Y nosotros lo autorizamos..Lo de nosotros es un decir, fue el Presidente FCH
¡Muy lamentable!
Comunicado de la Cancillería
POSICIÓN DEL GOBIERNO DE MÉXICO SOBRE INFORMES ADICIONALES DE PRESUNTAS ACTIVIDADES DE LA AGENCIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS
Domingo 20.10.13| México, D. F. | Comunicado 392
Ante filtraciones adicionales publicadas en medios internacionales en relación con presuntas acciones de espionaje realizadas por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el Gobierno de México reitera su categórica condena a la violación de la privacidad de las comunicaciones de instituciones y ciudadanos mexicanos. Esta práctica es inaceptable, ilegítima y contraria al derecho mexicano y al derecho internacional.
El Presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, se comprometió en su más reciente encuentro con el Presidente Enrique Peña Nieto a realizar una investigación exhaustiva que conduzca al deslinde de responsabilidades.
Este mismo compromiso fue confirmado por el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, durante una reunión de trabajo sostenida en días recientes con el Secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade.
Mediante una nota diplomática, el Gobierno de México habrá de reiterar la importancia que tiene para nuestro país dicha investigación, misma que deberá ser concluida a la brevedad.
En una relación entre vecinos y socios no hay cabida a las prácticas que se alega tuvieron lugar. Por ello, el diálogo institucional que sostienen las instancias correspondientes es fundamental para mantener su relación de confianza y respeto.
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Lo que dicen los medios hoy...
Lo que dicen los medios hoy...
MILENIO:
La presidencia era espiada por EU desde
2010
La
Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por su sigla en inglés)
espió desde 2010 el correo electrónico del entonces presidente Felipe Calderón
como hizo también con las llamadas de Enrique Peña Nieto cuando fue candidato a
la Presidencia en 2012, de acuerdo con la revista alemana Der Spiegel, que citó
documentos filtrados por Edward Snowden.
Además, se reveló que el espionaje del que fue víctima Enrique Peña Nieto
en dos semanas de junio de 2012 permitió interceptar 85 mil 489 mensajes de
texto enviados por el entonces candidato presidencial y sus colaboradores. La
Secretaría de Relaciones Exteriores reiteró su “categórica condena por la
violación de la privacidad de las comunicaciones de instituciones y ciudadanos
mexicanos. Esta práctica es inaceptable, ilegítima y contraria al derecho
mexicano y al derecho internacional”.
EXCÉLSIOR:
Calderón dio aval a espías… y lo
espiaron
El
gobierno de Estados Unidos espió en mayo de 2010 el correo electrónico del
entonces presidente Felipe Calderón, utilizando el mismo sistema de
intercepción de comunicaciones que su gobierno autorizó que se instalara en
México tres años antes. Este sistema también interceptó en 2012 más de 85 mil
mensajes, entre ellos los enviados por el actual mandatario, Enrique Peña
Nieto, de acuerdo con filtraciones del ex contratista de la CIA, Edward
Snowden, difundidas ayer por la publicación alemana Der Spiegel. El proyecto
para hackear los correos de Calderón, denominado Flat Liquid, fue autorizado por
personal de alto rango de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas
en inglés).
LA
JORNADA: EU
espió a placer al gobierno de Felipe Calderón
La
Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés)
hackeó cuentas de correo de la Presidencia de México por años y obtuvo
información interna ‘‘lucrativa’’ –en sus propias palabras– sobre toma de
decisiones del sistema político mexicano, a través de su división especializada
en espionaje denominada Operaciones de acceso personalizado (Tailored Access
Operations, TAO), según documentos filtrados por el ex analista de la agencia
Edward Snowden y revelados por la revista alemana Der Spiegel. Después de
husmear sistemáticamente las comunicaciones internas del gobierno mexicano, la
agencia logró finalmente descifrar las claves para ingresar al servidor de la
Presidencia de la República durante el sexenio pasado. De esta forma, Felipe
Calderón, el mandatario que colaboró de manera más estrecha con Washington que
todos sus antecesores, fue uno de los blancos del espionaje estadunidense.
LA
RAZÓN:
ROZONES:
El
canciller José Antonio Meade envió una nota diplomática al gobierno de Barack
Obama pidiendo explicaciones sobre las filtraciones publicadas en medios
internacionales acerca de que Washington espió el correo electrónico del ex
presidente Felipe Calderón y su gabinete. Pero Meade fue preciso al afirmar que
esta práctica es inaceptable, ilegítima y contraria al derecho mexicano y al
derecho internacional.
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Ante el
espionaje de EU, deslinde y firmeza/editorial de La Jornada.
De
acuerdo con un documento secreto de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados
Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) que fue filtrado por el ex consultor
Edward Snowden y publicado ayer por Der Spiegel, esa dependencia logró
infiltrar un servidor de la Presidencia de México, en mayo de 2010, y obtener
acceso a la cuenta pública de correo electrónico de Felipe Calderón cuando éste
fungía como titular del Ejecutivo federal. Esa cuenta, que era también usada
por diversos miembros de su gabinete, contenía comunicaciones diplomáticas,
económicas y de dirigencia que permitían obtener información interna sobre el sistema
político mexicano y su estabilidad, y su hackeo constituyó una fuente lucrativa
de datos de inteligencia para la propia NSA.
Esta
revelación complementa lo dado a conocer el mes pasado por Tv Globo –y
publicado en México por este diario– de que en 2012 el espionaje estadunidense
se jactaba de mantener una estrecha vigilancia sobre las telecomunicaciones del
entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto, y constituye una
confirmación concreta de la intromisión generalizada y sistemática de Washington
en la información confidencial de buena parte de los gobiernos del mundo.
Lo
novedoso, pues, en rigor, no es que el gobierno del país vecino se infiltrara
en las comunicaciones internas de las instituciones mexicanas, sino que lo
hiciera incluso durante la más sumisa y claudicante de las administraciones
federales mexicanas; porque, en efecto, durante el sexenio pasado la
Presidencia prácticamente puso la dirección de la seguridad pública, así como
la información correspondiente, bajo los designios de Washington, como muestran
los cables del Departamento de Estado que Wikileaks entregó a este diario y que
fueron publicados en estas páginas en el curso de 2011.
Tales
documentos permitieron saber, por ejemplo, que en enero de 2007 el secretario
de Seguridad Pública de Calderón, Genaro García Luna, ofreció a Michael
Chertoff, entonces responsable de la seguridad interior de Estados Unidos,
libre acceso a nuestra información de inteligencia en seguridad pública (La
Jornada, 25/05/11, p. 2), así como la participación de la embajada
estadunidense en la formulación y aplicación de estrategias policiales y
militares (véase, por ejemplo, La Jornada, 15/03/11, p. 4)
Incluso
ante ese exasperante sometimiento a las autoridades del país vecino, la NSA
mantuvo una supervisión ilegal de las comunicaciones electrónicas de Los Pinos.
Ello da una idea del daño causado a la soberanía nacional, no sólo por la
docilidad del propio Calderón ante el gobierno de Estados Unidos, sino también
por el espionaje regular que éste mantuvo en todo momento sobre el entorno
presidencial mexicano.
Lo
anterior constituye un aliciente adicional para que el presente gobierno adopte
una actitud más firme y enérgica ante el país vecino y exija el cese inmediato
del espionaje, una explicación exhaustiva de las formas y modalidades en las
que éste ha sido practicado y la destrucción comprobable de toda la información
obtenida por esas vías ilícitas. Sin una actitud semejante, cualquier deslinde
de la administración actual con respecto de la anterior en materia de soberanía
y seguridad pública carecerá de credibilidad, y las instituciones y los
ciudadanos de México seguirán sujetos al robo impune de su información por
parte de las agencias gubernamentales de Estados Unidos.
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Columnas:
Pepe Grillo/La
Crónica de hoy
Los norteamericanos y sus obsesiones.
Son
fisgones profesionales. Cuentan para dar
rienda a su perversión con artilugios de última generación.
¿Qué
hacemos? Escribir otra nota diplomática
de protesta sale sobrando.
Wayne,
Pascual, Garza, entre otros embajadores,
ponen cara de “yo no fui” cada vez
que los sorprenden espiando.
¿Qué
tanto quieren averiguar? ¿Qué hacen con
la información que obtienen? ¿La venden a los consorcios con intereses en
México?
¿Creían
posible que Felipe Calderón
encabezara un golpe
comunista, o que hablara mal del meloso pero siniestro matrimonio Obama?
Mientras
acá, en México, Calderón pagaba una cuota política por dejar pasar a los gringos hasta la cocina; allá, en Estados Unidos,
no le tenían confianza y lo espiaban. Peor, imposible.
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Espionaje: ¿Qué
hacer ante las nuevas revelaciones?/Pascal Beltrán del Río
Excélsior,
21/10/2013
El
conocimiento público sobre el espionaje estadunidense de los últimos años en
México y el resto del mundo no deja de crecer.
A
finales de junio pasado se supo, mediante una nota del diario británico The
Guardian, que la embajada mexicana en Washington había sido blanco de escuchas
el sexenio pasado.
Una
fuente diplomática que consulté por aquellos días me confirmó que el entonces
embajador Arturo Sarukhán solía invitar a sus interlocutores a salir de su
despacho cuando se trataba de hablar de asuntos delicados, pues ya sospechaba
que le habían sembrado micrófonos.
Días
después, en julio, Excélsior dio a conocer que el gobierno del presidente
Felipe Calderón había accedido a una petición del Departamento de Estado para
instalar equipo de espionaje en territorio nacional, proporcionado por la
empresa Verint, para interceptar, analizar y almacenar comunicaciones
telefónicas y de internet.
Las acciones de espionaje fueron pactadas
por los gobiernos de México y Estados Unidos en febrero de 2007, en el marco de
la cooperación antidrogas entre los dos países, que meses después sería
formalizada como Iniciativa Mérida. El programa para interceptar
comunicaciones incluso fue ampliado en 2012 sin que a la fecha se conozcan
públicamente sus objetivos.
Posteriormente,
a principios de septiembre pasado, la cadena brasileña TV Globo reveló, con
base en documentos filtrados por el analista Edward Snowden, que la Agencia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos había espiado a Enrique Peña Nieto y a
nueve de sus más cercanos colaboradores, durante la campaña presidencial de
2012.
Las
revelaciones en Brasil también incluyeron acciones de espionaje contra
funcionarios de ese país, lo cual provocó una encendida protesta en la tribuna de
la Asamblea General de la ONU por parte de la presidenta Dilma Rousseff, quien
además canceló por ese motivo una visita de Estado a Estados Unidos.
El
día de ayer, el semanario alemán Der Spiegel fue más allá. Con base en los
mismos documentos dados a conocer por Snowden, el medio hizo público que la NSA
había penetrado con éxito en la red de internet de la Presidencia de la
República el sexenio pasado, y que había infiltrado la cuenta de correo del
propio presidente Felipe Calderón.
Asimismo,
confirmó las acciones de espionaje contra Peña Nieto y sus colaboradores, al
tiempo que precisó la magnitud de las intercepciones: conoció el contenido de
más de 85 mil mensajes de texto.
De ser
auténticos los documentos que dio a conocer Der Spiegel el día de ayer —y no
hay razones para dudar de ello—, indigna la petulancia de la NSA, que se jacta
de haber logrado acceder a un privilegiado punto de observación del “sistema
político de México y su estabilidad interna”, mediante el espionaje
sistemático a “comunicaciones diplomáticas, económicas y del liderazgo del
país”.
La
reacción del gobierno mexicano ante el tema del espionaje estadunidense es ya
claramente insuficiente. Bastante grave es la revelación de que se
interceptaron las llamadas de un candidato presidencial —que a la postre
resultó ganador de los comicios de julio de 2012— como para agregar a ello la
infiltración de la red de internet de la Presidencia.
Mediante
el canciller José Antonio Meade, el gobierno mexicano ha dicho que exigió a
Washington una investigación de las acusaciones. Lo dijo Meade en su
comparecencia de la semana pasada en el Senado y lo repitió en la entrevista
que le hice el mismo día en Excélsior Televisión.
Lo
que ya no puede hacer el gobierno de México es esperar a que Estados Unidos
concluya dicha pesquisa al ritmo que le convenga. Debe exigir resultados ya, y
probablemente retirar a su embajador ante la Casa Blanca hasta que éstos se
hagan públicos, o alguna otra medida drástica que haga patente la seriedad del
enojo ante la intromisión.
Sería
un error pecar de ingenuos. La embajada de Estados Unidos es un frente de los
intereses comerciales —y económicos, en general, de ese país—; las acciones de
espionaje no sólo son una afrenta política y diplomática, sino, como bien
apuntó ayer la cadena RT (previamente conocida como Russia Today), seguramente
dieron a Washington una ventaja competitiva en materia de inversiones.
En
el conjunto de comunicaciones espiadas por la NSA, ¿qué pudo saberse en Estados
Unidos? ¿Sólo la vida privada del Presidente y el candidato o datos claves de
seguridad nacional que nos hagan vulnerables a todos?
Columna
EL ASALTO A LA RAZÓN/Carlos Marín
Milenio,
Calderón
y Peña: objetivos lógicos
Del
espionaje abundan referencias tan antiguas como las de agentes que orejeaban
para Moisés, David o Josué, o la clasificación de espías que hizo Sun Tzu
(siglo IV aC): “Nativo, interno, doble, liquidable, y flotante” que, “cuando
están activos todos ellos, nadie conoce sus rutas”. A esto, escribió el chino
en El arte de la guerra, “se le llama genio organizativo, y se aplica al
gobernante…”.
Isabel
Primera de Inglaterra se sirvió de su principal secretario, sir Francis
Walsingham, a finales del siglo XVI para, mediante redes de agentes en toda
Europa, penetrar el corazón de otras naciones (enemigas o aliadas). A este
cuate se le reconoce desde entonces como “maestro de espías”: supervisaba las
políticas exterior, nacional y religiosa; fue embajador en Francia y partidario
tenaz de la exploración, colonización y sometimiento de Irlanda y de la unión
con Escocia, así como hacer de Inglaterra la mayor potencia marítima (en una
economía cada vez más globalizada). Descubrió y desactivó varias conspiraciones
contra la reina y, con información de sus espías, aseguró la ejecución de María
Estuardo.
Al
servicio de Napoleón, Joseph Fouché (Cocinero de la conspiración, le decía
Robespierre) tuvo a su cargo la Policía de Francia (que se convertiría en el
temible Ministerio de Interior) y se le concede la paternidad del espionaje
moderno, entendido como una prioridad de Estado. Sus artimañas para el
hurgamiento fueron piedra de toque del FBI en EU o el MI-6 inglés, que se
volvieron clave en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial (con la red
Orquesta Roja trabajando para los aliados en los países ocupados).
La
guerra fría fue constante duelo de espías entre las potencias, con casos tan
célebres como los de Harold Adrian Russel Philby o Kim Philby (integrante del
grupo estalinista Los cinco de Cambridge); los agentes dobles Blake, Ames y
Penkovski, o el derribo del avión espía U-2 de 1960 por migs soviéticos y cuyo
piloto, Francis Gary Powers, fue apresado y luego cambalachado por agentes
rusos.
Después,
la caída del Telón de Acero, lejos de acabar con el espionaje, lo reactivó,
sobre todo con los atentados de 2001 para penetrar al integrismo islámico (que
llevó al encuentro y asesinato de Bin Laden diez años después).
Frente
a las “bondades” de su práctica como asunto de Estado, los WikiLeaks de Julian
Assange (desde 2007) vinieron a ser el primer gran machetazo a caballo de
espadas: filtraciones de decenas de miles de documentos secretos que el Estado
gringo mantenía bajo reserva.
Y
de ahí a lo de ahora (caso Snowden): la difusión de gobiernos y gobernantes
espiados por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, entre quienes
están el ex presidente Felipe Calderón y, como candidato a sucederlo, Enrique
Peña Nieto.
Pues…
¡ni modo que no!
Lo
sorprendente no es tanto que fueran espiados, sino que lo hubiesen sido por tan
breve tiempo y, para colmo, que nada notable ni abracadabrante les hayan
encontrado…
**
LA
TRAICIÓN A CALDERÓN
Columna
Estrictamente Personal/Raymundo Riva Palacio
Ejecentral.com
Cuando
se reveló el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas
en inglés) en México y Brasil, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto
optó por una estrategia distinta a la que siguió la presidenta Dilma Rouseff.
La cancillería brasileña protestó de manera enérgica y pública, mientras la
mexicana fue por una de bajo perfil. A medir por los resultados, la mexicana
fue mucho más eficaz. Tuvieron respuesta inmediata, igualmente discreta. Se entregaron las notas
diplomáticas y recibieron en Washington al jefe del CISEN. Los brasileños
tuvieron que subir los gritos, hasta que un mes después, finalmente, los
atendieron.
Hoy,
nuevos documentos filtrados por el revelador de secretos, el ex técnico de la
CIA Edward Snowden, publicados por la revista alemana Der Spiegel (El Espejo)
en su edición de este domingo, obligan al gobierno mexicano a modificar y
elevar la calidad de su protesta. No basta pedir explicaciones al gobierno de
Estados Unidos y que el presidente Barack Obama ofrezca investigar para determinar
si hubo o no violación de la ley, porque en este caso, dentro del marco
jurídico de esa nación, no violó nada la NSA.
La ley
estadounidense, respalda por el Capitolio, le permitió a Estados Unidos, -desde
el gobierno de George W. Bush-, interceptar todas las comunicaciones
electrónicas.
En sus reclamos personales, diplomáticos mexicanos dijeron que también habían
interceptado conversaciones telefónicas, para lo cual necesariamente,
argumentaban, tendrían que haber penetrado las redes de telefonía mexicana. En previas revelaciones se identificó a la
división de la NSA, “Tailored Access Operations” (TAO), responsable de este
tipo de operaciones que espiaba a modo a cada país y a cada necesidad.
En
los documentos analizados por Der Spiegel uno afirma: “TAO entró exitosamente al servidor principal en el dominio de la Presidencia
Mexicana.., para ganar acceso de primera mano a la cuenta del correo
electrónico del presidente Felipe Calderón”. El dominio, añadió la NSA en
el informe, también era usado por los miembros del gabinete y contenían
“comunicaciones diplomáticas, económicas y de liderazgo que continuaron
proveyendo una visión privilegiada del sistema político mexicano y de la
estabilidad interna”.
Esta
operación llamada “Flatliquid”, no parece tener nada que ver con el terrorismo.
En ninguna parte del documento se justifica la penetración de las
comunicaciones de la Presidencia mexicana bajo el argumento de la lucha contra
Al Qaeda y todas sus derivaciones terroristas, razones por las cuales se inició
el espionaje global, ni se establecen cuáles son las razones de Estado para
husmear en la política interna mexicana. Más aún, en el documento secreto, la
NSA afirma que la oficina de Calderón se convirtió en “una fuente lucrativa” de
información.
“Flatquid” es la confirmación de que es
imposible confiar en el gobierno de Estados Unidos y que la relación bilateral
tiene que ser estrictamente a partir de la defensa de los intereses nacionales.
El ex presidente Calderón cambió la naturaleza histórica de esa relación con
niveles de colaboración inéditos, que sólo son proporcionales al nivel de
penetración y espionaje inédito que hizo el gobierno con el que se casó
incondicionalmente. Se puede argumentar que Washington se rió de él y que lo
traicionaron.
Su
gobierno le abrió completamente la puerta, permitió que sus agencias de
inteligencia trabajaran activamente en territorio mexicano, que coordinaran
operaciones de campo e interrogaran a detenidos antes que los ministerios
públicos federales. Les entregó muchas de las llaves de la seguridad mexicana,
facilitándoles la construcción de un enclave en suelo nacional. Pero aún así,
como sucede con un país que sí entiende que la seguridad de su Estado y sus
intereses van por encima de todo, no fue suficiente. Los documentos muestran
que más allá de sus preocupaciones de seguridad, existían dudas sobre la
estabilidad y el futuro de México. Más de 85 mil comunicaciones interceptadas
del entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto y nueve de sus
colaboradores, reveladas anteriormente, así lo ratifican.
Las
dudas mexicanas sobre la legalidad del espionaje se fortalecen con las
revelaciones de “Flatliquid”, operación de la cual el gobierno mexicano no ha
sido informado. Este espionaje rebasa cualquier explicación y justificación
previa de Washington, y es una abierta intromisión en los asuntos internos
mexicanos. Exige una nueva respuesta del gobierno mexicano, pero no puede ser
en los términos como se planteó. Como a Calderón en la praxis, a Peña Nieto lo
han engañado y traicionado. No le dijeron que las entrañas de la Presidencia de
México, para efectos de ver cómo se mueven y reaccionan, están siendo vistas
por ellos. Y lo que él piensa, dice y manda, también.
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