JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO
SDP, @jlca007, vie 01 dic 2017
He recibido telefónicamente y vía mi celular, cuyo número debe ser ampliamente conocido, tanto por amigos como por malquerientes, amenazas en las que se dice que debo dejar de tocar los últimos temas que he tratado sobre una muy probable vinculación económica entre algunos personajes (me imagino que son los que tocan la truculenta relación entre Alejandro Quintero, ex directivo de la TV y ahora casi funcionario del gobierno con oficina en Los Pinos, y la empresa que comandan Liébano Sáenz y Federico Berrueto), amenazas que por cierto me tienen sin el menor cuidado.
Dicen que cuando te toca, aunque trates de quitarte. Y cuando no te toca, aunque te pongas acabas librándola.
En esta ocasión las amenazas recibidas revelan que mis columnas han tocado unas fibras muy sensibles de quienes desde el poder hacen lo más reprobable que es combinar la política con los negocios.
1.- Regularmente en mis columnas no toco temas relacionados con el crimen organizado. En algunas ocasiones tengo que dar alguna referencia porque la vinculación crimen organizado-poder es tan lesiva a la sociedad que es inevitable hacer el señalamiento.
2.- He denunciado actos de corrupción, pública y privada, cuando los casos que se tratan son por demás evidentes. Y también lesivos para la sociedad en la medida que esa forma de latrocinio o peculado dejan sin salud, hogar, caminos, trabajo, educación o apoyos a la alimentación, se ve grave e inadmisiblemente afectada.
3.- He denunciado la comisión de los delitos electorales cuando éstos lo ameritan. Por ejemplo la referencia que hice hace unos días al cheque proveniente de las autoridades electorales que la esposa del dirigente del PT, Alberto Anaya, sin más trámite los ingresó a su chequera.
Pronostiqué la candidatura de José Antonio Meade como precandidato del PRI a la presidencia de la república.
Y no creo que por ello me estén amenazando Enrique de la Madrid (gran amigo, por cierto), Miguel Ángel Osorio, Aurelio Nuño o José Narro.
Entonces, por hechos recientes, las fibras que he tocado son las de los intereses que ligan a los mencionados Alejandro Quintero, Liébano Sáenz y Federico Berrueto.
De los últimos dos no espero una bajeza de tal grado.
Queda en el descarte Alejandro Quintero, cuya trayectoria en la iniciativa privada y en el sector público, lo hace muy susceptible de proceder a través de la intimidación.
Las cosas como son. Vamos a ver quién resiste más, si el autor de las amenazas y las cumple; o el redactor de estas notas que con muchos años en el oficio me han reclamado algunas de mis publicaciones.
Y cuando he visto que cometí un error o que enjuicié a alguien sobre informaciones no comprobables, me he disculpado con toda amplitud públicamente con los afectados.
De proseguir estas amenazas acudiré a la oficina del departamento de protección a periodistas que dependen de la subsecretaría de derechos humanos de la Segob, a cargo del eficiente y honesto Roberto Campa Cifrián.
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