papa a los periodistas al final
del viaje a Brasil. Y el jesuita irá a Corea del Sur, a 15 años de la última
visita a India de Juan Pablo II.
-¿Qué es lo que hace tan importante este viaje?
- Diría
que la importancia de este viaje se relaciona esencialmente con tres factores:
el primero es el hecho de que el Papa, por primera vez, irá al extremo Oriente,
una región del mundo que adquiere una relevancia cada vez más acentuada tanto
en la política como en la economía mundial. El Papa irá para dirigirse a todo
el continente, no solo a Corea. Claro, el viaje es para Corea, pero tiene como
destinatarios todos los países del continente, gracias a esta celebración de la
Jornada Asiática de la Juventud que se llevará a cabo en Corea y en la que
participarán representaciones de los jóvenes de los países vecinos. Y luego, el
tercer aspecto es el del futuro: la juventud representa el futuro, por lo que
el Papa se dirige al futuro de este continente, se dirige al futuro de Asia.
-El
momento más importante del viaje será el encuentro de Papa Francisco con los
jóvenes de Asia, que a menudo, en una sociedad tan competitiva, se alejan de la
Iglesia para buscar éxito en la escuela. ¿Cuál es el mensaje que les llevará el
Papa?
-Creo
que el mensaje que el Papa llevará a estos jóvenes es que deben convertirse en
protagonistas de la vida de la Iglesia. Es decir una presencia activa, una
presencia partícipe, una presencia hecha de colaboración y corresponsabilidad.
La Iglesia necesita a los jóvenes, nos lo recordaba san Juan Pablo II y nos lo
recuerda ahora Papa Francisco. Entonces, un protagonismo dentro de la Iglesia,
que es también un protagonismo en la Misión. Los jóvenes, y este es el llamado
fundamental, deben convertirse en evangelizadores de sus contemporáneos, por lo
que deben estar siempre en la línea de la evangelización, y este es el mensaje
que el Papa llevará, además de, naturalmente, la insistencia de no dejarse
seducir por los valores efímeros de nuestras sociedades y de nuestro mundo,
para encontrar en Jesús la verdadera respuesta a sus interrogantes y a sus
inquietudes.
-¿Cuál
testimonio pueden ofrecer a las jóvenes generaciones de católicos asiáticos los
mártires coreanos que serán beatificados por Papa Francisco en Seúl?
-Este
es otro de los motivos por los que el Papa irá a Corea, por la beatificación de
los 124 mártires coreanos. Creo que hay que subrayar el hecho de que dentro de
este grupo hay solo un sacerdote, mientras todos los demás son laicos que
ejercían las más variadas profesiones, desde las más humildes hasta las más
elevadas en la escala social, y esto nos lleva a una de las características de
la Iglesia coreana, es decir el hecho de que se trata de una Iglesia que nació
del testimonio y del compromiso de los laicos, que supieron conservar y
transmitir la fe. Creo que este es el mensaje fundamental, es decir que en la
Iglesia todos hemos sido llamados a colaborar en la misión de anunciar el
Evangelio y todos hemos sido llamados a la santidad, una santidad que se puede
manifestar en diferentes formas, pero que debe caracterizar el compromiso de
cada quien.
-El
Papa concluirá su viaje a Corea (que los obispos definen como «la última
víctima de la Guerra fría) con una Misa por la paz y la reconciliación. ¿Este
viaje podrá abrir nuevos canales de diálogo entre los líderes de ambas Coreas y
dar esperanzas a los católicos de Corea del Norte?
-Esta
siempre ha sido la esperanza de la Santa Sede, que se ha comprometido
concretamente en esta dirección. Es más que obvio que la península todavía está
sacudida por muchas tensiones y que necesita paz y reconciliación. Yo creo que
el viaje del Papa ayudará también en este sentido, en el sentido de continuar
con la obra de solidaridad para con las poblaciones que se encuentran en la
necesidad y favorecer, en la medida de lo sposible, la apertura de espacios de
comunicación y de diálogo, porque, creo, y es una convicción que el Papa ha
insistido en muchas ocasiones, que solamente mediante esta comunicación y este
diálogo se puedne resolver los problemas que todavía existen, y que, si hay
buena voluntad por parte de todos, siempre se pueden encontrar los canales
adecuados.
*
El
obispo que invitó al Papa a Corea: que no sea solo un «evento»
Lazzaro
You: la visita del Pontífice durará cuatro días, pero después terminará. La
alegría del Evangelio es la cosa más interesante que tenemos que comunicar al
mundo
GIANNI
VALENTE
ROMA
Lazzaro
You Heung-sik encontró las palabras precisas para llevar al Papa a Corea. Y
ahora, a pocos días de la llegada de Francisco, el obispo de Daejeon expresa
sus ideas sobre el espíritu con el que conviene recibir al Sucesor de Pedro.
Entonces,
¿ya están listos para recibir al Papa?
Yo
trato de hacer mi parte, y estoy contento.
¿Qué
tal van los preparativos? ¿Pretenden una organización perfecta?
Hay
que organizar bien las cosas, pero luego lo que cuenta es poner el alma, el
corazón. Me gusta cuando al final del día no digo «hoy he trabajado mucho»,
sino más bien «hoy he servido mucho, porque he amado mucho».
¿Y
esto vale también para la visita papal?
Sería
hermoso que fuera este el espíritu de las jornadas que pasaremos con el Papa.
Él mismo quiso sugerirlo con la «Evangelii gaudium»: todo puede nacer y renacer
del encuentro con Cristo, que puede hacer florecer en nosotros la alegría del
Evangelio. Esto es lo más interesante que tenemos que comunicar al mundo. Y de
allí pueden nacer muchos frutos buenos para las vidas de todos.
En
cambio, da la impresión de que en la Iglesia prevalece una actitud
«eficientista». Lo que se expresa en el llamado «programa twenty-twenty», que
en Corea pretende llegar al 20% de los bautizados antes de 2020…
Pero
Papa Francisco lo repite siempre: lo que da vida y hace atractiva a la Iglesia
es la gracia de Cristo y el don del Espíritu Santo. Si no refleja la gracia de
Cristo, la Iglesia se convierte en una ong como tantas otras, tal vez solamente
un poco más grande y estorbosa. Estas cosas se perciben bien, incluso en la
diócesis de campo de la que soy obispo. Es más, tal vez se aprecian mejor aquí
que en otros sitios. A veces, algunas personas se esfuerzan para construir el
plan perfecto, tan perfecto que parece no querer dejar ningún espacio para que
actúe el Espíritu Santo. Se lo dije a los sacerdotes: hagamos bien las cosas,
pero no hay que olvidarnos de pedir el don del Espíritu.
Dicen
que fue usted quien logró llevar a Papa Francisco a Corea…
Le
escribí una carta a Papa Francisco al principio de su Pontificado. El seminario
de mi diócesis celebraba los veinte años de su fundación el 19 de marzo de
2013, en la fiesta de San José, justamente el día de la Misa de inicio de
Pontificado de Papa Francisco. Cuando nos dijo que no había que tener miedo de
la ternura.
Y
después, ¿qué sucedió?
Después
fui a la JMJ de Río de Janeiro con 350 chicos coreanos, y él dijo a los jóvenes
que fueran por todo el mundo para servir a los hermanos. Para servir, no para
mandar. Entonces le escribí otra carta, para decirle que habría sido muy
hermoso tenerlo físicamente entre nosotros durante el encuentro con los jóvenes
de Asia. Cuando en abril me reuní con él en Roma, me dijo que mientras leía mi
carta sintió una voz en el pecho que le decía: «Debemos ir a Corea». Muchos
milagros han ido acompañando la historia de los cristianos en Corea, en donde
se difundió por la obra apostólica de los laicos bautizados y con la fuerza del
testimonio de los mártires. En la vida cotidiana y en el martirio, los
cristianos coreanos han ofrecido el testimonio de que el Evangelio se difunde
por la gracia y no por los esfuerzos humanos. El Papa me dijo: «Debemos rezar
para que los milagros continúen, solo así la iglesia en Corea podrá seguir
caminando y creciendo».
La
experiencia del martirio será fundamental en la visita papal. ¿Qué representa
esto para los cristianos de hoy en Corea?
Un
tercio de los mártires coreanos provenían de las tierras de mi diócesis. Habían
escapado a las aldeas de la montaña de las persecuciones, y allí custodiaron la
fe viviendo en pequeñas comunidades basadas en el ejemplo de la Iglesia y de
los apóstoles, amándose y ayudándose los unos a los otros. Para ellos, la fe y
la vida eran la misma cosa. Y siguen siendo un modelo para todos. Los jóvenes
que vendrán de toda Asia podrán pasar unos días con Papa Francisco en esta
tierra de mártires, y, siguiendo su ejemplo, podrán volver a descubrir el don
que puede cambiar el camino en sus vidas. Aunque en los países de los que
vengan afronten dificultades y problemas. Serán, así, misioneros de la paz
entre los pueblos.
¿Cuáles
frutos se esperan de estos días?
La
visita del Papa durará cuatro días, pero luego pasará. Permanecerá con nosotros
Jesús, y esto es lo más importante. Por Jesús y con Jesús pueden encontrar a
quienquiera e ir a donde quiera. Papa Francisco no ha hecho más que indicarnos
este camino, y por ello sorprende a todos: nos ayuda a no acomodarnos en
nuestros conformismos. Incluso yo, cuando lo escucho, me siento inadecuado.
Descubro que tengo muchos límites y rigideces con respecto a la imagen del
obispo que él propone constantemente. Pero esto no me amarga ni me hace vil. Es
un estímulo para encomendarme a Dios en todo lo que hago.
¿Usted
viene de una familia cristiana?
Yo
soy el primer católico de mi familia. Mi padre murió en la guerra de Corea.
Recibí el Bautismo a los 16 años, cuando asistía a una escuela católica. Dos
años después, entré al seminario, pero sabía muy poco sobre la Iglesia… Un año
después, mi madre recibió también el bautismo y se convirtió en un verdadero
apóstol dentro de nuestra familia: después de ella, abrazaron el Evangelio sus
hijos, su hermano, sus primos. Como un contagio. Porque la fe y el amor de Dios
son «contagiosos». Se transmiten así, mediante la vida, y no como las ideas o
como las ideologías.
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