El Estado
profundo de Nicolás Maduro/ MIGUEL ÁNGEL BASTENIER
EL
País, 19 FEB 2014
Se
denomina Estado profundo una serie de rodamientos internos de un país,
encarnados en personalidades o entidades que ejercen un poder manifiesto sin
que desempeñen por ello cargo o función oficial. El término suele referirse
despectivamente al Tercer Mundo, pero en las democracias occidentales existe
también, solo que injertado tan genéticamente en la médula estatal que cabe
olvidar que existe o aún considerarlo plenamente legítimo. En la Venezuela
chavista también hay un Estado profundo, pero, quizá, porque no ha tenido
tiempo de biologizarse con el poder, aparece a la vista de todos con su
inagotable capacidad de acción. Y ello hace particularmente enigmático que el
presidente Maduro, con motivo de las masivas marchas de la oposición, la acuse
de intenciones golpistas como si no tuviera la situación perfectamente
controlada.
En sus 14 años
de mandato el Gobierno chavista ha ido construyendo un armazón-coraza del
sistema, aparentemente
invulnerable. Hay una milicia
bolivariana, de 120.000 voluntarios a los que se da instrucción paramilitar con
armamento moderno, que podría parecer un Ejército-bis, por si a este le diera
por desmandarse. Y en una versión más de barrio están los llamados
colectivos, bandas de militantes extremos que patrullan e intimidan. Pero como
es mejor prevenir que curar, el presidente Maduro se ha volcado en hacer
partícipes y garantes del sistema a las FF. AA., a las que llama bolivarianas
para subrayar que esta es otra Venezuela.
Para disfrute
del estamento armado existen Bancofanb, institución financiera al servicio del
Ejército; Construfanb, otro tanto en el campo de la construcción; salió
recientemente al aire una TV militar; y completa la galería de sinecuras la
UNEFA, Universidad Nacional Experimental de las FF. AA.. En menos de un año
Maduro ha nombrado a casi 400 oficiales a cargos de alta responsabilidad fuera
del ámbito castrense; 11 ministros y 10 viceministros son militares no solo en
Seguridad y Defensa, sino en todos los sectores de la Economía, más Industria,
Energía eléctrica y Alimentación. Esta militarización del Estado solo puede
responder a una inquietud: únicamente el ejército podría derrocar al chavismo,
y no en vano el Nuevo Herald de Miami publicó en octubre pasado un manifiesto
de 45 altos jefes retirados, que pedía impúdicamente el golpe de Estado.
A este bastión
central se añaden ya más en la periferia 30.000 o 40.000 cubanos, asesores y profesionales,
e instituciones como el Frente Francisco Miranda, también con
miles de afiliados, que actúa en tiempo electoral informando y redoblando su
presión sobre el público. Idénticos resultados persigue la democracia
occidental, pero con un sigilo y una capacidad de convencimiento más sutiles.
Nicolás
Maduro no es un gran orador, pero se le entiende todo cuando dice que su
Gobierno “va más allá de la legitimidad política, electoral, constitucional,
pues abarca varias dimensiones”. Todas aquellas que mantengan, dentro de un
pluralismo acotado, al chavismo en el poder.
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