Réplica / Aguayo responde a Reyes Heroles
Reforma, 05-Ago-2011.
Estimado Federico (Reyes Heroles)
Leí tus críticas a mi categorización del papel jugado por Jesús Reyes Heroles en la creación del sistema político ("Las pajareras", 3 de agosto). Preciso lo esencial.
El protagonismo de los partidos. En los sesentas y setentas el régimen enfrentaba una oposición violenta y otra pacífica. Una respuesta fue la Reforma Electoral de 1977 que tuvo, como principal arquitecto, a Jesús Reyes Heroles. Fueron cambios pensados, sobre todo, para la izquierda; una parte abrazó las urnas otra siguió alzada en armas.
Esa reforma dio un enorme protagonismo a los partidos: en 1917 ni siquiera eran mencionados en la Constitución; en 1977 se les ungió como "entidades de interés público" garantizándoles un "mínimo de elementos" materiales. Ese "mínimo" se transformó en una cascada de dinero con las reformas de 1996 y 2007 que también fortalecieron el monopolio de los partidos sobre la vida pública.
Los individuos y la historia. Uno de los retos del historiador es darle un justo peso al papel de las personas. Nadie discute el peso de Jesús Reyes Heroles en la transición pero falta establecer mejor sus motivaciones e intenciones en decisiones fundamentales para el México de la actualidad. Hay evidencia para asegurar que creía que los partidos eran el instrumento fundamental para la democracia. Creo que nunca anticipó la degradación alcanzada por la partidocracia. Falta más investigación.
Escribí que "su diseño arquitectónico [de la reforma electoral pensada por Reyes Heroles] tenía fallas que ahora pagamos". Lancé entonces la posibilidad de que "fuera un plan premeditado". Reforcé la hipótesis con una conferencia impartida el 30 de noviembre del 2009 en El Colegio de México por Porfirio Muñoz Ledo; aseguró que Reyes Heroles presumía que con esa reforma iba a "tener 100 jilgueros de muchos colores en la Cámara de Diputados".
En cuanto a mi rigor académico (o falta de) te aclaro que dediqué siete años a investigar y escribir una interpretación integral de esa transición que tuvo entre sus protagonistas a Reyes Heroles. Las metodologías, conclusiones e hipótesis aparecen en Vuelta en U (Taurus, 2010) y La transición en México. Una historia documental, 1910-2010 (Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, 2010).
Con el afecto de siempre,
Sergio
Réplica / Replica Reyes Heroles a Aguayo
Reforma 04-Ago-2011:
Estimado Sergio (Aguayo):
Con verdadero asombro leí en tu artículo de hoy las líneas que le dedicas a Jesús Reyes Heroles. Independientemente de perspectivas personales sobre el "gradualismo", tu artículo contiene no sólo inexactitudes sino inferencias insostenibles. Aludo a las primeras. ¿A qué te refieres con "metió a los movimientos sociales y a las protestas en el regulado terreno de las campañas de elecciones"? Me da la impresión de que piensas en la sociedad civil de hoy y no en los movimientos emanados de los partidos políticos de hace tres décadas. ¿Cómo te explicas que esos movimientos, los cuales participaron en la reforma, la hayan aceptado y reconocido como un avance? Después, con un simplismo inusual en ti, afirmas que "convirtió a los partidos en los grandes protagonistas". Me parece que olvidas las varias reformas electorales, cinco si no mal recuerdo, ocurridas desde entonces y que fueron trasladando un excesivo poder a los partidos políticos. Por cierto en esto los actores fueron los propios partidos, no Reyes Heroles. No procede atribuir a un hombre las deformaciones ocurridas durante los treinta años posteriores a su acción. Por cierto tienen responsables muy concretos y conocidos: las dirigencias partidarias. Merodea la infamia.
En ese mismo sentido llama la atención que afirmes la posibilidad de que fuera un "plan premeditado", acaso quieres decir que Reyes Heroles tenía un diseño para caminar hacia la "partidocracia" que hoy nos sofoca. Un cálculo de esa dimensión sería digno de dioses. ¿De verdad crees que algo así es posible? Finalmente sorprende que un investigador, tan apegado a la documentación histórica, sustente sus tesis en dichos: "hay quienes oyeron a Reyes Heroles presumir que, con esa reforma, iba a tener '100 jilgueros de muchos colores en la Cámara de Diputados'". ¿Por qué no, en vez de sustentar tus tesis en rumores y en conjeturas, miras a los hechos? Con esa reforma, gradualista, pero de fondo, se echó a andar la pluralidad política del México moderno.
Me parece irresponsable querer imputar a un hombre -34 años después de que emprendiera esa reforma histórica-, las carencias y deformaciones del México de hoy. Simplemente no cuadra con la seriedad de un investigador.
Un saludo
Federico
El texto cuestionado:
Las pajareras/ Sergio Aguayo Quezada
Reforma, 03-Ago-2011;
La versión estenográfica del diálogo en el Alcázar de Chapultepec es una obra en tres actos sobre la resquebrajada relación entre sociedad y clase política. Por entre las fisuras se observa un gradualismo anquilosado.
Primer acto: el desahogo. Las víctimas de la democracia pervertida vapulearon a los legisladores. Los tacharon de "corresponsables de nuestros muertos y de nuestros dolores", que viven en "recintos [que] son las expresiones arquitectónicas de su aislamiento; búnker de un poder que prefiere darle la espalda a los ciudadanos y contemplarse en el espejo de sus ambiciones" y de reciclarse en "elecciones onerosas y corruptas". También les dijeron mezquinos, irresponsables, contratistas, etcétera.
Acto segundo: la contrición. En público los señalados entonaron un Mea Culpa y se pusieron como deber el "asumir nuestra responsabilidad", pidieron perdón y prometieron "respeto a las víctimas y a sus familias". Se disculparon y se exhortaron, a sí mismos, a "mirar de frente a la sociedad civil que ha resultado tan profundamente lastimada". También pidieron a los enjuiciadores que "no descalifique[n] a todos, no es justo" y hasta hubo originales llamados a la interlocución: "deme la oportunidad, contésteme el teléfono". Después de veintiuna intervenciones de víctimas y políticos vino una pausa que distendió el ambiente.
Acto tercero: en el país de los "peros". Las víctimas reiteraron sus peticiones concretas e hicieron la pregunta clave: "queremos saber, ¿cuándo?". Los legisladores siguieron un patrón: expresaban cuánto sufrían por México, recordaban lo que habían hecho ellos o su fracción por el México doliente y luego se escudaban en sofisticados "peros": el Legislativo tiene sus tiempos, el Ejecutivo ha dejado de hacer tal o cual cosa, es difícil obtener consensos con 500 diputados y 128 senadores.
La obra dibuja el estado de la democracia mexicana. En el haber estarían, por ejemplo, los avances en la libertad de expresión que son una grata realidad. Según Gabriel Almond y Sidney Verba, en 1959 sólo 19% de los adultos se sentían libres de discutir un tema político; en 2000, dice la Encuesta Mundial de Valores, 86% perdieron el miedo. En las palabras de unos y otros se expresa la fe en los métodos pacíficos y la aprobación de la democracia pero también hay una gran insatisfacción sobre la forma en cómo funciona. Regresemos en el tiempo para entender la concepción del problema.
Epílogo: ¿El ocaso del gradualismo? En abril de 1977 Jesús Reyes Heroles advirtió que la "intolerancia sería el camino seguro para volver al México bronco y violento" y con esa tesis empujó la famosa reforma electoral. En agosto de aquel año don Jesús hizo un encendido elogio del "gradualismo", un "método [que] nos ha permitido alcanzar metas firmes y no exponer el país a fuertes retrocesos por avances deslumbrantes".
Su diseño arquitectónico tenía fallas que ahora pagamos: metió a los movimientos sociales y a las protestas en el regulado terreno de las campañas y elecciones y convirtió a los partidos en los grandes protagonistas. Es posible que fuera un plan premeditado porque hay quienes oyeron a Reyes Heroles presumir que, con esa reforma, iba a "tener cien jilgueros de muchos colores en la Cámara de Diputados". Pues ahí siguen en sus pajareras monopolizando la vida pública, disfrutando de altos salarios y prerrogativas y entreteniéndose en un gradualismo disfuncional que los divorcia de la sociedad.
El diálogo en el Alcázar fue una sacudida de seis horas. ¿Saldrán de sus pajareras? Hay razones para tener una respuesta negativa. Cuando el poderoso líder de los diputados priistas, Francisco Rojas, dejaba el Castillo aclaró que él no se sentía aludido, "cumplo con mi deber, cumplo con mi trabajo". Es también posible que algunos legisladores empujen cambios porque reconocieron que "ahora falta que los que hemos sido interpelados hoy públicamente por este movimiento, cumplamos lo que aquí estamos asumiendo públicamente".
Quedan como síntesis una pregunta y una afirmación hechas por las víctimas: "¿dónde está el Estado?", planteó uno; y el tiempo "se nos está acabando", dijo otra.
Y sí, ¿cuánto le queda a un sistema profundamente disfuncional? Nadie lo sabe.
Hay momentos en los que el análisis se cierra con interrogantes sin respuesta.
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