Revista
Proceso
# 2047, 23 de enero de 2016..
Las traiciones
a Kate del Castillo/LYDIA CACHO
Definida
como una persona cercana a Kate del Castillo, la periodista y activista social
Lydia Cacho escribió la semana pasada para la página web de Proceso y para la
agencia Apro un artículo en el que relató pormenores de la situación en la que
se encuentra la actriz después del escándalo que provocó la publicación del
encuentro del actor estadunidense Sean Penn con Joaquín Guzmán Loera. El
viernes 22, la propia periodista entregó a Proceso esta nueva versión, con
elementos adicionales, para su publicación en la revista.
El
caso de Joaquín Guzmán Loera ha desatado la rabia de la Procuraduría General de
la República y de los medios de comunicación: el resultado es el escarnio, la
ridiculización de una situación por demás grave, sumada a la estrategia de la
PGR y de la Secretaría de Gobernación para denostar a la actriz y productora
Kate del Castillo en todas las formas posibles.
Kate
del Castillo, quien ha participado en más de 23 películas y en algunas
telenovelas y series televisivas estadunidenses, se jugó la suerte mudándose a
Los Ángeles hace 14 años en pos de fortalecer su carrera. Ha trabajado como
productora de series y películas y lleva años incursionando en el mundo del
cine desde diferentes ámbitos, de allí que no sea una casualidad que ella, como
Oliver Stone, Sean Penn, Leonardo DiCaprio y otro puñado de gente de cine,
hayan pensado en buscar que el líder del Cártel de Sinaloa contara su versión
para unirla a las muchas otras voces de víctimas y autoridades mexicanas.
Sabemos
que Del Castillo escribió en 2012 un tuit con su reflexión personal de cómo
ella ve y siente a su país. Criticó las formas en que se construyen la
injusticia y la desigualdad, aseguró que cree más en El Chapo Guzmán que en los
políticos, porque al menos él se muestra tal como es y los políticos, en
cambio, viven de la impostura y el engaño. Kate invitó al capo a traficar con
amor en lugar de con drogas y personas, le pidió que transporte medicamentos y
las curas contra el cáncer y el VIH-sida, que los gobiernos nos ocultan o cuyo
acceso se limita a las personas con recursos. Su opinión recibió lo mismo
aplausos que críticas y burlas.
Su
lenguaje es directo, simple, transparente; muestra la ingenuidad real de Kate,
esa que ha trabajado durante 10 años con organizaciones contra la trata de
personas y como activista contra la violencia hacia las mujeres; que es
activamente la Embajadora Corazón Azul de la ONU contra esos crímenes.
Ha
trabajado con PETA por los derechos de los animales y pasó un mes en Bolivia
infiltrada con activistas en el ambiente de la explotación sexual de
adolescentes para hacer una película sobre el tema.
Kate
del Castillo es claramente una gran actriz, pues convenció al mundo de ser una
despiadada narcotraficante, tal como le sucedió a Michael C. Hall, el actor de
Dexter –la serie de un asesino–, a quien la gente en el supermercado le huía
confundiendo al actor con su personaje.
La
PGR juega con el imaginario colectivo eliminando las fronteras entre el
personaje Teresa Mendoza y la ciudadana Kate del Castillo.
Guzmán
Loera es afecto a las redes sociales, leyó el tuit y quiso encontrarla. El
Chapo, como han revelado la PGR y el artículo de Sean Penn, buscó a Kate para
pedirle que fuese ella quien contara su vida en una película. Sean mintió en su
texto, pues el capo nunca le envió flores; los abogados le contaron a ella que
él tuvo algún día la intención de hacerlo. Gracias a las conversaciones
reveladas por la autoridad sabemos que el líder del Cártel de Sinaloa era uno
entre millones de fans encantados con el personaje de Teresa Mendoza de la
narconovela La Reina del Sur.
Kate,
ingenua o estúpidamente, creyó que el capo tendría un lado humano, leyó el tuit
y reflexionó sobre lo que ella le pide: “Sea el héroe, use su poder para el
bien”. Ella creyó que él en verdad querría contar su historia ya que estaba
preso, aparentemente retirado de la operación cotidiana del cártel y no tendría
mucho que perder. No sería el primer caso en que un mafioso encarcelado decide
contar su historia.
Sabemos
que luego de que sus abogados contactaron a Kate del Castillo pidiendo sus
datos en la ANDA, ella tardó semanas en responderles, pues estaba filmando
Dueños del paraíso, otra narconovela.
Luego
viajó a ver a los abogados, quienes explicaron que desde prisión el jefe pedía
que fuera ella la que produjera la película que Leonardo DiCaprio quería hacer.
Los registros de las intervenciones telefónicas en manos de la SEIDO nos dicen
que seis diferentes productores de Hollywood habían contactado al capo en el
penal del Altiplano a fin de pedirle los derechos de su vida para un filme. Hay
evidencia que demuestra que la actriz se reunió inmediatamente con los
productores de Oliver Stone: Fernando Sulichin y José Ibáñez, quienes
prontamente se comunicaron con su despacho de abogados para consultar las dudas
de la actriz: ¿era legal pedir los derechos de su historia al capo?
La
PGR tiene en su poder los dos contratos que Kate y los productores llevaron a
los abogados del Chapo (recordemos que todas las reuniones fueron sólo con los
legistas, excepto la única con el capo para la entrevista). En las
comunicaciones intervenidas es claro que no hay ningún intercambio de dinero
entre las partes.
Esos
documentos demuestran que lo primero que hizo Del Castillo fue buscar asesoría
legal para saber si no incurría en algún delito y para evitar hacerlo por
ignorancia. Recuerdo cuando Kate, hace casi un año me contó que harían la
película, me reiteró su obsesión por que el capo no invirtiera un solo
centavo. “Deben ser puros inversionistas conocidos”, me dijo. Yo asentí.
Textos
editados
Sabemos
que la PGR filtra la información a medias para inventar su verdad histórica
sobre este caso, sin que haya sido juzgado ni hayan interrogado a todos los
involucrados. La SEIDO tiene todos los correos y chats intercambiados entre la
actriz y los productores que, mientras tanto, terminaban la película de Edward
Snowden y por ello también estaban bajo vigilancia de las autoridades
estadunidenses.
Sabemos
que fueron ellos quienes invitaron a Sean Penn a conocer a Del Castillo y que
fue él quien insistió en que buscaran al capo para entrevistarlo. El plan original
de Kate era el de cualquier productora: enviar a un escritor a documentar la
historia del capo y más tarde preparar un guión, complementando esto con los
escritos que el propio Guzmán Loera lleva en sus diarios.
Mientras
esto sucedía, las autoridades ayudaron a Guzmán Loera a darse a la fuga. Es
importante acotar que afortunadamente la actriz y sus abogados en ambos países
guardan evidencia de los chats; por tanto, podrá demostrar frente a cualquier
juzgado que la PGR editó las comunicaciones inventando frases, intercalando
mensajes para hacer creer a la sociedad que había una negociación que en
realidad nunca existió.
Para
sorpresa de la actriz, según consta en la evidencia en manos de la SEIDO, la
Segob y el FBI, los abogados de Guzmán Loera la volvieron a contactar cuando
éste ya se había fugado. Los coproductores Fernando Sulichin y José Ibáñez
consultaron con su despacho de abogados; era aceptable que se reunieran siempre
y cuando nadie recibiera ni un centavo del capo o su gente y no supieran la
locación a la que irían. Eso era sencillo pues los narcoabogados habían
advertido que los llevarían a diferentes lugares, porque tenían que cuidar que
el paradero de su jefe no fuera revelado. Entonces la PGR y las autoridades
federales de Estados Unidos intervinieron todas las cuentas bancarias de la
actriz (no sabemos si las de los productores también, porque este dato no
aparece en el informe de inteligencia).
Por
otro lado, un informe de inteligencia de la Marina revela que los abogados que
contactaban a la actriz intermitentemente se veían también con los dos hijos de
Guzmán Loera y que se sabía que la familia entera estaba en Sinaloa (eso lo
supe yo misma cuando estuve en ese estado el pasado diciembre), y que viajaban
entre Mazatlán, Los Mochis y la sierra en la que el padre del capo les enseñó a
cultivar amapola y mariguana a los 15 años. ¿Por qué no los detuvieron
entonces? Ese mismo informe muestra que la autoridad mexicana y la DEA
siguieron a los actores y a los productores (les tomaron fotos y grabaron su
encuentro para subir a la montaña). La procuradora Arely Gómez dijo a la prensa
que ellos estaban prácticamente presentes en la entrevista con Sean y Kate.
¿Qué significa eso? Ella se ha negado a responder la pregunta.
La
autoridad sabía que el conductor del vehículo, como nos ha revelado Sean Penn,
era Alfredo Guzmán, hijo del capo y uno de los operadores del cártel junto con
su hermano Iván Archivaldo, que los esperaba en la sierra con su padre. ¿Por
qué los dejaron ir? La pregunta es pertinente ya que desde hace años se sabe
que Guzmán Loera está dejando las operaciones del cártel a sus dos hijos; al
igual que el propio Ismael Zambada entregó la empresa criminal a su heredero.
La aprehensión de Vicente Zambada Niebla ha permitido que las agencias de
inteligencia de Estados Unidos y México intercambiasen esa información que
corrobora el inminente retiro de los padres y la llegada de los que el
periodista José Luis Montenegro llama narcojúniors.
Sabemos
que Kate se reencontró con los abogados dos veces más en Xochimilco para que le
entregaran las fotografías que Sean Penn necesitaba para la revista. El mismo
Penn en su frívola crónica narra cómo presionaba a la actriz para conseguir la
información de pertinencia periodística. Kate había pedido a Sean Penn que la
incluyera como coautora de la crónica; después de todo, la que de verdad se
había arriesgado como una buena reportera era ella. Rolling Stone y Penn se
rehusaron a darle el crédito merecido, la usaron como si fuera una fuente
cualquiera.
Ya
para entonces la productora y actriz había contactado a un despacho de abogados
del más alto nivel en México. El defensor, ya comprometido con representarla y
luego de haber escuchado toda la historia, renunció dos días antes de la
publicación de la pieza. Sólo entonces le avisó a la actriz que tenía conflicto
de intereses porque, había olvidado comentarle, era asesor de la PGR. En
cualquier otro país Aguilar Zinser perdería su licencia por manipular a una
cliente que ha contratado defensa legal.
Cabe
mencionar que el despacho del exsecretario de Gobernación Fernando Gómez Mont
es el que defiende, mientras tanto, a los implicados en la segunda fuga de
Guzmán Loera. A esos abogados que reciben pago de quien a su vez sí hizo
negocios con el narco, ¿no los espían? A los servidores públicos cómplices
directos del capo, ¿no los evidencian ante la prensa? ¿Todavía es Gómez Mont
parte del entramado de inteligencia del gobierno federal?
El
peor periodismo
Muchos
medios han dado grandes muestras del peor periodismo. Han recibido casi sin
cuestionar las filtraciones de la PGR, siempre parciales; han editado los chats
entre la actriz y uno de los grandes empresarios criminales del mundo para
convertirlos en una sátira de telenovela y, claro, han inventado historias
frívolas sobre un tema tan grave que podría costarle la vida a Kate del
Castillo y a Sean Penn.
Ciertamente
ellos tuvieron acceso a estos mafiosos gracias a su fama. Ella en particular
debido a su personaje Teresa Mendoza. La actriz sólo aceptó producir la
película porque el capo estaba preso. Me lo dijo hace meses, cuando comenzaba
el proyecto. La forma en que se ha ridiculizado a la actriz no es nueva, el
sexismo es notable en todos estos casos. De ella, y no de Penn, mencionaron su
edad y la retrataron como si en verdad fuese la Reina del Sur. Hasta el
excorresponsal de guerra Arturo Pérez Reverte, quien conoce el grave riesgo, se
burló de la actriz diciendo: “No esperaba menos de mi Teresa Mendoza”.
Todos
han minimizado el rol que el actor de 21 gramos jugó en esto. Sean y Guzmán
Loera se llamaban “amigos”, pero a él no le endilgan una relación afectiva ni
hablan de la apariencia de Penn, ni de su capacidad de seductor. Lo mismo va
para los productores a quienes Sean sí protege con nombres falsos en la
revista. ¿Por qué ellos no aparecen en la narrativa si son los socios legales
de Kate y los que le insistían, a pesar de que ella ya estaba aterrada, en
mantener el vínculo de comunicación con la gente del capo y eventualmente con
Guzmán Loera directamente?
Todo
parece indicar que para las autoridades, esos tres hombres mucho más poderosos
que la actriz –y por cierto, ninguno mexicano–, acostumbrados a entrevistar a
personajes controversiales como Snowden, Chávez, Fidel Castro y otros, que han
enfrentado espionaje por su trabajo, están libres de toda responsabilidad. El
cine, como el periodismo, está protegido por las leyes de libertad de expresión
y libertad de información, pero de eso nadie habla. Otro dato relevante: la
procuradora ha dicho que la autoridad mexicana no está investigando ni a Penn
ni a los socios estadunidenses de Kate. Tampoco los investiga el FBI. ¿Cuál es
la explicación de semejante decisión?
La
SEIDO pretendió inculpar a Kate del Castillo de hacer operaciones financieras
con recursos de procedencia ilícita. El problema para la autoridad es que ni en
las fotografías que le tomaron desde el primer día que la siguieron, ni en los
intercambios de mensajería, llamadas y correos electrónicos con los abogados,
ni en sus estados financieros aparece una sola transacción ni una sola
fotografía en que ella salga con maletines, bolsas o cualquier otra cosa que
haga creer que le entregaron dinero.
En
ocho días la PGR ha pasado en su linchamiento mediático de señalarla como socia
del criminal en su casa productora, a decir que recibió dinero para su pequeña
empresa tequilera; y ante la falta siquiera de indicios, finalmente a señalarla
por, supuestamente, haber recibido un teléfono celular de manos de los abogados
del capo. De cómplice pasó a testigo y hasta el momento de esta publicación ni
Del Castillo ni sus abogados han recibido citatorio alguno.
En
el despacho de abogados contratado por ella en Estados Unidos se discutió
reiteradamente que nunca se aceptaría ni un centavo de dinero del capo; de
hecho Sulichin e Ibáñez ya buscaban inversionistas en el ámbito
cinematográfico. Kate y sus empresas estuvieron hipervigiladas durante casi un
año por una cooperación binacional digna de película… y no encontraron nada.
Ignoramos
si el narcoabogado detenido haya declarado algo contra ella. En tal caso,
habrán de determinar si el testimonio de un solo delincuente tiene mayor
validez que el de una ciudadana que pecó de ingenua al querer hacer una
película como muchos otros antes lo han hecho. No sería la primera vez que un
solo testimonio sin evidencia permite a la PGR perseguir injustamente a
alguien.
Actriz
en riesgo
Lo
que sabemos está sobre la mesa. Lo que no sabemos es lo más pertinente de
investigar. ¿Qué cree la PGR que El Chapo le reveló a Kate en esas seis horas
de entrevista? ¿Creerán que le contó sobre sus vínculos con Televisa, esos de
los que ya había hablado Carmen Aristegui?
Acaso
temerán que se sepa cómo funciona el sistema de inversión de dinero del cártel
en las elecciones de diversos estados, o sobre su relación con los presidentes
de México durante los últimos 30 años; acaso sospechen que el capo dijo cosas
que ningún periodista hubiera sido capaz de extraer de un asesino como Guzmán
Loera, tales como las estrategias para trazar sus rutas internacionales o
quiénes son los verdaderos cómplices del escape del siglo.
Yo
dudo que El Chapo hubiese hablado demasiado. Después de todo, habían acordado
que en ocho días se reencontrarían en otro lugar para que él les diera la
entrevista completa. Pero la autoridad lo impidió. Ciertamente hay que celebrar
la detención del capo –él y todos sus cómplices han hecho un daño irreparable al
país–; pero enfocarnos pasivamente en una persecución de Estado contra Kate del
Castillo, persecución que a todas luces se ve forzada, nos hace sospechar que
hay algo más detrás de esta historia, algo que la autoridad no quiere que
preguntemos.
Mientras
el capo seguía preso en el Altiplano, Kate del Castillo recibió una amenaza
puntual enviada por el secretario Osorio Chong por conducto de una actriz amiga
de ambos. Osorio Chong le advirtió a Del Castillo que ellos ya sabían que
estaba en comunicación con los abogados de Guzmán Loera, que se dejara de meter
en esos asuntos y terminó con una frase que la actriz mensajera enfatiza: “No
habrá película”.
No
podemos ignorar que la lógica de comunicación política institucional no sólo
está enfocada en hacer espectacular el caso, sino en quebrantar la ley. Enrique
Peña Nieto celebró la implementación del nuevo sistema de justicia penal
procesal; sin embargo, la procuradora general, Arely Gómez, y el secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, han violentado todos los preceptos
constitucionales que exigen que a toda persona investigada o inculpada se le
respete el debido proceso.
La
autoridad, en el caso de Kate del Castillo, ha vulnerado su derecho a la
dignidad, la intimidad, la propia imagen y la protección de datos personales,
así como el derecho a no ser sometida a tratos crueles, degradantes e
inhumanos. Hasta el momento la PGR no cuenta con un medio de prueba o indicio
para procurar justicia, de allí la decisión de llevar a cabo un linchamiento moral
a través de los medios para arrebatar toda credibilidad a los testimonios que
eventualmente la productora haga públicos. En esta trama, sin duda, los medios
corporativos son parte del engranaje que hace posible que la autoridad
implemente las leyes que inmediatamente quebranta sin pudor alguno. La
pregunta, si el caso Del Castillo llega a tribunales es: ¿los jueces se
someterán al poder político o impartirán justicia?
El
sistema de justicia penal acusatorio exige que se respeten todas las reglas que
la autoridad ha roto abiertamente con este caso. Ciertamente la delincuencia
organizada queda fuera del nuevo esquema de justicia penal, decisión tomada por
Calderón y ratificada por Peña Nieto para seguir actuando de forma
discrecional. A la sociedad y a la prensa no les toca determinar si una persona
es culpable o inocente, pero sí fiscalizar al sistema de justicia que se
resiste, desde la cúpula, a respetar el debido proceso.
Mientras
el caso salía a la luz, pasé unos días con Kate en su hogar a fin de hacer una
pieza periodística. Ella está verdaderamente asustada. No puede entender el
porqué de estos ataques virulentos por parte del gobierno mexicano. Entiende
bien que haya personas en la sociedad que hagan juicio moral sobre si debía o
no haber buscado la posibilidad de hacer la película una vez que El Chapo la
contactó, pero lo que no comprende es el porqué de este ataque directo del
gobierno federal.
Me
parece que ahora la actriz y productora corre dos peligros:
Uno,
que el cártel se sienta traicionado. Yo no lo creo. Se puede sentir traicionado
por Sean, que fue quien escribió la pieza.
Otro,
que personeros del gobierno mexicano podrían atreverse a hacerle daño a la
actriz con tal de callarla, debido a la información que podría tener o creen
que tiene. Ya se ha documentado plenamente en nuestro país la cantidad de
ataques a periodistas, comunicadoras y activistas por parte de agentes del
Estado, desde las detenciones arbitrarias y la tortura, hasta el uso del
sistema de justicia como instrumento de escarmiento ejecutado por actores
políticos.
Un
dato importante: Kate del Castillo estaba a punto de viajar a la Ciudad de
México para comenzar a filmar una nueva serie de Netflix en la cual ella hace
el papel de la actriz que ahora es primera dama mexicana; una serie que explora
las historias de Los Pinos como nunca antes hizo la televisión. No me imagino
al gobierno del presidente Obama linchando a los actores de House of Cards o
Commander in Chief por mostrar descarnadamente a personajes de ficción más que
parecidos a los políticos poderosos.
El
fondo del asunto es claro: el emporio de Joaquín Guzmán Loera no existiría sin
la connivencia de las autoridades federales. La clave de este caso no está en
la visita al capo, ni en unos chats telefónicos, está en toda la red
gubernamental que operó la fuga, esa red protegida ni más ni menos que por el
sistema que lincha a Kate del Castillo. Esa red que durante los últimos años ha
intentado por diferentes vías acallar la libertad de expresión e información en
todas sus formas.
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