24 ene 2016

El efecto iraní/Manuel Castells

 El efecto iraní/Manuel Castells
La Vanguardia | 23 de enero de 2016.
El acuerdo de Viena sobre el control del programa nuclear iraní ha sido refrendado por la Agencia de Energía Atómica de la ONU tras sus inspecciones sobre el terreno. En respuesta, Estados Unidos y los países garantes del acuerdo han levantado el embargo sobre el comercio exterior iraní y desbloqueado los 100.000 millones de dólares que Irán tiene en diversas instituciones financieras. Hay pues reinserción de la economía iraní en el sistema global con significativas consecuencias. Con sus 80 millones de habitantes, una población en la que el 70% son menores de 30 años y un nivel de educación apreciable (18% de adultos tienen título universitario), Irán representa un gran mercado potencial, así como una industria presta a situarse en la cadena mundial de producción. Claro que para eso tienen que trabajar el 50% de parados que tiene. Y eso podría permitirlo la inversión extranjera y los ingresos del petróleo.

Irán es el tercer país en reservas de petróleo, así como el cuarto productor mundial. Las sanciones redujeron las exportaciones de dos millones de barriles/día a menos de uno. Ahora subirían inmediatamente a millón y medio. El impacto sobre el precio del petróleo será considerable, acelerando su caída. El efecto de dicha caída es contradictorio. Por un lado reduce riesgos de inflación y ayuda a la balanza de pagos en Europa. Pero por las políticas de austeridad aplicadas tras la crisis financiera en Europa, el mayor problema potencial es la deflación. Aún más serio es el impacto de la bajada del precio del petróleo en economías dependientes de exportaciones energéticas, en particular Rusia, Arabia Saudí y los Emiratos, México, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Indonesia, entre otros. Dicha contracción sustrae demanda y capital en el conjunto de la economía mundial. Es decir, contribuye decisivamente a la ralentización del crecimiento global, ya seriamente afectado por la crisis china. Pero para Irán, el aumento inmediato de las exportaciones, en particular con destino a una India en rápido crecimiento, se traduce en inversión, empleo y gasto público. Irán puede salir de su depresión y constituir un polo dinámico de la nueva economía global.
Además, la normalización relativa de relaciones con Estados Unidos y Europa convierte a Irán en el principal poder geopolítico de Oriente Medio (con excepción de su enemigo acérrimo, Israel, pero por encima de su otro enemigo, Arabia Saudí). Paradójicamente, Estados Unidos se encuentra con un aliado implícito que puede poner orden en países en caos sin tener que enviar a los marines. Tal es el caso en Iraq, en donde las milicias chiíes, encuadradas y entrenadas por el Qud, la fuerza especial de la Guardia Revolucionaria iraní, son el principal sostén del Gobierno de Bagdad.
La alianza entre iraníes, iraquíes chiíes, kurdos y bombardeos de Estados Unidos y su coalición constituye la única estrategia militar efectiva contra el Estado Islámico. Asimismo, el cruento conflicto sirio ha cambiado de perspectiva mediante la combinación de los bombardeos rusos y el apoyo militar de Irán a El Assad, mediante unidades especiales, dirigidas por el general Soleimani y las milicias chiíes libanesas de Hizbulah, directamente armadas y entrenadas por Irán. De ahí se deriva una hostilidad cada vez más violenta entre Irán y Arabia Saudí (con guerra abierta en Yemen), resucitando una guerra de religión centenaria entre suníes y chiíes que ahora tienen por defensores a Arabia Saudí y los Emiratos por un lado, e Irán, Iraq y Siria por otro. Y Estados Unidos en la tesitura de aliarse con los dos bandos según en qué cosas con el consiguiente caos de su política en Oriente Medio.
¿Por qué se ha producido este cambio de la actitud de Irán con relación a su programa nuclear y sus relaciones con Estados Unidos? En el origen está una transformación profunda de la sociedad iraní, que ha cambiado el liderazgo político. El presidente Rohani, elegido sobre la base de un programa de liberalización y pacificación, con permiso del ayatolá supremo Jamenei, fue votado masivamente por los jóvenes educados de Teherán, Isfahán y otras grandes ciudades. Los mismos que en julio del 2009 se movilizaron espontáneamente contra el fraude electoral del fundamentalista Ahmadineyad. Fueron salvajemente reprimidos, y el histórico líder ayatolá Rafsanyani, compañero de Jomeini, sufrió arresto domiciliario por su apoyo a la revuelta. Pero, como en otros movimientos sociales, las semillas de rebelión se extendieron en la sociedad y determinaron un cambio político que llevó a las calles de Teherán a decenas de miles de jóvenes vitoreando el acuerdo con Estados Unidos. Ahora bien, el cambio político, y los movimientos sociales que lo inducen, provienen del cambio cultural en la sociedad. Yo fui testigo de esos embriones de futuro.
Hace un tiempo fui invitado a Teherán por los intelectuales y políticos agrupados en torno al liberal presidente Jatami, ya desposeído de su poder por Ahmadineyad. Di varias conferencias, me reuní con mucha gente y discutí con grupos de mujeres. Es sabido el rigor sexista de Irán (y otros países musulmanes), así como la feroz represión a los gais. Pero en los entresijos de la cotidianidad otra sociedad bullía. En la calle, las mujeres llevan vaqueros bajo la túnica, se maquillan (las que tienen dinero) y llevan un gracioso pañuelito como velo simbólico.
En la universidad sí que di una conferencia frente a cientos de mujeres en chador negro completo. Pero esas mismas mujeres empezaron un diálogo absolutamente crítico del machismo y la represión. Y ovacionaron cuando les sugerí que el cambio era inevitable en una sociedad en que dos tercios de los universitarios son mujeres. Y de los 700.000 blogs que hay en Irán, el 40% son de mujeres. De esa sociedad nacieron los vientos de libertad y esperanza que indujeron un cambio político transformador de la geopolítica mundial.

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