21 jul 2013

En duda, la “paternidad” de la captura de Treviño Morales


 En duda, la “paternidad” de la captura/J. JESÚS ESQUIVEL
La aprehensión de Miguel Ángel Treviño Morales fue obra de un grupo de élite de la Marina mexicana, asegura a Proceso un funcionario de la Secretaría de Gobernación, lo que contrasta con las versiones periodísticas según las cuales Estados Unidos proporcionó información a las autoridades mexicanas para detener al capo. Un agente de Estados Unidos enrolado en la lucha contra el narcotráfico corrobora aquella versión: afirma que desde que Enrique Peña Nieto llegó a Los Pinos, su gobierno tiene congeladas a las agencias estadunidenses que operan en México.
WASHINGTON.- La aprehensión de Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, exhibió la exclusión de los operativos antinarcóticos a la que el gobierno de México tiene sometidas a las agencias federales de Estados Unidos, así como las traiciones e intereses entre los cárteles del narcotráfico, sostienen agentes y funcionarios de los dos países.
Ni siquiera nos avisaron. La captura de Treviño Morales nos tomó por sorpresa y, debo admitirlo, fue una operación de inteligencia 100% de México”, dice a Proceso un agente estadunidense que opera en territorio mexicano. “Nos tienen marginados”, machaca e insiste en mantener su nombre en reserva.

 La madrugada del lunes 15, a las afueras de Nuevo Laredo, Tamaulipas, efectivos de la Secretaría de Marina (Semar) aprehendieron al Z-40, líder del grupo criminal Los Zetas, junto con otros dos hombres. No hubo disparos. Apenas conocida la noticia, provocó una serie de especulaciones sobre el involucramiento de Washington.
 “No hubo participación de ninguna agencia de inteligencia de Estados Unidos. La captura de este criminal fue resultado de una investigación de la Marina, punto”, sostiene Eduardo Sánchez Hernández, subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, lo que corrobora la versión del agente estadunidense.
 Aun cuando la captura del Z-40 ocurrió alrededor de las tres de la madrugada del lunes 15, la noticia la dio a conocer Alfredo Corchado, corresponsal en México del periódico texano The Dallas Morning News, esa misma tarde.
La primicia de Corchado, autor del libro Medianoche en México y uno de los periodistas amenazados por Los Zetas, desató las especulaciones en los medios mexicanos y estadunidenses respecto de la presunta participación de Washington en la captura del Z-40.
“Están castigados los agentes y los jefes de la DEA, la CIA y el FBI. La cooperación en México con estas dependencias de Estados Unidos está prácticamente congelada. Estaban espiando todo y Gobernación les cerró la puerta y los excluyó de las labores conjuntas contra el narcotráfico”, subraya un funcionario mexicano implicado en asuntos de inteligencia consultado por Proceso.
Y añade, tras solicitar al corresponsal omitir su nombre y el de la dependencia en la cual trabaja: “En otras palabras, los estadunidenses en México ya no tienen, por ahora, el acceso que tuvieron durante el gobierno de (Felipe) Calderón”.
Bloqueos confirmados
Desde el 1 de diciembre del año pasado, cuando Peña Nieto asumió la Presidencia, la Secretaría de Gobernación se dio cuenta del nivel de espionaje e infiltración de las agencias de inteligencia de Estados Unidos en los asuntos nacionales, al cobijo de la lucha contra el narcotráfico. Desde entonces congeló las operaciones de la DEA, la CIA, el FBI y otras dependencias de Washington en territorio mexicano (Proceso 1889 y 1915).
Pero no fue sino hasta la caída del Z-40 cuando, a través de los medios de su país, el gobierno de Barack Obama lo admitió: Dependencias como la DEA ya no tenían el acceso y la libertad de operación que con la Iniciativa Mérida les concedió la administración de Calderón.
“El nuevo gobierno (de Peña Nieto) se ha burlado al nivel más profundo de la participación de las agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos en México e impuso nuevos límites a sus niveles de acceso, lo que provocó dudas entre funcionarios y analistas respecto de si el gobierno mexicano estaría profundamente comprometido a confrontar a las bandas del tráfico de drogas”, publicó The New York Times el martes 16.
Ese mismo día The Washington Post destacó en su portal en internet un despacho de Nick Miroff, su corresponsal en la Ciudad de México, en torno a la captura del Z-40:
“Buscado en los Estados Unidos y en México, Treviño es el primer jefe de un cártel capturado o eliminado desde que en diciembre Peña Nieto asumió la Presidencia en medio de dudas de que su gobierno –tomando en cuenta la mala reputación de que su partido, el PRI, hace arreglos con el bajo mundo– pudiera cazar a los capos del crimen organizado con la misma agresividad que Calderón.”
 Miroff enfatizó: “(Esas dudas) crecieron después de que funcionarios del gobierno de Peña Nieto pusieran limitaciones a las capacidades de operación de agencias de Estados Unidos, como la CIA y la DEA en México, lo cual desató advertencias de agentes estadunidenses de que habría consecuencias en la cooperación para el combate a las drogas”.
 En su artículo, el corresponsal del Post no mencionó la supuesta participación estadunidense en el operativo.
 Para el funcionario mexicano consultado por Proceso, quien colabora con las agencias estadunidenses, Washington no admitía el aislamiento de sus agentes en México por una razón: Hacerlo implicaría “aceptar que Gobernación les cerró las puertas porque los agarró espiando cosas que no les correspondían”.
 El miércoles 17 los diarios Reforma y El Universal informaron de la captura del Z-40. El primero destacó que el operativo se realizó en sólo siete minutos; el segundo, en su columna Bajo Reserva, comentó: “En Washington comienzan a mover el dato de que el Pentágono dio a las autoridades mexicanas algunas pistas de la ubicación del criminal (Treviño Morales) recabadas por drones, desde el espacio aéreo estadunidense”.
 El día anterior, The New York Times y el sitio electrónico de The Washington Post publicaron sus propias versiones.
 Firmada por su corresponsal en México, Randal C. Archibold, y por la reportera Ginger Thompson, la nota de primera plana del Times decía: “Detrás de escena, autoridades estadunidenses jugaron un papel clave en su aprehensión, y después de su arresto confirmaron su identidad por medio de pruebas biométricas y de ADN, de acuerdo con funcionarios de ambos lados de la frontera, quienes no están autorizados a hablar públicamente del caso”.
 Archibold y Thompson resaltaron el asunto de las limitaciones que el gobierno de Peña Nieto impuso a las agencias de inteligencia estadunidenses; también señalaban que las autoridades mexicanas reconocen la necesidad de la ayuda estadunidense y que, por lo tanto, “hace meses” intercambiaron información sobre Treviño Morales.
 “Los estadunidenses pasaron información sobre el nacimiento de un hijo de Treviño hace poco más de un mes”, escribieron los reporteros del Times citando a un agente de Estados Unidos; también indicaron que El Z-40 había sido capturado cuando realizaba un viaje para ver, precisamente, a su hijo. Según Archibold y Thompson, el gobierno de Peña Nieto “no había admitido la intervención de Estados Unidos en la operación”.
 El cerco
En contraste al despliegue que dio The New York Times a su nota del martes 16, The Washington Post publicó en su edición impresa del miércoles 17 en la página A11 el texto de su corresponsal Miroff, titulado Captura del capo de las drogas robustece las credenciales de Peña Nieto en la lucha contra el crimen.
Según Miroff, hasta ese momento funcionarios de los dos países aún no se atrevían a hablar acerca de si hubo o no participación de Estados Unidos en el arresto. “La pregunta ahora es saber si Treviño será extraditado a Estados Unidos”, matizó el corresponsal del Post.
 Sánchez Hernández sostiene que la captura del Z-40 demostró la efectividad de una combinación de estrategias operacionales y de información de inteligencia realizadas exclusivamente por la Semar.
 “Desde hace meses entre los estados de Coahuila y Tamaulipas se habían ubicado las zonas de desplazamiento de Treviño y se había tomado nota de los ejercicios de violencia que venía llevando a cabo, incluso contra su propia gente”, cuenta Sánchez Hernández a este semanario.
 “Andaba a salto de mata por caminos de terracería”, enfatiza, pues sabía de las acciones emprendidas por la Semar para atraparlo. La madrugada del lunes 15, relata, grupos terrestres de la Marina acorralaron la camioneta en la que se desplazaba el capo cerca de Nuevo Laredo; a bordo de un helicóptero Black Hawk un grupo de élite realizó movimientos tácticos de asalto –similares los que hacen en altamar para interceptar embarcaciones de alta velocidad– y descendió para capturar a Treviño.
 –¿Es cierto que fueron autoridades o agentes de Estados Unidos quienes corroboraron la identidad de Treviño Morales con pruebas biométricas y de ADN? –se le pregunta vía telefónica al subsecretario.
 –No es cierto. Fueron autoridades del gobierno de México quienes certificaron la identidad del detenido; también hicieron los exámenes biométricos y las pruebas de ADN, pero en el lugar donde se realizaron no estaba presente ningún funcionario o agente extranjero.
 –Y sobre los supuestos tips que proporcionaron las autoridades estadunidenses, según los cuales Treviño venía de ver a su hijo recién nacido, ¿qué hay de cierto?
 –Déjeme ver, espéreme tantito…
 El corresponsal escucha cómo su interlocutor marca el número de un radioteléfono.
 –¿Capitán?, habla Sánchez Hernández. ¿Cómo le va? –dice el subsecretario–. Me dicen que un periódico de Estados Unidos publica que a Treviño se le arrestó porque del otro lado nos pasaron el tip de que andaba por ahí porque venía de ver a un hijo recién nacido. ¿Qué sabemos de eso?
 –…
 –¡Ah!, muchas gracias, capitán –exclama Sánchez Hernández y concluye la conversación.
 Reanuda la plática con el corresponsal:
 –Me dicen que no hay nada del supuesto hijo recién nacido de Treviño Morales.
 Conjeturas
 De acuerdo con la versión del funcionario mexicano, quien tiene contacto con las agencias de inteligencia de Estados Unidos, el operativo de la Semar tiene otros matices.
 “Ésta es la primera demostración de que sí funciona el adiestramiento impartido por el Comando Norte de Estados Unidos a grupos de élite de la Marina en tácticas antinarcóticos y antiterroristas”, dice; los marinos que participaron en la operación del lunes 15 son egresados de los cursos impartidos por los grupos especializados del Pentágono.
 Y añade: “De eso se trataba, ¿no? De que bajo el entrenamiento de Estados Unidos los fuerzas especiales de la Marina y el Ejército mexicano operaran con efectividad contra el narcotráfico sin que se tuviera que necesitar la mano extranjera”.
 –¿Esto quiere decir que El Z-40 es la primera operación de inteligencia militar puramente mexicana exitosa?
 –Así es. Pero hay algo más: El Z-40 fue localizado también gracias a la información recopilada o proveniente del mismo narcotráfico.
 “La caída del Z-40 favorece al Cártel de Sinaloa. Hay información recopilada sobre los movimientos que realizaba Treviño en Coahuila, Durango y Tamaulipas que salió directamente de gente cercana al Chapo (Joaquín Guzmán Loera).
 “La intención del gobierno es parar la violencia y la violencia más terrible la representan Los Zetas; también hay narcotraficantes que quieren eso porque les conviene… uno de ellos es El Chapo.”
 El entrevistado destaca otro acontecimiento reciente, relacionado con la lucha antinarco: “La muerte de Alfredo Álvarez Zepeda –el miércoles 10, en Tierra Blanca de Culiacán, Sinaloa –, un operador del Chapo, tiene mucho que ver con lo que pasó con El Z-40”.
 “Le voy a dar otro dato”, subraya el funcionario mexicano: “Al Z-40 tal vez nunca lo extraditen a Estados Unidos porque sabe mucho; sus declaraciones pueden salpicar a varios políticos importantes.
 “Se lo pongo así: Tiene que hablar de su supuesta relación con los exgobernadores priistas Tomás Yarrington y Humberto Moreira, de Tamaulipas y Coahuila. También del asesinato del candidato Rodolfo Torre Cantú.
 “Con lo que diga (Treviño Morales) se puede explicar también la protección que recibió su familia en el sexenio de Fidel Herrera (en Veracruz), que vive en ese estado sin que nadie la moleste. Creo que a nadie le conviene que esto se lo saquen en Estados Unidos.”
 El martes 16, entrevistado por la estación local de Univisión en Los Ángeles, Obama dejó entrever que su gobierno duda o dudaba del compromiso de Peña Nieto para acabar con el narcotráfico y desmantelar los cárteles de la droga.
 Cuando el entrevistador le pidió su opinión acerca de la aprehensión del Z-40, el presidente de Estados Unidos declaró: “Eso demuestra que el nuevo gobierno del presidente Peña Nieto es serio respecto a la continuidad de los esfuerzos para romper estas operaciones trasnacionales de droga. Creo que había algunas dudas sobre ello al inicio de su campaña e inmediatamente después de su elección.
 “Me reuní con él (el 27 de noviembre de 2012 en la Casa Blanca) y me indicó que reconoce la necesidad de afrontar de una manera seria a esos cárteles trasnacionales de la droga. Creo que esto (la detención del Z-40) es evidencia de ello.”
 Finalmente el viernes 19 el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, declaró tajante en una entrevista radiofónica con el periodista Joaquín López Dóriga, quien le preguntó sobre la versión del New York Times.
 “Lo dije ayer y lo quiero reiterar contigo. Hay información que está fluyendo en esta coordinación que hemos establecido con Estados Unidos, permanente y cotidianamente, pero no puedo más que decirte que esto (la captura de Treviño) fue un logro en lo particular de la Marina y por supuesto del trabajo de inteligencia del Estado mexicano. Tengo que decirlo con esta claridad. No puedo más que aclarar lo que fue un trabajo eminentemente del Estado mexicano.
 “Toda esta determinación de por dónde andaba, por dónde pasaba, qué se esperaba en su traslado fue del Estado mexicano, fue de la Secretaría de Marina, por supuesto con la participación de todas las áreas federales”, remató.

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