1 dic 2013

Acerca de El caso Neruda sigue abierto; de Mario Casasús


Acerca de El caso Neruda sigue abierto 
De Mario Casasús
Revista Proceso # 1935, 30 de noviembre de 2013;
PALABRA DE LECTOR
Señor director:
El reportero Francisco Marín cometió un par de errores en la nota El caso Neruda sigue abierto (Proceso 1934). No corroboró la información al entrevistar a Luis  Ravanal. El forense chileno aseguró: “se asume la identidad de un resto cadavérico sin haberlo identificado genéticamente. En este caso, por algún motivo altamente irracional, aún no se ha hecho el examen de ADN de Neruda”.
Las pruebas de ADN sí se realizaron. Los sobrinos de Neruda aportaron las muestras. La identificación del ADN es un protocolo, no se trata de un elemento para probar la conspiración en el presunto asesinato ordenado por Pinochet. Las exhumaciones de Neruda fueron vigiladas por la familia –en 1973 por la viuda Matilde Urrutia, y en 1992 por el sobrino Rodolfo Reyes–; además contamos con los registros fotográficos del cadáver del poeta (1992). En la última exhumación los científicos detectaron: el medicamento dipirona, la metástasis ósea y un tratamiento estrogénico. Sería absurdo pensar que la dictadura de Pinochet consiguió un cadáver idéntico a Neruda, con metástasis ósea, proveniente de un paciente con tratamiento estrogénico, al que le inyectaron dipirona.
El reportero Francisco Marín imagina una conspiración actual dentro de la presunta conspiración de 1973: “Las especulaciones continúan y todo indica que las autoridades de Chile están urgidas por desembarazarse del asunto” (sic). El corresponsal de Proceso omitió publicar algunos datos: El juez Mario Carroza aceptó la propuesta de los abogados querellantes de enviar contramuestras a otros laboratorios de Europa, por definirse entre Suecia, Suiza y Austria; el juez aceptó la participación de dos peritos propuestos por el abogado querellante Eduardo Contreras (fueron testigos durante la necropsia de Neruda y en la discusión con los científicos de Chile, España y Estados Unidos). El forense Luis Ravanal perdió credibilidad después del veredicto del juez Mario Carroza en el caso Salvador Allende, al quedar descartada la teoría del magnicidio. A pesar de la queja de Marín, era predecible que Ravanal no estaría convocado para participar en la exhumación de Neruda. Marín y Ravanal escribieron un libro sobre el “asesinato” de Allende (“Yo no me rendiré”, 2013).

 La persistente asesoría de Ravanal en los reportajes de Marín podría generar un conflicto de intereses. Proceso debería diversificar sus fuentes; de lo contrario, publicarán la visión unilateral de Ravanal. El peor de los paradigmas defendido por el forense consiste en negar la existencia de la metástasis cancerosa: “forzadamente se busca confirmar que las lesiones de hueso evidenciadas en los exámenes histopatológicos de Neruda son concordantes con metástasis” (Proceso 1908).
Finalmente, estoy de acuerdo con Ravanal en un punto: Neruda no padecía caquexia: “Si uno revisa las imágenes del cadáver de Neruda, se constata que está absolutamente lejos de ser concordante con una persona con caquexia. Allí se ve una persona con sobrepeso” (Proceso 1934). Sin embargo, el autor del reportaje eliminó el crédito de mi hallazgo, pues fui el primer periodista que presentó las fotografías del cadáver de Neruda como prueba gráfica. Todavía conservo la edición impresa de la revista The Clinic (12/07/2007). No tenemos la certeza sobre la causa de muerte de Neruda, pero Ravanal y Marín mienten al construir una historia basada en “tumores benignos” (adenoma), porque según el reportero: “Neruda estaba muy vital” (Proceso 1914), y según el forense: “se asume la identidad de un resto cadavérico sin haberlo identificado genéticamente” (sic). La conspiración dentro de la conspiración, la exageración y la falsificación, al parecer es la metodología aplicada en los casos Neruda y Allende.
Atentamente
Mario Casasús
Periodista del Clarín de Chile
** 
Respuesta del reportero
Señor director:
En relación con la carta enviada por el periodista Mario Casasús, debo señalar:
1.- En el informe pericial elaborado por la comisión especial abocada al estudio de los restos de Pablo Neruda, el cual se presentó el pasado 8 de noviembre con carácter de “definitivo”, no figura el examen de ADN (a pesar de que a los familiares se les tomaron las muestras). Esto se puede verificar al revisar en forma íntegra dicho informe: http://www.poderjudicial.cl/modulos/Home/Noticias/PRE_txtnews.php?cod=5979&opc_menu=&opc_item=
Es correcto lo señalado por el doctor Luis Ravanal en el sentido de que se debió asegurar la identificación de los restos y luego avanzar en los exámenes más complejos. Este proceder forma parte del lex artis médico forense, y en esta indagatoria debió haberse respetado.
2.- No imagino conspiración alguna. Sólo me he limitado a exponer antecedentes concretos y comprobables.
3.- No señalé en mi nota que el juez Carroza haya cerrado la posibilidad de realizar otros exámenes. Textualmente expresé que este magistrado sostuvo que “el caso no se cerraba aún, y (que) para poder descartar definitivamente la tesis del asesinato ‘era necesario tener todos los antecedentes y en este momento no sabemos si los tenemos todos’”. No considero que haya incurrido en omisión por no mencionar diligencias que no se han hecho y que ni siquiera han sido ordenadas.
4.- Se me imputa no registrar que el Partido Comunista (PC) pudo incluir a dos de sus peritos en los análisis forenses de los restos, inclusión que es un derecho de las partes. Sin embargo, estimé que lo noticioso es que se haya excluido a los peritos propuestos por la familia de Neruda, máxime si se considera el nutrido currículum que tenían los profesionales propuestos. Éstos eran médicos legistas, profesión más indicada para el análisis forense de restos humanos. Dada la citada e inexplicada exclusión, los querellantes se quedaron sin ningún profesional de esta especialidad.
 5.- No es efectivo que el doctor Luis Ravanal haya perdido prestigio tras el veredicto del ministro Carroza en el caso Allende (en el cual se señala que éste se suicidó), como tampoco el que la justicia chilena haya descartado el magnicidio. Este caso está abierto y en manos de la Corte Suprema, la que pronto debe pronunciarse respecto de un recurso de casación presentado por los querellantes. Por lo mismo, no cabe adjudicar pronunciamientos definitivos de la justicia en esta materia.
 Como señalamos en el libro Allende. “Yo no me rendiré”. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio, los peritos que participaron en la exhumación de los restos del expresidente socialista (2011) omitieron pronunciarse sobre el principal punto de discordia en esta causa: el origen del orificio de salida de bala existente en la parte posterior del cráneo de Allende, descrito en la autopsia de 1973. Ravanal y otros expertos forenses –incluido el perito del SML, Germán Tapia Coppa– han afirmado que este orificio necesariamente tiene un origen distinto al impacto que provocó estallido de cráneo.
 En dicho libro –que como apunta Casasús coescribimos con el perito Ravanal– dimos a conocer un informe químico forense desarrollado –en mayo de 2001– por el  perito de la Policía de Investigaciones Leonel Liberona Tobar. Allí se indica que en la frente de Allende fueron hallados residuos de pólvora “concordantes con un disparo hecho a corta distancia”. Tal herida es coherente con el disparo descrito en 1973 en la parte posterior del cráneo.
 Aunque Ravanal es una de las fuentes importantes en nuestros reportes del caso Neruda, hemos utilizado cientos de otras fuentes, entre las que destacan: el expediente de la causa; los informes médico-forenses; las entrevistas al chofer de Neruda, Manuel Araya; al otrora embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá; al médico radiólogo que atendió a Neruda en 1973, Guillermo Merino, y a representantes de la Fundación Neruda y de los querellantes.
 Es incorrecta la apreciación de que Ravanal se encierra en el “paradigma” que niega que Neruda haya tenido metástasis. Él sólo ha subrayado en este punto que los exámenes hasta ahora realizados no son lo suficientemente rigurosos como para establecer que Neruda haya padecido dicho mal.
 En el reportaje Caso Neruda: informes defectuosos denunciamos que los dos peritos que emitieron en mayo un informe que aseguraba que Neruda tenía cáncer generalizado en los huesos no formaban parte de la comisión especial del caso Neruda. Uno de ellos –el radiólogo clínico Jorge Díaz– ni siquiera contaba con especialidad forense. Dichos peritos no hicieron un diagnóstico diferencial que explique por qué sostienen que las lesiones verificadas en los huesos de Neruda corresponden a metástasis, y no, por ejemplo, al efecto del paso del tiempo. Incluso advertimos que no se refirieron al hecho de que Neruda había sido sometido a sesiones de radioterapia, lo que es una grave irregularidad puesto que tal antecedente figura en el expediente médico de la causa, y es sabido que este tipo de tratamientos ocasiona lesiones en los huesos. Se equivoca Casasús al pretender atribuir posiciones predefinidas en torno a ésta y otras materias y al evitar abordar el fondo de los asuntos tratados, como por ejemplo la pertinencia técnica de los exámenes que determinaron que Neruda tenía metástasis.
 6.- No es cierto que Casasús haya sido “el primer periodista que presentó las fotografías del cadáver de Neruda como prueba gráfica”. En septiembre de 1973 el Journal do Brasil difundió las fotos de Evandro Teixeira, quien retrató a Neruda horas después de muerto. En 2004 este fotógrafo publicó en Brasil el libro Vou viver. Tributo ao poeta Pablo Neruda. Son decenas o quizás centenares los medios que han reproducido dichas imágenes. En el reportaje Caso Neruda: Informes defectuosos  (Proceso 1908), donde tratamos este tema, dimos los créditos a quien correspondía: el fotógrafo Teixeira, quien se mantiene con vida en su país natal. Desconozco la publicación a la que se refiere Casasús.
 7.- Finalmente, quiero señalar que en el reportaje El caso Neruda sigue abierto lo que hicimos fue demostrar que era falso lo propagado por la prensa chilena y extranjera –a partir de los informes periciales forenses dados a conocer el 8 de noviembre– en el sentido de que Neruda murió de cáncer y de que se descartaba el asesinato. Revelamos que no se estableció la causal de muerte y que los informes que asentaban que Neruda tenía cáncer avanzado al morir no fueron objeto de un control de calidad. Al mismo tiempo, dimos cuenta de que se dejó a un lado un aspecto básico al que estaban llamados los peritos del caso Neruda: analizar la veracidad del certificado de defunción elaborado el 24 de septiembre de 1973 por el médico urólogo Roberto Vargas Salazar, en el cual se afirmaba que el poeta murió de “caquexia por cáncer metastizado de próstata”. Creo que al hacer esto hemos contribuido en forma rigurosa a la ampliación del conocimiento de la verdad sobre esta importante materia. Es motivo de satisfacción el que nada de lo expuesto haya sido rebatido.
Atentamente
Francisco Marín

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