- Un tequila con los narcos
DESCARGABLE
'La DEA en México'. Lea el capítulo 9, sobre el narco Amado Carrillo
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PABLO DE LLANO
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PABLO DE LLANO
EL País 13 ABR 2013
La
DEA en México, de Jesús Esquivel. / EDITORIAL GRIJALBO
Los
oficiales de la Agencia Antidroga de Estados Unidos –la histórica DEA; la de
las tres letras, para los criminales mexicanos– son expertos en la historia del
narcotráfico y no se dejan llevar por la última moda. Para ellos el capo más
brillante, el mafioso número uno por ingenio y por espíritu empresarial, no es
el Chapo Guzmán sino un muerto al que se le conocía con el elevado nombre de El
Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, jefe del cártel de Juárez,
fallecido a los 40 años en 1997 durante una operación de cirugía estética que
se hizo en México DF para cambiarse de aspecto.
Así
lo recuerda Mike Vigil, un agente antinarcóticos que se pasó años y años
persiguiéndolo. “Amado siempre estaba diez pasos por delante de la DEA y del
gobierno de México. Lo hacía tan bien que hasta tenía un estilo… digamos que
elegante. (…) Era como un neurocirujano del narcotráfico”.
La
DEA en México (Grijalbo, 2013) es un libro sobre la historia de este organismo
en el país que hoy en día es considerado como el cetro de los carteles de la
droga. Su autor es Jesús Esquivel, corresponsal en Washington del semanario
mexicano Proceso. “Más que hablar del narco es un trabajo para desenmascararla
imagen que se tiene de los agentes de la DEA como agentes secretos, como si
fueran de la CIA”, dice por teléfono desde la capital de Estados Unidos. “No
son eso. Son gente común. Quise contar cómo trabajan, cómo han tenido éxitos y
fracasos, cómo han sido traicionados por el gobierno mexicano, al que le pasan
información sobre criminales y que luego [cuando el objetivo se escabulle] les
dice ay se me peló, o se me fue, o no lo agarré…”. Esquivel ha entrevistado a
más de una docena de agentes en activo o jubilados de la DEA para entender cómo
funciona la agencia en México y para dar un retrato natural, sin efectos de
home cinema, de los tipos que la componen.
"Uno
de ellos me dijo, qué bueno que acabes con este mito, porque somos cabrones
normales y corrientes como todo el mundo”, cuenta el reportero. En México, un país
con un fino gusto por las elucubraciones en torno a la trastienda del poder, la
imagen popular de los agentes antinarcóticos estadounidenses tiende a ser un
pelín fantasiosa, según dice Esquivel. “Para los mexicanos son una especie de
James Bond, agentes secretos que andan en los oscuro y que saben todo, que usan
relojes con grabadora –o hasta con un arma–, y eso se dio porque los medios de
comunicación nos hemos encargado de construir ese mito”.
En
su libro Esquivel muestra a los agentes de la DEA como gente que trabaja duro,
convencida –hasta llegar a un punto algo ingenuo para la mirada desengañada de
un mexicano– de que su labor es evitar que los malos metan droga en sus amados
Estados Unidos y con el equilibro suficiente de miedo, inteligencia y valor
para infiltrarse en el mundo de los narcotraficantes e investigar desde dentro
su negocio.
Cuenta
el periodista que los policías antidroga no empiezan acercándose al gran capo,
lógicamente, sino a los narquillos menudos, y que para acomodarse al ambiente
en el que se mueven estos obreros de las mafias ellos mismos se visten con el
estereotipo norteño del sombrero tejano, el cinturón con hebilla y las botas de
cuero. Los tratos se platican en restaurantes –“muchas transacciones se
hicieron entre tequilas y mujeres”, cuenta Jesús Esquivel–, los rumores son el
menú diario de información que hay que ir seleccionando como se saca el grano
de la paja y la misión es una tarea sin fecha de caducidad: “No tienen límite”,
dice el autor de La DEA en México; “a mí me contaron que una vez se tardaron
casi tres años investigando unos cargamentos de barcos que venían de Colombia”.
Una
pregunta. ¿Cómo un estadounidense rubio puede infiltrarse en el ecosistema
moreno del narcotráfico mexicano? “Eso es algo de lo que se quejan los agentes
hispanos de la DEA, que mandan a anglosajones que medio hablan español y que es
difícil que operen bien en México. Pero también esto es una navaja de doble
filo, porque muchos de estos agentes se hacen pasar por compradores de droga e incluso
les funciona que los vean bien gringos”, explica el corresponsal de la revista
Proceso.
¿Los
de la DEA creen que se puede atrapar al Chapo Guzmán, el criminal que ha
aparecido en la lista Forbes de los multimillonarios del mundo, el mafioso de
baja estatura que se escapó de la cárcel metido en un carrito de lavandería, el
todopoderoso capo del cartel de Sinaloa? “Ellos dicen que el gobierno mexicano
no lo ha agarrado porque no ha querido”, responde Esquivel. “La mejor manera de
agarrar a un capo es investigar el dinero de sus casas, de su patrimonio, de
sus familiares, y así llegas a la raíz; pero los agentes de la DEA creen que no
lo hacen porque los órganos de investigación son corruptos”.
Jesús
Esquivel dice que los hombres de la DEA también tienen miedo. En la memoria de
todo policía antinarcóticos gringo que trabaje en México está el recuerdo de la
tortura y ejecución a manos de narcos del agente encubierto Enrique Kiki
Camarena en 1985, el único miembro de la DEA asesinado en territorio mexicano.
De todos modos, según el reportero, la gente de la DEA sabe que, si bien no es
inmune, el hecho de ser policías de Estados Unidos los convierte en una pieza
de caza poco deseable, teniendo en cuenta la capacidad de respuesta que tiene
su poderoso vecino del norte. “Los verdaderos narcos no son tontos, son
empresarios, y un auténtico cartel no los va a tocar porque saben que eso sería
como agarrar a patadas en los huevos al diablo”.
**
Estados
Unidos trata de desnarcotizar sus relaciones con México
CRISTINA
F. PEREDA Washington
El País, 13 ABR 2013
Estados
Unidos intenta descontaminar las relaciones con México, abandonando el énfasis
en la seguridad y apostando por continuar la historia de colaboración económica
y comercial que une a los dos países, según representantes de ambos gobiernos
reunidos esta semana en Washington. El presidente estadounidense, Barack Obama,
visitará la capital mexicana el próximo mes de mayo en una muestra del interés
de EE UU en uno de sus mayores socios en la región.
“Este
es el momento de México”, aseguró José Fernández, subsecretario del
Departamento de Estado de Asuntos Económicos. “Y Estados Unidos quiere formar
parte de él”. Fernández destacó este miércoles la importancia de la relación
económica entre ambos países en una comparecencia en Washington, tras dos días
de negociaciones con diferentes autoridades del Gobierno de Enrique Peña Nieto,
así como el embajador de México en Washington, Eduardo Medina-Mora.
La
ronda de conversaciones en la capital estadounidense también se produce tres
semanas antes de la visita de Obama a México. Según Fernández, este viaje
tendrá como objetivo reforzar la relación económica y comercial que une a los
dos países, así como explorar las posibles vías de cooperación de cara al
futuro en áreas como el comercio, la cooperación entre compañías privadas a uno
y otro lado de la frontera, la seguridad, la inversión en tecnología e
investigación o el impulso de pequeñas y medianas empresas en la región.
“Queremos
convertir la frontera en una región de oportunidad y crecimiento”, declaró
Sergio Alcocer, subsecretario mexicano de Asuntos Exteriores para América del
Norte. Alcocer destacó que el nivel de cooperación actual ha llevado a EE UU y
México a intercambiar un millón de dólares cada minuto. “Ya no estamos hablando
de una relación simbólica”, afirmó. “Las empresas estadounidenses invierten
90.000 millones de dólares al año en México”.
“Nuestra
relación se encuentra en un gran estado, pero todavía podemos mejorar”,
reconoció el subsecretario estadounidense. Las conversaciones celebradas estos
días en Washington responden, según Fernández, al deseo de Peña Nieto de
“elevar el nivel de diálogo” entre los dos países y cimentar una relación
económica que ya mueve medio billón de dólares cada año.
Ambos
países trabajan para consolidar su relación comercial, en la búsqueda de vías
que “refuercen” el nivel de cooperación actual basándose en “una frontera del
siglo XXI”. Los representantes de México y EE UU reconocieron que la seguridad
en la frontera sigue siendo una preocupación tanto a nivel político como
económico, por sus implicaciones para las actividades comerciales y para los
ciudadanos de la región. “Trabajaremos juntos para solucionar este asunto”,
afirmó Fernández. “Ayudará a incrementar la competitividad de ambos y la
prosperidad de nuestros ciudadanos”.
La
relación entre los dos socios también está muy pendiente de la reforma del
sistema de inmigración que acometerá el Congreso estadounidense en los próximos
meses y que tiene en la frontera uno de sus grandes ejes. Alcocer aseguró que
se trata de un “asunto interno” de EE UU y que México “respeta” ese proceso.
“Nuestra colaboración depende de que abordemos esto de una manera mucho más
amplia”, aseguró. “Debemos considerar todos los asuntos que afectan al flujo
fronterizo tanto de personas como de bienes y comercio. Debemos ser socios
tanto en la frontera como en Washington y en el DF”.
Ambos
representantes enfatizaron la necesidad de enmarcar las conversaciones en torno
a la colaboración entre los dos países más allá de la seguridad o de la
inmigración. “Debemos recordar que un millón de personas cruzan legalmente la
frontera a diario”, aseguró Alcocer. “Tener una barrera no ayuda a la economía,
pero tampoco que hablemos de lo que no podemos hacer y nunca de lo que sí
podemos hacer”.
“Es
importante que establezcamos en la región una serie estándares coherentes que
ayuden a desarrollar pequeños y medianos comercios”, añadió Alcocer. Según el
subsecretario, trasladaron a las autoridades estadounidenses su interés en la
innovación empresarial y en la inversión en soluciones científicas y
tecnológicas que contribuyan a solucionar los problemas a los que se enfrentan
en la actualidad, como los que afectan a la frontera.
El
impulso de la relación entre México y EE UU serviría además a los dos países
para reforzar sus relaciones con otras naciones del continente, contribuyendo a
la “expansión la cooperación con Centroamérica” y dando su apoyo al crecimiento
y desarrollo en los países de la región. “No hablamos sólo de relaciones
comerciales”, aseguró Alcocer. “También de mejorar la calidad de vida de las
personas”.
El
subsecretario estadounidense añadió que la relación con México “va más allá de
las importaciones y exportaciones” y que EE UU puede presumir de “una gran
ventaja” cuando trata con este socio por la historia que les une y por la
presencia de más de 50 millones de hispanos en el país. “Es una relación
sustancial, profunda y basada en el crecimiento. Pero lamentamos que la mayor
parte se pierda en las noticias
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