Traducción del italiano: José Ruiz Vicioso.
FAES
| 12 de noviembre de 2015
La
intervención de Rusia
La
intervención de Rusia en Siria no producirá resultados importantes en la lucha
contra el ISIS. Desde septiembre de 2014 a septiembre de 2015 la coalición
americana ha efectuado 7.200 ataques aéreos contra los hombres de al-Baghdadi,
sin obtener resultados significativos. En los primeros cuatro días desde el
inicio de su intervención, Rusia ha realizado solo 60 bombardeos aéreos, la
mayoría de ellos contra los rebeldes demócratas apoyados por los Estados
Unidos. En conjunto, los aviones rusos solo han logrado acabar con catorce
yihadistas: dos de al-Nusra y doce del ISIS.
Si
Rusia mata a doce militantes del ISIS cada cuatro días, ¿cómo hará para
destruir el ejército de al-Baghdadi que, según afirmó en una conferencia el 10
de diciembre de 2014 el general Valery Gerasimov al mando del ejército ruso,
contaría con 70.000 soldados?
Mientras
Rusia efectuaba los bombardeos, el ISIS culminaba su más importante avance de
los últimos meses, conquistando algunas poblaciones cercanas a Alepo. Se trata
de una noticia embarazosa para la imagen de Putin, pero también para Irán, que
vio morir a su general de más alto grado en la zona, Hossein Hamadani, que
había sobrevivido a la sangrienta guerra entre Iraq e Irán entre los años
1980-88, y que fue asesinado ahora por el ISIS durante la marcha hacia Alepo.
La
parálisis de Occidente
La
mejor aliada del ISIS es la fortuna. El ISIS debería ser definido por aquello
que realmente es: la organización terrorista más afortunada del mundo, pues a
causa de una serie de increíbles circunstancias internacionales, los gobiernos
dedicados a la lucha contra al-Baghdadi y los suyos se han paralizado unos a
otros.
Rusia
no quiere destruir al ISIS porque teme reforzar a los rebeldes demócratas
filo-americanos que tratan de derrocar a Bashar al-Asad. Los americanos no
quieren eliminar al ISIS porque ello implicaría enviar a morir a muchos de sus
soldados para liberar un territorio que quedarfa después bajo influencia rusa.
Al-Abadi,
primer ministro de Iraq desde el 11 de agosto de 2014, querría eliminar al
ISIS, pero no puede porque sus soldados no están bien entrenados para el
combate, además de encontrarse muy desmotivados, como demuestra la forma en que
cayó Ramadi el 17 de mayo de 2015.
El
ISIS avanzaba hacia Ramadi con menos de 1.000 hombres, los cuales provocaron la
fuga de 10.000 soldados iraquíes. Esto despertó las críticas de Ash Carter, el
secretario de Defensa norteamericano, quien afirmó que los soldados iraquíes
huyeron ante un número muy inferior de militantes del ISIS. La relación de
fuerzas era de diez a uno a favor del ejército iraquí, o un soldado de
al-Baghdadi por cada diez soldados de al-Abadi. Así, las tropas iraquíes se
retiraron dejando que el ISIS se apoderara de Ramadi sin oposición.
El
27 de mayo de 2015, Al Jazeera emitió un documental sobre la caída de Ramadi
que deberían ver todos los que creen, equivocadamente, que el ISIS conquistó la
ciudad porque dispone de un ejército potente1. También Bashar al-Asad querría
combatir al ISIS, pero no puede por dos razones principales. La primera es que
debe concentrar sus fuerzas en defenderse de los llamados rebeldes demócratas
que han conquistado una parte de Damasco. Desde el momento en que Bashar
al-Asad corre el peligro de ser asesinado en el palacio presidencial, su
prioridad no puede ser la lucha contra el ISIS, sino la defensa de su propia
vida y la de su familia. Si los rebeldes consiguieran tomar Damasco, Bashar
al-Asad probablemente moriría del mismo modo horrible en que murió Gadafi.
La
segunda razón por la que al-Asad no puede combatir eficazmente contra el ISIS
es que su ejército, agotado por una guerra civil que dura más de cuatro años,
se ha vuelto demasiado débil, como demuestra la caída de Palmira, el 20 de mayo
de 2015.
En
un artículo publicado en The New York Times, Anne Barnard y Hwaida Saad han
contado los momentos dramáticos que precedieron la caída de Palmira. Los
soldados de Bashar al-Asad se habían quedado sin munición y no tenían medio de
defenderse. El mensaje de radio que uno de los oficiales del ejército de
al-Asad envió a sus superiores fue: “estamos perdidos2“.
¿Es
el ISIS imparable?
Lo
que ocurrirá en las próximas semanas es previsible. Rusia se verá obligada a
reducir o a interrumpir los bombardeos por falta de fondos. En mitad de una
crisis económica, Putin ha financiado los bombardeos aéreos en Siria tomando
sesenta mil millones de dólares de un fondo secreto, a los que hay que añadir
otros cuarenta mil millones ya perdidos a causa de las sanciones económicas por
la intervención en Ucrania, en un periodo caracterizado además por la caída del
precio del petróleo. Los recortes en sanidad, educación e infraestructuras ya
se han producido.
El
ISIS es una fuerza militarmente irrelevante si se compara con la potencia
militar de Occidente, pero avanza porque el contexto de la política
internacional le es favorable. También en este caso los datos son claros: de
las 7.200 posibilidades que el ISIS ha tenido de abatir un avión de la
coalición americana, no lo ha logrado ni una sola vez, puesto que la aeronave
del piloto jordano -quemado vivo en febrero de 2015- cayó por un fallo técnico.
Un ejército que no tiene posibilidad de defenderse de los bombardeos aéreos no
es un ejército moderno y si se le atacase de forma seria, estaría condenado a
una muerte segura.
El
1 de octubre de 2015 asistí a la lección que William McCants, autor del libro
ISIS Apocalypse3, dio sobre el ISIS en el Center for International Studies del
Massachus-sets Institute of Technology, donde me encuentro ahora. En su
discurso -puede verse el vídeo de la conferencia publicado en la web del MIT4-,
McCants explicó con total claridad el modo en que el contexto internacional ha
favorecido el ascenso del ISIS.
Las
consecuencias para Europa
Las
consecuencias para España, Italia y las demás democracias europeas son
previsibles. Asistiremos a un crecimiento de los procesos de radicalización en
nuestros países y, probablemente, crecerá también el número de foreign fighters
a causa de lo que llamo “la ilusión óptica del Estado Islámico.”
Miles
de jóvenes creen que al-Baghdadi es invencible desde el momento en que el mundo
entero, coaligado en su contra, no logra causarle un rasguño. Esto crea una
gran exaltación entre los extremistas islámicos, llevados a pensar que el ISIS
es más fuerte que los Estados Unidos y Rusia juntos. Los jóvenes extremistas no
se preocupan por saber cómo cayeron realmente Palmira y Ramadi. Movidos por un
profundo odio a Occidente, comentan las imágenes de la televisión en la
intimidad de pequeños grupos de extremistas que observan el mundo a través de
una ideología radical5. Telediario tras telediario, reunión tras reunión, los
jóvenes admiradores de al-Baghdadi en Madrid, Londres o París, presas de la
exaltación, se convencen cada vez más de que ha llegado el momento de partir
para alistarse en el ejército yihadista más grande que existe en el mundo. Un
ejército que, a su parecer, es imbatible.
¿Un
futuro dramático?
La
lucha contra el ISIS no ha comenzado todavía y cuesta creer que comenzará en
breve. Por este motivo, debemos habituarnos a convivir con la presencia del
Estado Islámico que, salvo cambios repentinos en la política internacional en
Oriente Medio, tendrá una vida más larga de lo inicialmente previsto. En el corto
plazo, esta situación presenta un aspecto positivo porque, paradójicamente, la
estrategia de guerra del ISIS ha protegido hasta ahora nuestras ciudades.
Una
de las diferencias principales entre los jefes del ISIS y los de Al Qaeda es
que los primeros quieren crear un Califato inmediatamente; mientras los
segundos, como demuestra la matanza de Charlie Hebdo de enero de 2015, están
todavía convencidos de que su prioridad es cometer atentados terroristas en
nuestras poblaciones. La consecuencia es que el ISIS y al Qaeda empujan a los
terroristas en direcciones opuestas. Al Qaeda los empuja de Oriente Medio hacia
Europa, mientras el ISIS los empuja de Europa hacia Oriente Medio. Sin embargo,
el ISIS podría modificar su estrategia, provocando un aumento de los complots
yihadistas contra nuestras ciudades.
Como
demuestra la experiencia de al-Shabaab en Somalia y de Boko Haram en Nigeria,
las organizaciones yihadistas que luchan para instaurar en sus propias tierras
el Califato, aumentan el número de atentados terroristas en el extranjero
cuando se ven obligadas a retirarse en su propio territorio. La matanza de la
Universidad de Garissa en Kenia, ocurrida el 2 de abril de 2015, se produjo
después de que al-Sha-baab hubiera perdido las ciudades más importantes, debiendo
retirarse a la periferia de Somalia. Estas organizaciones golpean la casa ajena
con el objetivo de provocar disensos entre los partidos políticos favorables a
la intervención contra el terrorismo y los que son contrarios. Kenia es parte
de una coalición de Estados que, desde hace algunos años, combate a al-Shabaab
en Somalia. Otro ejemplo es el de España con el terrible atentado yihadista del
11 de marzo de 2004. El episodio es complejo, pero justo después de la matanza
los españoles eligieron a Zapatero, quien retiró las tropas de Iraq.
Desde
principios de 2015, una coalición de Estados que incluye Camerún, Chad, Níger y
Nigeria está atacando duramente a Boko Haram. Tras haber perdido importantes
territorios, Boko Haram ha comenzado a cometer numerosos atentados terroristas
en esos países. Según los datos recogidos por Amnistía Internacional, en los
meses de junio a septiembre de 2015, Boko Haram ha matado a 1.600 personas en
Camerún, Chad, Nfger y Nigeria. En el momento en que se ha visto obligada a interrumpir
la construcción del Estado Islámico en el norte de Nigeria, Boko Haram se ha
lanzado a cometer una gran cantidad de atentados terroristas en el extranjero,
al igual que al-Shabaab. Un artículo de The New York Times, del 10 de octubre
de 2015, ha reconstruido los atentados de Boko Haram contra Chad. De los datos
que tenemos a nuestra disposición se observa claramente la dinámica que resumo
con la fórmula “retroceso en casa, avance en el extranjero”. Una de dos: o los
yihadis-tas se ocupan de construir su sociedad o vienen a destruir la nuestra.
Hoy
el ISIS crece a causa de la parálisis de la política internacional, pero ¿qué
ocurrirá si un dfa este enorme ejército yihadista retrocede ante el empuje
causado por el envfo de tropas del ejército más grande del mundo? Una de las
hipótesis más plausibles es que centenares de militantes del ISIS se lancen al
Mediterráneo buscando una vfa de escape y lleguen a nuestras ciudades. Este
fenómeno parece estar ya en marcha. Cuatro dfas después de los bombardeos de
Rusia, la prensa de todo el mundo anunciaba que 600 militantes del ISIS, en su
mayorfa mercenarios, pre-tendfan llegar a Europa a través del Mediterráneo.
¿Qué ocurrirá si huyen miles de militantes del ISIS? Es lfcito imaginar que ese
dfa llegará porque ningún pafs del mundo tiene interés en asistir a la
consolidación del Estado Islámico, y si Occidente deja pasar demasiado tiempo,
los yihadistas se multiplicarán.
Todo
esto crea una situación psicológica paradójica. Los ciudadanos italianos deben
esperar que los militantes del ISIS permanezcan el mayor tiempo posible en los
confines del Estado Islámico, pero cuanto más se alargue la vida del ISIS,
mayor será el número de yihadistas que podrfa llegar a nuestra casa. Esto
significa que el riesgo de atentados terroristas en nuestros pafses se
mantendrá por muchos años.
La
reacción más lógica debería ser la de aumentar inmediatamente el gasto
destinado a los servicios de inteligencia porque, como demuestra la masacre de
Charlie Hebdo, el terrorismo no se combate; el terrorismo se previene.
¿Qué
habría que hacer?
¿Qué
debería hacer el llamado “bloque occidental” en este momento? Los Estados
Unidos y sus numerosos aliados deberían considerar que Putin no puede perder la
guerra en Siria por una serie de razones objetivas que operan a su favor.
A
Putin le anima una determinación mucho más clara que la que pueda tener
Occidente y en una guerra la dimensión psicológica de los combatientes es una
fuerza objetiva al igual que los intereses económicos. Putin se siente asediado.
Hasta el 2003 existía en el norte de Oriente Medio un bloque filo-ruso que daba
serenidad a Rusia. Irán, Iraq y Siria eran países amigos y, además, las
relaciones con Turquía habían mejorado hasta el punto de la firma de un acuerdo
en el 2010 por el que Rusia construiría una central nuclear en suelo turco, en
Akkuyu, por valor de veinte mil millones de dólares. En 2003 Iraq fue
conquistado por los americanos, y en 2011 Siria se precipitó en el caos
provocando, en una serie de reacciones en cadena, un grave deterioro de las
relaciones entre Rusia y Turquía, que es enemiga de Bashar al-Asad.
El
colapso de Siria ha aumentado la presencia de Occidente en Oriente Medio. Para
Putin, en cambio, ha sido un desastre. Hasta hace pocos años, Rusia podía
contar con Siria, Iraq, Irán y con la mejoría de las relaciones con Turquía.
¿Qué le queda hoy? Poca cosa. ¿Qué podría quedarle mañana? Casi nada. A esto
basta añadir que Rusia dispone en Siria (Tartus) del único puerto que permite
el abastecimiento de sus naves en el Mediterráneo. Es inimaginable que Rusia
pierda Siria sin combatir una guerra durísima. Por esto se dan en Siria las
condiciones para que se desencadene un conflicto de dimensiones mundiales.
Si
los Estados Unidos decidieran responder a los bombardeos de Rusia aumentando su
apoyo a los rebeldes filo-americanos, ¿qué podría ocurrir? Podría ocurrir que,
por error, un avión americano abatiera un avión ruso o viceversa. Esta
posibilidad ha sido contemplada por Rusia, y por ello Putin ha afirmado la
necesidad de instituir un comité para evitar que los aviones de las dos
coaliciones se ataquen por error. ¿Y si ocurriese? ¿Cuál sería la reacción de
los gobiernos respectivos?
Siria
ha estado bajo influencia rusa durante décadas y en los últimos años el bloque
liderado por Estados Unidos ha avanzado en Oriente Medio de forma
significativa. Si el bloque occidental no conquista Siria, no habrá perdido
nada de lo que tenía antes de que comenzara la guerra civil. Si Putin pierde su
capacidad de influencia sobre Siria, su retroceso en Oriente Medio resultaría
enorme.
Debe
exigirse a Bashar al-Asad que deje de matar a sus propios ciudadanos, pero es
difícil imaginar una Siria libre del control ruso. El realismo político impone
al bloque occidental que reconsidere la estrategia en Siria a la luz de las
fuerzas objetivas que operan en la zona, antes de que se produzca una escalada
imparable hacia el conflicto.
En
noviembre de 2011, los periódicos occidentales comentaban impresionados la
noticia de la muerte de 3.500 personas desde el inicio de la guerra civil en
Siria, nueve meses antes. Parecía una cifra enorme. Hoy los muertos son cerca
de 250.000 y se ha verificado el auge de una gigantesca organización
terrorista. En algunos casos, las cifras expresan el fracaso de una estrategia
mejor que cualquier análisis.
1 Documental de Al Jazeera sobre la conquista
de Ramadi por el ISIS:
http://america.aljazeera.com/watch/shows/inside-story/2015/5/isil-takes-ramadi.html.
2 Anne Barnard y Hwaida Saad, “Frantic Message
as Palmyra Fell: We’re Finished”, The New York Times, 20 de mayo de 2015.
3 William McCants, ISIS Apocalypse. The
History, Strategy, and Doomsday Vision of the Islamic State, New York, St
Martin’s Press, 2015.
4 Conferencia de William McCants sobre el ISIS,
1 de octubre de 2015, Massachusetts Institute of Technology:
https://www.youtube.com/watch?v=nD9ZYi3O-s0.
5 Marc Sageman, Understanding Terror Networks,
Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2004; Marc Sa-geman, Leaderless
Jihad, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2008.
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