24 ene 2016

Las traiciones a Kate del Castillo/LYDIA CACHO

Revista Proceso # 2047, 23 de enero de 2016..
Las traiciones a Kate del Castillo/LYDIA CACHO
Definida como una persona cercana a Kate del Castillo, la periodista y activista social Lydia Cacho escribió la semana pasada para la página web de Proceso y para la agencia Apro un artículo en el que relató pormenores de la situación en la que se encuentra la actriz después del escándalo que provocó la publicación del encuentro del actor estadunidense Sean Penn con Joaquín Guzmán Loera. El viernes 22, la propia periodista entregó a Proceso esta nueva versión, con elementos adicionales, para su publicación en la revista.
 El caso de Joaquín Guzmán Loera ha desatado la rabia de la Procuraduría General de la República y de los medios de comunicación: el resultado es el escarnio, la ridiculización de una situación por demás grave, sumada a la estrategia de la PGR y de la Secretaría de Gobernación para denostar a la actriz y productora Kate del Castillo en todas las formas posibles.
 Kate del Castillo, quien ha participado en más de 23 películas y en algunas telenovelas y series televisivas estadunidenses, se jugó la suerte mudándose a Los Ángeles hace 14 años en pos de fortalecer su carrera. Ha trabajado como productora de series y películas y lleva años incursionando en el mundo del cine desde diferentes ámbitos, de allí que no sea una casualidad que ella, como Oliver Stone, Sean Penn, Leonardo DiCaprio y otro puñado de gente de cine, hayan pensado en buscar que el líder del Cártel de Sinaloa contara su versión para unirla a las muchas otras voces de víctimas y autoridades mexicanas.

 Sabemos que Del Castillo escribió en 2012 un tuit con su reflexión personal de cómo ella ve y siente a su país. Criticó las formas en que se construyen la injusticia y la desigualdad, aseguró que cree más en El Chapo Guzmán que en los políticos, porque al menos él se muestra tal como es y los políticos, en cambio, viven de la impostura y el engaño. Kate invitó al capo a traficar con amor en lugar de con drogas y personas, le pidió que transporte medicamentos y las curas contra el cáncer y el VIH-sida, que los gobiernos nos ocultan o cuyo acceso se limita a las personas con recursos. Su opinión recibió lo mismo aplausos que críticas y burlas.
 Su lenguaje es directo, simple, transparente; muestra la ingenuidad real de Kate, esa que ha trabajado durante 10 años con organizaciones contra la trata de personas y como activista contra la violencia hacia las mujeres; que es activamente la Embajadora Corazón Azul de la ONU contra esos crímenes.
 Ha trabajado con PETA por los derechos de los animales y pasó un mes en Bolivia infiltrada con activistas en el ambiente de la explotación sexual de adolescentes para hacer una película sobre el tema.
 Kate del Castillo es claramente una gran actriz, pues convenció al mundo de ser una despiadada narcotraficante, tal como le sucedió a Michael C. Hall, el actor de Dexter –la serie de un asesino–, a quien la gente en el supermercado le huía confundiendo al actor con su personaje.
 La PGR juega con el imaginario colectivo eliminando las fronteras entre el personaje Teresa Mendoza y la ciudadana Kate del Castillo.
 Guzmán Loera es afecto a las redes sociales, leyó el tuit y quiso encontrarla. El Chapo, como han revelado la PGR y el ar­tículo de Sean Penn, buscó a Kate para pedirle que fuese ella quien contara su vida en una película. Sean mintió en su texto, pues el capo nunca le envió flores; los abogados le contaron a ella que él tuvo algún día la intención de hacerlo. Gracias a las conversaciones reveladas por la autoridad sabemos que el líder del Cártel de Sinaloa era uno entre millones de fans encantados con el personaje de Teresa Mendoza de la narconovela La Reina del Sur.
 Kate, ingenua o estúpidamente, creyó que el capo tendría un lado humano, leyó el tuit y reflexionó sobre lo que ella le pide: “Sea el héroe, use su poder para el bien”. Ella creyó que él en verdad querría contar su historia ya que estaba preso, aparentemente retirado de la operación cotidiana del cártel y no tendría mucho que perder. No sería el primer caso en que un mafioso encarcelado decide contar su historia.
 Sabemos que luego de que sus abogados contactaron a Kate del Castillo pidiendo sus datos en la ANDA, ella tardó semanas en responderles, pues estaba filmando Dueños del paraíso, otra narconovela.
 Luego viajó a ver a los abogados, quienes explicaron que desde prisión el jefe pedía que fuera ella la que produjera la película que Leonardo DiCaprio quería hacer. Los registros de las intervenciones telefónicas en manos de la SEIDO nos dicen que seis diferentes productores de Hollywood habían contactado al capo en el penal del Altiplano a fin de pedirle los derechos de su vida para un filme. Hay evidencia que demuestra que la actriz se reunió inmediatamente con los productores de Oliver Stone: Fernando Sulichin y José Ibáñez, quienes prontamente se comunicaron con su despacho de abogados para consultar las dudas de la actriz: ¿era legal pedir los derechos de su historia al capo?
 La PGR tiene en su poder los dos contratos que Kate y los productores llevaron a los abogados del Chapo (recordemos que todas las reuniones fueron sólo con los legistas, excepto la única con el capo para la entrevista). En las comunicaciones intervenidas es claro que no hay ningún intercambio de dinero entre las partes.
 Esos documentos demuestran que lo primero que hizo Del Castillo fue buscar asesoría legal para saber si no incurría en algún delito y para evitar hacerlo por ignorancia. Recuerdo cuando Kate, hace casi un año me contó que harían la película, me rei­teró su obsesión por que el capo no invirtiera un solo centavo. “Deben ser puros inversionistas conocidos”, me dijo. Yo asentí.
 Textos editados
 Sabemos que la PGR filtra la información a medias para inventar su verdad histórica sobre este caso, sin que haya sido juzgado ni hayan interrogado a todos los involucrados. La SEIDO tiene todos los correos y chats intercambiados entre la actriz y los productores que, mientras tanto, terminaban la película de Edward Snowden y por ello también estaban bajo vigilancia de las autoridades estadunidenses.
 Sabemos que fueron ellos quienes invitaron a Sean Penn a conocer a Del Castillo y que fue él quien insistió en que buscaran al capo para entrevistarlo. El plan original de Kate era el de cualquier productora: enviar a un escritor a documentar la historia del capo y más tarde preparar un guión, complementando esto con los escritos que el propio Guzmán Loera lleva en sus diarios.
 Mientras esto sucedía, las autoridades ayudaron a Guzmán Loera a darse a la fuga. Es importante acotar que afortunadamente la actriz y sus abogados en ambos países guardan evidencia de los chats; por tanto, podrá demostrar frente a cualquier juzgado que la PGR editó las comunicaciones inventando frases, intercalando mensajes para hacer creer a la sociedad que había una negociación que en realidad nunca existió.
 Para sorpresa de la actriz, según consta en la evidencia en manos de la SEIDO, la Segob y el FBI, los abogados de Guzmán Loera la volvieron a contactar cuando éste ya se había fugado. Los coproductores Fernando Sulichin y José Ibáñez consultaron con su despacho de abogados; era aceptable que se reunieran siempre y cuando nadie recibiera ni un centavo del capo o su gente y no supieran la locación a la que irían. Eso era sencillo pues los narcoabogados habían advertido que los llevarían a diferentes lugares, porque tenían que cuidar que el paradero de su jefe no fuera revelado. Entonces la PGR y las autoridades federales de Estados Unidos intervinieron todas las cuentas bancarias de la actriz (no sabemos si las de los productores también, porque este dato no aparece en el informe de inteligencia).
 Por otro lado, un informe de inteligencia de la Marina revela que los abogados que contactaban a la actriz intermitentemente se veían también con los dos hijos de Guzmán Loera y que se sabía que la familia entera estaba en Sinaloa (eso lo supe yo misma cuando estuve en ese estado el pasado diciembre), y que viajaban entre Mazatlán, Los Mochis y la sierra en la que el padre del capo les enseñó a cultivar amapola y mariguana a los 15 años. ¿Por qué no los detuvieron entonces? Ese mismo informe muestra que la autoridad mexicana y la DEA siguieron a los actores y a los productores (les tomaron fotos y grabaron su encuentro para subir a la montaña). La procuradora Arely Gómez dijo a la prensa que ellos estaban prácticamente presentes en la entrevista con Sean y Kate. ¿Qué significa eso? Ella se ha negado a responder la pregunta.
 La autoridad sabía que el conductor del vehículo, como nos ha revelado Sean Penn, era Alfredo Guzmán, hijo del capo y uno de los operadores del cártel junto con su hermano Iván Archivaldo, que los esperaba en la sierra con su padre. ¿Por qué los dejaron ir? La pregunta es pertinente ya que desde hace años se sabe que Guzmán Loera está dejando las operaciones del cártel a sus dos hijos; al igual que el propio Ismael Zambada entregó la empresa criminal a su heredero. La aprehensión de Vicente Zambada Niebla ha permitido que las agencias de inteligencia de Estados Unidos y México intercambiasen esa información que corrobora el inminente retiro de los padres y la llegada de los que el periodista José Luis Montenegro llama narcojúniors.
 Sabemos que Kate se reencontró con los abogados dos veces más en Xochimilco para que le entregaran las fotografías que Sean Penn necesitaba para la revista. El mismo Penn en su frívola crónica narra cómo presionaba a la actriz para conseguir la información de pertinencia periodística. Kate había pedido a Sean Penn que la incluyera como coautora de la crónica; después de todo, la que de verdad se había arriesgado como una buena reportera era ella. Rolling Stone y Penn se rehusaron a darle el crédito merecido, la usaron como si fuera una fuente cualquiera.
 Ya para entonces la productora y actriz había contactado a un despacho de abogados del más alto nivel en México. El defensor, ya comprometido con representarla y luego de haber escuchado toda la historia, renunció dos días antes de la publicación de la pieza. Sólo entonces le avisó a la actriz que tenía conflicto de intereses porque, había olvidado comentarle, era asesor de la PGR. En cualquier otro país Aguilar Zinser perdería su licencia por manipular a una cliente que ha contratado defensa legal.
 Cabe mencionar que el despacho del exsecretario de Gobernación Fernando Gómez Mont es el que defiende, mientras tanto, a los implicados en la segunda fuga de Guzmán Loera. A esos abogados que reciben pago de quien a su vez sí hizo negocios con el narco, ¿no los espían? A los servidores públicos cómplices directos del capo, ¿no los evidencian ante la prensa? ¿Todavía es Gómez Mont parte del entramado de inteligencia del gobierno federal?
 El peor periodismo
 Muchos medios han dado grandes muestras del peor periodismo. Han recibido casi sin cuestionar las filtraciones de la PGR, siempre parciales; han editado los chats entre la actriz y uno de los grandes empresarios criminales del mundo para convertirlos en una sátira de telenovela y, claro, han inventado historias frívolas sobre un tema tan grave que podría costarle la vida a Kate del Castillo y a Sean Penn.
 Ciertamente ellos tuvieron acceso a estos mafiosos gracias a su fama. Ella en particular debido a su personaje Teresa Mendoza. La actriz sólo aceptó producir la película porque el capo estaba preso. Me lo dijo hace meses, cuando comenzaba el proyecto. La forma en que se ha ridiculizado a la actriz no es nueva, el sexismo es notable en todos estos casos. De ella, y no de Penn, mencionaron su edad y la retrataron como si en verdad fuese la Reina del Sur. Hasta el excorresponsal de guerra Arturo Pérez Reverte, quien conoce el grave riesgo, se burló de la actriz diciendo: “No esperaba menos de mi Teresa Mendoza”.
 Todos han minimizado el rol que el actor de 21 gramos jugó en esto. Sean y Guzmán Loera se llamaban “amigos”, pero a él no le endilgan una relación afectiva ni hablan de la apariencia de Penn, ni de su capacidad de seductor. Lo mismo va para los productores a quienes Sean sí protege con nombres falsos en la revista. ¿Por qué ellos no aparecen en la narrativa si son los socios legales de Kate y los que le insistían, a pesar de que ella ya estaba aterrada, en mantener el vínculo de comunicación con la gente del capo y eventualmente con Guzmán Loera directamente?
 Todo parece indicar que para las autoridades, esos tres hombres mucho más poderosos que la actriz –y por cierto, ninguno mexicano–, acostumbrados a entrevistar a personajes controversiales como Snowden, Chávez, Fidel Castro y otros, que han enfrentado espionaje por su trabajo, están libres de toda responsabilidad. El cine, como el periodismo, está protegido por las leyes de libertad de expresión y libertad de información, pero de eso nadie habla. Otro dato relevante: la procuradora ha dicho que la autoridad mexicana no está investigando ni a Penn ni a los socios estadunidenses de Kate. Tampoco los investiga el FBI. ¿Cuál es la explicación de semejante decisión?
 La SEIDO pretendió inculpar a Kate del Castillo de hacer operaciones financieras con recursos de procedencia ilícita. El problema para la autoridad es que ni en las fotografías que le tomaron desde el primer día que la siguieron, ni en los intercambios de mensajería, llamadas y correos electrónicos con los abogados, ni en sus estados financieros aparece una sola transacción ni una sola fotografía en que ella salga con maletines, bolsas o cualquier otra cosa que haga creer que le entregaron dinero.
 En ocho días la PGR ha pasado en su linchamiento mediático de señalarla como socia del criminal en su casa productora, a decir que recibió dinero para su pequeña empresa tequilera; y ante la falta siquiera de indicios, finalmente a señalarla por, supuestamente, haber recibido un teléfono celular de manos de los abogados del capo. De cómplice pasó a testigo y hasta el momento de esta publicación ni Del Castillo ni sus abogados han recibido citatorio alguno.
 En el despacho de abogados contratado por ella en Estados Unidos se discutió reiteradamente que nunca se aceptaría ni un centavo de dinero del capo; de hecho Sulichin e Ibáñez ya buscaban inversionistas en el ámbito cinematográfico. Kate y sus empresas estuvieron hipervigiladas durante casi un año por una cooperación binacional digna de película… y no encontraron nada.
 Ignoramos si el narcoabogado detenido haya declarado algo contra ella. En tal caso, habrán de determinar si el testimonio de un solo delincuente tiene mayor validez que el de una ciudadana que pecó de ingenua al querer hacer una película como muchos otros antes lo han hecho. No sería la primera vez que un solo testimonio sin evidencia permite a la PGR perseguir injustamente a alguien.
 Actriz en riesgo
 Lo que sabemos está sobre la mesa. Lo que no sabemos es lo más pertinente de investigar. ¿Qué cree la PGR que El Chapo le reveló a Kate en esas seis horas de entrevista? ¿Creerán que le contó sobre sus vínculos con Televisa, esos de los que ya había hablado Carmen Aristegui?
 Acaso temerán que se sepa cómo funciona el sistema de inversión de dinero del cártel en las elecciones de diversos estados, o sobre su relación con los presidentes de México durante los últimos 30 años; acaso sospechen que el capo dijo cosas que ningún periodista hubiera sido capaz de extraer de un asesino como Guzmán Loera, tales como las estrategias para trazar sus rutas internacionales o quiénes son los verdaderos cómplices del escape del siglo.
 Yo dudo que El Chapo hubiese hablado demasiado. Después de todo, habían acordado que en ocho días se reencontrarían en otro lugar para que él les diera la entrevista completa. Pero la autoridad lo impidió. Ciertamente hay que celebrar la detención del capo –él y todos sus cómplices han hecho un daño irreparable al país–; pero enfocarnos pasivamente en una persecución de Estado contra Kate del Castillo, persecución que a todas luces se ve forzada, nos hace sospechar que hay algo más detrás de esta historia, algo que la autoridad no quiere que preguntemos.
 Mientras el capo seguía preso en el Altiplano, Kate del Castillo recibió una amenaza puntual enviada por el secretario Osorio Chong por conducto de una actriz amiga de ambos. Osorio Chong le advirtió a Del Castillo que ellos ya sabían que estaba en comunicación con los abogados de Guzmán Loera, que se dejara de meter en esos asuntos y terminó con una frase que la actriz mensajera enfatiza: “No habrá película”.
No podemos ignorar que la lógica de comunicación política institucional no sólo está enfocada en hacer espectacular el caso, sino en quebrantar la ley. Enrique Peña Nieto celebró la implementación del nuevo sistema de justicia penal procesal; sin embargo, la procuradora general, Arely Gómez, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, han violentado todos los preceptos constitucionales que exigen que a toda persona investigada o inculpada se le respete el debido proceso.
La autoridad, en el caso de Kate del Castillo, ha vulnerado su derecho a la dignidad, la intimidad, la propia imagen y la protección de datos personales, así como el derecho a no ser sometida a tratos crueles, degradantes e inhumanos. Hasta el momento la PGR no cuenta con un medio de prueba o indicio para procurar justicia, de allí la decisión de llevar a cabo un linchamiento moral a través de los medios para arrebatar toda credibilidad a los testimonios que eventualmente la productora haga públicos. En esta trama, sin duda, los medios corporativos son parte del engranaje que hace posible que la autoridad implemente las leyes que inmediatamente quebranta sin pudor alguno. La pregunta, si el caso Del Castillo llega a tribunales es: ¿los jueces se someterán al poder político o impartirán justicia?
El sistema de justicia penal acusatorio exige que se respeten todas las reglas que la autoridad ha roto abiertamente con este caso. Ciertamente la delincuencia organizada queda fuera del nuevo esquema de justicia penal, decisión tomada por Calderón y ratificada por Peña Nieto para seguir actuando de forma discrecional. A la sociedad y a la prensa no les toca determinar si una persona es culpable o inocente, pero sí fiscalizar al sistema de justicia que se resiste, desde la cúpula, a respetar el debido proceso.
Mientras el caso salía a la luz, pasé unos días con Kate en su hogar a fin de hacer una pieza periodística. Ella está verdaderamente asustada. No puede entender el porqué de estos ataques virulentos por parte del gobierno mexicano. Entiende bien que haya personas en la sociedad que hagan juicio moral sobre si debía o no haber buscado la posibilidad de hacer la película una vez que El Chapo la contactó, pero lo que no comprende es el porqué de este ataque directo del gobierno federal.
 Me parece que ahora la actriz y productora corre dos peligros:
 Uno, que el cártel se sienta traicionado. Yo no lo creo. Se puede sentir traicionado por Sean, que fue quien escribió la pieza.
 Otro, que personeros del gobierno mexicano podrían atreverse a hacerle daño a la actriz con tal de callarla, debido a la información que podría tener o creen que tiene. Ya se ha documentado plenamente en nuestro país la cantidad de ataques a periodistas, comunicadoras y activistas por parte de agentes del Estado, desde las detenciones arbitrarias y la tortura, hasta el uso del sistema de justicia como instrumento de escarmiento ejecutado por actores políticos.
Un dato importante: Kate del Castillo estaba a punto de viajar a la Ciudad de México para comenzar a filmar una nueva serie de Netflix en la cual ella hace el papel de la actriz que ahora es primera dama mexicana; una serie que explora las historias de Los Pinos como nunca antes hizo la televisión. No me imagino al gobierno del presidente Obama linchando a los actores de House of Cards o Commander in Chief por mostrar descarnadamente a personajes de ficción más que parecidos a los políticos poderosos.
El fondo del asunto es claro: el emporio de Joaquín Guzmán Loera no existiría sin la connivencia de las autoridades federales. La clave de este caso no está en la visita al capo, ni en unos chats telefónicos, está en toda la red gubernamental que operó la fuga, esa red protegida ni más ni menos que por el sistema que lincha a Kate del Castillo. Esa red que durante los últimos años ha intentado por diferentes vías acallar la libertad de expresión e información en todas sus formas.

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