Columna Itinerario Político/ Ricardo Alemán
El Universal, 3 de junio de 2009;
IFE y Trife: la guerra
Para la clase política y la opinión pública, no es novedad la grosera e irresponsable guerra civil que viven los más importantes órganos electorales mexicanos, el IFE y el TEPJF, a días de la elección federal intermedia. Por eso, en tono de sorna se generaliza la pregunta: ¿esos ambiciosos del poder serán los encargados de organizar y calificar la elección? ¡Valiente garantía!
Lo nuevo del tema, en todo caso, es lo maloliente detrás de una pelea sorda entre la señora María del Carmen Alanís, presidenta del tribunal, y el señor Leonardo Valdés, presidente del instituto.
¿Qué pelean? Minucias: el poder. Sí, por increíble que parezca, los presidentes de órganos dizque autónomos y ciudadanizados —que debían garantizar independencia, legalidad, certeza, imparcialidad y objetividad electoral— pelean por imponer sus egos, respaldar a sus amigos, grupos y fuentes de origen.
En pocas palabras —y para desgracia de todos—, también en el IFE y el TEPJF resultó un fracaso la reforma electoral. ¿Por qué? Porque el instituto fue reducido a una simpática agencia organizadora de eventos masivos, receptora de quejas y la más grande intermediaria de spots, en tanto que el tribunal en manos de “María del Carmen I” es la moderna versión de la inquisición. ¡Censura hasta lo que se dice en internet! Todo a favor del partido de sus amores.
Eso es lo que está a la vista de todos. ¿Pero qué hay bajo el tapete? Mucha mugre y huele mal. La señora Alanís, como se sabe, fue echada del IFE por su autoritarismo extremo —genética familiar, por cierto—, y porque su materia no era la electoral, sino la intriga palaciega. Con esas credenciales, y amigos entrañables como Manlio Fabio Beltrones y Sebastián Lerdo de Tejada —del PRI—, y Margarita Zavala, del PAN, pronto llegó al Tribunal Electoral.
Todos conocen la intriga palaciega que llevó a la señora Alanís a la presidencia del tribunal. Acudió a los amigos de siempre, incluida la señora Zavala. Pero ya en la cúspide del poder electoral —y demolidos a placer la confianza y la credibilidad del IFE—, vino lo que algunos llaman “la traición”.
¿Qué? La señora Alanís habría “vendido su alma al PRI”. En realidad regresó a su alma máter. Olvidó que su trabajo es imparcialidad, legalidad, certeza y objetividad en los procesos electorales.
La señora Alanís apuesta al regreso del PRI en 2012 y que pagarán sus servicios con la presidencia de la Corte. Por eso, Juan Ignacio Zavala —voz de Los Pinos— habló del fracaso de la reforma electoral y de traición al calificar a Alanís (Milenio, 20/V/09) de “oligofrénica”. ¡Fea cosa!
Por cierto, El mejor amigo de Alanís se llama Sebastián Lerdo de Tejada, y representa al PRI en el IFE. ¿Qué tal?
El Universal, 3 de junio de 2009;
IFE y Trife: la guerra
Para la clase política y la opinión pública, no es novedad la grosera e irresponsable guerra civil que viven los más importantes órganos electorales mexicanos, el IFE y el TEPJF, a días de la elección federal intermedia. Por eso, en tono de sorna se generaliza la pregunta: ¿esos ambiciosos del poder serán los encargados de organizar y calificar la elección? ¡Valiente garantía!
Lo nuevo del tema, en todo caso, es lo maloliente detrás de una pelea sorda entre la señora María del Carmen Alanís, presidenta del tribunal, y el señor Leonardo Valdés, presidente del instituto.
¿Qué pelean? Minucias: el poder. Sí, por increíble que parezca, los presidentes de órganos dizque autónomos y ciudadanizados —que debían garantizar independencia, legalidad, certeza, imparcialidad y objetividad electoral— pelean por imponer sus egos, respaldar a sus amigos, grupos y fuentes de origen.
En pocas palabras —y para desgracia de todos—, también en el IFE y el TEPJF resultó un fracaso la reforma electoral. ¿Por qué? Porque el instituto fue reducido a una simpática agencia organizadora de eventos masivos, receptora de quejas y la más grande intermediaria de spots, en tanto que el tribunal en manos de “María del Carmen I” es la moderna versión de la inquisición. ¡Censura hasta lo que se dice en internet! Todo a favor del partido de sus amores.
Eso es lo que está a la vista de todos. ¿Pero qué hay bajo el tapete? Mucha mugre y huele mal. La señora Alanís, como se sabe, fue echada del IFE por su autoritarismo extremo —genética familiar, por cierto—, y porque su materia no era la electoral, sino la intriga palaciega. Con esas credenciales, y amigos entrañables como Manlio Fabio Beltrones y Sebastián Lerdo de Tejada —del PRI—, y Margarita Zavala, del PAN, pronto llegó al Tribunal Electoral.
Todos conocen la intriga palaciega que llevó a la señora Alanís a la presidencia del tribunal. Acudió a los amigos de siempre, incluida la señora Zavala. Pero ya en la cúspide del poder electoral —y demolidos a placer la confianza y la credibilidad del IFE—, vino lo que algunos llaman “la traición”.
¿Qué? La señora Alanís habría “vendido su alma al PRI”. En realidad regresó a su alma máter. Olvidó que su trabajo es imparcialidad, legalidad, certeza y objetividad en los procesos electorales.
La señora Alanís apuesta al regreso del PRI en 2012 y que pagarán sus servicios con la presidencia de la Corte. Por eso, Juan Ignacio Zavala —voz de Los Pinos— habló del fracaso de la reforma electoral y de traición al calificar a Alanís (Milenio, 20/V/09) de “oligofrénica”. ¡Fea cosa!
Por cierto, El mejor amigo de Alanís se llama Sebastián Lerdo de Tejada, y representa al PRI en el IFE. ¿Qué tal?
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