Nombramiento de Ministros de la SCJN-Bienvenido licenciado Arturo Fernández Saldívar Lelo de Larrea. Dispone usted hasta de 15 minutos para su exposición.
-EL C. PRESIDENTE NAVARRETE RUIZ.-
Tiene usted el uso de la palabra.
-EL C. LIC. ARTURO FERNANDEZ SALDIVAR LELO DE LARREA: Muchas gracias, señor Presidente.
Ciudadano Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores; señoras y señores Senadores:
Respetuosamente comparezco ante el Senado de la República consciente de la enorme responsabilidad que implica acudir ante la más Alta Representación de la Nación en un acto que tiene como propósito último la integración del Tribunal Constitucional del Estado Mexicano.
Es para mí un honor y un privilegio asistir a uno de los ejemplos más claros de la colaboración entre Poderes; cuando ustedes votan en este proceso su voto refrenda la solidez del Estado Mexicano, el funcionamiento de la división de Poderes y la vigencia plena de la Constitución y el Estado de Derecho en México.
Gracias por permitirme exponer, así sea brevemente, mi visión sobre la Suprema Corte y la justicia constitucional en nuestro país.
He dedicado toda mi vida al estudio y a la práctica del Derecho Constitucional; de los diversos instrumentos de Derecho Procesal Constitucional, especialmente del Juicio de Amparo. Y por ende de los derechos fundamentales.
A lo largo de mi carrera profesional he combinado el mundo de la academia con el libre ejercicio de la profesión de abogado en materia constitucional.
Hace 25 años me gradué como abogado de la Escuela Libre de Derecho. Soy orgullosamente doctor por nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México. Y he sido catedrático en varias universidades públicas y privadas del país, lo que me ha permitido participar activamente en la reflexión académica sobre las últimas tendencias y corrientes del derecho público contemporáneo.
Me defino como un hombre de principios, un jurista demócrata, garantista, apegado a una visión creativa e innovadora de la interpretación constitucional.
Me asumo en el humanismo en el sentido más amplio del concepto, mis dos valore prioritarios se resumen en las palabras: libertad y justicia.
Tener la posibilidad de servir a México como Ministro de la Suprema Corte de Justicia es, sin duda, el privilegio más grande al que puede aspirar un jurista, un privilegio que demanda una profunda vocación por la defensa de las libertades consagradas en nuestra Constitución y que conlleva, ante todo, una gran responsabilidad.
Responsabilidad porque implica ser heredero de la gran tradición de juristas mexicanos que a lo largo de nuestra historia han integrado la Suprema Corte.
Responsabilidad porque significa la elevada función de interpretar la Constitución juzgando muchos de los asuntos más delicados y los problemas más sensibles para los mexicanos.
Responsabilidad porque ser Ministro de la Suprema Corte representa el retro de aportarle a México mejores condiciones de acceso a la justicia y desarrollo de los derechos fundamentales.
Quiero ser un juez constitucional a partir de mi experiencia de muchos años como académico y abogado postulante, porque estoy convencido que este perfil fortalece la integración de la Corte y puede enriquecer con una visión diferente los debates de nuestro Tribunal Constitucional.
El hecho de que un abogado postulante acceda a la función jurisdiccional es una condición normal en la integración de los tribunales constitucionales contemporáneos que se caracterizan por su pluralidad y su diversidad.
Esta tendencia aporta un tribunal la vivencia del derecho real en su ejercicio práctico, la visión del justiciable, del ciudadano.
Se traslada la sensibilidad de quien pide justicia a la sensibilidad de quien imparte justicia.
La integración y actuación de nuestro Tribunal constitucional es un asunto que compete a todos los mexicanos. Esto porque la Suprema Corte está llamada a desempeñar un papel estratégico, un papel determinante en nuestros sistema democrático.
Bajo el paradigma del Estado constitucional democrático de nuestros días, la democracia es mucho más que un sistema de reglas que establecen mecanismos de acceso al poder.
La democracia requiere una dimensión sustantiva, una dimensión adicional a los aspectos formales o procesales y que se refiere precisamente a cómo se ejerce el poder en una sociedad.
No es posible hablar hoy de democracia sin hablar también de Constitución, y más aún de constitucionalidad.
Esa es la idea central del constitucionalismo, la limitación del poder que no puede lograrse si no a través de mecanismos de control del poder, límite y control se convierten así en binomio inseparable de forma similar a lo que ocurre con derecho y garantía.
Para que los límites que fija la norma constitucional sean eficaces, se requieren órganos jurisdiccionales independientes que aseguren a los ciudadanos que dichos límites serán respetados.
Los mexicanos hemos avanzado de manera consistente en esta dirección.
Hemos construido y estamos construyendo la Corte de nuestra democracia, un auténtico Tribunal constitucional que ha ido asumiendo y debe seguir desempeñando su papel como garante de la Constitución.
Una corte para la democracia que debe ser también la Corte de la consolidación de la democracia.
Una Corte que como todo Tribunal de constitucionalidad tiene encomendadas dos funciones esenciales para la vida democrática.
Primero, constituirse en árbitro de las controversias político constitucionales, juzgando la política desde fuera de la política, desde la óptica de la Constitución.
Y segundo, ser protectora y garante de los derechos fundamentales que claramente son la razón de ser y el fin último de toda la ingeniería constitucional.
Por lo anterior, estoy convencido que la consolidación de la democracia mexicana, el desarrollo de los derechos fundamentales y cualquier reforma profunda del estado, pasa necesariamente por una Suprema Corte responsable, prestigiada, comprometida y que se legitime todos los días a través de la argumentación contenida en sus resoluciones.
Considero que la Corte debe acometer una agenda pendiente que les ruego me permitan sintetizar en los siguientes diez puntos.
Primero.- Es de la mayor importancia que la Suprema Corte construya una doctrina constitucional que dote de mayor consistencia y coherencia sus fallos, que sirva de referencia para su labor interpretativa y que haga más predecibles sus resoluciones. Necesitamos una Corte más congruente.
Segundo.- Es necesario que la Suprema Corte profundice en la calidad interpretativa de sus sentencias, a efecto de que la argumentación que la sustenta justifique suficientemente el sentido de las resoluciones y que, si bien alguno de sus fallos puedan ser discutibles, nunca puedan ser tildados de arbitrarios. En esto se juega la legitimidad de su función como máximo intérprete de la Constitución.
Tercero.- La Suprema Corte debe emprender una mayor actividad en la protección y desarrollo de los derechos fundamentales.
Es necesario construir un Tribunal garantista en sentido técnico y no demagógico.
Debemos superar una justicia constitucional desequilibrada que privilegie a la resolución de conflictos entre órganos de poder frente a aquella que se ocupa de la defensa y desarrollo de los derechos fundamentales.
Cuarto.- La Suprema Corte debe fundar su trabajo en una ética de la responsabilidad. Esto significa que la justicia no se imparte en abstracto ni de manera aislada, no es un acto teórico, la justicia es algo vivo que afecta la vida diaria de las personas.
En la ética de la responsabilidad, el juez constitucional dicta sentencia para un momento determinado y una realidad concreta, debe tener presente, en la medida que el caso lo permita, las consecuencias políticas y sociales de sus resoluciones.
Cada una de las palabras que se escriben en una sentencia debe estar alimentada de una gran conciencia social y de una visión de país. En cada sentencia se construye el futuro de México.
Quinto.- Considero que el delicado papel que la Constitución otorga a la Corte exige prudencia y autolimitación. El juez constitucional debe ser valiente, pero sobre todo prudente. Debe ser audaz, pero siempre equilibrado. Debe tener presente que está obligado a tutelar al individuo en sus derechos fundamentales, pero también al Estado en su viabilidad.
En todo el mundo los tribunales constitucionales parten de un principio de deferencia hacia los otros poderes del estado, en especial al Legislativo.
Esto significa que salvo que se afecte el núcleo esencial de un derecho fundamental, en principio las políticas públicas y las atribuciones de carácter técnico no son materia de control constitucional.
Sexto.- Es necesario una Suprema Corte comprometida con la reforma integral del juicio de amparo, el instrumento por excelencia para la protección de los derechos fundamentales y, sin duda, la mayor aportación de nuestro país a la justicia constitucional comparada.
Lamentablemente el amparo mexicano se ha quedado rezagado y no responde a las necesidades de una sociedad moderna.
Por un lado, es insuficiente para la protección eficaz de los derechos fundamentales y, por el otro, sus anacronismos y formalismos provocan abusos en su utilización.
Celebro la decisión del Senado de la República de emprender la tan postergada reforma integral del juicio de aparo. Con la cual, por cierto, he estado comprometido desde hace más de una década.
Es indispensable que la Suprema Corte se comprometa con el nuevo paradigma de nuestro juicio constitucional.
Séptimo.- Uno de los graves problemas de nuestro país es la falta de acceso a la justicia para los que menos tienen. Presenciamos todos los días una justicia elitista, una justicia que trata de manera diferente a quien tiene recursos económicos frente a quien carece de ellos.
La Corte debe comprometerse con aquellos criterios y prácticas judiciales que permitan un mayor acceso a la justicia constitucional y que impregnen la función jurisdiccional con una eminente conciencia social.
Octavo. Desde el Tribunal Constitucional deben prenderse un esfuerzo serio y profundo para que los procesos constitucionales sean más expeditos, y para que la justicia constitucional sea impartida con oportunidad y prontitud.
Noveno. Nuestro Tribunal Constitucional ha avanzado mucho en su agenda de transparencia y comunicación. Creo, sin embargo, que debe simplificarse la forma en que se redactan las sentencias, requerimos resoluciones más claras, más breves y que sean entendibles por la comunidad.
Décimo. Los mexicanos esperan un mayor compromiso de la Suprema Corte con la austeridad y la rendición de cuentas. Por conciencia elemental de los tiempos que vive el país es necesario impulsar un control efectivo del gasto público y una actuación responsable, republicana que sumen a la autoridad moral y a la credibilidad de nuestro más alto tribunal.
Señoras y señores senadores:
Esta es mi visión sobre la Corte, de la manera más respetuosa la someto a su consideración.
En ella están reflejadas mi vocación y mi aspiración para desempeñar el honroso cargo de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En caso de ser favorecido con la confianza de esta Soberanía, me comprometo con la defensa de los valores, los principios y los derechos fundamentales consagrados en la Constitución a trabajar por México y por su gente, con una clara conciencia social; me comprometo a conducirme de manera honesta y honorable, y a cuidar en todo momento la dignidad de la investidura.
Actuar con prudencia, con responsabilidad y con absoluta humildad intelectual.
Me comprometo abrir las ventanas de la Corte para que entre aire fresco, el aire fresco de la sociedad; el aire nuevo de los jóvenes; y el aire de las doctrinas modernas sobre los derechos fundamentales y la interpretación constitucional.
Los mexicanos queremos justicia, pocos reclamos hay en nuestro país tan añejos y tan vigentes; la Corte debe proporcionarla con imparcialidad, congruencia y transparencia, con sentido de Estado, con visión de país.
Asumo con lealtad, con claro, total e irrestricto compromiso con las instituciones de un Estado democrático de derecho.
Asumo con lealtad, con claro compromiso con México.
Muchas gracias.
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