- “Recemos por la conversión de los mafiosos”: Francisco
"Recemos
para que los mafiosos y mafiosas se conviertan. No pueden continuar así".
Fue el enérgico llamado deFrancisco durante el rezo del Ángelus en la
Plaza San Pedro, recordando a don Puglisi, mártir siciliano beatificado ayer.
El papa Francisco, como Juan Pablo II en 1993, lanzó un llamado para que la mafia
se convierta. El 9 de mayo de 1993, el Papa Juan Pablo II, en el Valle de los
Templos de Agrigento, se dirigió a los mafiosos para que se convirtieran. A 20
años de distancia, el Papa Francisco recordó el ejemplo de Pino Puglisi,
asesinado por la mafia en 1993.
“Pienso
en todos los dolores de hombres y mujeres, incluso de niños, que son explotados
por muchas mafias, que los explotan obligandolos a hacer trabajos que los
esclavizan, con la prostitución, con tantas presiones sociales; detrás de esta
explotación, de esta esclavitud, están las mafias -denunció enérgicamente el
Papa-, pero pidamos al Señor para que convierta el corazón de estas personas;
no pueden hacer esto, no pueden esclavizar a nuestros esclavos, debemos rezar
al Señor, recemos para que estos mafiosos se conviertan a Dios”.
Durante
el rezo del Ángelus, el Pontífice exhortó a reconocer que Dios no es algo vago
y abstracto, tiene un nombre: “Dios es amor”, afirmó el Obispo de Roma en su
reflexión previa a la oración mariana dominical en una Plaza de San Pedro
colmada de multitud de peregrinos. No es un amor sentimental emotivo. La
Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos, es el rostro con
que Dios mismo se ha revelado, caminando con la humanidad, y sobretodo en Jesús
de Nazaret. “Jesús es el Hijo que nos ha hecho conocer al Padre Misericordioso
y ha traído sobre la tierra su “fuego”, el Espíritu Santo”.
Francisco
concluyó afirmando que hoy alabamos a Dios por èl mismo, por su inmensa Gloria,
agradeciendo porque es amor, y porque nos llama a entrar en el abrazo su
comunión, que es la vida eterna. el
infierno a la nueva vida
*
La
historia de Angela Croce, una experiencia de resurrección
La
vida de Angela Croce parecía perdida entre violencia, droga y desesperación. El
encuentro con el amor del Señor ha generado una resurrección.
En
el curso de la Vigilia de Pentecostés (18 de mayo), antes del encuentro con el
papa Francisco con los movimientos, las nuevas comunidades, las asociaciones y
las agregaciones laicales, en peregrinación a la Tunba del Apóstol Pedro, hubo
diversos testimonios.
Traemos
aquí la de Angela Croce de la comunidad Nuovi Orizzonti
(http://www.nuoviorizzonti.org/)
La
historia de Angela está marcada por el uso de drogas, la violencia sufrida, la
oscuridad del alma. Solo el encuentro con Cristo le ha hecho pasar de la muerte
a la vida. Actualmente es una persona empeñada en ayudar a otros, testigo del
milagro de la Resurrección. Su vida ha cambiado cuando conoció el amor fuerte y
convencido de quien le invitó a vivir el Evangelio cada día.
Angela:
He vivido treinta años bajo el signo de la droga, sexo usa y tira y desviación.
Nací
sin ser deseada viviendo en un ambiente marcado por sucesos difíciles que
desencadenaban riñas e incomprensiones.
Lo
que rompió dedinitivamente mis delicados sueños de joven fue una violencia
sufrida a los 12 años.
Empezó
así mi imparable descenso a los infiernos empezando a drogarme para no sentir
el dolor.
Nadie
se dio cuenta de nada.
Aparentemente
todo andaba bien, pero poco a poco me apagaba perdiendo las ganas de vivir.
Construí
una fortaleza inexpugnable en torno a mi corazón.
Crecían
en mí dolor y rabia, mucha necesidad de amor transformada en soberbia y
presunción.
Mi
única compañera era la heroína. Luego la cocaína en una escalada de dinero y
poder en el campo inmobiliario.
Estaba
dispuesta a todo por el dinero y la consideración. Pero ¿a qué precio?
Al
precio de usar a las personas para luego tirarlas cuando ya no me servían.
No
conocía límites, pero el vacío interior me estaba corroyendo. Me sentía cada
vez más terriblemente sola.
Por
cinco veces intenté acabar con todo, pero no lo logré.
¿Por
qué? me preguntaba. Porque no había descubierto todavía que Alguien había
pensado en mí desde la eternidad y me había amado hasta el punto de darse a sí
mismo por mí.
Conocí
una realidad empeñada en la evangelización de calle. Me decidí a entrar en
comunidad donde encontré a una verdadera familia que me ha acompañado paso a
paso en un camino rehabilitador basado en el Evangelio.
Desde
aquél momento, mi vida cambió: he conocido el infinito amor de Dios a través de
los hermanos que acogieron conmigo mi grito de dolor y soledad.
Poco
a poco todo se transformó en Resurrección, en experiencia de alegría y perdón,
en capacidad de volver a donar gratuitamente mi existencia a quien está todavía
aprisionado en la muerte del alma testimoniando que el Amor puede hacer
milagros ¡porque Dios es Amor!
Jesús
se ha abajado en mis infiernos y los ha transfigurado con su inmenso Amor.
¡Quiero
gastar cada momento de mi vida en ser instrumento de la alegría de la
Resurrección!
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