¿El fin del populismo
en América Latina?/Rodrigo Pardo, Rodrigo Pardo, a former foreign minister of Colombia, is the news director at RCN television, Colombia.
Project Syndicate | 14 de octubre de 2013
En 2005, durante la
cuarta Cumbre de las Américas, el anfitrión Néstor Kirchner, junto con el
presidente venezolano Hugo Chávez, le arruinaron a George W. Bush su proyecto
de una gran zona de comercio continental. Cuando los gobernantes
latinoamericanos se vuelvan a encontrar, en Panamá, el 17 y 18 de Octubre, su
actitud será, sin duda, menos hostil. La idea de crear una zona de libre
comercio ya no está en la agenda pero aún así no será fácil lograr un buen
entendimiento regional.
América Latina
durante la primera década de este siglo fue un terreno fértil para el neopopulismo
de izquierda, especialmente en los ocho países de la Alianza Bolivariana para
las Américas, ALBA. Los mandatarios del ALBA optaron por modelos de gobierno
caracterizados por la retórica anti imperialista, un modelo económico de alto
gasto estatal, desconfianza en el libre comercio y tentaciones estatistas, y un
tipo de liderazgo híper presidencialista y caudillista, proclive a la
reelección y sin reatos para obstaculizar las garantías de la oposición y la
libertad de prensa.
Hoy, con Chávez y
Néstor Kirchner ausentes, el auge del populismo de izquierda ha perdido
impulso.
El sucesor de Chávez,
Nicolás Maduro, carece de influencia en los asuntos externos. El sucesor de
Kirchner, su esposa Cristina, recientemente sufrió una dura derrota en las
elecciones primarias de su partido peronista que debilitó sus opciones para las
elecciones parlamentarias a fin de mes, y su autoridad para los dos años que le
quedan en el poder. Su salud no la ayuda: acaban de removerle un hematoma en su
cerebro.
Ninguno de los gobernantes
de tendencia izquierdista –Rafael Correa, de Ecuador; Evo Morales, de Bolivia;
Daniel Ortega, de Nicaragua y Cristina Kirchner, de Argentina- tienen
condiciones personales ni peso geopolítico para llenar el vacío que dejó
Chávez.
Más aún, las condiciones
económicas más débiles, en la región y en el plano global, limitarán las
posibilidades para planes de gasto como los que deserían las masas. Después de
una década de crecimiento histórico por los altos precios internacionales del
petróleo y los minerales, y flujos de capital, el aumento promedio del PIB,
pasó al 5%, en los años del boom, a 3.6% en 2012. y otras exportaciones. El ex
economista en jefe del Banco Mundial, Guillermo Perry, dice que “la fiesta se
acabó”.
La recuperación de la
economía estadounidense podría desviar hacia el norte algunos flujos de
inversión, y la desaceleración de la China afectaría los precios de las
exportaciones latinoamericanas. El modelo de alto gasto estatal no financiado
con ahorro interno cada día será menos viable.
El declive de la
izquierda populista, sin embargo, no significa un regreso del péndulo a la
derecha partidaria del libre mercado. En los próximos 14 meses, serán elegidos
nuevos gobiernos en ocho países latinoamericanos, comenzando con la muy
probable victoria de la candidata de izquierda Michel Bachelet en la elección
presidencial de Chile. Las encuestas muestran que las opciones de centro
izquierda llevan ventaja sobre las candidaturas de derecha en la mayoría de las
campañas electorales en la región.
Tampoco será factible
un regreso de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina a una luna
de miel tipo Guerra Fría. Los gobiernos de la región están decepcionados por la
incapacidad de Barack Obama para sacar adelante una ley de migración para legalizar
a 11 millones de indocumentados, muchos de ellos provenientes de América
Latina. Mientras tanto, la presidenta del Brasil, Dilma Roussef, canceló una
visita de Estado a Washington como protesta por la revelación de que la NSA
(Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos) espiaba a los altos círculos
del poder brasilero, incluída la jefe del Estado.
Los cada vez más
audaces esfuerzos por cambiar la política anti-drogas (la marihuana fue
legalizada en julio pasado en Uruguay) hacen inviable la convergencia en torno
a la prohibición que Washington impulsó desde los años sesenta.
Las políticas
públicas no están girando hacia el neoliberalismo. El año 2013 será recordado
como un despertar de movimientos de protesta social en Brasil, Chile, México y
Colombia que, si bien no respondieron exactamente a las mismas causas, hicieron
visible la inconformidad derivada de la falta de soluciones a las dolencias de
las clases medias y campesinas. Como resultado de las protestas, en Brasil y
Colombia los presidentes Dilma Roussef y Juan Manuel Santos, cayeron
estruendosamente en las encuesta de opinión y así quedaron en peligro sus hasta
entonces casi seguras reelecciones en 2014. El ambiente político en estos
países no será el más fértil para la disciplina fiscal ni para la ortodoxia
neoliberal.
El regreso al
neoliberalismo económico y a una política exterior de alineación con Estados
Unidos no es viable. Pero los conservadores de la región pueden tener un
consuelo: que la demagogia socialista de Chávez ha perdido fuerza y simpatía.
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