Quid
pro quo/ Andrés Villarreal
Rio Doce, 22 de agosto de 2016
Porky
pig es el platillo estelar en el restaurante La Leche, una conjunción de
costilla de cerdo y lomo, con pesto de arúgula y maíz dulce, una creación del
chef Alfonso Cadena. En La Leche, acorde al concepto, todo el mobiliario es
blanco espeso y ya era famoso antes de la madrugada del lunes 15 de agosto,
cuando intempestivamente se abandonaron los platos de la cena y las copas de
vino, porque ingresaron al menos seis hombres con armas largas y sometieron a
Alfredo Guzmán Salazar, uno de los hijos del Chapo, y a sus cinco acompañantes
—a las mujeres solo las apartaron del grupo—.
Toda
la semana la agenda periodística se volcó en las interpretaciones del
enfrentamiento entre las dos poderosas organizaciones criminales de México: los
hijos del Chapo —parte del Cártel de Sinaloa— y Nemesio Oseguera Cervantes, el
Mencho, que de ser un tercero a las órdenes de Ignacio Coronel, creó una
estructura propia que fue engullendo territorios —mantiene amplia presencia en
Jalisco, Michoacán, Colima y Guerrero—.
Lo
primero que queda claro es que los intereses económicos de las redes criminales
terminan por mezclarse con los intereses públicos. Cuando la autoridad pierde
el control del territorio, el narco ocupa su lugar y se convierte en el
mandatario real.
El
Mencho mantiene en cautiverio al hijo del Chapo porque está buscando un
intercambio, quid pro quo. El captor está en condiciones de pedir porque tiene
algo qué dar a cambio.Así surge una primera interrogante: ¿Qué tiene el Chapo
que quiere el Mencho?
Si
la privación de la libertad de Alfredo Guzmán se tratara solo de una venganza o
ajuste de cuentas, simplemente los ejecutan… y se desatan los demonios. Pero en
realidad no aparece esa intención de entrada, lo que se evidencia es un plan
completo para un intercambio.
Los
de Jalisco Nueva Generación son hechura de Ignacio Coronel, asesinado en julio
de 2010 en su propia casa de Colinas de San Javier. Nacho Coronel estaba a
cargo de todas las operaciones de la organización Sinaloa en el centro del país
y el ingreso de los precursores de cristal a México —a través de los puertos de
Michoacán y Colima— su asesinato desbarata el control que ejercían en la zona
los de Sinaloa, y el Mencho se cree lo suficientemente grande para emprender el
negocio por sí solo.
En
algún momento del 2015 la tolerancia de convivencia entre ambas organizaciones
se rompió por completo y sin enfrentarse en una guerra estaban claramente
separados. Es justo en los tiempos que desde los Estados Unidos le dan la
categoría de Cártel al Jalisco Nueva Generación y a Nemesio Oseguera Cervantes
lo incluyen en la lista negra de las dependencias americanas en la lucha contra
las drogas.
Aquí
es donde volvemos a La Leche. Alfredo Guzmán se encontraba en un sitio donde
concurren políticos y personajes reconocidos de la vida pública de Jalisco y
del país—alguna vez uno de los comensales fue Felipe Calderón—. Los turistas de
los hoteles de gran turismo de Punta Mita acuden a ese restaurante, y es común
reconocer a alguno de los asistentes por tratarse de una figura pública.
De
lo que resulte de este choque inicial entre los hijos del Chapo y el Chapo
mismo contra el Mencho y su clan, depende en mucho los picos de violencia en
todos los estados con influencia de ellos, o sea todo el noroeste y centro del
país.
Margen
de error
(La
búsqueda) Es poco probable que agentes de la PGR o de la Procuraduría de Jalisco
estuvieran realmente tras la pista de los privados de la libertad en La
Leche,de Vallarta. Son más espectadores de lo ocurrido que protagonistas, están
integrando un expediente, en labores de inteligencia para otros expedientes y
en el mejor de los casos sacando conclusiones de lo que significará el
enfrentamiento.
Los
verdaderos interesados en la búsqueda de Alfredo Guzmán son los mismos miembros
de la organización Sinaloa, y evidentemente su familia. Ellos sí sacaron sus
sabuesos y pistoleros, lo mismo que los informantes dentro del gobierno que
están en trabajo permanente para ubicar al hijo del Chapo.
A
estas alturas es clara una negociación en esos niveles para consumar el
arreglo.
Mirilla
(Aprendizaje)El
quid pro quo es asunto viejo en las organizaciones de poder. Se retiene a
alguien para obtener a cambio territorios, dinero, favores o tajadas de poder.
No siempre el intercambio resulta, algunas veces es solo una carnada:
Meses
antes de la muerte de Ignacio Coronel, en plena confrontación con los Beltrán
Leyva, un grupo armado al servicio de Nacho Coronel —llamados La Corona—
mantuvo en cautiverio a una mujer de Héctor Beltrán Leyva pretendiendo un
intercambio para cobrarse el secuestro y asesinato de su propio hijo —Coronel
culpaba a Héctor de ser el autor intelectual—. La Corona liberó a la mujer de
Beltrán Leyva al quedar claro que aceptaba el trato de intercambio.
DEATRASALANTE
(Coronel)Muchos
de los análisis sobre los años de la guerra de Calderón contra el narco
—2007-2012—coinciden en que el verdadero punto de quiebre y la espiral de la
violencia empezó cuando el Ejército abatió a Ignacio Coronel, principal
operador del Chapo Guzmán. Incluso más que el enfrentamiento del Chapo contra
sus socios los Beltrán Leyva, que casi termina por aniquilarlos mutuamente.
Coronel,
el hombre que arribó a Jalisco con las siglas de Amado Carrillo y se encargó
después de los negocios principales de los de Sinaloa, se convirtió con los
años en el hombre fuerte de Jalisco que mantenía una paz narca. Igual que el
hijo del Chapo en La Leche, Coronel solía acudir a los lujosos restaurantes de
la plaza Andares, como cualquier otro comensal pudiente mientras en Sinaloa o
Chihuahua se regaban los cadáveres de la guerra.
Muchos
años estuvo Nacho Coronel en Jalisco, debió tejer con el tiempo una fuerte red
de corrupción que lo mantenía en esa calma. Después de aquel julio de 2010, los
crímenes relacionados con las organizaciones del narco siguieron su espiral.
(PUNTO)
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