13 ene 2019

La no intervención mexicana en Venezuela, a debate

La no intervención mexicana en Venezuela, a debate/
MATHIEU TOURLIERE
Revista Proceso # 2202, 13 de enero de 2019
El rechazo del gobierno mexicano a suscribir dos declaraciones internacionales contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela tiene divididas las opiniones sobre la política exterior de López Obrador y su canciller, Marcelo Ebrard. A decir del subsecretario Maximiliano Reyes, México no apoya las censuras contra Maduro ni le “otorga un cheque en blanco”, sino que busca espacios para una salida negociada a la crisis política. Sin embargo, en opinión de los excancilleres Ernesto Derbez y Jorge Castañeda, así como del embajador Enrique Berruga, la postura mexicana es aislacionista y retoma la política del viejo PRI de no criticar para no ser criticado.
En seis días el gobierno de Andrés Manuel López Obrador rechazó dos declaraciones internacionales que desconocen al gobierno de Nicolás Maduro: el viernes 4 no suscribió a la declaración del Grupo de Lima y el jueves 10 se abstuvo en la resolución del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

El gobierno mexicano considera que ambas declaraciones son “injerencistas” y que el Grupo de Lima perdió su rumbo original, pues “se ha ido a un extremo rupturista y sancionador más que dialoguista, concertador y diplomático”, comenta Maximiliano Reyes Zúñiga, subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe.
En entrevista con Proceso, el funcionario también denuncia el protagonismo de Luis Almagro, el secretario general de la OEA, quien fue uno de los primeros en tachar al régimen de Maduro como “dictatorial” y tuvo un papel muy activo desde el estallido de la crisis en Venezuela.
“Luis Almagro está en campaña para reelegirse en la OEA. Es lo único que digo. Sin duda su actuar responde a su campaña de reelección; es el año que entra, pero él quiere adelantarla para este año, cosa con la que no estamos de acuerdo tampoco”, sostiene. 
Y añade, con una risa irónica: “No es tan democrático, pues”.
El gobierno mexicano busca colocarse en un campo medio: no apoya las censuras contra Maduro –quien se lo agradeció con un “¡Viva México!” durante su toma de posesión el pasado jueves 10–, pero tampoco “otorga un cheque en blanco a su régimen”, según Reyes, quien insiste en que la diplomacia reiteró sus señalamientos sobre la crisis humanitaria en ese país sudamericano.
México se desmarca del Grupo de Lima y de la OEA en otro punto: no reconoce a Juan Gaidó, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana –en la que se encuentra el principal bloque de oposición– como interlocutor, mientras que Almagro y algunos gobiernos lo consideran como presidente interino de Venezuela.
“Tenemos todavía que dilucidar con quién o con quiénes de la oposición vamos a platicar. No tenemos claro siquiera que haya un vocero único. Nos parece que hay varios grupos, que la oposición venezolana está dividida”, dice Reyes.
“Política del viejo PRI” 
La postura de no intervención del gobierno sobre Venezuela forma parte de la “nueva” política exterior mexicana, que AMLO y su canciller Marcelo Ebrard presentaron la semana pasada al cuerpo diplomático. 
Esta política se articula alrededor del artículo 89 constitucional, que retoma la Doctrina Estrada y plantea los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de los conflictos y cooperación para el desarrollo. 
Consultados por separado, Jorge Castañeda Gutman, Luis Ernesto Derbez Bautista y Enrique Berruga Filloy –los dos primeros cancilleres y el tercero subsecretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Vicente Fox Quesada–, coinciden en que el gobierno federal vuelve a aplicar la política exterior que el PRI manejó a partir de los años 30, y advierten con ella el país se aislará en el ámbito internacional.
“Es un aislacionismo al extremo –señala Berruga, quien fue embajador de México ante las Naciones Unidas entre 2003 y 2007–. Los únicos contrapesos que hay en el mundo son otros Estados. Los únicos que pueden controlar el comportamiento de unos son los demás países (…) Con una política exterior aislacionista, replegada, en la que te abstienes en todo, ¿puedes mejorar la postura de México? La respuesta clara es no.
“El costo principal es que el aislamiento lleva al aislamiento. Es decir, cuando México requiera el apoyo de otros países para una posición suya, algún tema que le interese, pues no va a contar con aliados”, abunda el diplomático, según el cual “México tiene que diseñar una política exterior mandando señales de qué tipo de comportamiento internacional espera de otros”.
Para Castañeda, canciller entre 2000 y 2003, la política exterior que anunció Ebrard “no tiene nada de nueva, es viejísima, es del viejo PRI de los años cincuenta, sesenta y setenta: es la política de meterse muy poco; es exactamente la política de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Adolfo López Mateos, cuando Echeverría y varios de sus altos funcionarios eran agentes pagados por la CIA y a la vez eran grandes defensores de Cuba.
“No va a ningún lado, porque todo parece indicar que López Obrador y Ebrard, a su manera, buscan tener el perfil más bajo posible, que México tenga la menor presencia internacional posible (…) Me imagino que muy pronto el Grupo de Lima le va a decir a México de una manera discreta: ‘No tiene mucho sentido de que ustedes estén aquí’. Es un grupo de right-minded countries (países con gobiernos de derecha) que piensan igual”, abunda.
A su vez, Derbez Bautista señala: “Es un regreso a un principio de pasividad: no me critiques y no te critico. Deja en un concepto pasivo a nuestro país. En mi opinión México debe tener una línea mucho más en defensa de intereses y valores, entre ellos de derechos humanos”, dice el académico, quien fue secretario de Relaciones Exteriores de 2003 a 2007.
“Podemos caer en la trampa de no pronunciarnos para no herir a los amigos. Lo que se debe dar es una defensa a los principios, sin ver si son amigos o enemigos, según mis creencias políticas”, agrega.
Al respecto, el subsecretario Reyes Zúñiga argumenta: “Es una falsedad absoluta. La política exterior mexicana está guiada por los principios constitucionales establecidos en nuestra Carta Magna. Los demás, que le quieran poner las características que le quieran poner, están haciendo uso de su libertad de expresión”.
El funcionario refuta que México se esté apartando en el escenario global: afirma que el triunfo de López Obrador en las elecciones otorga a México una “autoridad moral” que lo reposicionará en el mundo.
Añade que todos los posibles actores de la crisis venezolana se aíslan: “El gobierno venezolano se está aislando, el Grupo de Lima se está aislando, Estados Unidos se está aislando, la OEA se está aislando… El único que no se está aislando y que se está ofreciendo para ser ese puente de comunicación, y no de manera coyuntural, somos nosotros”, dice.
–Pero si México es el único en no aislarse, entonces está sólo. Suena contradictorio…
–¿Entonces qué tendríamos que hacer? ¿Irnos con alguien? ¿Al montón para no ser aislados?
“Injerencistas y extremistas”
El pasado viernes 4, en la capital peruana, Reyes transmitió el mensaje a los demás integrantes del Grupo de Lima: México no suscribirá la declaración en contra de Maduro, pero se mantendrá en el grupo.
“Encontramos en la declaración de este Grupo de Lima, versión 2019, que no es el mismo del origen, en 2017, posiciones que nos parecieron injerencistas y extremistas –recuerda–. Teníamos observaciones a todos los párrafos y lo que acordamos con los cancilleres del grupo, fundamentalmente Perú y Colombia, que son los que llevan la batuta, fue que en esta ocasión no lo suscribiríamos, sin que ello implicase salirnos del grupo”.
–¿En qué sentido el Grupo de Lima versión 2019 es distinto al de 2017?
–El Grupo de Lima surge en 2017 para ser un puente de diálogo con Venezuela, fundamentalmente a partir de que se empiezan a dar las primeras oleadas migratorias hacia los países vecinos. En el de ahora, te puedo comentar que en algún momento de la sesión ministerial y de las sesiones preparatorias se habló incluso de omitir la palabra “diálogo” dentro de la declaración que se acordó. Es una diferencia muy, muy importante.
El funcionario insiste en que los demás miembros del Grupo de Lima vieron con buenos ojos que México permaneciera con ellos. Prueba de lo anterior, según él, fue que lo dejaron estar presente en la conferencia de prensa durante la cual se presentó la declaración… que no suscribió el gobierno de López Obrador.
–En la votación de la OEA, México se abstuvo, es decir, no se pronunció ni a favor ni en contra. ¿Qué quiere decir esta postura?
–Uno, que no estamos a favor del intervencionismo; dos, que somos congruentes con la línea que marcamos en el Grupo de Lima; y tres, que tampoco estamos del lado del régimen de Nicolás Maduro.
Sobre esto, Berruga Filloy opina: “Si en México llega un gobierno de izquierda, lo más normal es que apoye a gobiernos de izquierda. Pero les da un poco de frío decirlo abiertamente”.

El gobierno mexicano dio a conocer a Caracas, “de manera informal”, su disposición a convertirse en mediador en la crisis: lo hizo durante la visita de Nicolás Maduro a la toma de protesta de López Obrador el pasado 1 de diciembre, y “en comunicaciones verbales” con la Cancillería venezolana, comenta Reyes. Pero hasta el momento “no hay nada” concreto, pues “no ha habido tiempo de que vayamos construyendo la formalidad de la respuesta”.

“Ya hubo foros en República Dominicana sobre el tema. Se sentaron la oposición y el gobierno y no se llegó a ningún lado, simplemente porque el gobierno de Maduro no cede en ninguna de sus posturas”, señala Berruga.

“México ya intentó esa mediación durante un año y medio”, insiste por su parte Castañeda, y añade que en ese diálogo estuvieron los expresidentes de España José Luis Rodríguez Zapatero, de la República Dominicana, Leonel Fernández Reyna, y de Panamá, Martín Torrijos Espino.

“Está la idea de que ahora México va a mediar –reitera Castañeda–, como si a nadie se le hubiera ocurrido mediar antes. Pero se les ocurrió antes y no pudieron, por una sencilla razón: porque Maduro no quiere ningún arreglo con la oposición. No lo quiere mediado por México, no lo quiere mediado por Cuba, ni por España ni por la Unión Europea, ni Brasil, ni nadie. Punto. 

“Es una postura no sólo ilusa e ingenua: es mentirosa porque todo esto Ebrard lo sabe, porque el equipo anterior lo tuvo debidamente informado de todo esto, por lo menos desde julio, si no es que desde antes.”

Reyes, por su parte, estima que el diálogo de Santo Domingo “fue más un título que una realidad”. 

“El gobierno mexicano anterior tuvo posiciones de confrontación abierta con el presidente Maduro y con su gobierno –abunda–. No podíamos seguir en la misma ruta porque vemos que esto no está resultando en nada: (En Venezuela) los migrantes no dejan de salir, la comida no deja de escasear, la democracia sigue sin manifestarse, y todo lo que ya sabemos…”.

Complacencia con Morena

“Hay un grupo dentro de Morena en la izquierda nacional que estaba esperando este tipo de señales para apoyar al gobierno de Maduro. Es parte de la clientela de Morena, y para no estarse metiendo con Maduro si me va a generar problemas dentro de mi mismo partido. Es una forma de tener tranquila a la izquierda más radical de México. Es una de las razones y quizás la principal”, estima Berruga.

Con su tono provocador, Castañeda –quien coordinó la fallida campaña del candidato panista Ricardo Anaya Cortés a la presidencia– coincide: “Saben que es complicado y que pueden meterse en líos en sus alianzas con distintas fuerzas políticas e ideológicas”, dice en referencia a “la extrema izquierda dentro de Morena”.

“Los conocemos muy bien: los (Yeidckol) Polevnsky, (Héctor) Díaz Polanco, (Gerardo Fernández) Noroña, el PT, toda esta gente y muchos sectores dentro de Morena como Martí Batres, Dolores Padierna, etcétera, son simpatizantes incondicionales de Cuba, de Venezuela, de Nicaragua.

“Ebrard quiere ser candidato por Morena, y para ser candidato de Morena necesita por lo menos neutralizar a todos los sectores de extrema izquierda dentro de la coalición. Y éste es un tema muy importante para ellos. No es ingenuo, sabe exactamente lo que está haciendo, y es igual de cínico que ha sido toda la vida.”

Consultado al respecto, Reyes Zúñiga rechaza tales lecturas. Esa política, dice, “para nada busca complacer absolutamente a nadie más que hacer frente a la responsabilidad que tenemos como Estado mexicano”.

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