EL
CARDENAL ANGELO SCOLA/entrevista
Por ANDREA
TORNIELLI/Vatican Insider.
«En Europa está atardeciendo, estamos
cansados, viejos, tanto como sociedad civil como Iglesias. Debemos
replantearnos a nosotros mismos radicalmente...». A la vigilia del encuentro de
“Oasis”, que comenzará mañana en Milán, el cardenal Angelo Scola dialoga con
“La Stampa” sobre el Medio Oriente, la libertad religiosa, la laicidad del
Estado y el llamado a la pobreza de la Iglesia que lanzó Papa Francisco.
-¿Las
protestas en Turquía son un capítulo de la “primavera árabe”?
-Es
más bien una protesta civil desencadenada por una pluralidad de factores, como
la intención de la reislamización acompañada por una actitud autoritaria en
aumento. Es otra de las señales que Europa debe tomar muy en serio.
-Occidente
quería «exportar la democracia» y ahora se muestra impotente ante la masacre en
Siria...
-Es
necesario, sobre todo, escuchar: los obispos del Medio Oriente están en contra
de las intervenciones armadas y consideran que nosotros los occidentales no
tenemos toda la información correcta sobre los llamados “rebeldes”, entre los
que también hay muchos afiliados a grupos fundamentalistas. Claro, en toda la
zona es evidente la gran oposición entre musulmanes sunitas y chiítas.
-¿Por
que los cristianos de estos países añoran a menudo los viejos regímenes?
-Porque
esos regímenes autoritarios siempre habían garantizado una cierta libertad y
una cierta protección. Pero esto no puede justificar las dictaduras ni sus
atrocidades. Nosotros los occidentales debemos resistir a la tentación de
discutir en nuestros salones ante una taza de té, para expresar juicios sobre
situaciones que en gran medida desconocemos. «Exportar la democracia» es una
decisión poco realista. Es necesario más tiempo, mucha paciencia y una
concepción diferente de las relaciones entre estos pueblos y Europa.
-¿Por
qué Europa se queda mirando y los cristianos occidentales han perdido la voz?
-Estanos
cansados, viejos, tanto como sociedad civil como Iglesias. Y es comprensible:
desde hace siglos llevamos sobre los hombros cuestiones muy complejas. No nos
gusta admitirlo, pero en Europa parece haber llegado el atardecer. Se necesita
una nueva síntesis. La Providencia nos está dando una sacudida con el nuevo
Papa que propone volver a empezar a partir de la experiencia elemental, común a
todos los hombres. Las Iglesias europeas deben tener la valentía de volver
empezar desde ahí.
-¿Qué
piensa de la relación entre la sociedad laica y las religiones?
-Como
cristianos, no prentedemos privilegios. Pero esto no quiere decir que los
poderes institucionales puedan neutralizar las religiones y las culturas,
creando una especie de “tierra de nadie”. Lo que sirve es una aconfesionalidad
positiva para con todos estos sujetos. Todos tienen una fisionomía pública y
deben contar con un espacio para expresarla, dialogando con las demás visiones
en vista de un reconocimiento común.
- Hay algunos que dicen que los cristianos
tienen una cierta idea sobre la familia y que los demás deben ser dejados en
paz...
-¡Claro!
Pero, si con esto pretenden quitarnos a los cristianos la posibilidad de decir
lo que pensamos sobre estos temas, se trata de un profunda equivocación. Si yo
estoy convencido de que la familia basada en el matrinonio entre un hombre y
una mujer, abierta a la vida, es un bien para la sociedad y extiendo esta
visión propia, estoy quitando algo a la sociedad misma. Este es capital, pero
no lo han entendido. Y los intentos por neutralizar ciertos principios
irrenunciables para los cristianos demuestran que no se comprende el dinamismo
de la sociedad plural, en la que, para legislar adecuadamente, es necesario un
diálogo en calma, pero denso.
-Se
sigue hablando del reconocimiento de las uniones entre homosexuales...
Una
cosa es garantizar los derechos individuales a todos, pero otra es atacar
directa o indirectamente a la familia.
-¿No
le parece que los católicos que participan en la política apuestan solo por
algunos valores no renunciables y que olvidan otros?
-Los
principios tienen una jerarquía: por encima de todo está la visión del hombre,
después la vida social que deriva de ella. Pero ya Santo Tomás afirmaba
que el destino de los bienes es
universal, por ello todos, incluso los bienes privados, son dados solo en uso. Si
soy justo, cuando decido comprar algo, no puedo no planterame el problema del
hambre en el mundo. El hombre europeo debe replantear la materia compleja de la
finanza en relación con la producción. Hemos afrontado la relación entre la
ética y la política, y un poco menos la relación entre la economía y la
política. Sufrimos el mercado como si fuera una necesidad natural y no un hecho
cultural.
-¿Cómo
le parecen estos tres meses de Francisco?
Estoy
impresionado por la fuerza de su testimonio, por su estilo de vida y por su
capacidad de relacionarse con la gente. Creo que es una enorme gracia. Pero
también me parece que está muy consciente de la necesidad de tomar decisiones y
también de que sabrá tomarlas.
¿Qué le parece el llamado de Francisco a la
pobreza en la Iglesia?
La
situacion de no pobreza de nuestras Iglesias se debe a la complejidad de
nuestra historia: basta recordar el peso de las burocracias en nuestras
estructuras. Pobreza significa adecuar la proporción de los medios con el fin.
Debemos generar una vida eclesial, esencial, sobria y proporcionada con el
único objetivo de ofrecer el testimonio del Evangelio, sin redundancias
inútiles.
¿Qué
piensa de la decisión del Papa de crear un “consejo” de ocho cardenales?
-En
el gesto profético de la renuncia de Benedicto XVI estaba implícito también un
grito: no se puede dejar una tarea tan pesada en los hombros de una sola
persona. Durante el pre-cónclave dijimos que, sin atacar el primado, habría
sido providencial si el nuevo Papa encontraba nuevas formas para guiar a la
Iglesia. Este grupo de trabajo es positivo y creo que, en esta dirección, podrá
haber muchas otras cosas.
-A
diez años de la fundación de Oasis, ¿cómo percibe la relación entre el
cristianismo y el islam?
-Oasis
nació porque nos dimos cuenta de que había y hay una enorme ignorancia
recíproca. La ignoranciahace que aumente el miedo e impide interpretar los
procesos en acto de la historia, que no podemos detener, pero que podemos
tratar de orientar. El resultado más hermoso ha sido reunir a un centenar de
personas (cristianas y musulmanas) que han aprendido a conocerse, a apreciarse
y a razonar juntos. Sin simplificar los problemas o anular las diversidades,
hemos entendido que debemos vernos los unos a los otros creando un patrimonio
común.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario