En
Guatemala, rumor bochornoso/LOUISA
REYNOLDS
Proceso, 24 de febrero de 2013
CIUDAD
DE GUATEMALA.- La avalancha de rumores y especulaciones en torno a la supuesta
muerte de Joaquín El Chapo Guzmán, desmentidos oficialmente el viernes 22,
produjeron un incidente bochornoso para el gobierno guatemalteco.
“Hubo
un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad de Guatemala con narcotraficantes
en San Francisco (en el departamento norteño de Petén, frontera con México).
Dos murieron. Uno de ellos es muy parecido físicamente al Chapo”, declaró el
ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, a la agencia de noticias EFE,
la noche del jueves 21.
Incluso
afirmó que en las próximas horas agentes de la Procuraduría General de la
República (PGR) de México llegarían a Guatemala para identificar el cadáver
mediante pruebas de ADN.
Las
declaraciones del secretario general de Comunicación de la Presidencia,
Francisco Cuevas, también le dieron visos de veracidad a lo que inicialmente
fue un rumor amplificado en Twitter y otras redes sociales.
El
funcionario informó a la televisión local que en el norte de Petén hubo un
choque armado entre dos grupos de narcotraficantes en el que murieron al menos
dos personas, a las cuales se les tomaron fotografías y huellas dactilares para
determinar su identidad y confirmar si uno de ellos era el capo mexicano.
Sin
embargo, unas horas después, en entrevista con Televisa, Cuevas admitió que
ningún elemento militar había llegado a la zona y que ni el enfrentamiento ni
el hallazgo de los cadáveres se habían confirmado.
El
viernes 22, después de mediodía, durante una improvisada conferencia de prensa
en la sede del diario Prensa Libre, el medio impreso de mayor circulación en el
país, López Bonilla ofreció una versión muy distinta de los hechos,
retractándose y hasta ofreciendo disculpas por el “malentendido”.
“Anoche
no fuimos una fuente primaria de información sobre este tema. Empezamos a
recibir llamadas sobre las nueve (de la noche) preguntándonos si podíamos
confirmar un suceso que supuestamente había sucedido en Petén: la posibilidad
de un enfrentamiento armado entre narcotraficantes en el que se señalaba que
podía haber como víctima fatal (sic) el señor Joaquín Guzmán, conocido como El
Chapo. Después empezaron a entrar las llamadas desde México”, externó López
Bonilla.
Según
el ministro, las autoridades trataron de verificar la información supuestamente
basada en testimonios de vecinos de Petén, quienes aseguraban haber visto una
caravana de vehículos durante la tarde y hablaban de un presunto enfrentamiento
en el cual podría haber “víctimas fatales”. Los rumores, dijo López Bonilla,
procedían de la aldea San Valentín, municipio de San Francisco, y del municipio
de Sayaxché, ubicados en el centro y sur de Petén, respectivamente.
De
acuerdo con la nueva versión del ministro ofrecida el viernes 22, los
ministerios de Gobernación y de Defensa movilizaron efectivos de la Primera
Brigada de Infantería a los puntos donde se habría producido el enfrentamiento,
pero no hallaron nada.
López
Bonilla también modificó lo que había dicho el día anterior acerca de la
supuesta llegada de los expertos mexicanos. “Lo que ayer establecimos y fue
parte de algunas declaraciones, fue hacer un contacto con las agencias
mexicanas. Con base en eso se especuló sobre escenarios: ¿y si se encuentra el
lugar? ¿Y si hay cadáveres y alguno tiene un parecido a él (Joaquín Guzmán) y
las autoridades guatemaltecas no lo logran identificar? El tema era que ya
estábamos en comunicaciones para que algún grupo técnico pudiera venir al
país”.
Los
rumores sobre la presunta muerte del Chapo Guzmán surgieron horas después de
que varios medios estadunidenses, entre ellos Univisión, difundieron un correo
electrónico de WikiLeaks, en el cual analistas de la firma de seguridad y
consultoría Stratfor afirmaban que el líder del Cártel de Sinaloa se encontraba
en Petén y se trasladaba con frecuencia entre Guatemala, Honduras y México.
El
correo electrónico no es nuevo, pues forma parte de los documentos sobre
Stratfor que WikiLeaks filtró en febrero de 2012.
David
Martínez-Amador, profesor de etnografía del crimen organizado y analista de
InSight Crime –organización de periodistas especializados en el tema–, señala
que los medios de comunicación latinoamericanos tienden a reproducir los
reportes de inteligencia de think tanks como Stratfor, sin cuestionar de dónde
provino la información o qué intereses podrían motivar su filtración a la
prensa.
Para
Martínez-Amador, es necesario “tomar con pinzas” lo que afirma Stratfor, ya que
muchos de los datos recabados por sus analistas no provienen de investigaciones
de campo y la organización se nutre de informes elaborados por exfuncionarios
del gobierno mexicano. “Eso no les quita la calidad que tienen para
interpretar. Pero, ¿cuál es la fuente de donde obtienen la información?, se
pregunta.
Este
semanario trató de localizar a Fred Burton y a Scott Stewart, analistas de
Stratfor, pero no respondieron a las llamadas ni a los correos electrónicos.
En
1993 El Chapo fue aprehendido en Guatemala, de manera que la versión de que
pudiera encontrarse escondido en la selva petenera no parecería descabellada.
Pero Martínez-Amador hizo notar que “en 1993 Joaquín Guzmán no era El Chapo y
llegó a Guatemala perseguido por el Cártel de Juárez”.
“¿Por
qué un actor tan calculador que no se ha caracterizado por tomar malas
decisiones se saldría de su área y de las poblaciones vernáculas que le sirven
de marco de protección?”, insiste Martínez-Amador.
“¿Qué
intereses podrían existir detrás de los rumores sobre la presencia de Guzmán en
territorio guatemalteco? Cuando el nombre de un capo suena mucho se lo quieren
bajar. Es comprensible el estrés que generó la noticia en los círculos
sinaloenses; la gente de la estructura está preocupándose porque cuando un capo
muere hay luchas internas por los liderazgos. Puede suceder que ahora El Chapo
demuestre que está vivo y rompa el velo de sigilo y así logren (las
autoridades) captar alguna comunicación”, explica el académico.
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