La
Organización de Estados Americanos (OEA) definió el pasado 7 de marzo su postura ante la crisis en Venezuela; y tras
ocho horas de discusión, un mayoría logró impedir que los Estados miembros
adoptaran alguna de las medidas que se iban a discutir: la convocatoria de una reunión de consulta de los cancilleres, el envío
de una misión de observación o la redacción de una resolución ante el conflicto.
“Lo que es
evidente es que se han logrado frenar los porpósitos intervencionistas de los
convocantes de este Consejo ”, señaló a la prensa el embajador
venezolano ante la OEA, Roy Chaderton.
Venezuela
ha sabido mover l apoyo de los países del Caribe, un puñado de votos
decisivo en el seno de la organización, que le ha permitido decantar la balanza
a su favor en muchas ocasiones a lo largo de los últimos años. El apoyo del
bloque del ALBA y del Caricom determinó que ni siquiera se llegaran a
contemplar ni la posibilidad de una convocatoria de los ministros de Asuntos
Exteriores de la OEA para debatir la respuesta conjunta de la organización ante
la crisis venezolana, ni el envío de una misión observadora, dos opciones
contra las que arremetió duramente el presidente Maduro durante los fastos por
el aniversario de la muerte de Hugo Chávez.
A
la reunión del Consejo se presentó una propuesta inicial, liderada por Bolivia,
en nombre del bloque del ALBA y países afines como Argentina, Uruguay o Brasil,
que alababa los esfuerzos del Gobierno de Venezuela por resolver la coyuntura
de protestas sociales de su país y la conferencia de paz convocada por Maduro
como el foro legítimo para albergar ese diálogo.
A
ese texto se pretendió incorporar, a modo de enmienda, una iniciativa promovida
por Perú y el bloque de la Alianza del Pacífico, más Costa Rica, Panamá, EU y Canadá, que pedía “un seguimiento” de esas
negociaciones que garantizara el envío periódico de información sobre el curso
de las mismas al secretario general, José Miguel Insulza.
Se
consiguió redactar un borrador con unos cinco puntos básicos que contemplaban,
entre otros asuntos, una investigación
de la violencia, la garantía de la no injerencia de la OEA en los asuntos
internos de Venezuela –como pidió Maduro- y la observación de la
institucionalidad democrática y el Estado de Derecho en el marco de la Carta
Democrática de la organización, asuntos sobre los que se había llegado a un
cierto consenso.
Andrés Oppeenheimer analiza la situación.
El
Informe Oppenheimer / Una victoria efímera de Maduro/Andrés
Oppenheimer
Reforma (14-Mar-2014).-
El
Presidente venezolano, Nicolás Maduro, obtuvo una victoria diplomática al
derrotar una propuesta de algunos países en la Organización de Estados
Americanos (OEA) de ofrecer una mediación externa para resolver la crisis
política de Venezuela, que ya ha dejado más de 21 muertos (van 26) y cientos de heridos.
Pero puede que se trate de una victoria efímera.
Esa
es la impresión que saqué tras entrevistar al Secretario General de la OEA,
José Miguel Insulza, poco después de que esa institución aprobó una resolución
respaldando el "diálogo nacional" que conduce el Gobierno de Maduro,
y rechazando el pedido de la Oposición venezolana de buscar un diálogo con una
mediación independiente y creíble para ambos bandos.
La
resolución de la OEA del 7 de marzo fue aprobada por 29 votos a favor y 3 en
contra (Estados Unidos, Canadá y Panamá). Los tres países que votaron en contra
citaron las demandas de la Oposición venezolana de que haya una mediación
externa porque el Gobierno de Maduro -que fue proclamado Presidente tras una
elección cuestionada, ha arrestado a líderes de la Oposición pacífica y está
silenciando a los medios- no puede ser juez y parte del conflicto.
A
juzgar por lo que me dijo Insulza, la propuesta de pedirle a Venezuela que
acepte una mediación independiente posiblemente vuelva a ser discutida pronto, porque
la crisis venezolana no va a amainar. Tanto el Gobierno como la Oposición
necesitarán dialogar para impedir que la crisis se haga aún más profunda, y más
sangrienta.
Venezuela
ya tiene la inflación más alta del mundo (56 por ciento anual), una creciente
escasez de alimentos, y tasas de violencia sin precedentes que en Caracas han
llegado a más de 100 por cada 100 mil habitantes, entre las más elevadas del
mundo.
"No
creo que la tensión vaya a amainar mientras subsistan los problemas económicos
y sociales que existen en el país en este momento", me dijo Insulza.
"Los problemas económicos por los que atraviesa Venezuela hoy en día no
los puede resolver el Gobierno solo, tiene que resolverlos con el sector
empresarial, con los partidos de Oposición, etc. Y lo mismo con los problemas
sociales".
¿Y
qué opina del argumento de la Oposición venezolana de que el llamado al
"diálogo nacional" de Maduro es solo una treta para ganar tiempo y
desarticular las protestas callejeras?, le pregunté.
Eso
"no va a ocurrir", respondió Insulza. "No va a amainar la
tensión mientras no haya alguna real disposición para dialogar y resolver los
problemas entre todos. Por lo tanto, lo que ha ocurrido en estos días es
solamente un paso más en este proceso. Mientras no haya soluciones de fondo a
la crisis venezolana, seguramente las tensiones van a continuar".
¿Eso
significa que la OEA puede reabrir el debate sobre una mediación
independiente?, pregunté. Insulza respondió que si el "diálogo
nacional" que conduce Maduro no va a ninguna parte y la crisis se sigue
profundizando, los países "van a volver a discutir el tema" en algún
foro.
Cuando
le pregunté por las críticas de la Oposición de que él debería usar sus
atribuciones para enviar una misión de observación a Venezuela, Insulza
respondió que no tiene facultades para hacer eso a menos de que el Consejo
Permanente de la OEA lo decida y haya una grave ruptura del orden democrático,
"y de eso estamos lejos" en Venezuela.
Mi
opinión: Yo no sería tan categórico en afirmar que no ha habido una grave
ruptura del orden democrático en Venezuela.
Maduro
fue declarado Presidente por un ínfimo margen del 1.5 por ciento del voto por
un tribunal electoral controlado por el Gobierno, después de un proceso
electoral sumamente viciado. Además, es difícil considerar democrático a un
Gobierno que no respeta la separación de poderes, arresta a los líderes de la
Oposición pacífica y silencia a los medios.
Pero
Insulza está en lo cierto en que la crisis no desaparecerá, y el tema de una
mediación creíble probablemente vuelva a la mesa.
Venezuela
solo saldrá de su crisis cuando Maduro entienda que no es dueño de un país en
el que la mitad de la población votó en su contra, y mientras no acepte una
mediación respetada por ambas partes. Solo entonces se podrá llegar a un
acuerdo para que el Gobierno libere a los presos políticos, restaure la
separación de poderes y permita un tribunal electoral independiente a cambio de
un compromiso de la Oposición para ayudar a resolver los problemas del país.
El
lamentable voto de la OEA a favor de Maduro, así como las declaraciones de la
UNASUR en el mismo sentido, probablemente pasen al olvido en la medida en que
la crisis venezolana se agrave, y quede claro que el supuesto "diálogo
nacional" conducido por Maduro es una farsa. Entonces, habrá que volver a
contemplar una mediación independiente, que es la única salida realista para
Venezuela.
Twitter:
@oppenheimera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario