11 feb 2010

El mensaje del general Galván

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Excélsior, 11 de febrero de 2010;
El mensaje del general Galván
Nuestros militares, a diferencia de buena parte de los de otros países latinoamericanos, no suelen invadir el terreno político y cuando lo hacen es en forma sesgada, para enviar los mensajes necesarios con la mayor discreción posible. Un discurso como el del general secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván en el Día de la Lealtad, precisamente por eso no puede pasar inadvertido.
No hay prácticamente ninguna institución en el país con la capacidad de tener presencia en todo el territorio nacional, de saber lo que sucede en cada rincón del mismo, mayor que el Ejército. Sus mandos suelen provenir de estratos populares, de la clase media, y no están formados en la política partidaria ni sus integrantes en activo participan en la misma. Se convierten en especialistas en todos los ámbitos con base en sus esfuerzos, por eso conocen como pocos el entramado social y las fisuras que éste presenta. Y saben qué está reclamando la población. Con ese bagaje, el general Galván demandó a los partidos políticos acuerdos en los temas sustanciales, para salir adelante en las exigencias del país, les pidió poner su empeño e inteligencia en ello, les recordó que los intereses de la nación deben estar por encima de los electorales y los partidarios. El mensaje en esta ocasión fue muy claro, habrá que ver si fue escuchado.
Porque nuestras fuerzas políticas suelen quemar incienso en el altar del Ejército, pero en muchas ocasiones ello se queda en la retórica, una vez más en lo políticamente correcto. Ejemplos hay muchos: ¿cuánto hace que el general Galván pidió a los partidos políticos en el Congreso una revisión de las leyes para que se especifiquen con toda claridad las atribuciones de las instituciones armadas en la lucha contra el narcotráfico?, ¿dos años? Se trata de una iniciativa de ley que allí está desde entonces y no ha sido ni siquiera abordada. Mientras tanto, los soldados y los marinos siguen cumpliendo con difíciles y complejas misiones en todo el país, amparados, legalmente, con instrumentos insuficientes y padeciendo denuncias, provenientes de los mismos partidos que no sacan adelante esas leyes, de que se están extralimitando en sus funciones.
Lo sucedido en Ciudad Juárez, ahora tan de moda en las declaraciones políticas, es una demostración de ello: de algún lado salió que el Ejército se retiraría de Juárez y se dieron las versiones más insólitas de ese retiro, relacionadas con violaciones a derechos humanos que, sencillamente, no se han dado. Y no escuchamos defensas partidarias de la labor militar en esa ciudad. Pero resulta que la versión era falsa, que cambió la configuración del operativo en Juárez, pero no se retiró el Ejército sino que comenzó a realizar otras acciones. Y tampoco en el ámbito partidario alguien se ocupó en aclararlo. Es verdad, puede haber excepciones, pero son sólo eso.
Otro caso: el 3 de febrero se cumplió un año del asesinato del general Mauro Enrique Tello Quiñones, en Cancún. Es el militar de más alta graduación muerto en la lucha contra el narcotráfico. Su asesinato fue literalmente brutal, debido a la saña para cometerlo y por la traición que supuso que el mismo día de su presentación como encargado de la seguridad en esa urbe fuera entregado a los sicarios por los jefes de policía locales. Ha transcurrido un año y no pasa nada. Hay detenidos, pero no se sabe qué sucede con ellos ni por qué fue asesinado. El gobierno del estado y la Procuraduría local se han desentendido del caso. En la PGR no están atendiendo la investigación: le niegan información a sus familiares e incluso, según nos dijo la abogada de la familia, Erika García Arévalo, le han dicho que no querían indagar más porque “no fuera a ser que el general estuviera en malos pasos”, lo cual es una difamación innoble de un ministerio público federal. Horas después de que fue hallado el cuerpo del militar, a uno de sus celulares llegó un mensaje que decía: “¿Qué, todavía estás vivo?”, y las autoridades federales simplemente dijeron que no era relevante siquiera averiguar quién era el remitente. En el Ejército están muy pendientes de esa investigación, sin embargo, parece que a nadie le preocupa: a un año del crimen no ha sucedido nada, aunque los restos del general Tello fueron despedidos con todos los honores por el presidente Calderón.
El mensaje del secretario de la Defensa allí está y no debería ser desoído. Los partidos, todos, están demasiado acostumbrados a escuchar sólo sus monólogos interiores.
A un año del asesinato del general Tello Quiñones, no ha pasado nada, aunque fue despedido con todos los honores por Calderón.

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