El
Universal, 2 de febrero de 2016..
El
video es magistralmente aterrador. Mediante un profundo conocimiento de redes
sociales y de la comunicación de hoy, el “comercial” que difundió ISIS hace
unas semanas, no solo fue producido empleando gráficas, imágenes y datos
simples de entender, sino que fue intencionalmente viralizado unos pocos días después
de los atentados en París. Justo cuando un gran sector de las audiencias en
todo el planeta se encontraba en estado de shock por los ataques. Así,
paralizados como estábamos, el mensaje penetra y cala: “Nuestro califato, en
toda su gloria, prevalece y se expande”, nos dice una voz en un perfecto
inglés. “Ya es más grande que la Gran Bretaña; ocho veces el tamaño de Bélgica,
30 veces el tamaño de Qatar”. Su eficacia fue de tal magnitud, que la gran
mayoría de medios en países como el nuestro, colocaban el foco en la amenaza
emitida, en conocer hasta qué punto corríamos riesgos de ser víctimas de
ataques a manos del “Estado Islámico”. Una labor de escrutinio un poco más
minuciosa para verificar la veracidad de la “expansión” o “tamaño” del
“califato” que el video comunica, sin embargo, hubiera revelado que ISIS se
encontraba ya en esas fechas perdiendo buena parte del espacio que controla. O
que más que porciones completas y continuas de territorio, ISIS domina muchos
pequeños focos o “bolsas” de territorio, no siempre conectadas entre sí, varias
de las cuales van y vienen de sus manos continuamente. Esta semana, ISIS perdió
una “bolsa” mayor, la ciudad de Ramadi en Irak, quizás su segunda derrota más
importante en ese país. Con ello, ha perdido un 40% del territorio de Irak que
controlaba en 2014. No obstante, eso a veces pareciera resultar irrelevante en
términos de la otra guerra de ISIS, la psicológica, en la que siempre parece
ganar. Se habla de lo que ISIS quiere
que se hable, cuando y como quiere que se hable. Eso, justamente, es lo que
tiene que cambiar para acompañar las victorias materiales de victorias en la
esfera no material, la esfera que dota de poder a la idea que esa organización
representa.
Lo
peligroso de ISIS no es solamente su capacidad militar, o la habilidad que ha
tenido para dominar territorio y financiarse, o su capacidad para utilizar
tácticas terroristas cuando lo requiere, o en atraer seguidores y espantar a
enemigos, o en su habilidad para expandirse sin expandirse, difundiendo su
bandera, ganando franquicias y lealtades de grupos preexistentes. El mayor
peligro de ISIS radica en el hecho de que es todo eso a la vez, en su hibridez,
en su capacidad de mutar cuando lo necesita, y con ello, colocarse a la
vanguardia de sus rivales y enemigos. Por consiguiente, las estrategias para
combatirle tienen que ser igualmente híbridas, múltiples, adaptables, y deben
aprovechar momentos como el shock que la organización está viviendo esta
semana, para dar pasos no solo en lo material, sino en el mundo de la
comunicación, el de los símbolos, el del lenguaje y la psicología.
Por
ejemplo, algunas de las acciones que se requerirían en una semana como esta
tendrían que incluir: (1) Comunicar de manera eficaz lo que significa la
pérdida de Ramadi para el “Estado Islámico”, (2) Contextualizar esa derrota
dentro del 40% de territorio iraquí que la organización ha perdido desde 2014,
(3) Aunarlo a las otras derrotas que ISIS ha tenido en Siria en las últimas
semanas, (4) Explicar lo que significa el que ISIS se mantenga controlando
focos o “bolsones” de territorio discontinuo, y por ende, la inviabilidad de
conservarlos en el largo plazo, (5) Contrarrestar, por tanto, la narrativa de
ISIS como “estado”, y devolverle el sitio que nunca debió perder: la narrativa
de ISIS como organización insurgente y terrorista, (6) En estas páginas hemos
indicado que para combatir el terrorismo en el mediano y largo plazos, se
requiere de procesos para pacificar los conflictos de donde estas
organizaciones más se alimentan, además de políticas de integración e inclusión
política, económica y social en las regiones donde el terrorismo florece. Por
consiguiente, debido a que eso no está aún sucediendo -y si acaso ocurre,
tardará mucho en materializarse-, hay que explicar también que como grupo
terrorista que es, la pérdida de porciones del territorio que controla ISIS,
lamentablemente no disminuirá el número de atentados cometidos; de hecho,
probablemente incrementará su frecuencia, lo que no significa que el “Estado Islámico”
esté en expansión, sino que se entra a otra fase de lucha en contra de éste.
Por un lado, dentro de los propios territorios sirio e iraquí, es altamente
probable que a medida que el grupo se repliegue de las zonas que actualmente
comanda, escale el número de ataques suicidas y explosiones en contra de
militares y civiles en todas aquellas regiones. Además, gracias a la
penetración de su nombre entre grupos e individuos en todo el planeta, ISIS
llamará constantemente a sus seguidores a efectuar ataques sobre todo similares
al que se vivió en California hace unas semanas, sin descartar ataques más
coordinados como los ocurridos en noviembre en París. Esto sucede justamente
porque gracias a ese tipo de tácticas, la organización comunica que sigue viva
y en expansión, y que la pérdida de territorio no le afecta.
Pero
ese es justo el tema. A ISIS sí le afecta, y mucho. Quizás, si se tratase de
otra organización, cuyo mensaje no descansa en sus posesiones materiales, le
impactaría mucho menos. Pero si ISIS está posicionada como está posicionada,
ello es gracias a que ha sido capaz de comunicar exitosamente su diferencia con
otras organizaciones como Al Qaeda. ISIS busca constantemente decir que ellos
no son un “grupo”, “milicia” u “organización”, sino un estado, un califato que
controla territorio, y que “es más grande que la Gran Bretaña” y “ocho veces
Bélgica”. Por tanto, si ISIS pierde territorio, su calidad de “estado” en
expansión, es vulnerada. La sola comunicación de esa idea podría ser tan
importante como la ganancia táctica material que la victoria de la ciudad de
Ramadi representa para las fuerzas iraquíes apoyadas por Washington. Porque
para mantener semejante cantidad de territorio, el “Estado Islámico” necesita
recursos, y necesita una gran cantidad de personal para proteger, administrar,
y “expandir” las zonas que controla, es decir, necesita conservar su capacidad
de atracción para sostener un influjo constante de nuevos reclutas que
reemplacen a los miles que está perdiendo en sus batallas. Golpear esa
capacidad de atracción, por tanto, le dolería tanto o más que perder cualquiera
de sus ciudades. Falta, sin embargo, que eso se entienda, y que se logre
diseñar estrategias de comunicación no con la misma, sino con mayor eficacia
que la que logran los “community managers” de ISIS.
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