Cierra
el colegio Westminster por casos de abuso sexual/ANABEL
HERNÁNDEZ
Proceso # 1965, 28 de junio de 2014
Rodeada
de un halo de elitismo, la Westminster School de la Ciudad de México resultó
ser un lugar donde se solapó y, más todavía, se propició una serie de abusos
sexuales contra niños y niñas de entre dos y 12 años. En vez de atender las
denuncias de los padres, la institución optó por encubrir a los criminales que
estaban en su nómina. Ahora, una vez que las autoridades confirmaron la
comisión de los delitos, el colegio anuncia su cierre definitivo.
El
próximo 15 de julio, la Westminster School, uno de los colegios privados más
caros y supuestamente de más alto nivel educativo de la Ciudad de México,
cerrará sus puertas tras 66 años de existencia. La explicación de la escuela es
que su director y dueño, Byron Iconomópulos, está enfermo y la institución
tiene problemas financieros.
La
realidad es otra. En esa escuela, niños y niñas de entre dos y 12 años fueron
víctimas de abuso sexual por parte de algunos profesores durante al menos ocho
años, según averiguaciones previas abiertas en la Procuraduría General de
Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Aunque
el primer caso denunciado ocurrió en 2007, esas historias podrían ser
anteriores, pues uno de los profesores acusado de abusar de niñas, Jaime
Casarrubias Pérez –de 55 años–, dio clases ahí durante 20 años.
Ante
las acusaciones, los directivos del colegio solaparon a sus empleados e
intentaron desprestigiar a los padres de familia que alertaban sobre los
abusos; incluso destruyeron pruebas que incriminaban a los victimarios.
Los
directivos y el personal de la escuela denunciados, junto con los perpetradores
de los abusos, son Alpha Iconomópulos; su hijo Byron; la directora de primaria,
Teresita del Pilar Braña Varela; la subdirectora Lucie Kassabian, y la maestra
Rosa Margarita Lezama Pérez, quien permitía la salida de una de las alumnas
agredidas, en horas de clase y a petición del profesor denunciado, para que él
pudiera cometer los abusos.
El
primer caso consignado, el de 2007, fue contra un niño de preescolar y la
victimaria fue una de las nanas. Los siguientes casos fueron dados a conocer
por niñas de quinto de primaria en 2012, aunque los abusos comenzaron en 2009,
cuando cursaban tercero de primaria.
Proceso
conoce los nombres de las víctimas, que se encuentran registrados en las
averiguaciones previas consultadas, pero sus identidades serán omitidas en el
presente texto.
Con
su cierre, la Westminster School intenta evadir la justicia, así como impedir
que haya más denuncias de padres de familia y reparaciones millonarias; es el
caso de la recién confirmada por la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN) el miércoles 11 de junio, en la cual se obliga a
la escuela a pagar una indemnización de al menos 12 millones de pesos a una de
las víctimas.
La
nana
La
primera denuncia de abuso sexual de la que se tiene registro en esa institución
fue contra Lorena Alvarado Amador, contratada en septiembre de 2005 como
personal de intendencia, pero a quien empleaban como nana del área preescolar.
La responsable de la contratación, según la averiguación previa
FDS/FDS-2T2/572/07-10 y la causa penal 65/2008, fue la directora de preescolar,
Cristina Elizabeth Pámanes.
En
agosto de 2007 el pequeño –a quien se le nombrará John– fue inscrito en la
escuela cuando tenía dos años. Como parte de sus actividades, tenía clases de
natación una vez a la semana, pero por razones de salud no podía tomarlas.
La
mamá del menor comenzó a notar que su hijo se volvía agresivo, lloraba y no
quería ir a la escuela. Un día, una amistad de la familia le preguntó su nombre
al niño y éste lo dijo en femenino. Su mamá lo corrigió y le preguntó después
por qué lo había hecho. El pequeño respondió que así le decía Lore.
Después
el niño comenzó a negarse a ir a la escuela e intentaba quitarse el uniforme.
Finalmente le contó a su mamá cómo la empleada solía meterle un dedo en el ano,
le puso un nombre femenino y le pegaba en el pene.
El
18 de octubre de 2007 la madre de John pidió una cita con la directora de
preescolar, y luego de contarle lo ocurrido ésta se limitó a decir que la
empleada ya no tendría contacto con el niño.
La
mamá de John recurrió entonces a Alpha Iconomópulos, a quien le comunicó lo
sucedido. La entonces dueña y directora del Westminster la trató de manera
déspota y la corrió de su oficina.
El
22 de octubre de 2007 la madre de John lo llevó al Centro de Apoyo de Víctimas
de Abuso Sexual de la PGJDF, donde después de practicarle exámenes psicológicos
al niño, confirmaron que sí había sido víctima de abuso sexual y, por lo tanto,
debía interponerse una denuncia penal.
John
logró expresar la forma en que había sido agredido más de una vez, y agregó que
la nana le hacía lo mismo a otro de sus compañeros.
En
vez de despedir a Alvarado y levantar una denuncia penal en su contra, la
Westminster School la protegió y la mantuvo en nómina.
El
23 de noviembre de 2007, la directora de preescolar, Pámanes, afirmó ante el
Ministerio Público que sí recibió la queja de la madre de John, pero como
Alvarado negó las acusaciones la escuela no hizo nada.
En
marzo de 2008 el Juzgado Sexagésimo Noveno en Materia Penal del DF emitió la
orden de aprehensión contra Alvarado Amador por el delito de “abuso sexual
agravado”. Aun así la escuela la siguió protegiendo y continuó pagando su
salario. Además sufragó los gastos de los abogados de la defensa, quienes son
también los representantes legales del Westminster: Igor Trujillo Cencic y José
Hernández Delgado Chacón.
El
28 de octubre de 2009 la agresora fue aprehendida por agentes de la PGJDF. El
21 y el 25 de junio de 2010 declaró que después de recibirse en la escuela la
queja de la mamá de John –el 17 de octubre de 2007– habló con Alpha
Iconomópulos: “Me habla la directora general para decirme que (…) no cree en la
acusación y que me va a cambiar a la primaria por bien mío”.
En
las evaluaciones psicológicas practicadas por los peritos de la PGJDF se reveló
que Alvarado tiene perfil de abusadora sexual.
El
20 de octubre de 2011 la juez interina del Juzgado Sexagésimo Noveno en Materia
Penal del DF, Nelly Ivonne Cortés Silva, sentenció a Alvarado a cuatro años,
cuatro meses y 15 días de prisión.
Pero
el 14 de febrero de 2012 la magistrada Laura Minerva Duarte González, de la
Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, le
conmutó la pena por sólo 20 mil pesos y la liberó de cualquier pago de
reparación de daño.
El
17 de febrero de 2012 Alvarado salió de la cárcel y se tiene registro de que
volvió a trabajar al Westminster.
El
profesor de español
En
2012 hubo nuevas denuncias de abusos sexuales dentro de la escuela, ahora
contra niñas de tercero y quinto de primaria.
El
17 de abril de 2012 dos madres de familia se presentaron ante la Fiscalía
Central de Investigación para Delitos Sexuales de la PGJDF para denunciar
agresiones contra sus hijas, que entonces tenían 12 años.
Se
abrió la averiguación previa FDS/FDS-6/T2/00334/12-04 D01, en la cual se acusa
de abuso sexual agravado al profesor de español Jaime Casarrubias Pérez,
docente de la Westminster School desde 1990, y por encubrimiento contra la
directora de primaria de la institución, Teresita del Pilar Braña; la subdirectora
general Lucie Kassabian –esposa de Byron Iconomópulos– y la maestra Rosa
Margarita Lezama Pérez.
Según
el expediente, el caso se detonó luego de que Casarrubias Pérez fue despedido
de la escuela a medio ciclo escolar, en marzo de 2012, tras ser acusado por
tres niñas de tercero de primaria de que había intentado besarlas en la boca.
Preocupada,
una de las madres de familia comenzó a platicar del caso con otras y así se
enteró de que su hija, quien iba en quinto de primaria, era una de las víctimas
del profesor.
La
pequeña –a quien llamaremos Laura–, le dijo a su mamá que desde tercero de
primaria, durante el ciclo escolar 2009-2010, Casarrubias la obligaba a besarlo
en la boca y los abusos continuaron y aumentaron en cuarto grado, aunque él ya
no le daba clases, y estaban ocurriendo todavía en quinto grado, cuando él
había vuelto a ser su profesor de español.
La
niña señaló que en tercero de primaria él comenzó sus abusos diciéndole que le
iba a enseñar cómo se besaba; ella fue sometida bajo la amenaza de tener malas
calificaciones si no accedía.
En
cuarto de primaria y en horas de clase de la maestra Lezama, Casarrubias
mandaba llamar a Laura y la profesora consentía en que saliera.
Los
abusos aumentaron y ocurrieron a la vista de todos, incluyendo a compañeras a
quienes Laura les pedía que no la dejaran sola, que la esperaran afuera del
salón donde el profesor abusaba de ella durante la hora del recreo.
También
la llevaba a otra área de la escuela, conocida como “la torre”, donde “con el
pretexto de que lo ayudara a buscar unos libros ahí también la encerraba en el
salón”, se asentó en la indagatoria.
Como
parte de los abusos sexuales el profesor también sentaba a la menor en sus
piernas. Incluso en hora de clases la llamaba para manosearla. En el casillero
del maestro había una fotografía de la niña, tomada sin que ella se diera
cuenta.
La
menor señaló a su madre que no le había dicho nada por vergüenza y por miedo a
ser regañada. Contó que cuando las tres niñas de tercero de primaria denunciaron
al profesor por intentar besarlas, la directora hizo una investigación interna
y mandó llamar a siete alumnas para saber si habían sido víctimas. Entre ellas
estaba Laura. Cuando la menor denunció a la directora los hechos e incluso
habló de la fotografía que el maestro tenía en su casillero, Braña mandó buscar
la foto y la subdirectora Kassabian la rompió.
En
vez de informar sobre lo sucedido a los padres de familia, la escuela optó por
despedir a Casarrubias el 12 de marzo de 2012.
“Al
hablar con la directora Braña me confirma todo lo que mi hija (…) me había
dicho y me da el argumento de que no me habían avisado de tal situación debido
a que mi hija no quería que sus padres se enteraran (…) además de que las
autoridades del colegio no hicieron ni tomaron ningún acto que les
correspondía, como una denuncia o queja administrativa ante la SEP”, declaró
ante la PGJDF la mamá de Laura.
La
segunda denuncia interpuesta el 17 de abril de 2012 fue de una mujer cuya hija,
amiga de Laura, había sido acosada por el profesor y fue testigo del abuso
contra la otra pequeña, junto con otras seis, desde tercero de primaria, cuando
tenían 10 años.
“Aunque
a mi hija no la había abusado (el profesor) sexualmente, sí había abusado
psicológicamente de ella al haberla obligado a presenciar sus actos”, señaló la
madre de la otra menor.
En
su declaración, la amiga de Laura ratificó todas las versiones y agregó que
cuando las mandaron llamar de la dirección para conocer los hechos, la
subdirectora Kassabian les pidió “discreción” sobre el asunto.
La
PGJDF hizo un peritaje psicológico de la menor y determinó que presentaba un
cuadro de abuso sexual.
Casarrubias
Pérez, casado y con dos hijos, licenciado en psicología, fue detenido el 28 de
mayo de 2012 en la Ciudad de México y actualmente está bajo proceso en el
Reclusorio Oriente.
Cuando
Braña y Kassabian fueron citadas a declarar a la PGJDF, se dijeron inocentes
del cargo de encubrimiento y se negaron a declarar.
Dos
meses después de haber sabido de los abusos, y ya que las madres de familia
habían acudido a la PGJDF, la Westminster School reaccionó para intentar
ocultar su negligencia: el 27 de abril envió a la SEP un escrito firmado por
Braña Varela denunciando la conducta del profesor, y el 2 de mayo presentó una
denuncia de hechos ante la fiscalía que atiende delitos sexuales en el DF.
El
3 de diciembre de 2012 Casarrubias fue sentenciado a cuatro años, cuatro meses
y 15 días de prisión y también a reparar el daño “en cuanto sea contable”. Sin
embargo la Octava Sala del Tribunal Colegiado del DF determinó concederle
libertad bajo fianza por ser primodelincuente. Pagó 10 mil pesos y fue puesto
en libertad el 8 de abril de 2013.
Según
información pública de la SEP, Casarrubias sigue siendo profesor en el Distrito
Federal; su filiación es CAPJ570526QE8 y su clave presupuestal, 071152 E0286
000 001306.
El
14 de noviembre de 2013 Byron Iconomópulos envió un correo electrónico
colectivo para informar a alumnos, padres de familia y maestros que el
Westminster iba a cerrar sus puertas a partir del ciclo escolar 2014-2015 por
problemas financieros. El inmueble donde ocurrieron los abusos sexuales fue
vendido a la Universidad La Salle.
Según
información obtenida por Proceso en la Dirección General y de Admisiones del
Westminster, el 15 de julio la escuela será cerrada.
El
miércoles 11 la Primera Sala de la SCJN emitió un fallo contra un recurso de
inconformidad interpuesto por la institución y confirmó el acuerdo dictado el
pasado 4 de marzo por el Sexto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito en el cual se condenó a la escuela a indemnizar con 12 millones de
pesos a John.
La
madre del pequeño agraviado en 2007 dice a Proceso que esa es una victoria en
defensa del derecho de los menores, y afirma que su interés no es el beneficio
económico, sino que la escuela pague su negligencia y complicidad. También
refiere que destinará el dinero a la creación de una clínica de atención a
menores víctimas de agresiones sexuales, pues sólo existe un centro así en todo
el país.
El
ente caritativo que cuenta con más fondos en México, la Fundación Mary Street
Jenkins, se halla en el centro de un escándalo de corrupción y presunto lavado
de dinero con implicaciones en las instituciones que patrocina, entre ellas la
Universidad de las Américas en el estado de Puebla. El motivo es un conflicto
entre los miembros del patronato de la fundación, la propia familia Jenkins,
que se encuentra enfrentada con el primogénito, quien a su vez acusa a su
madre, su padre y sus hermanos de enriquecerse ilegalmente a costa del
organismo de beneficencia.
Una
trama de corrupción, tráfico de influencias, compra de justicia y otras
ilegalidades sacude a la Fundación Mary Street Jenkins, la institución de
caridad más rica de México con casi 10 mil millones de pesos de patrimonio y
patrocinadora de una de las principales escuelas privadas del país: la
Universidad de las Américas.
Se
trata de una disputa de poder y de dinero entre los integrantes del patronato
de la fundación, la propia familia Jenkins: padre, madre y hermanos enfrentados
con el primogénito, quien los acusa de enriquecerse ilegalmente a costa de la
institución de beneficencia.
“Éste
ya no es sólo un asunto familiar, es un tema público”, advierte Guillermo
Jenkins de Landa, el primogénito de la familia, quien revela que un personaje
clave en el conflicto es el rector de la Universidad de las Américas (Udla), el
panista Luis Ernesto Derbez, canciller en el gobierno de Vicente Fox.
“Es
una persona que tiene mucha influencia sobre mi familia, los manipula
completamente”, afirma y asegura que Derbez ha cometido o solapado delitos que
la Procuraduría de Justicia de Puebla no investiga, porque –según él– ha
“comprado” a ésta mediante becas de la Udla a agentes policiacos.
Eso
mismo hizo la familia Jenkins –acusa– con el presidente de la Junta de
Instituciones de Beneficencia Privada de Puebla, Amado Llaguno Mayaudón, quien
avaló la reforma a los estatutos de la fundación: le obsequiaron una beca de la
Udla para su nieto.
Precisamente
ante la junta, que depende del gobernador panista Rafael Moreno Valle,
Guillermo Jenkins de Landa presentó, en diciembre, una denuncia para ser restituido
como patrono de la Fundación Jenkins y que sus padres, Guillermo Jenkins
Anstead y Elodia Sofía de Landa Irízar, sean removidos por actuar de manera
ilegal para beneficiarse de la fundación.
Y
pone un ejemplo: Sus padres crearon una empresa que recibió un préstamo de la
Fundación Jenkins para comprar un edificio en Paseo de la Reforma e
Insurgentes, en la Ciudad de México, que luego se lo vendieron a otra empresa
de la propia institución de beneficencia, con cuya operación ganaron ambos más
de 8 millones de dólares.
Esta
triangulación implicó el desvío de más de 14 millones 200 mil dólares del
patrimonio de la fundación, una conducta que Jenkins de Landa califica de
ilegal, igual que la multimillonaria “inversión” que sus padres y hermanos
tienen en un desarrollo inmobiliario en Los Cabos, Baja California Sur, en el
que están involucrados –además– otros parientes.
Afirma
que los socios del desarrollo en Los Cabos, Mariano Mariscal Barroso y Mariano
Mariscal Asúnsolo, son familiares de Jacqueline Asúnsolo, esposa de su hermano
Roberto Jenkins de Landa, “por lo que innecesariamente se sometería a la
fundación a potenciales conflictos de interés derivados de esa relación
personal”.
Roberto
Jenkins de Landa, quien junto con sus padres tramó la destitución del
primogénito, recibió también un préstamo de la fundación por 600 mil dólares,
en 2007, pero hasta la fecha no ha pagado nada.
No
sólo eso: La familia Jenkins usa los recursos de la fundación como si fueran
suyos y los despilfarra en la compra de obras de arte que acostumbra la madre,
en el uso del helicópteros y renta de lujosas oficinas en Santa Fe, pese a que
la sede está en Puebla.
Y
más aún: Los Jenkins “lavaron” dos millones de dólares de la Fundación Jenkins
para contratar a un despacho de abogados, con el fin de armar una estrategia de
expulsión de Guillermo Jenkins de Landa como patrono de esa institución, de la
Udla y de otras dos fundaciones.
Guillermo
Jenkins afirma en su demanda: “La única razón que existe para que, a través de
la violación de los derechos del suscrito se haya buscado su remoción como
patrono propietario de las fundaciones en las que tiene ese cargo, es la de
quitarlo como obstáculo para que puedan continuar con su agenda personal en las
operaciones de la fundación”.
Cosas
de familia
El
escándalo en la Fundación Jenkins se inició luego de que, en junio de 2013, el
patronato anunció que Guillermo Jenkins de Landa había sido expulsado, lo que
llamó la atención porque él era, desde 2002, secretario y llegó a ser tesorero,
pero también integraba las fundaciones de la Udla, del Colegio Americano y del
Club Deportivo Alpha, todas de Puebla.
Además
era presidente del consejo de administración de Reforma Bicentenario, la
empresa que compró con fondos de la fundación el edificio de Reforma e
Insurgentes, y de Proyecto Nuevo Siglo, compañía que tiene en Puebla un
edificio de oficinas, un hotel y un estacionamiento en Las Ánimas.
Dedicado
a los seguros, Jenkins de Landa prestaba inclusive sus oficinas de Las Lomas de
Chapultepec para que sesionara el patronato de la Fundación Jenkins, que
duplicó su patrimonio de 350 millones de dólares, en 2002, a 750 millones de
dólares hasta el año pasado.
Fundada
en 1953, es la institución de caridad más rica de México y lleva el nombre de
la viuda de William Jenkins, un controvertido estadunidense que hizo fortuna en
Puebla gracias a su trabajo, pero también a sus relaciones políticas y aun
criminales (Proceso 197).
Lo
que detonó el conflicto, que derivó en la remoción de Guillermo Jenkins de
Landa como patrono propietario y secretario de la fundación, ocurrió a
principios de 2012: El patriarca de la familia planteó reformar los estatutos
de la institución, por él presidida, para que sus cinco hijos fueran incluidos
como “herencia” en él.
El
primogénito se opuso argumentando que no podía ser “herencia”, porque la
fundación no era propiedad de ellos ni de nadie, pero también porque sus cuatro
hermanos no cumplían con los requisitos de solvencia y carácter intachable.
“No
creo que varios de mis hermanos cumplan con eso”, le dijo a su padre, revela
Jenkins de Landa, en entrevista con el reportero, el lunes 9, en sus oficinas
de Las Lomas.
Jenkins
de Landa fue parte del equipo que, en 2000, venció en tribunales a Manuel
Espinosa Yglesias, quien pretendía también dejar a sus hijas en el patronato de
la fundación. “Con mi padre resultó peor”, afirma.
Pese
a la oposición de él y de las observaciones que también hizo Manuel Mestre
Martínez, el único miembro del patronato que no es de la familia, y luego
también de que su hermano Roberto sustrajo indebidamente el libro de actas, él
decidió finalmente avalar las reformas a los estatutos.
“Lo
que yo no quería era causar un problema familiar”, dice y confió en que la
Junta de Beneficencia Privada de Puebla no avalaría la reforma a los estatutos,
porque, por ejemplo, se decía que no podían ser patronos personas mayores de 80
años y su padre y Mestre rebasaban esa edad, y que no podía haber cónyuges,
pero sus padres lo eran.
“Yo
pensé que la junta iba a tener más seriedad, pero no la tuvo y avaló. Luego me
enteré que fue a cambio de una beca para el nieto del presidente”, asegura.
El
nuevo patronato se integró con Guillermo Jenkins Anstead, su esposa y sus hijos
Roberto, Juan Carlos, Margarita y María Elodia Jenkins de Landa, así como su
sobrino Juan Eustace Jenkins. Mestre fue ratificado.
Fue
su hermano Roberto quien le pidió la renuncia a todas las fundaciones y
empresas: “De acuerdo, sólo quiero que me releven de toda responsabilidad. Me
dijo que no. Y yo le dije: ‘Entonces impútenme una responsabilidad, si hay algo
que hice mal’. No tenemos nada que imputarte. ‘Entonces me relevan o me imputan
algo. Si ustedes cometen errores, el responsable voy a ser yo’”.
Luego
fue a ver a su padre para preguntarle por qué quería que saliera de los
consejos de las fundaciones y de las empresas, pero se encontró que también le
exigía salir de los consejeros consultivos de la Udla, del Colegio Americano y
de los clubes Alfa:
“–¿Y por qué?
“–No
sé.
“–Oye,
tú eres el presidente, cómo que no sabes.
“–No
sé, pero me tengo que ir con la mayoría.
“–¿Y
quién es la mayoría, caray?
“–Tú
mamá y tus hermanos.”
Dice
Jenkins de Landa: “En ese momento honestamente me di cuenta de que mi papá ya
no estaba en sus facultades. Yo todavía no sabía lo que se pretendía hacer
después”.
Lavado
de dinero
En
junio de 2012 su padre le suspendió a Jenkins de Landa sus honorarios de 110
mil pesos al mes, pero el embate se intensificó: Se enteró, fortuitamente, de
que sus padres contrataron por 2 millones de dólares un despacho de abogados
para expulsarlo de la empresa Reforma Bicentenario con cargo a la Fundación
Jenkins.
El
29 de mayo de 2013 recibió un correo electrónico, “seguramente por algún error
del remitente”, Roberto Illanes, de un contrato de prestación de servicios
profesionales del despacho Rincón, Mayorga, Román, Illanes, Soto, con un
calendario de pagos.
Uno
de éstos era por 450 mil dólares “a la exclusión de Guillermo Jenkins de Landa”
de Reforma Bicentenario, la empresa que él formó, en 2010, para comprar el
edificio de Reforma y del que es socio con sólo dos acciones.
“Soy
el único accionista persona física. Claro, soy mini-mini, pero soy”, explica y
afirma que la transferencia de los 2 millones de dólares de la Fundación
Jenkins a Reforma Bicentenario es lavado de dinero.
“Lavan
dinero como si fuera capital para comprar fierros y ladrillos. También los
tengo denunciados por la vía penal”, afirma Jenkins de Landa, quien en su queja
ante la Junta de Beneficencia detalla cómo es que sus padres ganaron más de 8
millones de dólares a costa de la fundación.
Y
es que el matrimonio Jenkins-De Landa y su hijo Roberto, en el desarrollo del
que los dos primeros son accionistas y el segundo administrador único,
obtuvieron una ganancia multimillonaria con la compra del edificio de Reforma e
Insurgentes, en el Distrito Federal.
Con
base en la documentación que Jenkins de Landa anexó a su denuncia, Desarrollo
FAM adquirió, el 26 de noviembre de 2010, el inmueble por un precio total de 20
millones 500 mil dólares más los impuestos aplicables y, el 15 de diciembre, se
lo vendió a Reforma Bicentenario en 34 millones 726 mil dólares.
“Esto
quiere decir que en sólo 20 días Desarrollo FAM obtuvo una ganancia por 14
millones 226 mil dólares a partir de una operación de compraventa de inmuebles
que presumiblemente adquirió con dinero que, en carácter de préstamo, recibió
de la Fundación Jenkins y como resultado de una venta a una empresa subsidiaria
de la propia fundación de la que originalmente obtuvo los recursos.”
Añade:
“Si a todo lo anterior sumamos que, por contratos por separado, Desarrollo FAM
le vendió el inmueble a Reforma Bicentenario los permisos y las licencias
relacionadas con el inmueble y construcciones arriba mencionados, podría
resultar que la utilidad injustificadamente obtenida por esta transacción fuera
aún mayor”.
En
la denuncia se acredita que, en 2011, los accionistas de Desarrollo FAM, el
matrimonio Jenkins-De Landa, obtuvieron un gran dividendo y recibieron, cada uno,
un cheque por 4 millones 217 mil 509 dólares, para un total de 8 millones 435
mil 18 dólares.
Cuando Guillermo Jenkins pidió a su padre y
madre que rindieran cuentas sobre esta operación en perjuicio de la fundación,
ellos se negaron.
“Me
contestaron que su única obligación para con la fundación Mary Street Jenkins
era la de pagar el préstamo que su empresa había obtenido de 28 millones 500
mil dólares y que el suscrito carecía por completo de facultades para
cuestionarlos respecto de las operaciones de una sociedad mercantil (es decir
Desarrollo FAM) con la que no tenía participación accionaria alguna.”
Insistió
en que se asegurara el pago del préstamo por los 28 millones 500 mil dólares y
que hubiera rendición de cuentas, pero sus padres lo rechazaron: “No solamente
no presentaron ninguna rendición de cuentas, sino que iniciaron su campaña para
sacarme a como diera lugar del patronato de la fundación y, así, poder disponer
a su antojo de su patrimonio”.
Inversiones
dudosas
En
su demanda, Jenkins de Landa pide a la junta que inicie procedimiento de
remoción inmediata de sus cargos de patronos de sus padres y su hermano
Roberto, pero además que ordene que le sean restituidos a la Fundación Jenkins
los 14 millones de dólares, más los intereses, de los que se dispusieron de
manera indebida.
En
caso de que se nieguen a devolver el dinero, exige, que se inicien las acciones
civiles y legales que correspondan. También pide que se declare ilegal la
inversión que hizo la fundación Jenkins en el proyecto Cabo Riviera Marina y
Resorts, en Los Cabos.
A
mediados de 2012, su hermano Roberto Jenkins de Landa propuso al patronato
invertir en Los Cabos a través de las empresas Desarrolladora La Ribera y
Grumar, pero él se opuso por la experiencia con Desarrollo FAM y por las
diferencias con otros proyectos de la fundación, como Proyectos Nuevo Siglo y
Reforma Bicentenario.
Por
ejemplo, la fundación no tendría el control absoluto de la sociedad y
convertiría la inversión en un auténtico capital especulativo contrario a los
fines de la fundación y a las leyes que la regulan. Más aún, estaba sujeto a
litigios de carácter agrario.
También
cuestionó la sociedad con Mariano Mariscal Barroso y Mariano Mariscal Asúnsolo,
parientes de su cuñada Jacqueline Asúnsolo de Jenkins.
Puntualiza:
“Por esa razón, el suscrito exigió que la fundación hiciera un análisis legal y
financiero profundo respecto de estos temas antes de embarcar a la fundación en
una aventura que parece ser totalmente descabellada, con el agravante de ser
totalmente innecesaria para el adecuado funcionamiento de la fundación”.
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