14 abr 2013

La detención de la profesora: Arturo Cano y Alberto Aguirre


  • Los días aciagos de Elba Esther/ARTURO CANO Y ALBERTO AGUIRRE

Revista Proceso No. 1902, 14 de abril de 2013
Detalles inéditos de la detención de quien fuera dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación dieron pie a la actualización de Doña Perpetua. El poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo, volumen publicado por primera vez en 2008 bajo el sello Random House. Una parte de la trama que condujo al golpe final es reconstruida por los autores del libro, Arturo Cano y Alberto Aguirre, en los capítulos 1 y 2, de los que aquí se adelantan fragmentos con autorización de esa casa editorial.
 Elba Esther fue aprehendida el martes 26 de febrero de 2013 en el aeropuerto de Toluca. Sus cercanos dicen que ella contó que atravesaron otro avión frente al suyo, que subieron a la aeronave varios encapuchados armados hasta los dientes, que la encañonaron y la quisieron tirar al piso. “Están hablando con una maestra que sí tiene educación, ¿qué quieren que haga?”, fue lo que dijo, mientras la sometían.

La historia de las últimas horas de su poderoso cacicazgo político-sindical se había comenzado a escribir el lunes anterior, cuando recibió una llamada del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. La invitaba a cenar al día siguiente. El martes fue el turno al teléfono de Luis Videgaray, hombre fuerte de Enrique Peña Nieto. El secretario de Hacienda le preguntó dónde andaba y si tenía algún compromiso el miércoles por la mañana, pues quería invitarla a desayunar en Palacio Nacional.
Los telefonazos, dicen en su entorno, no fueron casuales. “Querían asegurarse de que ella estuviera en el país.” Y fueron también la razón por la que Elba Esther voló a Toluca y no a Guadalajara, donde ya la esperaban Fernando González Sánchez, Juan Díaz de la Torre –secretario ejecutivo del sindicato– y el resto de su corte.
La operación para detener a Elba Esther Gordillo fue más allá del ámbito policiaco. Los gobernadores serían concentrados en la Ciudad de México por el secretario de Gobernación. Además, antes de que se diera la noticia, los directivos de importantes medios informativos fueron citados en Los Pinos. El propio presidente Peña Nieto se reunió a las 17 horas de ese martes 26 con los responsables editoriales de Televisa, TV Azteca, Milenio TV, Grupo Imagen y Uno TV. Los directivos fueron informados acerca del operativo en Toluca y ahí se habría pactado que no se mostraran imágenes de la Maestra esposada o escoltada por policías, para evitar que ella o su defensa alegaran violación a sus derechos humanos.
 (…)
 A toro pasado, los primeros atisbos se asomaron a mediados de febrero de 2013. Según un integrante del gabinete ampliado, originario del Estado de México, el presidente de la República hizo una primera consulta sobre el tema a los secretarios de Estado durante un vuelo en el avión TP 01 de la Fuerza Aérea Mexicana, la tarde del martes 12 de febrero, en el trayecto de Aguascalientes a la Ciudad de México.
 “En Montevideo, después de una reunión con [Emilio] Chuayffet”, confirmó de manera escueta un integrante del staff de Los Pinos, cuando se le pidió precisión sobre el momento en el que Peña Nieto autorizó la acción judicial contra la lideresa del SNTE. (…)
 No soy “sirvienta de nadie”,
la sentencia
En las semanas previas a su derrumbe, varios de sus consejeros le habían advertido que Peña Nieto estaba prestando oído a quienes le sugerían no confiar en ella. “La Maestra no es priista y se ha reposicionado dentro del SNTE. No cometamos el mismo error que el PAN”, le decían al presidente.
Al menos dos de sus colaboradores le advirtieron sobre las investigaciones financieras en curso y la alertaron: en este gobierno no tendremos aliados. Uno más le informó que el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, había mandado a hacer una “investigación política” para medir la verdadera capacidad de “resistencia” del SNTE a la reforma educativa.
 Pero el punto de quiebre se remontaba a la víspera del sexenio.
 “No busco puestos, que nadie se preocupe, nunca he pensado ser secretaria de Educación ni sirvienta de nadie, salvo del SNTE”, dijo, retadora, en el discurso de apertura del VI Congreso del SNTE, el 19 de octubre de 2012.
 Consciente del escenario por venir –aunque nunca calibró que llegara a su aprehensión– la Maestra había tomado, para esas fechas y según su entorno, la decisión de pavimentar su retiro. Pero el mensaje que envió en el congreso de la Riviera Maya, navegaba en sentido contrario.
 A la frase de “la sirvienta”, que sus cercanos reconocen “desafortunada”, siguió una batería de conferencias de prensa y entrevistas en las cuales la Maestra probó que, efectivamente, le hacía falta “entrenamiento mediático”.
 En el expediente que fueron armando para el presidente Peña Nieto, queda registro de que en Los Pinos vieron los videos tanto del congreso sindical como de una entrevista que transmitió Televisa con Adela Micha.
 Al congreso en Playa del Carmen –donde la seguridad estuvo a cargo de enviados de Genaro García Luna– no habían asistido representantes del gobierno federal ni del equipo de transición. Elba Esther había rechazado invitarlos porque quería subrayar que llegaba la hora de la “autonomía” y de “volver a hacer sindicalismo”, pese a que la clave de su poder –como la de todos los líderes gremiales semejantes– siempre estuvo en su relación con Los Pinos.
 En la entrevista con Micha –engallada o suicida, según quien haga la lectura–, la Maestra quiso destacar que había roto la proverbial dependencia: “Hoy puedo decir con toda franqueza y con todo respeto, tanto al expresidente como al actual presidente, que ninguno de los dos tuvo que ver en la elección de Elba Esther Gordillo y su comité y todo lo que se eligió de la vida del sindicato. Y antes sí tenían que ir a consultar a Gobernación quién iba a ser; antes ahí entregaban su renuncia”.
 Tres mil delegados aclamaron a la profesora, hicieron filas de horas para tomarse fotos con ella, y el SNTE se dio el lujo de permitir que la prensa estuviera presente en las deliberaciones –incluyendo la presentación del informe de finanzas– y en la votación “secreta y transparente” en la que fue reelecta una vez más.
 La imagen emblemática del control indiscutible de Elba Esther sobre el SNTE fue la mesa de los exsecretarios generales, olvidada en un rincón. Rafael Ochoa Guzmán, José Luis Andrade Ibarra y Tomás Vázquez Vigil se miraban ahí unos a otros, como apestados.
 La entrevista del suicidio
 La cereza del pastel fue la citada entrevista que concedió el 6 de febrero a la conductora de Televisa Adela Micha –a quien la Maestra considera “una amiga”– y que resultó desastrosa para su estrategia y definitiva para la decisión de su caída. “Fue una trampa”, resumen en el entorno elbista.
 En los últimos años, la profesora había optado por las entrevistas a modo. Pero muchas veces le ganaba su inveterada imprudencia y sus asesores se daban de topes cuando la oían desbocarse.

La última con Micha no fue la excepción. Repartió culpas, hizo la lista de sus enemigos y no logró fijar una postura coherente respecto a la reforma educativa. Eso sí, ofreció: “El sindicato es el sindicato y si hacer valer el peso del sindicato hace que me atropellen a mí que lo represento, adelante, es lo que me toca”.
 En la transcripción quedaron marcadas las frases de su sentencia:
 Sobre el gobierno federal: “No, no me están tratando bien… [Pero] no a mí, no es problema mío, ojo, no están teniendo vida institucional”.
 Sobre la reforma educativa: “Se me hace un acuerdo bastante limitado porque el cambio que se requiere en el sector educativo es estructural”. “No me importa si el gobierno me ve a la baja o a la alta. Lo que me interesa es que el gobierno respete al gremio”.
 Sobre su retiro: “No, no es Chuayffet ni nadie, ¿sí me explico? La vida misma, yo me tengo que ir, los años pesan”.
 “–¿Y usted no tiene confianza en el licenciado Chuayffet?
 “–Ni él en mí.”
 En Playa del Carmen, la decisión del retiro –real, si se da crédito a su círculo más íntimo– caminó en paralelo con un discurso que subrayaba la “autonomía” del gremio, con la decisión de crear un “observatorio” para que el SNTE pusiera en línea toda la información sobre sus decisiones y sus recursos y, sobre todo, con la determinación de “volver a hacer sindicalismo”.
 El discurso sonaba desfasado y poco sincero, pues mientras la Maestra lo proclamaba, su yerno, el exsubsecretario de Educación, Fernando González Sánchez, buscaba afanosamente ser considerado para encabezar la Secretaría de Educación Pública; y sus operadores pactaban alianzas con el PRI o con el PAN, según conviniera, en los estados que celebrarían elecciones en 2013.
 La incumplida promesa
de Peña Nieto
 Además de la ropa de lujo y las bolsas caras, de las obras de arte y las Hummer, a la Maestra le gustan las fiestas. Son legendarias las que organizaba para los cumpleaños de su madre, Estela Morales. Tres semanas antes de ser recluida en Santa Martha, Elba Esther celebró su fiesta de cumpleaños, en este caso la número 68 o la 70, según la fecha de su nacimiento que se dé por buena. El lugar elegido fue el que ella mandó construir en el rumbo de Santa Fe, el Portal del Sol, el mismo sitio donde el 23 de junio de 2012 la cúpula del SNTE (“la niña de mis ojos”, le gustaba decir) recibió la visita del candidato Enrique Peña Nieto.
 En el remedo de pluralidad llamado Comité Nacional de Acción Política, se impuso la inercia. A pesar de que la Maestra no estuvo presente –condición puesta por el equipo del candidato–, los dirigentes recibieron a Peña al grito de “¡Elba, Elba, Elba!” Poco antes, el maestro de ceremonias había informado que si se encontraban ahí era gracias a la “visión” y el “liderazgo” de Gordillo. Peña Nieto apretó los labios, se levantó también de su asiento, pero no siguió el aplauso.
 Por cierto, en ese año electoral Elba Esther nunca se reunió con Peña Nieto ni con Luis Videgaray. Ella y su hija Mónica mantuvieron trato con Miguel Ángel Osorio Chong, mientras que su yerno Fernando González se encargó del nexo con Videgaray y con Aurelio Nuño, sobre todo en la etapa de transición.
 En su discurso, el entonces candidato dijo a los líderes lo que querían escuchar, aunque luego, ya en el poder, se desdijera: que la evaluación a los docentes sería sólo una “herramienta informativa”. Y selló su compromiso con una reforma educativa que “no puede ser ajena a ustedes, tiene que ser con ustedes”, pero sin su líder vitalicia… le faltó agregar. (…)
 La persecución y el limbo
 Juan Díaz de la Torre comenzó la lectura del manifiesto pero no llegó a la tercera línea. Fernando González Sánchez, el yerno de la Maestra, estaba a su lado y le quitó la hoja. Le pidió no continuar.
 Díaz de la Torre había comenzado a leer una de las versiones “duras” que se redactaron como primera respuesta del SNTE a la detención de la Maestra:
 “Ratificamos que nuestra dirigente, por mandato estatutario, es Elba Esther Gordillo Morales, y entregamos a nuestros órganos de gobierno, también sancionados por nuestros estatutos, los poderes que estos les confieren, a fin de dar curso a todas las acciones que emprenderemos, no sólo para preservarnos como organización, sino en defensa de nuestra líder legítima.

“Exigimos que el gobierno federal y su titular demuestren que las acciones emprendidas contra nuestra dirigente no tienen visos de venganza política o la pretensión de doblegarnos en nuestra legítima lucha por defender los derechos de los trabajadores al servicio de la educación nacional.”

En otra de las versiones redactadas en Guadalajara, y que tampoco fue leída por Díaz de la Torre, se decía explícitamente que “la detención no frenará el rechazo a la reforma educativa”.

La “noche triste” del SNTE en Guadalajara fue de decisiones rápidas, frente a la catarata de rumores que cayó sobre la cúpula elbista. Por eso González Sánchez impidió la lectura del manifiesto “duro”.

“Cualquier choque con el gobierno hubiera hecho más grande la tragedia”, resumió unos días después un asesor del sindicato. “Si salíamos a decir que la detención de Elba Esther no iba a frenar la oposición a la reforma, entonces irían por la mitad del comité nacional.”

Al estado mayor elbista le llovieron mensajes del gobierno. Primero, que cualquier movilización sería respondida con un endurecimiento del proceso, con la detención de la mitad del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato y de familiares de la Maestra, así como con el traslado de la lideresa a un penal federal. “No le rasquemos los huevos al tigre, es mejor Santa Martha Acatitla que La Palma”, dijo un asesor.

Juan Díaz de la Torre, a quien esa noche movieron todo el tiempo de una habitación a otra en el hotel de Guadalajara, se mantuvo ahí pese a las presiones para que se trasladara a la Ciudad de México. De un cuarto a otro iban también las versiones de que “iban por Juan, que lo secuestrarían”.

La convicción de que el gobierno peñista quería “apoderarse” del SNTE cobró fuerza cuando a la medianoche Milenio TV soltó una nota en la cual se afirmaba que el nuevo dirigente sería el hijo de Carlos Jonguitud.

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