Los motivos de Gómez Mont
Fernando Gómez Mont, miembro de una de las familias que le dieron sentido y destino al PAN, renunció al PAN. En un gobierno tan ideologizado como el de Felipe Calderón, la interpretación de varios analistas de que es una “bomba” hacia el interior de la administración, no es una exageración. Pero al mismo tiempo, Gómez Mont se levanta como el único miembro del calderonismo, el Presidente incluido, capaz de ser congruente con sus compromisos y demostrar que su palabra tiene valor. Paradójicamente, si no lo obligan a renunciar a la Secretaría de Gobernación, puede convertirse en el único que logre que el sexenio de Felipe Calderón pueda trascender positivamente.
Lo único que no tiene la renuncia de Gómez Mont al PAN son secretos. En su carta al líder panista César Nava, dijo que por “discreción profesional” no podía explicar sus motivos. Hay un motivo doctrinario, y es su rechazo ideológico a las alianzas, cualesquiera que estas fueran. Pero una, sobretodo, la detonó: la alianza del PAN con la izquierda en Oaxaca, con el senador Gabino Cué como su candidato. En una plática con Cué, Gómez Mont le dijo: “No veo cómo puedas caminar bajo el mismo paraguas de López Obrador y Calderón”. El conflicto postelectoral de 2006 sigue vivo, con López Obrador insultando sistemáticamente a Calderón, y este y su equipo en Los Pinos, obsesionados en cómo terminar de aniquilarlo políticamente.
En esa plática, hace mes y medio aproximadamente, Gómez Mont fue muy claro: ni cree en esa alianza, ni la apoyaría. Cué se preocupó, pero un veterano político le aconsejó: “Busca a Nava, sus resortes son diferentes a los de Gómez Mont”. Eso hizo Cué, quien dos semanas después confiaba que la alianza para impulsarlo a la candidatura se iba a concretar. Las noticias de las posibilidades que se negociara positivamente la alianza para el senador llegaron a Oaxaca, y el gobernador Ulises Ruiz, tomó el avión a México.
Hace tres lunes exactamente, en el despacho del secretario de Gobernación en el Palacio de Covián, Ruiz visitó a Gómez Mont. Había mucho de qué hablar y reclamar. Cuando se dificultó la negociación del presupuesto porque los priistas en el Senado se rebelaron al acuerdo cupular que había hecho la dirigente nacional del partido Beatriz Paredes y un pequeño grupo de diputados con el gobierno, Gómez Mont y el entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, comenzaron a hablar con los gobernadores priistas para que los apoyaran.
Pedían que le dijeran a sus bancadas que respaldaran el aumento en los impuestos. A cambio, ofrecieron, les liberarían recursos presupuestales que estaban empantanados, y habría mayores partidas para aquellos rubros –como en las áreas de infraestructura y el campo- que necesitaran reforzar. Una de las condiciones para ese acuerdo es que no hubiera alianzas en las elecciones para gobernador de este año. Gómez Mont dijo estar de acuerdo, y que confiaran en su palabra. Dos gobernadores llevaron la voz cantante a favor del presupuesto, Enrique Peña Nieto del estado de México, y Ruiz de Oaxaca. Cuando a Peña Nieto le llovieron las críticas por su presión a la bancada, reculó ligeramente. Ruiz nunca lo hizo, y se batió con sus pares y con los líderes parlamentarios a favor del impuesto.
Ese lunes que vio a Gómez Mont en su despacho, no había mucho que recordar. El secretario de Gobernación le dijo que estaba opuesto a la alianza, y que si esta se concretaba, renunciaría. No puedo seguir negociando con la oposición si no puedo cumplir mi palabra, le dijo Gómez Mont a Ruiz, según una reconstrucción de todo el episodio elaborada por personas que conocen todos sus detalles. No quedó claro en ese momento si ya lo había planteado al Presidente, pero en esos días nadie tenía duda sobre su postura. Gómez Mont había arreciado críticas públicas a las alianzas, aunque en realidad era solamente una la que había provocado su repudio: Oaxaca.
Ruiz salió conforme, creyendo en Gómez Mont. A sus espaldas, el viejo odio del presidente Calderón al PRI, terminó inclinándolo hacia la postura de Nava, que deseaba las alianzas con el PRD, PT y Convergencia, la coalición de izquierda que tiene a López Obrador como su jefe político, y le dio el visto bueno. Todavía la semana pasada, cuando empezaron a anunciarse las alianzas electorales en otros estados, como Durango y Puebla, varios priistas expresaron públicamente su desacuerdo. Una línea de pensamiento muy crítica dentro del PRI a Calderón fue expuesta por el senador Fernando Baeza, quien recordó en declaraciones a la prensa que el Presidente había olvidado que había sido gracias a los priistas y sus diputados, por lo que pudo tomar posesión y colocarse la banda presidencial el 1 de diciembre de 2006.
Los priistas están incendiados. Paredes, la líder nacional que ha pagado altos costos políticos dentro del partido por su cercanía con Calderón y por haber jugado internamente para sacar adelante reformas que buscaba el Presidente, admitió a varios periodistas que “los habían chamaqueado”. Paredes elevó a tonos inusuales su discurso, menospreciando a Nava y utilizando una palabra que no es común en su lenguaje para describir lo que habían hecho los panistas con la izquierda que repudia a su Presidente: “chaquetearon”.
La conclusión de la negociación de la alianza en Oaxaca arrinconó a Gómez Mont. El secretario de Gobernación no tenía mucho que perder, porque su carrera pública la había determinado hasta 2012. No quería ser candidato a la Presidencia, y desde que Calderón lo invitó al gabinete se lo dijo –una de sus razones fue que tenía el lastre de haber sido Alcohólico Anónimo-, y lo repitió en público y en privado. Su renuncia al PAN, si pone en entredicho su permanencia como secretario de Gobernación, lo único que haría es achicar el tiempo de permanencia en ese cargo.
Pero paradójicamente Gómez Mont, que es viejo amigo de Felipe Calderón y de su esposa Margarita Zavala, y que pese a haber crecido con el senador Santiago Creel se la jugó con el actual mandatario durante la precampaña para la candidatura presidencial panista, puede estar haciéndole un gran favor al Presidente mismo. Carente Calderón de un equipo consistente y congruente, él mismo cayendo en la esquizofrenia del discurso que en ocasiones denuesta a los partidos y horas después los llama a la unidad y la concordia, la actitud recta de Gómez Mont le regala un interlocutor de alto valor frente a la oposición.
Gómez Mont no engañó a Cué, ni a la oposición y mantuvo su compromiso político con el PRI, aunque ello provocó su salida del PAN, al no haber cumplido Calderón y el PAN, esos acuerdos políticos que tuvieron con los gobernadores y las cúpulas priistas cuando requirieron de su ayuda para sacar adelante el presupuesto. Desde la muerte del ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, Calderón no había tenido a ningún colaborador cuya palabra respetaran.
El Presidente tendrá que evaluar si quiere que se quede Gómez Mont en el gabinete o le pide que se vaya. En el pasado, ya le presentó su renuncia en dos ocasiones, una de ellas cuando lo maltrató, como suele hacer el Presidente con sus colaboradores, pero llegaron a buen término. En esta ocasión, cuando menos ya sobrevivió un día más como secretario de Gobernación, lo que eleva las posibilidades de que se mantenga en el cargo. Gobernar el país con un hombre que ya no tiene partido, le puede dar una mayor credibilidad a la política interna, que es de lo que esta urgido Calderón. Como Carlos Salinas que necesitó al apartidista Jorge Carpizo en Gobernación para darle certidumbre a la elección de 1994, Ernesto Zedillo recurrió al panista Antonio Lozano Gracia para darle credibilidad a la procuración de justicia, y Carlos Abascal se salió del PAN para ayudar en las negociaciones con los partidos a Vicente Fox.
La “bomba” que lanzó Gómez Mont al PAN no desbarrancará la alianza para Oaxaca –donde tampoco hay garantía alguna que triunfe sobre el PRI-, ni modificará lo que este martes hizo el consejo político panista al votar 40 contra 1, por ir con Cué como su candidato. En el corto plazo, galvaniza la crisis doctrinaria que está viviendo el PAN por el tema de las alianzas. Y en el largo, Calderón necesitará sacar dos presupuestos más y, sobretodo, buscar las reformas estructurales que tanto le urgen para darle un puerto de destino a su gobierno, ahogado hoy en una guerra contra el narcotráfico que sólo le ha dado negativos a él y a su partido. Calderón tendrá que evaluar el costo-beneficio de lo que propició –la alianza y la renuncia-, y decidir qué es lo que quiere hacia delante.
Tendrá que entender, asimismo, que hoy en día Calderón necesita hoy en día más a Gómez Mont de lo que Gómez Mont lo necesita al Presidente.
Ejecentral.com, 11 de febrero de 2010;
No hay comentarios.:
Publicar un comentario