Revista
Proceso
# 2070, 3 de julio de 2016...
El problema le
reventó al “Bronco”/LUCIANO CAMPOS GARZA
Pese
a las amenazas del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, quien
declaró que no permitiría que nadie bloqueara las calles de Monterrey, miles de
maestros de la entidad salieron a expresar sus inconformidades con la reforma
educativa. Y tronó el conflicto en la entidad, donde los docentes no se habían
manifestado públicamente desde hacía 23 años.
MONTERREY,
NL.- El magisterio de Nuevo León estuvo dormido varios lustros, pero el repudio
a la reforma educativa lo despertó.
Todavía
se recuerdan en la entidad las heroicas movilizaciones de 1993 contra el
entonces gobernador Sócrates Rizzo. Decenas de miles de sindicalistas, entre
ellos los maestros, salieron a las calles a expresar su repudio a las
modificaciones a la Ley de Seguridad Social del estado.
Esta
vez los profesores volvieron a hacerlo, lo que representa un reto para el
gobernador Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, quien durante semanas les pidió
abstenerse. Y aunque amenazó con usar la fuerza pública y les pidió no taponar
las calles, no pudo detener el descontento acumulado, que rebasó incluso a los
líderes locales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
El
viernes 1 pararon 900 de las 6 mil 100 escuelas de la entidad. Ese día los
niños fueron regresados a sus casas y los maestros hicieron dos
manifestaciones. En ambas pidieron al mandatario recomponer el sistema de
asignaciones para evitar que sólo se beneficien los escasos profesores que
aprobaron la evaluación.
Las
dos últimas semanas han sido una pesadilla para El Bronco.
Inesperadamente
le estalló un conflicto que nadie anticipaba y que superó a los líderes de las
secciones 21 y 50 del SNTE, Guadalupe Adolfo Salinas Garza y Guadalupe Castillo
García, respectivamente.
En
la entidad, los maestros disidentes –alrededor de 2 mil de los 50 mil
sindicalizados– son apoyados por los militantes de Morena así como por los de
los partidos del Trabajo y de la Revolución Democrática.
La
titular de la Secretaría de Educación Estatal, Estela María Gutiérrez Garza,
quien ha sido relegada, no ha hecho ningún pronunciamiento en las últimas
semanas; algunos maestros incluso comentan que su remoción es inminente.
El
17 de junio por la tarde, una comisión de maestros se reunió con autoridades
estatales para discutir sobre la reforma educativa. Al terminar, alrededor de
mil maestros inconformes tomaron la avenida Constitución, lo que trastocó el
tráfico vehicular en el centro de la ciudad algunos minutos.
A
partir de entonces los maestros del SNTE
y los inconformes, adscritos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) formaron el Colectivo de Maestros de Nuevo León.
En
esa ocasión Rodríguez Calderón respondió airado: “Nadie en este estado puede
bloquear ninguna calle. Para protestar están la Macroplaza y otras plazas;
pueden hacerlo ahí. Respetamos el derecho a la protesta, siempre y cuando no
afecte a terceros. La instrucción que hemos dado a las fuerzas de seguridad es
que no permitan que nadie bloquee (las calles); nadie”.
El
“circuito de la protesta”
El
22 de junio los maestros desafiaron al Bronco.
Unos
5 mil regresaron a la calle luego de 23 años. En 1993 el magisterio se
alebrestó debido a la reforma a la Ley de Seguridad Social Isssteleon, que
quitaba prestaciones a los trabajadores del Estado e incrementaba el número de
años cotizados a quienes pedían la jubilación.
Alrededor
de 200 policías estatales formaron una valla para contenerlos, pero no
pudieron. Un notario público acudió a certificar que los uniformados iban
desarmados.
Los
profesores ocuparon el par vial de Constitución y Morones Prieto, los de mayor
flujo vehicular en Monterrey, lo que provocó malestar en algunos conductores,
pero no hubo ningún conato de violencia. Al día siguiente El Bronco pidió a los
maestros mantener el orden.
“Voy
a tratar de convencerlos del daño que le pueden causar a un niño cuando faltan
a clases. No hagan lo mismo que en Oaxaca; Nuevo León no es Oaxaca. La gente de
aquí debe demostrar cordura”, dijo en un evento.
Pero
no pudo convencerlos.
Las
protestas cobraron fuerza. La tarde del 29 de junio hubo una manifestación
espontánea en la Macroplaza. Había 10 mil maestros, sin líderes, quienes se
pronunciaron contra la reforma educativa y se solidarizaron con sus compañeros
de Oaxaca. El centro de la ciudad se convulsionó.
“¡Va
a caer, va a caer, la reforma va a caer!”, coreaban algunos. “¡Un burro con
leña sabe más que Peña!”, respondían otros. “¡Bronco, traidor, vendiste al
profesor!”, gritaban otros.
Dos
horas y media después la marcha fue disuelta. Antes de retirarse, los maestros
acordaron suspender actividades para el viernes 1; y cumplieron. Ese día, unos
2 mil integrantes del SNTE llegaron a la Explanada de los Héroes, frente al Palacio
de Gobierno.
Todas
las escuelas del turno matutino permanecieron cerradas. Los profesores
acudieron a sus escuelas como siempre, pero cerraron las puertas para impedir
el ingreso de los alumnos. En algunos puentes peatonales del área metropolitana
algunos mentores desplegaron mantas para expresar su descontento.
Los
inconformes caminaron hacia el Congreso local y se plantaron en la entrada e
intentaron entregar una lista de firmas a los diputados, lo que provocó
forcejeos con elementos de Fuerza Civil.
Al
final pudieron hablar con diputados de Movimiento Ciudadano, del PT y del PAN.
Les pidieron presentar un punto de acuerdo para que sus compañeros legisladores
pidieran al gobierno federal la abrogación de la reforma educativa.
Luego
siguieron por Zaragoza y tomaron Constitución Juárez, Madero y regresaron a
Zaragoza para concluir el acostumbrado “circuito de la protesta”.
Por
la tarde, unos 3 mil maestros del turno vespertino realizaron otra marcha.
Tomaron la avenida Morones Prieto, que bloquearon durante algunos minutos, y
regresaron a la Macroplaza. A las 18:00 horas la concentración se disolvió.
El
secretario general de gobierno, Manuel González Flores, anunció que el lunes 4
por la mañana se instalará una mesa de diálogo permanente para escuchar las
demandas magisteriales. Los inconformes anunciaron a su vez otra marcha para el
miércoles 6.
Cambios
a la ley
Algunos
profesores disidentes critican al Bronco porque respalda una ley que está
afectando su bolsillo porque, dicen, Nuevo León está quebrado y necesita
recursos.
Un
maestro que pidió el anonimato explica en qué consiste el golpe a su bolsillo:
hace décadas, en el magisterio se creó un sistema para que sus integrantes
obtuvieran una mejor posición escalafonaria y, por ende, un mejor sueldo,
aguinaldo, fondo de jubilaciones y pensiones, así como primas salariales.
Sin
embargo, con la reforma se separó la carrera magisterial de las percepciones
salariales. Y aunque los profesores siguen obteniendo beneficios a través de
ella, sus emolumentos van por separado, lo que afecta los beneficios a futuro,
dice.
Otro
punto de debate es el de las readscripciones.
El
secretario general de Gobierno, Manuel González Flores, comenta al reportero
que antes de la marcha del 22 de junio, él y algunos maestros consiguieron que
se anexara una cláusula a la convocatoria, mediante la que se solicita la
reasignación de espacios geográficos a los mentores.
Cada
año, entre abril y julio, comenta González Flores, las autoridades educativas
preparan el ciclo escolar, que en este 2016 iniciará el 22 de agosto. Como
parte de estas acciones, se hace la convocatoria para el cambio de adscripción
de los maestros.
Por
lo que atañe a Nuevo León, cada año hay entre 5 mil y 7 mil readscripciones,
que son genuinamente trascendentales en materia laboral. Antes, dice, se
privilegiaban la antigüedad y la preparación de los profesores; quienes tenían
más años en el aula o más estudios, eran los primeros que elegían destino
cuando querían cambiarse de plantel.
Sin
embargo, en la convocatoria más reciente, la Secretaría de Educación
nuevoleonesa tiene nuevas reglas, según las cuales en el proceso de movilidad
laboral serían tomados en cuenta de manera prioritaria los maestros evaluados
en noviembre pasado: 4 mil 400 aproximadamente, entre federales y estatales,
equivalente al 7% de la totalidad.
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