El psiquiatra militar Nidal Malik Hasan protagonizó esta semana la peor matanza de la historia de las bases militares estadounidense.
El psiquiatra de 30 años con rango de comandante dentro del Ejército de E UU tenía como misión tratar a los soldados que sufrían de estrés postraumático a su regreso de los frentes de Irak o Afganistán. Durante ocho años desempeñó esa labor en un hospital militar de Washington.
Hacía sólo unos meses que había sido trasladado a Fort Hood, Texas, la mayor instalación militar de EE UU, con 55,000 militares, y una de las puertas de salida de los efectivos con órdenes de partir hacia las dos guerras que este país tiene abiertas en el mundo.
Fort Hood cuenta con el triste honor de que 500 de sus hombres formen parte de los más de 4,600 combatientes que han perdido la vida en Irak.
Lo que pudo llevar a este ciudadano estadounidense, nacido en Arlington (Virginia) -pero que registró su nacionalidad como "palestina" en un formulario de su mezquita con el que buscaba una esposa devota y fiel-, que hizo toda su carrera dentro del estamento militar, a abrir fuego sobre 43 personas, matando a 13 (12 militares y un civil) e hiriendo a 30, sigue siendo desconocido. ¿Enajenación mental? ¿Fanatismo religioso? ¿Frustración por el hecho de que Barack Obama no retirase las tropas de Irak? Quizá todo ello a la vez.
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