Inauguración
del Foro Internacional: Equidad para las víctimas en el debido proceso
Hotel
Camino Real, a 19 de julio de 2016..
Palabas
de Diputado José de Jesús Zambrano Grijalva, Presidente de la Mesa Directiva de
la Cámara de Diputados.
Muy
buenas tardes.
Señor
Presidente de la República, licenciado Enrique Peña Nieto.
Senador
Roberto Gil Zuarth, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República;
Ministra Margarita Luna Ramos, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;
señor Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Distinguidas
y distinguidos integrantes del Gabinete del Gobierno de la República; amigas
legisladoras y legisladores; amigas y amigos todos aquí presentes.
Agradezco
la invitación que nuestra amiga Isabel Miranda de Wallace nos ha hecho para
participar el día de hoy en éste tan significativo foro internacional.
Si
bien, la historia reciente de la justicia en nuestro país se corresponde con la
inequidad, la falta de certeza y la desigualdad, en donde sólo aquellos quienes
tienen poder o dinero pueden estar en libertad, hoy empezamos a dejar atrás
este escenario y nos encontramos en una nueva fase de desarrollo institucional
en nuestro país.
Hasta
hace algunos años, una de nuestras principales preocupaciones era cómo
garantizar justicia a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y de
delitos; cómo desterrar la impunidad y cómo reparar, aunque fuere parcial y
simbólicamente, el daño que les había sido infringido por acción o por omisión,
ya sea por particulares o por el propio Estado.
Desafortunadamente
a esa preocupación, debemos añadir hoy el problema que nos plantea que algunas
personas responsables de la comisión de conductas delictivas, frecuentemente se
vean favorecidas por la mala operación de nuestro sistema de justicia.
Con
la publicación de la Ley General de Víctimas, el 8 de enero de 2013, y su
posterior reforma del 3 de mayo del mismo año, el Estado mexicano construyó un
entramado jurídico e institucional para garantizar, proteger y promover los
derechos de las víctimas de delitos y de violaciones a derechos humanos que,
hasta entonces no habían sido debidamente ni reconocidos ni mucho menos
protegidos.
Esta
transformación no puede entenderse, ni explicarse, sin tener presente los
complicados escenarios de inseguridad y violencia que ha enfrentado nuestro
país desde hace algunos años, mismos que derivaron no sólo en la victimización
de numerosas personas, sino también y, principalmente, en el surgimiento de una
lucha legítima de la sociedad civil por la conquista y la apropiación efectiva
de sus derechos, a quienes reconocemos todo el mérito que tiene en esta labor.
En
este contexto, la Ley General de Víctimas constituyó el reconocimiento del
Estado a la necesidad de atender las graves consecuencias que la violencia tiene
en la población, mediante la generación de mecanismos efectivos de ayuda,
asistencia y atención, así como de acceso a la justicia a la verdad y a la
reparación integral.
Este
marco jurídico y el andamiaje institucional que se puso en marcha, significaron
un gran paso adelante y una postura profundamente innovadora, no sólo en el
contexto mexicano, sino a nivel internacional, pues buscaba poner en el centro,
precisamente, los derechos de todas las víctimas directas e indirectas.
Nadie
puede negar que esta ley y la creación del Sistema Nacional de Atención a
Víctimas constituyeron, en la letra, un significativo avance en la medida en
que significaron la creación de una política de Estado en la materia y porque
fueron decisiones que contribuyeron a la creación de un derecho victimal que
debía ser impulsado y consolidado por la Comisión Ejecutiva de Atención a
Víctimas, que se creó como resultado de la misma.
Ahora
bien, como ocurre con toda norma, la ley y las instituciones creadas, a partir
de ella, siempre son perfectibles y sujetas a revisión y diagnóstico.
Así,
a tres años de su entrada en vigor, es necesario realizar ajustes o profundas
reformas, como sugiere la Presidenta de la Asociación Alto al Secuestro, entre
otros, aparte de los que contiene seguramente la propuesta que el día de hoy se
nos ha entregado, entre otros ajustes o revisiones tienen que hacerse aquellos
que permitan agilizar la operación de la Comisión Ejecutiva y sus áreas
sustantivas, para que cumpla, de manera más eficiente, con los procesos de
atención y reparación, incluyendo la operación de sus propios recursos.
El
reto sigue siendo replantear la relación del Estado con las víctimas, mediante
una institución más ágil, más cercana y más efectiva, la cual les permita una
apropiación eficaz de sus derechos y la recuperación de sus proyectos de vida.
Condiciones imperativas para alcanzar un Estado de derecho y paz social.
Aprobada
la Reforma Constitucional al Artículo 73, en Materia de Atención a Víctimas, el
Congreso de la Unión deberá revisar el marco legislativo para corregir algunas
de las cosas que no han funcionado como deberían, tales, entre otras, como el
número de integrantes y el carácter colegiado del órgano de Gobierno de la
Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, por ejemplo.
Además,
la misma comisión tiene la facultad de atender y reparar a las personas
víctimas de delitos del fuero federal, y de violaciones de derechos humanos
cometidas por autoridades federales.
Sin
embargo, la mayoría de delitos que se cometen en territorio nacional
corresponden al fuero local.
La
Ley General de Víctimas que se publicó el 9 de enero de 2013, mandató a los
congresos locales para que en un plazo de 180 días armonizaran sus respectivos
ordenamientos conforme a la ley; lo cual, incluía el establecimiento, también,
de comisiones de atención a víctimas a nivel estatal.
No
obstante, a febrero de (inaudible), tan sólo 11 comisiones locales se
encuentran funcionando, y únicamente seis de esas 11 cumplen con lo establecido
en la ley.
En
este sentido, debido a ese déficit institucional, un importante universo de
víctimas de delito de alto impacto no tiene acceso efectivo a los derechos que
marca la ley general.
Por
ello, es imperativo y urgente que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas
del Delito tenga intervención en la atención, y en su caso, reparación de las
víctimas en casos del fuero local, para esto debieran establecerse claramente
los supuestos en los cuales, la comisión ejecutiva podría atraer y conocer de
un asunto.
Por
otro lado, la Reforma Constitucional en Materia de Justicia Penal y Seguridad
Pública, de 2008, estableció en el Artículo 20 Constitucional, en el Apartado
A, como uno de sus principios generales, la obligación de reparar el daño a la
víctima; y el Apartado B reconoció, de dicho Artículo 20, un conjunto de
derechos de las víctimas u ofendidos como no se había hecho antes en nuestro
país, en ningún ordenamiento constitucional.
Por
ello, hay que estar, como aquí se ha sugerido y planteado muy bien, pendientes de
la implementación de este nuevo sistema penal acusatorio.
Revisar,
entre otros, el marco jurídico que lo rige de manera específica, el Código
Nacional de Procedimientos Penales, y viendo que forman, en la convicción plena
de que forman parte de un todo único, debemos estar pendientes de la
implementación del sistema integral de justicia para adolescentes, del sistema
de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
Y
poner mucha atención a lo que significa la implementación de la ley general
para la prevención social de la violencia y la delincuencia, así como también
la implementación de la ley nacional de ejecución penal y la política nacional
penitenciaria, que hace poco se aprobó.
En
este sentido es imperativo para todas y todos nosotros, y especialmente para
quienes tenemos una función legislativa, estar pendientes de todo aquello que
vaya en la práctica poniéndose como evidente que se requiere de revisión para
que podamos armonizar y darle un cuerpo en los hechos de todo lo que se
requiere, incluidos temas que están pendientes, como la discusión y aprobación,
en su caso, de las propuestas de despenalización del uso de la marihuana, de la
regulación del uso de la fuerza y de la desmilitarización o profesionalización
de las labores de seguridad pública.
Agradeciendo
de nueva cuenta y deseando que al igual que en años anteriores estas
deliberaciones sean exitosas y contribuyan a seguir clarificando los grandes
retos y las alternativas que seguiremos enfrentando en el corto y mediano plazo
en materia de justicia, especialmente en lo que se refiere a la atención a las
víctimas del delito, nos comprometemos, me comprometo en lo personal, como
legislador, como diputado, a que en la Cámara correspondiente revisemos con
toda responsabilidad la propuesta que el día de hoy nos ha entregado nuestra
amiga Isabel Miranda de Wallace.
Por
su atención, muchas gracias.
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