Nuevos
partidos/Jorge
Alcocer V.
Reforma, 10 de julio de 2014
Cuando
en 2002 en alguna entrevista para TV me preguntaron por la pertinencia de
buscar registro legal para un nuevo partido político, mi respuesta fue que los
derechos ciudadanos están para ser ejercidos y uno de ellos, fundamental, es el
de asociación. Mantengo la misma opinión y por tanto no tengo motivo para
criticar a los ciudadanos que decidieron buscar, y ahora han alcanzado, el
registro de tres nuevos partidos políticos nacionales: Partido Movimiento de
Regeneración Nacional (Morena); Partido Encuentro Social (PES) y Partido
Humanista (PH).
En
cambio, tengo una crítica al trabajo de fiscalización y vigilancia que el INE
(antes el IFE) desarrolló para garantizar que, en el cumplimiento de los
requisitos, las organizaciones interesadas se apegaran estrictamente a las
normas constitucionales y legales. Al igual que en ocasiones previas,
funcionarios y consejeros electorales han cerrado los ojos ante evidencias
suficientes de que, al menos en un caso, Partido Encuentro Social, hay posibles
y graves violaciones a la normatividad.
Es
de dominio público que en esa organización, ahora partido nacional, intervienen
de manera directa ministros de culto de iglesias evangélicas, lo que está
prohibido por la Constitución; hay denuncias ante el INE de que para la
afiliación y asistencia de los ciudadanos a las asambleas distritales del PES,
sus dirigentes ofrecieron 50 mil pesos a los promotores que alcanzaran el
requisito de asistencia y que a los asistentes les entregaron despensas y otros
bienes en recompensa por su participación.
Ayer,
la consejera del INE, Pamela San Martín, dijo en entrevista con Alejandro
Cacho, en MVS radio, que de la investigación efectuada se concluyó que las
violaciones denunciadas ocurrieron solamente en algunas asambleas, que no
fueron consideradas dentro de las válidas para efectos del registro otorgado al
PES. Tal enfoque me recordó al candidato inde pendiente a presidente municipal
de San Blas, Nayarit, que declaró que sí robó, "pero poquito". Ese
candidato ganó la elección; el PES tiene registro, a ciencia y paciencia de los
consejeros electorales del INE y de la Secretaría de Gobernación, autoridad
competente en materia de ministros de culto y agrupaciones religiosas.
Los
tres nuevos partidos políticos iniciarán actividades, con plenitud de derechos,
a partir del primer día de agosto próximo; tendrán derecho a financiamiento
público, ordinario y de campaña; acceso a tiempos de TV y radio y participarán en
las elecciones federales de 2015 y en las locales concurrentes, en 17 entidades
federativas. Por ser su primera incursión en lides electorales, no tienen
derecho a establecer coaliciones con otros partidos. Deberán acreditar, por sí
mismos, el porcentaje mínimo de votación nacional, del 3 por ciento, para
conservar registro.
Por
experiencias ajenas y propia, sé que obtener la votación mínima de ley,
especialmente en elecciones intermedias, es una barrera letal para la mayoría
de los nuevos partidos. Así lo demuestra la estadística. Para el PES y el PH,
implantarse, en unos pocos meses, en los 300 distritos electorales federales, y
participar en las elecciones locales, es un reto mayúsculo.
Morena
es caso aparte. Sin cuestionar el derecho de López Obrador a poner casa propia,
el registro legal de su partido es un retroceso en el largo y sinuoso camino de
la unidad de las izquierdas. Su destino electoral depende de cuántos votos le
arranque al PRD, y de su capacidad para desfondar, electoralmente hablando, al
PT y MC. El registro de Morena es una buena noticia para Andrés Manuel y sus
seguidores; es una mala para el futuro de la izquierda mexicana, no solo en el
ámbito electoral, sino también en la vida política nacional.
López
Obrador y Morena apostarán al radicalismo extremo; para el PRD se abre el
dilema de competir en ese terreno o acentuar su perfil como partido que sabe
conjugar la oposición con el diálogo y la construcción de soluciones, por el
bien de todos.
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