12 ago 2014

El papa hacia Corea del Sur

Pietro  Parolin: «Corea, un viaje para el futuro de Asia»/ entrevista por Alessandro di Bussolo, coordinador de la redacción del Centro Televisivo Vaticano
 Temas del viaje de papa Francisco a Corea del Sur: la evangelización en Asia, el encuentro con los jóvenes del continente, la beatificación de los 124 mártires coreanos (modelo laico de santidad) y la invitación al diálogo y a la reconciliación entre ambas Coreas. 
Esta primera parte de la entrevista fue publicada en el sitio del Ctv; la versión completa será publicada el 13 de agosto.
«Hay que ir a Asia, es importante», dijo el papa a los periodistas al final del viaje a Brasil. Y el jesuita irá a Corea del Sur, a 15 años de la última visita a India de Juan Pablo II. 
-¿Qué es lo que hace tan importante este viaje?

- Diría que la importancia de este viaje se relaciona esencialmente con tres factores: el primero es el hecho de que el Papa, por primera vez, irá al extremo Oriente, una región del mundo que adquiere una relevancia cada vez más acentuada tanto en la política como en la economía mundial. El Papa irá para dirigirse a todo el continente, no solo a Corea. Claro, el viaje es para Corea, pero tiene como destinatarios todos los países del continente, gracias a esta celebración de la Jornada Asiática de la Juventud que se llevará a cabo en Corea y en la que participarán representaciones de los jóvenes de los países vecinos. Y luego, el tercer aspecto es el del futuro: la juventud representa el futuro, por lo que el Papa se dirige al futuro de este continente, se dirige al futuro de Asia.
 -El momento más importante del viaje será el encuentro de Papa Francisco con los jóvenes de Asia, que a menudo, en una sociedad tan competitiva, se alejan de la Iglesia para buscar éxito en la escuela. ¿Cuál es el mensaje que les llevará el Papa?
 -Creo que el mensaje que el Papa llevará a estos jóvenes es que deben convertirse en protagonistas de la vida de la Iglesia. Es decir una presencia activa, una presencia partícipe, una presencia hecha de colaboración y corresponsabilidad. La Iglesia necesita a los jóvenes, nos lo recordaba san Juan Pablo II y nos lo recuerda ahora Papa Francisco. Entonces, un protagonismo dentro de la Iglesia, que es también un protagonismo en la Misión. Los jóvenes, y este es el llamado fundamental, deben convertirse en evangelizadores de sus contemporáneos, por lo que deben estar siempre en la línea de la evangelización, y este es el mensaje que el Papa llevará, además de, naturalmente, la insistencia de no dejarse seducir por los valores efímeros de nuestras sociedades y de nuestro mundo, para encontrar en Jesús la verdadera respuesta a sus interrogantes y a sus inquietudes.
-¿Cuál testimonio pueden ofrecer a las jóvenes generaciones de católicos asiáticos los mártires coreanos que serán beatificados por Papa Francisco en Seúl?
-Este es otro de los motivos por los que el Papa irá a Corea, por la beatificación de los 124 mártires coreanos. Creo que hay que subrayar el hecho de que dentro de este grupo hay solo un sacerdote, mientras todos los demás son laicos que ejercían las más variadas profesiones, desde las más humildes hasta las más elevadas en la escala social, y esto nos lleva a una de las características de la Iglesia coreana, es decir el hecho de que se trata de una Iglesia que nació del testimonio y del compromiso de los laicos, que supieron conservar y transmitir la fe. Creo que este es el mensaje fundamental, es decir que en la Iglesia todos hemos sido llamados a colaborar en la misión de anunciar el Evangelio y todos hemos sido llamados a la santidad, una santidad que se puede manifestar en diferentes formas, pero que debe caracterizar el compromiso de cada quien.
 -El Papa concluirá su viaje a Corea (que los obispos definen como «la última víctima de la Guerra fría) con una Misa por la paz y la reconciliación. ¿Este viaje podrá abrir nuevos canales de diálogo entre los líderes de ambas Coreas y dar esperanzas a los católicos de Corea del Norte?
 -Esta siempre ha sido la esperanza de la Santa Sede, que se ha comprometido concretamente en esta dirección. Es más que obvio que la península todavía está sacudida por muchas tensiones y que necesita paz y reconciliación. Yo creo que el viaje del Papa ayudará también en este sentido, en el sentido de continuar con la obra de solidaridad para con las poblaciones que se encuentran en la necesidad y favorecer, en la medida de lo sposible, la apertura de espacios de comunicación y de diálogo, porque, creo, y es una convicción que el Papa ha insistido en muchas ocasiones, que solamente mediante esta comunicación y este diálogo se puedne resolver los problemas que todavía existen, y que, si hay buena voluntad por parte de todos, siempre se pueden encontrar los canales adecuados.
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 08/ 9/2014
El obispo que invitó al Papa a Corea: que no sea solo un «evento»
Lazzaro You: la visita del Pontífice durará cuatro días, pero después terminará. La alegría del Evangelio es la cosa más interesante que tenemos que comunicar al mundo
 Vatican Insider, 
GIANNI VALENTE
ROMA
Lazzaro You Heung-sik encontró las palabras precisas para llevar al Papa a Corea. Y ahora, a pocos días de la llegada de Francisco, el obispo de Daejeon expresa sus ideas sobre el espíritu con el que conviene recibir al Sucesor de Pedro.
Entonces, ¿ya están listos para recibir al Papa?
Yo trato de hacer mi parte, y estoy contento.
¿Qué tal van los preparativos? ¿Pretenden una organización perfecta?
Hay que organizar bien las cosas, pero luego lo que cuenta es poner el alma, el corazón. Me gusta cuando al final del día no digo «hoy he trabajado mucho», sino más bien «hoy he servido mucho, porque he amado mucho».
¿Y esto vale también para la visita papal?
Sería hermoso que fuera este el espíritu de las jornadas que pasaremos con el Papa. Él mismo quiso sugerirlo con la «Evangelii gaudium»: todo puede nacer y renacer del encuentro con Cristo, que puede hacer florecer en nosotros la alegría del Evangelio. Esto es lo más interesante que tenemos que comunicar al mundo. Y de allí pueden nacer muchos frutos buenos para las vidas de todos.
En cambio, da la impresión de que en la Iglesia prevalece una actitud «eficientista». Lo que se expresa en el llamado «programa twenty-twenty», que en Corea pretende llegar al 20% de los bautizados antes de 2020…
Pero Papa Francisco lo repite siempre: lo que da vida y hace atractiva a la Iglesia es la gracia de Cristo y el don del Espíritu Santo. Si no refleja la gracia de Cristo, la Iglesia se convierte en una ong como tantas otras, tal vez solamente un poco más grande y estorbosa. Estas cosas se perciben bien, incluso en la diócesis de campo de la que soy obispo. Es más, tal vez se aprecian mejor aquí que en otros sitios. A veces, algunas personas se esfuerzan para construir el plan perfecto, tan perfecto que parece no querer dejar ningún espacio para que actúe el Espíritu Santo. Se lo dije a los sacerdotes: hagamos bien las cosas, pero no hay que olvidarnos de pedir el don del Espíritu.
Dicen que fue usted quien logró llevar a Papa Francisco a Corea…
Le escribí una carta a Papa Francisco al principio de su Pontificado. El seminario de mi diócesis celebraba los veinte años de su fundación el 19 de marzo de 2013, en la fiesta de San José, justamente el día de la Misa de inicio de Pontificado de Papa Francisco. Cuando nos dijo que no había que tener miedo de la ternura.
Y después, ¿qué sucedió?
Después fui a la JMJ de Río de Janeiro con 350 chicos coreanos, y él dijo a los jóvenes que fueran por todo el mundo para servir a los hermanos. Para servir, no para mandar. Entonces le escribí otra carta, para decirle que habría sido muy hermoso tenerlo físicamente entre nosotros durante el encuentro con los jóvenes de Asia. Cuando en abril me reuní con él en Roma, me dijo que mientras leía mi carta sintió una voz en el pecho que le decía: «Debemos ir a Corea». Muchos milagros han ido acompañando la historia de los cristianos en Corea, en donde se difundió por la obra apostólica de los laicos bautizados y con la fuerza del testimonio de los mártires. En la vida cotidiana y en el martirio, los cristianos coreanos han ofrecido el testimonio de que el Evangelio se difunde por la gracia y no por los esfuerzos humanos. El Papa me dijo: «Debemos rezar para que los milagros continúen, solo así la iglesia en Corea podrá seguir caminando y creciendo».
La experiencia del martirio será fundamental en la visita papal. ¿Qué representa esto para los cristianos de hoy en Corea?
Un tercio de los mártires coreanos provenían de las tierras de mi diócesis. Habían escapado a las aldeas de la montaña de las persecuciones, y allí custodiaron la fe viviendo en pequeñas comunidades basadas en el ejemplo de la Iglesia y de los apóstoles, amándose y ayudándose los unos a los otros. Para ellos, la fe y la vida eran la misma cosa. Y siguen siendo un modelo para todos. Los jóvenes que vendrán de toda Asia podrán pasar unos días con Papa Francisco en esta tierra de mártires, y, siguiendo su ejemplo, podrán volver a descubrir el don que puede cambiar el camino en sus vidas. Aunque en los países de los que vengan afronten dificultades y problemas. Serán, así, misioneros de la paz entre los pueblos.
¿Cuáles frutos se esperan de estos días?
La visita del Papa durará cuatro días, pero luego pasará. Permanecerá con nosotros Jesús, y esto es lo más importante. Por Jesús y con Jesús pueden encontrar a quienquiera e ir a donde quiera. Papa Francisco no ha hecho más que indicarnos este camino, y por ello sorprende a todos: nos ayuda a no acomodarnos en nuestros conformismos. Incluso yo, cuando lo escucho, me siento inadecuado. Descubro que tengo muchos límites y rigideces con respecto a la imagen del obispo que él propone constantemente. Pero esto no me amarga ni me hace vil. Es un estímulo para encomendarme a Dios en todo lo que hago.
¿Usted viene de una familia cristiana?
Yo soy el primer católico de mi familia. Mi padre murió en la guerra de Corea. Recibí el Bautismo a los 16 años, cuando asistía a una escuela católica. Dos años después, entré al seminario, pero sabía muy poco sobre la Iglesia… Un año después, mi madre recibió también el bautismo y se convirtió en un verdadero apóstol dentro de nuestra familia: después de ella, abrazaron el Evangelio sus hijos, su hermano, sus primos. Como un contagio. Porque la fe y el amor de Dios son «contagiosos». Se transmiten así, mediante la vida, y no como las ideas o como las ideologías.

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