- Caso Neruda: Informes defectuosos
FRANCISCO
MARÍN
Revista
Proceso # 1908, 26 de mayo de 2013;
La
noticia de la agencia EFE de que el poeta Pablo Neruda murió de cáncer avanzado
de próstata, filtrada a principio de mes por el Servicio Médico Legal de
Santiago de Chile, dio la vuelta al mundo, pero estaba infundada. Así lo revela
el sobrino del poeta y abogado querellante en el caso de las razones de su
fallecimiento, Rodolfo Reyes, y lo demuestran las fotografías que el brasileño
Evandro Teixeira le tomó a Neruda ese día, donde se confirma que el cáncer no
necesariamente fue la causa de su muerte. Este reportaje recoge los testimonios
de especialistas que muestran las anomalías e inconsistencias de los informes
periciales, de ahí que el abogado del Partido Comunista, Eduardo Contreras,
haya solicitado nuevos exámenes, si bien consideró un avance que se aprobara la
investigación acerca de la inyección que pudo haber segado la vida del poeta.
VALPARAÍSO, CHILE.- Los peritajes
médico-forenses que se realizan a los restos del poeta y Premio Nobel Pablo
Neruda están plagados de irregularidades.
El
2 de mayo el Servicio Médico Legal (SML) informó que “los exámenes histológicos
y radiológicos realizados por el equipo multidisciplinario del SML en conjunto
con expertos nacionales e internacionales, tras la exhumación del 8 de abril,
confirmaron que el Premio Nobel de Literatura padecía de cáncer de próstata
avanzado y metastásico” al momento de morir, el 23 de septiembre de 1973.
Esta
supuesta confirmación del diagnóstico alude a la causal de muerte señalada en
el certificado médico de defunción: caquexia por cáncer metastizado de
próstata.
La
información fue filtrada por el SML a la agencia española EFE, que publicó
aquel día la nota Los primeros exámenes confirman que Pablo Neruda padecía un
cáncer avanzado.
El
reporte de EFE no daba ningún detalle acerca de los informes en los que se
fundaba su noticia ni de los especialistas que lo firmaban. Sin embargo,
presentaron la nota como definitiva y así la reprodujeron medios de todo el
mundo.
Hubo
algunos que, dado lo sugerente de la información, simplemente titularon que
Neruda murió de cáncer, como hizo el diario electrónico El Martutino, de
Valparaíso.
Al
enterarse por la prensa de esta definición forense, el sobrino de Neruda y
abogado querellante Rodolfo Reyes fue al SML –en compañía de su colega
Elisabeth Flores– para conocer más detalles.
Los
recibió el director de este servicio, doctor Patricio Bustos, quien tenía
preparado el borrador de un breve comunicado de prensa en el que ratificaría lo
informado por EFE. Se los leyó desde su smartphone y luego les pidió el
consentimiento para difundirlo.
En
entrevista con Proceso, los abogados Flores y Reyes denuncian que dicho
borrador inducía a pensar que Neruda murió de cáncer. Por lo mismo le pidieron
a Bustos hacerle modificaciones que consideraran el hecho de que todavía quedan
muchos temas por resolver en este caso, como el relativo a los exámenes
toxicológicos.
Le
hicieron ver que la ratificación de que el poeta padecía cáncer no constituía
en ningún caso una confirmación de que su muerte haya sido causada por esa
enfermedad.
Reyes
le comentó a Bustos acerca de las fotos del periodista brasileño Evandro
Teixeira tomadas pocas horas después de ocurrido el deceso, y que por estos
días cobran relevancia entre los querellantes. En éstas se ve al vate con la
misma contextura algo pasadita de kilos que lo caracterizaba.
Sin
embargo, Bustos se mostró insistente en defender la tesis de muerte por cáncer.
Les señaló a sus interlocutores que esas fotos eran perfectamente compatibles
con un fallecido por caquexia puesto que –según sus conocimientos– los muertos
“se inflan”.
De
todos modos accedió a corregir parcialmente su comunicado, que se despachó poco
después de la retirada de Reyes y Flores.
El
máster en medicina forense Luis Ravanal, perito inscrito ante la Corte de
Apelaciones de Santiago, analizó junto con Proceso las fotos de Teixeira:
“La
cara es la imagen que uno conoce de Neruda, se ve en condiciones normales. No
se ve en ningún caso el aspecto facial de una persona caquéxica (en estado de
desnutrición extrema). Si fuera así, habría un adelgazamiento tal que
permitiría ver en forma marcada las prominencias de los maxilares, de las
mandíbulas. Habría un hundimiento de los globos oculares. Nada de eso se ve en
esa imagen.”
Ravanal
descarta que una posible inflamación post mortem pudiera haber hecho
desaparecer la apariencia de caquéxico:
“El
cadáver sufre transformación después de cuatro o cinco días, cuando empiezan los
procesos de descomposición, pero no en una etapa inmediata a la muerte”,
señala.
Exámenes
incompletos
Los
exámenes que respaldaron el primer informe del SML tras la exhumación de Neruda
son dos: el Informe Histopatológico No. 1110, del 26 de abril de 2013, que
lleva la firma de la anatomo-patóloga del SML Elvira Miranda Vásquez. Allí se
establece la presencia de “tejido óseo esponjoso, con destrucción irregular y
acentuada osteoblástica”, afirmándose que “esta alteración es observada en las
metástasis óseas de cáncer prostático”.
El
otro examen es la Tomografía Computada de Osamentas, signada por el médico
radiólogo Jorge Díaz Jara –del Centro de Imagenología del Hospital Clínico de
la Universidad de Chile–, remitida el 29 de abril al juez Carroza. Se concluye
en ese informe que el cadáver de Neruda evidenciaría metástasis en hueso y en
múltiples lugares, incluyendo la columna.
Luis
Ravanal analizó estos informes del SML. Lo primero que subraya es que ni la
doctora Miranda ni el doctor Díaz (autores de los informes) forman parte de la
comisión internacional de expertos que realizó la exhumación y autopsia de
Neruda.
Enseguida
señala que fue un error que se le haya pedido a un radiólogo clínico que emita
un diagnóstico como si se tratase de un paciente vivo.
“Resulta
que este profesional (Díaz) no tiene experiencia en el análisis de huesos de
cadáveres que, en este caso, durante cuatro décadas han sufrido un proceso de
degradación y destrucción que puede mimetizarse con una destrucción ósea de
hueso de tipo cancerígeno.”
Añade
el forense que “evidentemente los huesos se van alterando, van perdiendo su
estructura, se van desmineralizando en forma normal y natural con el paso de
los años”.
Por
otra parte, este forense subraya el hecho de que quien tomó y envió las
muestras a la doctora Miranda fue el médico legista Germán Tapia Coppa, según
se sugiere en el encabezado del informe histopatológico.
La
participación de Tapia Coppa ha sido insistentemente cuestionada por los
querellantes, el Partido Comunista de Chile (PC) y la familia de Neruda, “por
haber manifestado opinión previa”.
En
efecto, en marzo de 2012 Tapia emitió un informe (solicitado por el juez
Carroza para mejor definir respecto a la posible exhumación de Neruda) que
validaba la versión oficial sobre la causa de la muerte de Neruda: “No existen
elementos suficientes que pongan en duda la naturaleza de la muerte de la
víctima establecida en forma oficial en septiembre de 1973”.
En
ese mismo informe, Tapia reconocía que llegó a esta conclusión sin disponer de
ninguna prueba que demostrara siquiera que Neruda tenía cáncer. Además, Tapia
omitió comentar ahí exámenes médicos contenidos en el expediente del Caso
Neruda que demostrarían que Neruda no tuvo cáncer metastizado, como la
radiografía de pelvis aplicada en diciembre de 1972 en el laboratorio Raúl
Búlnes, de Santiago. No obstante esos errores y omisiones, Tapia ocupa hoy un
lugar central en el equipo de expertos del caso Neruda.
El
doctor Ravanal también menciona como deficiencia del informe histopatológico
que la doctora Miranda “omite referirse al hecho de que las lesiones observadas
pueden ser compatibles con un proceso de destrucción propio que se da con el
paso de los años”.
La
anatomo-patóloga Miranda también ocultó en su informe que –según consta en el
historial clínico contenido en el expediente judicial de la causa– Neruda se
sometió a 56 sesiones de radioterapia de telecobalto entre marzo y abril de
1973, en el Hospital Van Buren, de Valparaíso.
El
doctor Ravanal señala que “la radioterapia puede provocar lesiones en huesos”,
aspecto que debió haber sido considerado en el análisis histopatológico.
Y
se inclina a pensar que “forzadamente se busca confirmar que las lesiones de
hueso evidenciadas en los exámenes histopatológicos de Neruda son concordantes
con metástasis”.
En
entrevista con Proceso, el abogado del PC, Eduardo Contreras, se queja por el
lento avance de la investigación y por “el desorden de procedimientos” que ha
habido en relación con las pericias forenses.
En
escrito del 8 de mayo, Contreras solicita que se realice una serie de exámenes
histopatológicos, radiológicos, genéticos y de determinación de radioisótopos,
proponiendo laboratorios internacionales para exámenes complementarios. Pero
aún no obtiene respuesta.
Una
solicitud para realizar un examen histopatológico complementario hecha por el
perito tanatólogo de la Universidad de Murcia, Aurelio Luna, lleva un mes sin
ser contestada. Tapia Coppa, en un procedimiento poco común, sometió a votación
entre los peritos del Caso Neruda si se aprobaba o no la solicitud de Luna.
El
abogado comunista da cuenta de que, con el fin de mejorar la coordinación y
ejecución de los procedimientos, se reunió el viernes 10 con el ministro
Carroza. A este le solicitó efectuar una reunión conjunta entre todos los
peritos, que se realizaría el lunes 27.
Contreras
también cita como una deficiencia de la investigación el que aún no se le hayan
realizado exámenes de ADN a los restos de Neruda.
“En
rigor –afirma–, aún no tenemos certeza de que estamos examinando a Neruda.”
El
abogado comunista recuerda en ese sentido que la dictadura de Augusto Pinochet
llevó a cabo la “Operación retiro de televisores”, que consistió en la
inhumación ilegal y secreta de cadáveres –realizada desde finales de 1975 hasta
avanzada la década de los ochenta– que tenía por fin borrar las evidencias de
asesinato de opositores. Por lo anterior sostiene que no se puede descartar que
al nicho de Neruda le hayan cambiado el esqueleto.
El
jurista Contreras resalta, como avance de este caso, la orden de investigar la
ubicación y verdadera identidad del misterioso doctor Price, decretada por el
juez Carroza. Price es citado por el doctor Sergio Draper –quien confesó haber
ordenado la inoculación al poeta el 23 de septiembre– como el jefe del turno al
momento de morir Neruda.
Sin
embargo, en 1973 no había ningún médico chileno con apellido Price y nadie más
que Draper lo recuerda en la clínica Santa María.
Contreras
ha sugerido que Price –cuya descripción es la de un hombre alto, joven y rubio–
podría corresponder al agente de la CIA y hombre de confianza de Pinochet,
Michael Townley, involucrado en numerosos casos como el del asesinato del
excanciller de la Unidad Popular (1970-1973) Orlando Letelier, perpetrado en Washington
el 21 de septiembre de 1976.
Secretos
de laboratorio
Sucesos
ocurridos al interior del laboratorio especial donde se analizan los restos de
Neruda desde el 8 de abril –que fueron revelados a este corresponsal por una
persona que prefirió resguardar su identidad– dan cuenta de sorprendentes
anomalías e irregularidades.
Según
informó esta fuente, el 11 o el 12 de abril se produjo una fuerte discrepancia
entre los toxicólogos Eduardo Torres (del SML) y Ruth Wienecker (Universidad de
Carolina del Norte). Esto ocurrió por el intento de Torres, consciente o
inconscientemente, de realizar un procedimiento que iba a significar la
destrucción de muestras.
Torres
pretendía hacer el screeming –examen preliminar que orienta la búsqueda de
posibles elementos tóxicos– montando un aparataje para reflujo.
“Winecker
espantada le dijo que así se destruyen analitos. Que más adecuado es hacer
digestión en solventes con baño de arena termorregulado. Los tóxicos se
analizan por técnica HPLC. Se miraron un rato, hasta que Torres confesó que no
disponen (en el SML) de ninguno de ambos elementos. Hasta allí llegó el
screening”, señala nuestra fuente.
Expuesta
esta situación al forense Ravanal, dio mayores luces respecto de la citada
discusión entre toxicólogos al señalar que –de acuerdo con el relato de la
fuente al interior del SML– lo que estaba haciendo Torres “era someter las
muestras a un método totalmente inefectivo que las iba a destruir”.
Agrega
Ravanal que lo que hizo Torres se puede explicar como un acto “demasiado
desinteligente o motivado deliberadamente por el deseo de destruir las
muestras”.
Tras
el incidente con Torres, Winecker anunció su intención de partir y de llevarse
muestras a la Universidad de Carolina del Norte. Según la fuente anónima, no se
sacaría nada en caso de que se hiciera una contramuestra en el SML:
“Si
la dirección no se convence de que nuestro nuevo equipamiento, consistente en
miles de refrigeradores y equipos en oferta con buena comisión y cero utilidad,
no es apto para peritaje toxicológico, es que son ciegos y sordos o
definitivamente les importa un bledo. Nos especializamos en búsqueda de cocaína
y sería todo.”
Fotógrafo
clave
Evandro
Teixeira, entre cientos de periodistas y fotógrafos que llegaron a Chile tras
el golpe militar, fue el único que pudo retratar a Pablo Neruda en la clínica
Santa María. Esto consigna la revista Brasileiros en su número 70, de mayo de
2013, en la nota Crónica de un asesinato presunto, firmada por Federico
Fullgraf.
Teixeira
se alojó, apenas llegó a Santiago el 12 o el 13 de septiembre, en el hotel
Carrera. La labor periodística era por esos días en extremo difícil. Los
reporteros no podían reportear libremente por las calles de Santiago porque los
militares estaban disparando a diestra y siniestra, cometiendo muchos
asesinatos. Había toque de queda entre las 18:00 y las 6:00 horas; el dictador
Augusto Pinochet no daba entrevistas; y Salvador Allende había muerto. El
principal personaje con vida era Pablo Neruda, pero Teixeira no sabía dónde
ubicarlo.
La
casualidad le ayudó. Una noche conoció en la terraza del hotel a la esposa del
agregado militar de la embajada de Chile en Brasilia. Ella fue muy sincera: le
contó que su esposo había vuelto a Santiago para participar en el golpe. Y,
sabiendo de su interés por Neruda, le comentó que él estaba enfermo en Isla
Negra, pero que no iba a conseguir encontrarlo ahí porque su casa estaba
cercada por militares que impedían el paso.
Mostrando
el detallado conocimiento que los militares tenían sobre los pasos de Neruda,
la mujer –cuyo nombre no es recordado por Teixeira– le comentó que al poeta lo
trasladarían pronto a la clínica Santa María, de Santiago.
Unos
días después, el 23 de septiembre de 1973, cuando confirmó que Neruda había
sido trasladado, Teixeira se presentó ante el director de dicha clínica con una
tarjeta de recomendación de la esposa del agregado militar.
El
director le confirmó que allí se encontraba Neruda con su esposa Matilde
Urrutia, pero se negó a autorizar su ingreso. Dijo desconfiar de los
periodistas. Teixeira insistió. Finalmente el director de la Clínica Santa
María accedió y lo acompañó a la habitación 406. Apenas entreabrió la puerta
vio a Matilde y la saludó. Cuando ella contestaba Teixeira tomó su cámara Leica
–que llevaba cubierta por su chaqueta– e intentó tomar unas fotos.
El
director se lo impidió y le conminó a que regresara a su hotel, asegurándole
que a eso de las 10 de la noche enviaría a la prensa un reporte médico de
Neruda.
Evandro
volvió al hotel, pero cuando constató que el boletín médico no llegó, tomó el
teléfono y llamó a la clínica Santa María. Le informaron que Neruda había
muerto. Evandro casi no durmió, estaba nervioso. A las seis de la mañana,
cuando se levantó el toque de queda, corrió al nosocomio privado.
“Entré
por una puerta sin vigilancia y de pronto me encontré con el cuerpo de Neruda.
Su esposa Matilde estaba a su lado. Me presenté como el fotógrafo que retrató
el encuentro entre Neruda y Jorge Amado en la casa de éste”, según se señala en
la citada nota de Brasileiros.
Matilde
lo autorizó para sacar las fotografías que estimase conveniente. Evandro hizo
cientos de ellas en la clínica, en la casa La Chascona –donde se hizo el
velorio– y en el cortejo al Cementerio General. Muchas permanecen inéditas.
Hoy
algunas podrían ser la prueba de oro que demuestre que Neruda no padecía de
caquexia cancerosa al momento de morir.
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