Los
vaivenes del rublo/Sergei Guriev, profesor de economía, exrector de la Nueva Escuela de Economía en Moscú.
Publicado en La
Vanguardia | 22 de diciembre de 2014
En
las últimas semanas, la caída del rublo y de los mercados de valores rusos ha
venido aparejada al descenso de los precios mundiales del petróleo. Pero todo
cambió el 15 de diciembre. El precio del crudo se mantuvo estable pero el rublo
y los índices bursátiles perdieron el 30% en las siguientes 24 horas. Un
esfuerzo sin precedentes del Banco Central de Rusia (BCR) en las primeras horas
del 16 de diciembre para estabilizar el rublo, subiendo los tipos de interés
del 10,5% al 17%, resultó inútil.
La
causa del “lunes negro” de Rusia era evidente: el rescate por el Gobierno de la
estatal Rosneft, la mayor petrolera del país. Por lo general, los rescates
calman a los mercados; pero este recordó los primeros experimentos
postsoviéticos, cuando el BCR emitió préstamos directos a las empresas,
alimentando una mayor inflación. El entonces gobernador del BCR, Víktor
Gueráschenko, fue calificado como el peor banquero central del mundo.
En
el 2014, el BCR es más limitado de lo que era en la época de Gueráschenko: no puede
prestar directamente a las empresas. Pero también se ha vuelto más sofisticado
en la consecución de los mismos fines que Gueráschenko buscaba. En octubre,
Rosneft emitió 11.000 millones de dólares en bonos (una cantidad sin
precedentes para el mercado ruso, lo que equivale al 70% del valor total de los
bonos corporativos emitidos en Rusia este año). El cupón de estos bonos estaba
en realidad 1,5 puntos porcentuales por debajo de los bonos soberanos de
vencimiento similar, lo que también es inusual, sobre todo teniendo en cuenta
que Rosneft actualmente está sujeto a las sanciones occidentales.
Entonces,
inversores no identificados (supuestamente los mayores bancos estatales de
Rusia) se beneficiaron de la decisión del BCR el 12 de diciembre para permitir
que estos bonos fueran usados como garantía de préstamos de rublos a tres años
por el BCR. Por otra parte, el BCR programó una subasta especial para esos
préstamos el 15 de diciembre, con el importe total de los préstamos similares a
la de la emisión de bonos de Rosneft. Así, el BCR sería capaz de proporcionar
una enorme cantidad de rublos a Rosneft a tipos por debajo del mercado.
Entonces, ¿por qué el acuerdo causó el pánico?
A
primera vista, este acuerdo estaba destinado a atender el más importante desafío
económico contemporáneo de Rusia. Las sanciones han dejado fuera de los
mercados financieros occidentales a los bancos y empresas rusas. Estas tienen
que pagar o refinanciar casi 300.000 millones de dólares de deuda los próximos
dos años. Parte de esta deuda es de los propietarios de empresas rusas
deslocalizadas, que sin duda estarán encantadas de seguir así. Pero en la
mayoría de los casos, los pasivos de las empresas son deuda real contraída con
los principales bancos internacionales.
El
mejor ejemplo es Rosneft, que pidió prestados cerca de 40.000 millones de
dólares en el 2013 para comprar su competidor, TNK-BP. Unos 10.000 millones de
esta deuda tienen que ser reembolsados en el cuarto trimestre del 2014,
incluyendo un pago de 7.000 millones ayer, 21 de diciembre (20.000 millones más
tendrán que ser reembolsados en el 2015). Los inversores en el mercado
financiero han estado esperando a que el Gobierno anunciara una estrategia para
abordar el tema de la deuda externa de las empresas. El BCR introdujo un flujo
de hasta 50.000 millones de dólares a doce meses, pero esto apenas va a durar
hasta el final del 2015.
Teniendo
en cuenta que el precio del petróleo es probable que se mantenga bajo, que los
financieros asiáticos –incluso los chinos– no parecen ansiosos por refinanciar
empresas rusas, y que las sanciones es poco probable que sean levantadas, los
inversores querían claramente una solución mayor y más audaz. Rosneft había
pedido varias veces 40.000 millones de los fondos soberanos de Rusia. Pero, con
ese dinero ya comprometido con otros fines, el Gobierno optó por una solución
no transparente y no basada en el mercado, que habría enorgullecido a
Gueráschenko.
Desafortunadamente,
esta solución plantea varios problemas inmediatos. Para empezar, el riesgo de
impago, así como el costo de la concesión de préstamos subvencionados, incumbe
a los tenedores de bonos. Si los tenedores de bonos son de hecho los mayores
bancos de propiedad estatal, el acuerdo en realidad hace daño al sistema
bancario: aumenta la concentración de riesgo e implica pérdidas adicionales de
compra de bonos con tipos de interés por debajo del mercado.
En
segundo lugar, porque Rosneft debe pagar su deuda externa y es probable que
utilice su efectivo plan de rescate para comprar dólares, lo que sólo puede dar
lugar a una mayor presión a la baja sobre el rublo. Rosneft lo ha negado
públicamente, pero los mercados, sin embargo, parecen esperar que los rublos
recién impresos inundarán los mercados de divisas. En tercer lugar, la
estructura no transparente del acuerdo socava la confianza en la integridad y
la independencia del BCR. El día después del “lunes negro”, el ministro de
Economía, Alexéi Uliukáyev, dijo que el BCR debería haber subido los tipos de
interés antes. Esto inmediatamente levantó la sospecha de que el BCR retrasó la
subida para completar el acuerdo al tipo más bajo.
Por
último, los inversores no saben si el rescate de Rosneft es un reparto de una
sola vez y, si no es así, qué otras empresas pueden esperar recibir un trato
similar del BCR. Por lo tanto, no entienden cómo (y si) será pagada o
refinanciada la deuda corporativa de Rusia ni qué grado de confianza pueden
tener en el rublo.
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