24 dic 2013

Los motivos de la Navidad/FA


Los motivos de la Navidad/Fred Alvarez
Publicado en La Silla Rota, 24 de diciembre de 2013


 Martes 24 de diciembre de 2013

  “La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor” papa Francisco.
  “…Alegrémonos, hoy ha nacido nuestro Salvador. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida….”San León Magno Sermón I sobre la Natividad, 1-3.
 El nacimiento de Jesús -la Navidad-, es sin duda la fiesta más celebrada en el mundo católico-cristiano.  Se celebra desde principios del siglo IV como cristianización de la fiesta pagana del natalicio del Sol; en la antigua Roma, se celebraban las Saturnalias, fiestas en honor a Saturno, el dios de la agricultura y duraban del 17 al 24 de diciembre, y eran también denominada "fiesta de los esclavos" porque durante los días que duraban las celebraciones, los papeles de amos y esclavos se invertían. Y es que con el solsticio se acababa la siembra de invierno y era cuando se celebraba el renacimiento de la luz; el principio de la vida.
Durante esa semana se intercambiaban regalos e incluso se posponían guerras; es interesante, mencionar también que el calendario de Los Mayas se basa en la cuidadosa observación que hacían del movimiento del sol y ellos –Los Mayas-, y casi todas las culturas antiguas, celebraban en estas fechas grandes fiestas en honor del sol, como si fuera el principio de la vida.
La Navidad también de alguna manera es para millones de personas el principio de la vida; por el nacimiento de Jesús. Y se ha convertido es uno de los aspectos más míticos y con menos carácter histórico del Nuevo Testamento; además es imposible demostrar que la celebración del nacimiento de Jesús se dio la noche del 24 de diciembre en Belén. (Hoy es una ciudad de poco menos de 30 mil habitantes y administrada por la Autoridad Palestina; la mita de sus habitantes son musulmanes y la otra mitad cristianos, en su mayoría ortodoxos).
Pero los motivos de la Navidad, proceden de los evangelios apócrifos del siglo II, -que por cierto la Iglesia Católica nunca admitió- y de los relatos de la infancia de Jesús, recogidos en los evangelios de Mateo y Lucas. También las referencia que hay en los evangelios sobre los reyes magos es simbólica, y tiene una finalidad puramente narrativa. Es más, no se sabe si los magos usaron algún animal para el transporte; ni siquiera estamos seguros de que fueran reyes.

Sin embargo, poco importa si los relatos bíblicos son fiel reflejo de la realidad histórica, lo importante es el significado que nos trasmiten, por cierto un contenido teológico de gran trascendencia y que no siempre es sencillo de  interpretar; aludo a la anunciación del ángel, el nacimiento en la ciudad Belén y en un pesebre, la visita de los pastores y los reyes magos, la estrella de Oriente, el exterminio de inocentes o la huida a Egipto. ¡Ah y también el asno y el buey en el pesebre!
Es pues Lucas –más que Mateo- el que más se aproxima a nuestro concepto de historiador.
Desde el mismo prologo revela una gran preocupación por referir con detalle "la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas".
Y aún cuando él, no había vivido personalmente los acontecimientos (Marcos, Mateo y Lucas redactaron los evangelios entre la segunda y la tercera generación cristiana; el evangelio más antiguo es el de Marcos y data no antes de 35 o 40 años después de los hechos pascuales), trata de proclamarlos tal y como: "nos las enseñaron los que desde el principio las vieron".
Claro que Lucas se preocupó por narrar de manera inteligente y ordenada lo que sabía acerca de Jesús, sin embargo, en sentido estricto, nunca pretendió escribir una biografía, sino simplemente: ¡un evangelio!
Dice Lucas, en una narración -¡que, subrayó, no es histórica propiamente dicha!-, empero, si ofrece algunos datos de que el nacimiento de Jesús data del año 4 antes de Cristo. (Versión Reina Valera 1995):
“Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto César que todo mundo fuera empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
Aconteció que estando ellos allí se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Había pastores en la misma región, que vivían en los campos y cuidaban sus rebaños durante la noche.
Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeo de resplandor y tuvieron gran temor: Pero el ángel los dijo: No teman; porque yo os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo: porque os ha nacido hoy, en la Ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan y decían:
Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz,
Buena voluntad para con los hombres... "
En su homilía de ayer 23 de diciembre, en el servicio religioso en la Capilla de Santa Marta, el papa Francisco exhortó a los católicos a que especialmente en Navidad sus almas estén abiertas a recibir al Señor.
Destacó que la Iglesia, al igual que María, está en espera de un parto: María, indicó, sentía esas “percepciones interiores en su cuerpo, en su alma” que el hijo está llegando.
Más tarde n una publicación hecha en la red social Twitter,  Francisco exhortó a los cristianos a “estar un poco en silencio” en Navidad, para así “oír la voz del Amor”. Escribió: “La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor”.

Es evidente que Francisco lee poesía y sobretodo uno de sus poetas preferidos es su paisano Leopoldo Marechal que tienen una poesía del silencio, dice:
 “...En el corazón del silencio
los hombres hunden sus cantos.
El silencio es la rama
donde se emboscan todos los pájaros de música.
“...¡y otra vez el silencio, el gran silencio!
¡Ah, no me digas nada
que rompa e sortilegio
de tu mutismo: ni la frase antigua
ni las canciones que ha mordido el tiempo!
Ser buzo y descender hasta la gruta
de tu silencio,
donde se tuercen los corales rojos
de las mordientes ansias y el deseo
es una forma negra, tentacular, sin ruido,
con cien ojos de acecho...
¡Ah, no me digas nada, ni la palabra antigua
ni las canciones que ha mordido el tiempo!
¡Silencio en las albercas de tus ojos,
en tus caricias largas, en tus besos!                                                                                                                                                                               
Que se duerma en tus labios
una gran mariposa de silencio...” Leopoldo Marechal (1900-1970).

Agrega el poeta Marechal en otro poema.
Y el silencio es un buey que se arrodilla
fustigado de voces...”
Me recordó un texto de Gustavo Martín Garzo; “el buey y los ángeles” publicado hace cinco años en El País justamente en navidad. Comenta el escritor para niños que en uno de sus poemas más hermosos, Thomas Hardy evoca un recuerdo de su infancia. Es Nochebuena y alguien, al hablar de los bueyes del portal, exclama: “Ahora estarán todos de rodillas”.
Dice Garzo que el poeta uruguayo francés Jules Supervielle, escribió un relato sobre los animales del portal de Belem; se titula El buey y el asno del pesebre.  
Supervielle –agrega Garzo- nos cuenta esa historia desde los ojos de un narrador imprevisto: el buey que vive en el portal “que asiste asombrado a lo que tiene lugar a su alrededor. Ve al Niño que acaba de nacer y se pone a calentarle con su aliento. Todo se vuelve maravillosamente difícil para él. Los ángeles no paran de ir y venir, y acude gente humilde cargada de regalos. Cuando sale al campo se da cuenta de que hasta las piedras y las flores saben lo que ha pasado, y están nimbadas de luz. Y el pobre se pasa las noches en vela, arrodillado junto al niño, viendo aquel mudo celeste que penetra en el establo sin ensuciarse. Esa dicha le conduce al agotamiento más extremo y cuando por fin María, José y el Niño se alejan con el asno, en busca de un lugar más seguro, no puede seguirles, y se queda solitario en el establo, donde muere, sin llegar a entender nada de lo que le ha pasado.”
Nos recuerda Garzo que el poeta español José Ángel Valente, al comentar este relato, y lamentándose de que tantos hombres hayan llegado a perder el sentimiento de lo poético, escribe: “Ignoran tanto hasta qué punto los rodea lo invisible, que ni siquiera tienen la prudencia de aquel buey de un delicioso cuento de Jules Supervielle, que en el colmo del júbilo ‘temía aspirar un ángel’, tan denso está el aire de espirituales criaturas”.
Aprovecho para desearles a todos los lectores de La Silla Rota ¡feliz Navidad, y sobretodo buen año 2014!
Y como es inicio de invierno y hace frio, les deseo disfruten la navidad con el silencio, pero con intenso calor humano, como si fuera el mes de junio.
PD:  La imagen del meteórito increíble.  En la madrugada del 24 de diciembre de 1858 "las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora que, ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas". Este es parte del relato de Rafael Martínez Fortún, vecino del municipio murciano de Molina de Segura, en cuyas tierras impactó aquella Nochebuena el mayor meteorito jamás caído en España, según recoge la plataforma de noticias científicas SINC.


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