La disidencia
académica y el compromiso científico/Holm-Detlev Köhler es profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo.
El
País | 14 de junio de 2013:
La
concesión del premio Príncipe de Asturias a la socióloga Saskia Sassen es una
gran noticia. Saskia Sassen es brillante y navega contracorriente en un mundo
de falsas excelencias, permanentes evaluaciones burocráticas, productos
científicos banales y una enseñanza universitaria cada vez más precaria. De sus
múltiples y valiosas enseñanzas quiero destacar tres:
1.
La globalización tiene geografía, actores y luchas por el poder. La ideología
dominante vende a la globalización como un proceso automático e imparable.
Saskia Sassen, en cambio, nos enseña que la globalización tiene una base
territorial jerárquica liderada por un reducido grupo de “ciudades globales”
que aglutinan las sedes centrales de las corporaciones transnacionales y grupos
financieros, los centros de poder político, las élites de capital humano. Allí
se concentran los beneficiarios de la globalización, pero también una nueva
clase de explotados. Los ricos globalizados necesitan mano de obra servil y
barata para limpiar sus casas y oficinas, lavar su ropa, cuidar sus niños y
coches y vigilar sus puertas. La globalización, insiste Sassen, no genera más
riqueza sino que abre una brecha creciente entre ricos y pobres con las clases
medias menguantes.
Ahora
bien, la presión polarizadora se siente en todas las ciudades globales, pero de
forma muy desigual. Mientras Madrid o Manila, por ejemplo, viven un proceso de
desigualdad y exclusión social sin apenas capacidad de corrección, Oslo y
Copenhague minimizan estos efectos con el mantenimiento de un Estado de
bienestar bien dotado y articulado.
Por
otro lado, Sassen también nos enseña que la inversión extranjera en los países
en vías de desarrollo no ayuda a retener y emplear a la población autóctona,
sino que destruye las economías tradicionales y fomenta la emigración y la
desigualdad. La presión de la competitividad y de los agentes financieros
reduce las inversiones en educación y bienestar, ahoga el desarrollo y estimula
todavía más la emigración y la economía sumergida.
Finalmente,
Sassen contradice la visión generalizada de los Estados-nación. Los Estados no
desaparecen sino que se transforman en un proceso de “desnacionalización”. Las
políticas, los bancos, las universidades, las infraestructuras, etc.,
permanecen insertados en estructuras estatales pero adoptan funciones
globalizadoras. Las grandes categorías sociales, el territorio, la autoridad y
los derechos, se habían nacionalizado en largos procesos históricos y ahora se
están desnacionalizando facilitando una nueva geografía global.
2.
La reivindicación de la Sociología Histórica. Metodológicamente, Saskia Sassen
vuelve a la Sociología clásica y a los grandes estudios de la Sociología
Histórica del siglo XX de autores como Elias, Moore, Skocpol o Tilly. Se opone,
así, a la tendencia dominante de las últimas tres décadas de reducir a la
Sociología a analizar fenómenos puntuales mediante operaciones estadísticas
sobre encuestas y a interpretaciones basadas en teorías planas como la elección
racional.
Las
modernas aglomeraciones urbanas forman para los ojos analíticos de Sassen una
“zona heurística”, un tipo de laboratorio para identificar procesos de cambio
social de largo alcance. Pero para identificar estos procesos hay que “usar la
historia como un experimento natural”. La globalización actual aparece, en esta
perspectiva, como un complejo conjunto de transformaciones institucionales o
“capacidades”, en referencia a Martha Nussbaum, desarrolladas por el sistema de
Estados soberanos.
Las
transformaciones fundacionales desde la época nacional a la global forman
nuevas “lógicas organizativas”, un ensamblaje entre capacidades desarrolladas
en el orden anterior y nuevas capacidades emergentes. Durante la época
nacional, las políticas fiscales, económicas y tecnológicas fortalecían a las
naciones y sus ciudadanos. Estas capacidades del Estado-nación se convierten
hoy en capacidades de la globalización donde las políticas fiscales y
económicas fortalecen a las empresas transnacionales en detrimento de las
naciones y los ciudadanos. Estos últimos reaccionan con un distanciamiento
frente a sus Estados, no consideran a los Gobiernos del Estado suyos (“¡No nos
representan!”), rompiendo así el contrato histórico de la revolución burguesa
entre Estado y ciudadanía.
3.
La tercera enseñanza de Saskia Sassen nos lleva a la futura quiebra de nuestro
sistema académico-universitario. Una de las científicas más importantes de
nuestra época no ha conseguido ningún sexenio, ninguna acreditación, frente a
los criterios de nuestras agencias de evaluación, que anteponen siempre el
mismo criterio: tres publicaciones JCR (Journal Citation Reports) en los
últimos cinco años. Sassen no tiene ni una, sino que ha publicado libros e
informes, fruto de proyectos de investigación de verdad y referencias
fundamentales para académicos comprometidos, ha publicado numerosos artículos
en medios de gran difusión, etc., pero se ha resistido a la práctica de inflar
su currículum con artículos estandarizados sin interés ni lectores, más allá de
círculos de amigos de citación mutua. Estamos entregando nuestra calidad
científica a Thompson Reuters (la empresa gestora de los JCRs) igual que la
calificación de nuestras economías a Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s. La
estandarización de nuestra enseñanza universitaria y de nuestra producción
científica nos llevará a universidades sin debates, investigaciones sin
compromiso y un sistema académico sin pensamiento.
El
tan merecido premio para Saskia Sassen nos deja, por lo tanto, un sabor
agridulce porque puede representar un galardón para una representante de una
estirpe en proceso de extinción.
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