17 sept 2013

Preguntas en el aire...


Preguntas en el aire/Yossi Beilin, exministro de Justicia israelí, negociador en el proceso de paz de Oslo.
La Vanguardia | 17 de septiembre de 2013;
Resultaba difícil no concluir hace unos días de las palabras del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que era moralmente necesario actuar contra el régimen sirio tras usar armas químicas contra civiles. Las acciones del pasado, el no cerrar los ojos a lo que está ocurriendo y la necesidad de evitar el uso de armas no convencionales llevaban a Estados Unidos a dar una respuesta militar, aun cuando sus aliados abandonen el barco y prefieran dejarlo solo en su toma de decisión de atacar un rogue state (Estado canalla).
Pero como está claro que no se trata de una batalla crucial para determinar al vencedor en una guerra, ya que el actual Gobierno sirio se mantendría después del posible ataque de los misiles norteamericanos, quedaba pendiente otro objetivo: advertir de no volver a usar este tipo de armamento a países como Siria y otros que parecen divertirse con la idea de emplear en un momento dado armas de destrucción masiva. Tras la operación quirúrgica –ahora suspendida– que pensaba emprender Estados Unidos, la pregunta era si en caso de que Bashar el Asad decidiera volver a provocar utilizando otra vez armas químicas, qué haría Estados Unidos: actuar de forma más contundente o conformarse con decir que ya había materializado la amenaza de Obama cuando dijo que el uso de armas químicas cambiaba las reglas del juego. Pero hay más preguntas en el aire y más importantes, como saber si Estados Unidos está preparado para un hipotético día siguiente, el día del resurgir de Siria.

Muchos se equivocaron en sus pronósticos sobre cómo se desarrollaría la lucha interna en Siria, y el primero de todos ha sido el propio Bashar el Asad. Al principio, se jactó de que a diferencia de otros países árabes él no tenía revueltas en casa, algo que relacionaba con el hecho de que su régimen no colaborase con Estados Unidos, como sí ocurría en Túnez, Egipto, Bahréin y Yemen. Salía a las calles y se le veía en los cafés mostrando que el pueblo estaba con él. Después, empezaron las manifestaciones de protesta y las fuerzas de seguridad actuaron con dureza y violencia, y El Asad pensó que podría acabar con las protestas en un corto periodo de tiempo. Según pasaba el tiempo, parecía que se reducía el poder de El Asad y que se acabaría creando un pequeño Estado alauí en una parte de Siria o que incluso sería vencido por los rebeldes. Sin embargo, en los últimos meses la imagen es bien distinta y los expertos vaticinan que El Asad derrotará a los rebeldes, que no cuentan con suficiente armamento y que no son capaces de formar un frente común más allá de compartir el deseo de derrocar al presidente.
Pero una cosa está clara: Siria se está destruyendo. A los millones de refugiados y desplazados les será difícil poder volver a sus casas, la economía está hundida como nunca, las infraestructuras dañadas y los dos bandos en conflicto parecen actuar como si no hubiera un mañana. Quien tema de verdad por el futuro de los civiles sirios no puede ignorar todo esto y conformarse con una operación de castigo por el uso de armas químicas, sino que debía prepararse para formar una coalición dispuesta a reconstruir ese país tan importante al que la guerra civil ha hecho enloquecer. Si ese no era el objetivo de los norteamericanos, la operación de castigo no tenía ningún sentido.

Se debe evitar que Siria se convierta en un país débil que acabe dominado por los sectores más extremistas del mundo musulmán, que aprovechan los lugares más vulnerables para construir ahí sus nidos. Y según todas las señales Siria tiene muchas opciones de acabar así, lo cual sería no sólo un peligro para sus ciudadanos sino también para los países de su entorno: Turquía, Jordania e Israel, a los que mencionó John Kerry en su discurso en el Senado. Estados Unidos debe constituir una coalición compuesta por los países occidentales más importantes, por Arabia Saudí y los países del golfo Pérsico, capaces de dotar de fondos económicos a Siria estableciendo a su vez condiciones concretas al régimen sirio, que también se beneficiaría de las medidas para levantar de nuevo el país. Esa coalición debería estar formándose ya ahora para preparar el plan para el día siguiente. Siria se halla en un enclave importante en Oriente Medio, posee una gran riqueza arqueológica, un potencial turístico impresionante y unos buenos profesionales. Pero este conflicto puede hacer que Siria retroceda a pleno siglo XX. En cambio, una adecuada actuación por parte de Estados Unidos podría suponer para Siria un futuro mucho mejor para sus ciudadanos y además evitaría a los países vecinos peligros innecesarios.
 

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